"Mi nostalgia ha pintado tu perfil wagneriano
sobre el velo tremendo de la ausencia..."
"Musa"
Albert Vargas
Reseña biografica
Poeta uruguaya nacida en
Montevideo en 1886, en el seno de una familia burguesa descendiente
de alemanes, franceses y porteños.
Desde muy corta edad incursionó
en el campo poético publicando su primer poemario,
El libro blanco en 1907.
Luego aparecieron Cantos de la mañana en 1910 y
Los cálices vacíos.
Mujer de gran sensibilidad y sensualismo,
asombró a Montevideo y Buenos Aires con sus libros de versos.
Contrajo matrimonio en 1913. Su matrimonio fracasó a los dos meses, y un
año después, en 1914, murió asesinada
por su marido quien se suicidó después.
Después de su muerte se
publicaron dos composiciones más:
El rosario de Eros y La alborada.©
Amor
Anillo
Boca a boca
Boceto inconcluso
Ceguera
Con tu retrato
Cuentas de fuego
Desde lejos
Día nuestro
El arroyo
El cisne
El diamante
El intruso
El nudo
El raudal
El surtidor de oro
El vampiro
En tus ojos
Exégesis
Explosión
Fiera de amor, yo sufro hambre de corazones...
Fue al pasar
Hacia la primavera
Hoy desde el gran camino, bajo el sol
claro y fuerte...
Inextinguibles
Íntima
La barca milagrosa
La cita
La copa del amor
La musa
La ruptura
La sed
Las alas
Lo inefable
Los relicarios dulces
Los retratos
Mis amores
Nocturno
¡Oh Tú!
Ofrendando el libro a Eros
Otra estirpe
Para tus manos
Plegaria
Serpentina
Sobre una tumba cándida
Supremo idilio
Tu amor
Tu boca
Tú dormías
Ven
Vida
Visión
Amor
Lo soñé impetuoso, formidable y ardiente;
hablaba el
impreciso lenguaje del torrente;
era un mar desbordado de locura y de
fuego,
rodando por la vida como un eterno riego.
Luego soñélo triste,
como un gran sol poniente
que dobla ante la noche la cabeza de fuego;
después rió, y en su boca tan tierna como un ruego,
soñaba sus
cristales el alma de la fuente.
Y hoy sueño que es
vibrante y suave y riente y triste,
que todas las tinieblas y todo el
iris viste,
que, frágil como un ídolo y eterno como Dios,
sobre la vida toda su majestad levanta:
y el beso cae ardiendo a
perfumar su planta
en una flor de fuego deshojada por dos....
Anillo
Raro anillo que clarea,
Raro anillo que sombrea
Una profunda amatista.
Crepúsculo vespertino
Que en tu matinal platino
Engarzó espléndido artista.
El porvenir es de miedo...
¿Será tu destino un dedo
De tempestad o de calma?
Para clararte y sombrearte,
¡Si yo pudiera glisarte
En un dedo de mi alma!...
Boca a boca
Copa de
vino donde quiero y sueño
beber la muerte con fruición sombría,
surco de fuego donde logra Ensueño
fuertes semillas de melancolía.
Boca que besas a distancia y llamas
en silencio, pastilla de
locura,
color de sed y húmeda de llamas...
¡Verja de abismos es tu
dentadura!
Sexo de un alma triste de gloriosa;
el placer unges de dolor; tu
beso,
puñal de fuego en vaina de embeleso,
me come en sueños como
un cáncer rosa...
Joya de sangre y luna, vaso pleno
de rosas de silencio y de
armonía,
nectario de su miel y su veneno,
vampiro vuelto mariposa
al día.
Tijera ardiente de glaciales lirios,
panal de besos, ánfora
viviente
donde brindan delicias y delirios
fresas de aurora en
vino de poniente...
Estuche de encendidos terciopelos
en que su voz es fúlgida
presea,
alas del verbo amenazando vuelos,
cáliz en donde el
corazón flamea.
Pico rojo del buitre del deseo
que hubiste sangre y alma entre mi
boca,
de tu largo y sonante picoteo
brotó una llaga como flor de
roca.
Inaccesible... Si otra vez mi vida
cruzas, dando a la tierra
removida
siembra de oro tu verbo fecundo,
tú curarás la misteriosa
herida:
lirio de muerte, cóndor de vida,
¡flor de tu beso que
perfuma al mundo!
Boceto inconcluso
A veces, cuando el amado y yo soñamos en silencio,
-un silencio agudo y profundo como el acecho
de un sonido
insólito y misterioso-
siento como si su alma y la mía corrieran lejanamente,
por yo no
sé qué tierras nunca vistas,
en un raudal potente y rumoroso...
Ceguera
Me
abismo en una rara ceguera luminosa,
un astro, casi un alma, me ha velado la Vida.
¿Se ha prendido en
mí como brillante mariposa,
o en su disco de luz he quedado prendida?
No sé...
Rara ceguera que me borras el mundo,
estrella, casi alma,
con que asciendo o me hundo.
¡Dame tu luz y vélame eternamente el mundo!
Con tu retrato
Yo no sé si mis ojos o mis manos
encendieron la vida en tu retrato;
nubes humanas, rayos
sobrehumanos,
todo tu Yo de Emperador innato
amanece a mis ojos, en mis manos.
¡Por eso, toda en llamas, yo
desato
cabellos y alma para tu retrato,
y me abro en flor!...
Entonces, soberanos
de la sombra y la luz, tus ojos graves
dicen grandezas que yo sé
y tú sabes...
y te dejo morir... Queda en mis manos
una gran mancha lívida y sombría...
¡Y renaces en mi melancolía
formado de astros fríos y lejanos!
Cuentas de fuego
Cerrar la puerta cómplice con rumor de caricia,
deshojar hacia el mal el lirio de una
veste...
-La seda es un pecado, el desnudo es celeste;
y es un
cuerpo mullido, un diván de delicia.-
Abrir brazos...así todo ser es alado;
o una cálida lira
dulcemente rendida
de canto y de silencio...más tarde, en el helado
más allá de un espejo, como un lago inclinado
ver la olímpica bestia
que elabora la vida...
Amor rojo, amor mío;
sangre de mundos y rumor de cielos...
¡Tú me los des, Dios mío!
Desde lejos
En el silencio siento pasar hora tras hora
como un cortejo lento,
acompasado y frío
¡Ah, cuando tú estás lejos de mi alma todo llora,
y al rumor de
tus pasos hasta en sueños sonrío!
Yo sé que volverás, que brillará otra aurora
en mi horizonte
grave como un sueño sombrío;
revivirá en mis bosques tu gran risa
sonora
que los cruzaba alegre como el cristal de un río.
Un día, al encontrarnos tristes en el camino
yo puse entre tus
manos mi pálido destino.
¡Y nada más hermoso jamás han de ofrecerte!
Mi alma es, frente a tu alma, como el mar frente al cielo:
pasarán entre ellas, cual la sombra de un vuelo,
la Tormenta y el
Tiempo y la Vida y la Muerte!
Día nuestro
-La tienda de la noche se ha rasgado hacia Oriente.-
Tu espíritu amanece maravillosamente;
su luz penetra en mi
alma como el sol a un vergel...
-Pleno sol. Llueve
fuego. -Tu amor tienta, es la gruta
afelpada de musgo, el
arroyo, la fruta,
la deleitosa fruta madura a toda miel.
-El Angelus. -Tus manos
son dos alas tranquilas,
mi espíritu se dobla como un gajo de
lilas,
y mi cuerpo te envuelve... tan sutil como un velo.
-El
triunfo de la noche. -De tus manos, más bellas,
fluyen todas
las sombras y todas las estrellas,
y mi cuerpo se vuelve profundo como un cielo!
El arroyo
¿Te acuerdas?
El arroyo fue la serpiente buena...
Yo muero
extrañamente...
No me mata la Vida,
¿Te acuerdas?
El arroyo fue la serpiente
buena...
Fluía triste y triste como un llanto de ciego
cuando en
las piedras grises
donde arraiga la pena
como un inmenso lirio se levantó tu ruego.
Mi corazón, la piedra más gris y más serena,
despertó en la caricia
de la corriente y luego
sintió cómo la tarde, con manos de agarena,
prendía sobre él una rosa de fuego.
Y mientras la serpiente del
arroyo blandía
el veneno divino de la melancolía,
tocada de
crepúsculo me abrumó tu cabeza,
la coroné de un beso fatal, en la
corriente
vi pasar un cadáver de fuego... Y locamente
me derrumbó
en tu abrazo profundo la tristeza.
El cisne
Pupila azul de mi
parque
es el sensitivo espejo
de un lago claro, muy claro!...
Tan
claro que a veces creo
que en su cristalina página
se imprime mi
pensamiento.
Flor del aire, flor del
agua,
alma del lago es un cisne
con dos pupilas humanas,
grave
y gentil como un príncipe;
alas lirio, remos rosa...
Pico en
fuego, cuello triste
y orgulloso, y la blancura
y la suavidad de un cisne...
El ave cándida y grave
tiene un maléfico encanto;
clavel vestido de lirio,
trasciende a
llama y milagro!...
Sus alas blancas me turban
como dos cálidos
brazos;
ningunos labios
ardieron
como su pico en mis manos;
ninguna testa ha caído
tan
lánguida en mi regazo;
ninguna carne tan viva
he padecido o gozado:
viborean en sus
venas
filtros dos veces humanos!
Del rubí de la lujuria
su testa está coronada:
y va arrastrando el deseo
en una cauda
rosada...
Agua le doy en mis
manos
y él parece beber fuego,
y yo parezco ofrecerle
todo el
vaso de mi cuerpo...
Y vive tanto en mis
sueños,
Y ahonda tanto en mi carne,
que a veces pienso si el cisne
con sus dos alas fugaces,
sus raros ojos humanos
y el rojo pico quemante,
es solo un cosne en mi lago
o es en mi
vida un amante...
Al margen del lago
claro
yo le interrogo en silencio...
y el silencio es una rosa
sobre su pico de fuego...
Pero en su carne me habla
y yo en mi
carne le entiendo.
-A veces ¡toda! soy
alma;
y a veces ¡toda! soy cuerpo.-
Hunde el pico en mi regazo
y se queda como muerto...
Y en la cristalina
página,
en el sensitivo espejo
del algo que algunas veces
refleja mi pensamiento,
¡el cisne asusta, de rojo,
y yo, de
blanca, doy miedo!
El diamante
Hoy, en una mano burda instintiva, deforme, he visto el diamante más
bello que pueda encender el Milagro...
Parecía vivo y doloroso como un espíritu desolado...
Vi fluir de su luz una sombra tan triste, que he llorado por él y por
todos los bellos diamantes extraviados
en manos deformes...
El
intruso
Amor, la noche estaba
trágica y sollozante
cuando tu llave de oro cantó en mi cerradura;
luego, la puerta abierta sobre la sombra helante,
tu forma fue una
mancha de luz y de blancura.
Todo aquí lo alumbraron
tus ojos de diamante;
bebieron en mi copa tus labios de frescura;
y descansó en mi almohada tu cabeza fragante;
me encantó tu descaro y
adoré tu locura.
¡Y hoy río si tú ríes,
y canto si tú cantas;
y si duermes, duermo como un perro a tus
plantas!
¡Hoy llevo hasta en mi sombra tu olor de primavera;
y tiemblo si tu mano
toca la cerradura;
y bendigo la noche sollozante y oscura
que
floreció en mi vida tu boca tempranera!
El nudo
Su idilio fue una larga sonrisa a cuatro labios...
En el regazo cálido de rubia primavera
amáronse talmente que entre sus dedos sabios
palpitó la divina forma de la quimera.
En los palacios fúlgidos de las tardes en calma
hablábanse un lenguaje sentido como un lloro,
y se besaban hondo hasta morderse el alma!...
Las horas deshojáronse como flores de oro,
y el destino interpuso sus dos manos heladas...
¡Ah! los cuerpos cedieron, más las almas trenzadas
son el más intrincado nudo que nunca fue...
En lucha con sus locos enredos sobrehumanos
las furias de la vida se rompieron las manos
y fatigó sus dedos supremos Ananké.
El raudal
A veces,
cuando el amado y yo soñamos en silencio, -un silencio agudo y profundo
como el acecho de un sonido insólito y misterioso-
siento como si su alma y
la mía corrieran lejanamente, por yo no sé
que tierras nunca vistas, en un raudal potente y rumoroso...
El surtidor de oro
Vibre, mi musa, el surtidor de oro
la taza rosa de tu boca en besos;
de
las espumas armoniosas surja
vivo, supremo, misterioso, eterno,
el amante
ideal, el esculpido
en prodigios de almas y de cuerpos;
debe ser vivo a
fuerza de soñado,
que sangre y alma se me va en los sueños;
ha de nacer a
deslumbrar la vida,
y ha de ser un dios nuevo!
Las culebras azules de sus
venas
se nutren de milagro en mi cerebro...
Selle, mi musa, el
surtidor de oro
la taza rosa de tu boca en besos;
el amante ideal, el esculpido
en prodigios de almas y de cuerpos,
arraigando las uñas extrahumanas
en mi carne, solloza en mis ensueños:
-Yo no quiero más vida que tu vida,
son en ti los supremos elementos;
déjame bajo el cielo de tu alma,
en la cálida tierra de tu cuerpo!-
-Selle, mi musa, el surtidor de oro
la taza rosa de tu boca en besos!
El vampiro
En el regazo de la tarde triste
Yo invoqué tu dolor... Sentirlo era
Sentirte el corazón!
Palideciste
Hasta la voz, tus párpados de cera,
Bajaron... y callaste...
y pareciste
Oír pasar la Muerte... Yo que abriera
Tu herida mordí en ella
-¿me sentiste?-
Como en el oro de un panal mordiera !
Y exprimí más,
traidora, dulcemente
Tu corazón herido mortalmente,
Por la cruel daga rara y
exquisita
De un mal sin nombre, hasta sangrarlo en llanto!
Y las mil bocas
de mi sed maldita
Tendí á esa fuente abierta en tu quebranto.
. . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
¿ Por qué fui tu vampiro de amargura ?...
¿ Soy flor ó
estirpe de una especie obscura
Que come llagas y que bebe el llanto ?
En tus ojos
¡Ojos a
toda luz y a toda sombra!
Heliotropos del Sueño! Plenos ojos
que encandiló
el Milagro y que no asombra
jamás la vida... Eléctricos cerrojos
de
profundas estancias; claros broches,
broches oscuros, húmedos, temblantes,
para un collar de días y de noches...
Bocas de abismo en labios
centelleantes;
natas de amargas mares nunca vistas;
claras medallas; tétricos blasones;
capullos de dos noches imprevistas
y madreperlas de constelaciones...
¿Sabes todas las cosas palpitantes,
inanimadas, claras, tenebrosas,
dulces, horrendas, juntas o distantes,
que pueden ser tus ojos?... ¡Tantas
cosas
que se nombraran infinitamente!...
Maravilladas veladoras mías
que en
fuego bordan visionariamente
la trama de mis noches y mis días!...
Lagos
que son también una corriente...
¡Jardines de los iris! devorados
por dos fuentes que eclipsan los tesoros
sombríos más sombríos, más preciados..
Firmamentos en flor de meteoros;
fondos marinos, cristalinas grutas
donde se encastilló la Maravilla;
faros que apuntan misteriosas rutas...
Caminos temblorosos de una orilla
desconocida; lámparas votivas
que se nutren de espíritus humanos
y que
el milagro enciende; gemas vivas
y hoy por gracia divina, ¡siemprevivas!
y
en el azur del Arte, ¡astros hermanos!
Exégesis
¡Pobres
lágrimas mías las que glisan
a la esponja sombría del Misterio,
sin que
abra en flor como una copa cárdena
tu dolorosa boca de sediento!
¡Pobre mi corazón que se desangra
como clepsidra trágica en silencio,
sin el milagro de inefables bálsamos
en las vendas tremantes de tus dedos!
¡Pobre mi alma
tuya, acurrucada
en el pórtico en ruinas del recuerdo,
esperando de
espaldas a la Vida
que acaso un día retroceda el Tiempo...!
Explosión
¡Si la vida es amor, bendita
sea!
Quiero más vida para amar! Hoy siento
que no valen mil años de la idea
lo que un minuto azul de
sentimiento.
Mi corazón moría triste y
lento...
Hoy abre en luz como una flor febea.
¡La vida brota como un mar
violento
donde la mano del amor golpea!
Hoy partió hacia la noche,
triste, fría...
rotas las alas, mi melancolía;
como una vieja mancha de
dolor
en la sombra lejana se
deslíe...
¡Mi vida toda canta, besa, ríe!
¡Mi vida toda es una boca en
flor!
Fiera de amor, yo sufro hambre de
corazones...
Fiera de amor, yo sufro hambre
de corazones
de palomos, de buitres, de corzos o leones,
no hay manjar que
más tiente, no hay más grato sabor,
había ya estragado mis garras y mi
instinto,
cuando erguida en la casi ultratierra de un plinto,
me deslumbró
una estatua de antiguo emperador.
Y crecí de entusiasmo; por el tronco de piedra
ascendió mi deseo como
fulmínea hiedra
hasta el pecho, nutrido en nieve al parecer;
y clamé al
imposible corazón... la escultura
su gloria custodiaba serenísima y pura,
con la frente en Mañana y la planta en Ayer.
Perenne mi deseo, en el tronco
de piedra
ha quedado prendido como sangrienta hiedra;
y desde entonces
muerdo soñando un corazón
de estatua, presa suma para mi garra bella;
no
es ni carne ni mármol: una pasta de estrella
sin sangre, sin calor y sin
palpitación...
¡Con la esencia de una sobrehumana pasión!
Fue al pasar
Yo creí
que tus ojos anegaban el mundo...
Abiertos como bocas en clamor... Tan
dolientes
que un corazón partido en dos trozos ardientes
parecieron...
Fluían de tu rostro profundo
como dos manantiales graves y venenosos...
fraguas a fuego y sombra, ¡tus
pupilas!... tan hondas
que no sé desde dónde me miraban, redondas
y
oscuras como mundos lontanos y medrosos.
¡Ah, tus ojos tristísimos como dos galerías
abiertas al Poniente!... ¡Y
las sendas sombrías
de tus ojeras donde reconocí mis rastros!...
¡Yo envolví en un gran gesto mi horror como en un velo,
y me alejé
creyendo que cuajaba en el cielo
la medianoche húmeda de tu mirar sin astros!
Hacia la primavera
Sobre el mar que
los cielos del ensueño retrata
alza mi torre azul su capitel de plata
que
Eolo pulsa rara, dulcemente... Suspira
al pie la vaga ola su vaga serenata.
Y yo sueño en los
cantos que duermen en mi lira,
cuando un ave vibrante, de plumaje escarlata,
en la ventana abierta se detiene y me mira:
-¿Qué haces? -dice. -¡Allá abajo,
es primavera...! ¡Inspira
ansia de sol, de rosas, de caricias, de vida,
la mágica palabra! Vuela el ave
encendida.
Yo bajo, desamarro mi yate marfileño...,
y corto mares
hacia alegre primavera.
A mi espalda, en las olas, solitaria y austera
mi
torre azul se yergue como un largo «Ave Ensueño»...
Hoy desde el gran camino, bajo el sol claro y fuerte...
Hoy desde el gran camino, bajo el sol claro y fuerte,
Muda como una lágrima he mirado hacia atrás,
Y tu voz de muy lejos, con un olor de muerte,
Vino á aullarme al
oído un triste "¡ Nunca más !"
Tan triste que he llorado hasta quedar inerte...
¡ Yo sé que
estás tan lejos que nunca volverás !
No hay lágrimas que laven los besos de la Muerte...
- Almas
hermanas mías, nunca miréis atrás !
Los pasados se cierran como los ataúdes,
Al Otoño, las hojas
en dorados aludes
Ruedan... y arde en los troncos la nueva floración...
-...Las noches son caminos negros de las auroras...-
Oyendo deshojarse tristemente las horas
Dulces, hablemos de
otras flores al corazón.
De "Elegías dulces"
Inextinguibles
¡Oh
tú que duermes tan hondo
que no despiertas!
Milagrosas de vivas,
milagrosas de muertas,
y por muertas y vivas
eternamente abiertas,
alguna noche en duelo
yo encuentro tus pupilas
bajo un trapo de sombra
o una blonda de luna.
Bebo en ellas la Calma
como en una laguna.
Por hondas, por
calladas,
por buenas, por tranquilas
un lecho o una tumba
parece cada
una.
Íntima
Yo te
diré los sueños de mi vida
en lo más hondo de la noche azul...
Mi alma
desnuda temblará en tus manos,
sobre tus hombros pesará mi cruz.
Las cumbres de la vida son tan solas,
¡tan solas y tan frías! Yo encerré
mis ansias en mí misma, y toda entera
como una torre de marfil me alcé.
Hoy abriré a tu alma el gran misterio;
ella es capaz de penetrar en mí.
En el silencio hay vértigos de abismos:
yo vacilaba, me sostengo en ti.
Muero de ensueños; beberé en tus fuentes
puras y frescas la verdad; yo sé
que está en el fondo magno de tu pecho
el manantial que vencerá mi sed.
Y sé que en nuestras vidas se produjo
el milagro inefable del reflejo...
En el silencio de la noche mi alma
llega a la tuya como un gran espejo.
¡Imagina el amor que habré soñado
en la tumba glacial de mi silencio!
Más grande que la vida, más que el sueño,
bajo el azur sin fin se sintió
preso.
Imagina mi amor, mi amor que quiere
vida imposible, vida sobrehumana,
tú sabes que si pesan, si consumen
alma y sueños de olimpo en carne humana.
Y cuando frente al alma que sentía
poco el azur para bañar sus alas
como un gran horizonte aurisolado
o una playa de luz, se abrió tu alma:
¡Imagina! ¡Estrechar, vivo, radiante
el imposible! ¡La ilusión vivida!
Bendije a Dios, al sol, la flor, el aire,
¡la vida toda porque tú eras vida!
Si con angustia yo compré esta dicha,
¡bendito el llanto que manchó mis
ojos!
¡Todas las llagas del pasado ríen
al sol naciente por sus labios
rojos!
¡Ah! Tú sabrás mi amor; mas vamos lejos,
a través de la noche florecida;
acá lo humano asusta, acá se oye,
se ve, se siente sin cesar la vida.
Vamos más lejos en la noche, vamos
donde ni un eco repercuta en mí,
como una flor nocturna allá en la sombra
me abriré dulcemente para ti.
La barca milagrosa
Preparadme una barca como un gran pensamiento...
La llamarán "La Sombra" unos, otros "La Estrella".
No ha de estar al capricho de una mano ó de un viento:
Yo la
quiero consciente, indominable y bella!
La moverá el gran ritmo de un corazón sangriento
De vida
sobrehumana; he de sentirme en ella
Fuerte como en los brazos de Dios! En todo viento,
En todo mar
templadme su prora de centella!
La cargaré de toda mi tristeza, y, sin rumbo,
Iré como la rota
corola de un nelumbo
Por sobre el horizonte líquido de la mar...
Barca, alma
hermana; hacia qué tierras nunca vistas,
De hondas revelaciones, de cosas imprevistas
Iremos?... Yo ya
muero de vivir y soñar...
De "Elegías dulces"
La cita
En tu alcoba techada de
ensueños, haz derroche
de flores y de luces de espíritu; mi alma
calzada de silencio y vestida de calma
irá a ti por la senda más
negra de esta noche.
Apaga las bujías para
ver cosas bellas;
cierra todas las puertas para entrar la ilusión;
arranca del misterio un manojo de estrellas
y enflora como un vaso
triunfal tu corazón.
Y esperarás sonriendo,
y esperarás llorando!...
Cuando llegue mi alma, tal vez reces
pensando
que el cielo dulcemente se derrama en tu pecho....
Para el amor divino ten
un diván de calma,
y con el lirio místico que es su arma, mi alma
apagará una a una las rosas de tu lecho.
La copa del amor
¡Bebamos juntos en la copa
egregia!
Raro licor se ofrenda a nuestras almas,
¡Abran mis rosas su
frescura regia
a la sombra indeleble de tus palmas!
Tú despertaste mi alma
adormecida
en la tumba silente de las horas;
a ti la primer sangre de mi
vida
¡en los vasos de luz de mis auroras!
¡Ah! tu voz vino a recamar de
oro
mis lóbregos silencios; tú rompiste
el gran hilo de perlas de mi
lloro,
y al sol naciente mi horizonte abriste.
Por ti, en mi oriente
nocturnal, la aurora
tendió el temblor rosado de su tul;
así en las
sombras de la vida ahora,
yo te abro el alma como un cielo azul.
¡Ah, yo me siento abrir como
una rosa!
Ven a beber mis mieles soberanas:
¡yo soy la copa del amor
pomposa
que engarzará en tus manos sobrehumanas!
La copa erige su esplendor de
llama...
¡Con qué hechizo en tus manos brillaría!
Su misteriosa exquisitez
reclama
dedos de ensueño y labios de armonía.
Tómala y bebe, que la gloria
dora
el idilio de luz de nuestras almas;
¡marchítense las rosas de mi
aurora
a la sombra indeleble de tus palmas!
La musa
Yo la quiero cambiante,
misteriosa y compleja;
con dos ojos de abismo que se vuelvan fanales;
en
su boca, una fruta perfumada y bermeja
que destile más miel que los rubios
panales.
A veces nos asalte un aguijón
de abeja:
úna raptos feroces a gestos imperiales
y sorprenda en tu risa el dolor de una queja;
¡En sus manos asombren
caricias y puñales!
Y que vibre, y desmaye, y
llore, y ruja, y cante,
y sea águila, tigre, paloma en un instante,
que el
Universo quepa en sus ansias divinas.
Tenga una voz que hiele, que suspenda, que inflame,
y una frente que,
erguida, su corona reclame
¡de rosas, de diamantes, de estrellas o de espinas!
La ruptura
Érase una cadena fuerte como un destino,
Sacra como una vida, sensible como un alma;
La corté con un lirio y sigo mi camino
Con la frialdad magnífica de la Muerte... con calma
Curiosidad mi espíritu se asoma a su laguna
Interior, y el cristal de las aguas dormidas,
Refleja un dios o un monstruo, enmascarado
La sed
¡Tengo sed, sed ardiente! -dije a la maga, y ella
me ofreció de sus néctares.
-¡Eso no: me empalaga!-
Luego, una rara fruta, con sus dedos de maga,
exprimió en una copa clara como una estrella;
y un brillo de rubíes hubo en la copa bella.
Yo probé. -Es dulce, dulce.
¡Hay días que me halaga
tanta miel, pero hoy me repugna, me estraga!
Vi
pasar por los ojos del hada una centella.
Y por un verde valle perfumado y brillante,
llevóme hasta una clara
corriente de diamante.
-¡Bebe! -dijo-. Yo ardía, mi pecho era una fragua.
Bebí, bebí, bebí la linfa cristalina...
¡Oh, frescura! ¡Oh, pureza! ¡Oh,
sensación divina!
-Gracias, maga, ¡y bendita la limpidez del agua!
Las alas
Yo tenía...
dos alas!...
Dos alas,
que del Azur vivían como dos siderales
raíces!...
Dos alas,
con todos los milagros de la vida, la muerte
y la ilusión. Dos alas,
fulmíneas
como el velamen de una estrella en fuga;
Dos alas,
como dos
firmamentos
con tormentas, con calmas y con astros...
¿Te acuerdas de la gloria de mis alas?...
El áureo campaneo
del ritmo;
el inefable
matiz, atesorando
el iris todo, más un iris nuevo
ofuscante
y divino,
que adoraran las plenas pupilas del Futuro,
( las pupilas
maduras a toda luz! )... El vuelo...
El vuelo eterno, devorante y único,
que largo tiempo atormentó los
cielos,
despertó soles, bólidos, tormentas:
abrillantó los rayos y los
astros
¿y la amplitud? : tenían
calor y sombra para todo el Mundo,
y
hasta incubar un "más allá" pudieron.
Un día, raramente
desmayada a la tierra,
Yo me dormí en
las felpas profundas de este bosque...
Soñé divinas cosas...
Una sonrisa
tuya me despertó, paréceme...
¡Y no siento mis alas!...
¿Mis alas?...
-
Yo las vi deshacerse entre mis brazos...
¡Era como un deshielo!
Lo inefable
Yo muero extrañamente...No me
mata la Vida,
no me mata la Muerte, no me mata el Amor;
muero de un
pensamiento mudo como una herida...
¿No habéis sentido nunca el extraño dolor
de un pensamiento inmenso que
se arraiga en la vida,
devorando alma y carne, y no alcanza a dar flor?
¿Nunca llevasteis dentro una estrella dormida
que os abrasaba enteros y no
daba un fulgor?...
Cumbre de los Martirios!...
Llevar eternamente,
desgarradora y árida, la trágica simiente
clavada en
las entrañas como un diente feroz!...
Pero arrancarla un día en una
flor que abriera
milagrosa, inviolable!... Ah, más grande no fuera
tener entre las manos la cabeza de Dios!
Los relicarios dulces
Hace tiempo, algún alma ya borrada fue mía.
Se nutrió de mi sombra...
Siempre que yo quería
el abanico de oro de su risa se abría,
o su llanto sangraba una
corriente más;
alma que yo ondulaba, tal una cabellera
derramada en mis manos...
Flor del fuego y la cera,
murió de una tristeza mía... Tan dúctil
era,
tan fiel, que a veces dudo si pudo ser jamás...
Los retratos
Si os
asomárais a mi alma como a una estancia profunda, veríais cuánto la entenebrece
e ilumina
la intrincada galería de los Desconocidos... Figuras incógnitas que, acaso, una
sola vez en la vida
pasaron por mi lado sin mirarme, y están fijas allá dentro como clavadas con
astros...
Mis amores
Hoy han vuelto.
Por
todos los senderos de la noche han venido
a llorar en mi lecho.
¡Fueron tantos, son tantos!
Yo no sé cuáles viven, yo no sé cuál ha
muerto.
Me lloraré yo misma para llorarlos todos.
La noche bebe el
llanto como un pañuelo negro.
Hay cabezas doradas a sol, como
maduras...
Hay cabezas tocadas de sombra y de misterio,
cabezas
coronadas de una espina invisible,
cabezas que son rosa, la rosa del
ensueño,
cabezas que se doblan en cojines de abismo,
cabezas que
quisieran descansar en el cielo,
algunas que no alcanzan a oler a
primavera,
y muchas que trascienden a las flores de invierno.
Todas esas cabezas me duelen como llagas...
me duelen como muertos...
¡Ah...! y los ojos...los ojos me duelen más: ¡son dobles..!
Indefinidos, verdes, grises, azules, negros,
abrasan si fulguran,
son caricias, dolor, constelación, infierno.
Sobre toda su luz, sobre
todas sus llamas,
se iluminó mi alma y se templó mi cuerpo.
Ellos
me dieron sed de todas esas bocas...
de todas esas bocas que florecen
mi lecho:
vasos rojos o pálidos de miel o de amargura
con lises de
armonía o rosas de silencio,
de todos esos vasos donde bebí la vida,
de todas esos vasos donde la muerte bebo...
El jardín de sus bocas,
venenoso, embriagante,
en donde respiraban "sus almas" y "sus
cuerpos".
Humedecido en lágrimas
han rodeado mi lecho...
Y las manos, las manos
colmadas de destinos,
secretas y alhajadas de anillos de misterio...
Hay manos que nacieron con guantes de caricia,
manos que están
colmadas de la flor del deseo,
manos en que se siente un puñal nunca
visto,
manos en que se ve un intangible cetro;
pálidas o morenas,
voluptuosas o fuertes,
en todas, todas ellas, puede engarzar un
sueño.
Con tristeza de almas se doblegan los cuerpos,
sin velos,
santamente vestidos de deseo.
Imanes de mis brazos, panales de mi
entraña
como invisible abismo se inclinan en mi lecho...
¡Ah, entre todas las manos, yo he buscado tus manos!
Tu boca entre
las bocas, tu cuerpo entre los cuerpos,
de todas las cabezas yo
quiero tu cabeza,
de todos esos ojos, ¡tus ojos sólo quiero!
Tú
eres el más triste, por ser el más querido,
tú has llegado el primero
por venir de más lejos...
¡Ah, la cabeza oscura que no he tocado
nunca
y las pupilas claras que miré tanto tiempo!
Las ojeras que
ahondamos la tarde y yo inconscientes,
la palidez extraña que doblé
sin saberlo,
ven a mí: mente a mente;
ven a mí: cuerpo a cuerpo.
Tú me dirás que has hecho de mi primer suspiro...
Tú me dirás que has
hecho del sueño de aquel beso...
Me dirás si lloraste cuando te dejé
solo...
¡Y me dirás si has muerto...!
Si has muerto,
mi
pena enlutará la alcoba lentamente,
y estrecharé tu sombra hasta
apagar mi cuerpo.
Y en el silencio ahondado de tinieblas,
y en la
tiniebla ahondada de silencio,
nos velará llorando, llorando hasta
morirse
nuestro hijo: el recuerdo.
Nocturno
Engarzado
en la noche el lago de tu alma,
diríase una tela de cristal y de
calma
tramada por las grandes arañas del desvelo.
Nata de agua lustral en vaso de alabastros;
espejo de pureza que
abrillantas los astros
y reflejas la cima de la Vida en un cielo...
Yo soy el cisne errante de los sangrientos rastros,
voy manchando los
lagos y remontando el vuelo.
¡Oh Tú!
¡Oh Tú!
Yo vivía en la torre inclinada
de la Melancolía...
Las arañas del tedio, las arañas más grises,
en silencio y en gris tejían y tejían.
¡Oh, la húmeda torre!...
Llena de la presencia
siniestra de un gran búho,
como un alma en pena;
Tan mudo que el Silencio en la torre es dos veces;
Tan triste, que sin verlo nos da frío la inmensa
sombra de su tristeza.
Eternamente incuba un gran huevo infecundo,
Incrustadas las raras pupilas más allá;
O caza las arañas del tedio, o traga amargos
Hongos de soledad.
El búho de las ruinas ilustres y las almas
Altas y desoladas!
Náufraga de la Luz yo me ahogaba en la sombra...
En la húmeda torre, inclinada a mí misma,
A veces yo temblaba
Del horror de mi sima.
Ofrendando el libro a Eros
Porque haces tu can de la leona
más fuerte de la Vida, y la
aprisiona
la cadena de rosas de tu brazo.
Porque tu cuerpo es la raíz, el lazo
esencial de los troncos
discordantes
del placer y el dolor, plantas gigantes.
Porque emerge en tu mano bella y fuerte,
como en broche de
míticos diamantes
el más embriagador lis de la Muerte.
Porque sobre el espacio te diviso,
pueste de luz, perfume y
melodía,
comunicando infierno y paraíso
-con alma fúlgida y carne sombría...
Otra estirpe
Eros, yo quiero guiarte, Padre ciego...
pido a tus manos todopoderosas,
su cuerpo excelso
derramado en fuego
sobre mi cuerpo desmayado en rosas!
La eléctrica corola que
hoy despliego
brinda el nectario de un jardín de Esposas;
para sus buitres en mi carne entrego
todo un enjambre de palomas rosas!
Da a las dos sierpes de
su abrazo, crueles,
mi gran tallo febril... Absintio, mieles,
viérteme de sus venas, de su boca...
¡Así tendida, soy un surco ardiente,
donde puede
nutrirse la simiente,
de otra Estirpe, sublimemente loca!
Para tus manos
Manos que sois de la Vida,
manos que sois del Ensueño;
que disteis
toda belleza
que toda belleza os dieron;
tan vivas como dos almas,
tan blancas como de muerto,
tan suaves que se diría
acariciar un
recuerdo;
vasos de los elixires
los filtros y los venenos;
¡manos que me disteis gloria
manos que me disteis miedo!
Con finos
dedos tomasteis
la ardiente flor de mi cuerpo...
Manos que vais
enjoyadas
del rubí de mi deseo,
la perla de mi tristeza,
y el
diamante de mi beso:
¡llevad a la fosa misma
un pétalo de mi
cuerpo!
Manos que sois de la Vida,
manos que sois del Ensueño.
. . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . .
¿En
qué tela de llamas me envolvieron
las arañas de nieve de tus manos?
¡Red de tu alma y de tu carne, lía
mis alas y mis brazos!
Tú me llegaste de un país tan lejos
que a veces pienso si será
soñado...
Venías a traerme mi destino,
tal vez desde el Olimpo, en
esas manos;
y hoy que tu nave peregrina cruza
no sé que mar al
soplo del Acaso,
ellas abren sin fin sobre mi vida,
como un cielo
presente aunque lejano,
y de sus palmas armoniosas bajan
noches y
días alhajados de astros,
o encapuzados de siniestras nubes
que me
apuntan sus rayos...
Ellas me alzaron como un lirio roto
de mi tristeza como de un
pantano;
me desvelaron de melancolías,
obturaron las venas de mi
llanto,
las corolas de oro de mis lámparas
de insomnio deshojaron,
abrieron deslumbrantes los dormidos
capullos de mis astros,
y
gráciles prendieron en mi pecho
la rosa del Encanto.
Mis alas embriagadas de pereza,
con dulzura balsámica peinaron,
les curaron las llagas de la tierra,
y apartando las puertas del
Milagro,
con un gesto que hacía un horizonte
una vía de azur me
señalaron...
Yo abrí los brazos al tender las alas...
¡quise
volar... y desmayé en tus manos!
. . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
¿En qué tela de
fuego me envolvieron
las arañas de nieve de tus manos?
¡Red de tu
alma y de tu carne, lía
mis alas y mis brazos!
. . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
¡Manos que
sois de la Vida,
manos que sois del Ensueño;
manos que me disteis
gloria,
manos que me disteis miedo!
Llevad a la fosa misma
un
pétalo de mi cuerpo...
-¿Contendrán esas manos divinas, invisible,
el doloroso signo de
las supremas leyes?...
¡Yo creo que solemnes, dominarán al Tiempo!
¡y dulces, juraría que hechizan a la Muerte!-
. . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
¡Manos que
sois de la Vida!
¡Manos que sois del Ensueño!
¡Manos que me
disteis gloria!
¡Manos que me disteis miedo!
Plegaria
-Eros: ¿acaso no sentiste nunca
Piedad de las estatuas?
Se dirían crisálidas de piedra
de yo no sé qué formidable raza
en una eterna espera inenarrable.
Los cráteres dormidos de sus bocas
dan la ceniza negra del Silencio,
mana de las columnas de sus hombros
la mortaja copiosa de la Calma,
y fluye de sus órbitas la noche:
Víctimas del futuro o del misterio,
en capullos terribles y magníficos
esperan a la Vida o a la Muerte.
Eros: ¿acaso no sentiste nunca
Piedad de las estatuas?
Piedad para las vidas
Que no doran a fuego tus bonanzas
Ni riegan o desgajan tus tormentas;
Piedad para los cuerpos revestidos
Del armiño solemne de la Calma,
Y las frentes en luz que sobrellevan
Grandes lirios marmóreos de pureza,
Pesados y glaciales como témpanos;
Piedad para las manos enguantadas
De hielo, que no arrancan
Los frutos deleitosos de la Carne
Ni las flores fantásticas del alma;
Piedad para los ojos que aletean
Espirituales párpados:
Escamas de misterio,
Negros telones de visiones rosas...
¡Nunca ven nada por mirar tan lejos!
Piedad para las pulcras cabelleras
-Místicas aureolas-
Peinadas como lagos
Que nunca airea el abanico negro,
Negro y enorme de la tempestad;
Piedad para los ínclitos espíritus
Tallados en diamante,
Altos, claros, extáticos
Pararrayos de cúpulas morales;
Piedad para los labios como engarces
Celestes donde fulge
Invisible la perla de la Hostia;
-Labios que nunca fueron,
Que no apresaron nunca
Un vampiro de fuego
Con más sed y más hambre que un abismo.-
Piedad para los sexos sacrosantos
Que acoraza de una
Hoja de viña astral la Castidad;
Piedad para las plantas imantadas
De eternidad que arrastran
Por el eterno azur
Las sandalias quemantes de sus llagas;
Piedad, piedad, piedad
Para todas las vidas que defiende
De tus maravillosas intemperies
El mirador enhiesto del Orgullo:
Apúntales tus soles o tus rayos!
Eros: ¿acaso no sentiste nunca
Piedad de las estatuas?...
Serpentina
En mis sueños de amor, ¡yo soy serpiente!
gliso y ondulo como una
corriente;
dos píldoras de insomnio y de hipnotismo
son mis ojos;
la punta del encanto
es mi lengua... ¡y atraigo con mi llanto!
soy
un pomo de abismo.
Mi cuerpo es una cinta de delicia,
glisa y ondula como una
caricia...
Y en mis sueños de odio
¡soy serpiente!
mi lengua es una venenosa fuente;
mi testa es la
luzbélica diadema,
haz de la muerte, en un fatal soslayo
son mis
pupilas; y mi cuerpo en gema
¡es la vaina del rayo!
Si así sueño mi carne,
así es mi mente:
un cuerpo largo, largo, de serpiente,
vibrando
eterna, ¡voluptuosamente!
Tu amor, esclavo, es como un sol muy fuerte:
jardinero de oro de
la vida,
jardinero de fuego de la muerte
en el carmen fecundo de
mi vida.
Pico de cuervo con olor
de rosas,
aguijón enmelado de delicias
tu lengua es. Tus manos
misteriosas
son garras enguantadas de caricias.
Tus ojos son mis
medianoches crueles,
panales negros de malditas mieles
que se
desangran en la acerbidad;
crisálida de un vuelo
del futuro,
es tu brazo magnífico y oscuro,
torre embrujada de mi
soledad.
Sobre una tumba cándida
«Ha muerto..., ha muerto...», dicen tan claro
que no entiendo...
¡Verter licor tan suave
en vaso tan tremendo!...
Tal vez fue un mal extraño tu mirar por
divino,
tu alma por celeste, o tu perfil por fino...
Tal vez fueron tus brazos dos capullos de alas...
¡Eran cielo a
tu paso los jardines, las salas,
y te asomaste al mundo dulce como
una muerta!
Acaso tu ventana quedó una noche abierta.
-¡Oh, tentación de alas, una ventana abierta!-
¡Y te sedujo un
Angel por la estrella más pura...
y tus alas abrieron, y cortaron la
altura
en un tijeretazo de luz y de candor!
Y en la alcoba que tu alma tapizaba de armiño,
donde ardían los
vasos de rosas de cariño,
la Soledad llamaba en silencio al Horror...
Supremo idilio
( Boceto de un poema )
En el balcón romántico de un castillo adormido
que los ojos
suspensos de la noche adiamantan,
una figura blanca hasta la luz... Erguido
bajo el balcón
romántico del castillo adormido,
un cuerpo tenebroso... Alternándose cantan.
-¡Oh tú, flor
augural de una estirpe suprema
que doblará los pétalos sensitivos del alma,
nata de azules
sangres, aurisolar diadema
florecida en las sienes de la Raza!... Suprema-
Mente pulso en
la noche tu corazón en calma!
-¡Oh tú que surges pálido de un gran fondo de enigma
como el
retrato incógnito de una tela remota!...
Tu sello puede ser un blasón ó un estigma;
en las aguas
cambiantes de tus ojos de enigma
un corazón herido -y acaso muerto- flota!
-Los ojos son la
Carne y son el Alma: mira!
Yo soy la Aristocracia lívida del Dolor
que forja los puñales,
las cruces y las liras,
que en las llagas sonríe y en los labios suspira...
Satán
pudiera ser mi semilla ó mi flor!
Soy fruto de aspereza y maldición: yo amargo
y mancho
mortalmente el labio que me toca;
mi beso es flor sombría de un Otoño muy largo...
Exprimido en
tus labios dará un sabor amargo,
y todo el Mal del Mundo florecerá en tu boca!
Bajo la aurora
fúlgida de tu ilusión, mi vida
extenderá las ruinas de un apagado Averno;
vengo como el vampiro
de una noche aterida
a embriagarme en tu sangre nueva: llego á tu vida
derramada en
capullos, como un ceñudo Invierno!
-!Cómo en pétalos flojos yo desmayo á tu hechizo!...
Traga
siniestro buitre mi pobre corazón!
En tus manos mi espíritu es dúctil como un rizo...
El corazón me
lleva á tu siniestro hechizo
como el barco inconsciente el ala del timón!
Comulga con mi
cuerpo devoradora sima!
Mi alma clavo en tu alma como una estrella de oro;
florecerá tu
frente como una tierra opima,
cuando en tu almohada trágica y honda como una sima,
mis rizos
se derramen como una fuente de oro!
-Mi alma es negra tumba, fría como la Nieve...
-Buscaré una
rendija para filtrarme en luz !
-Albo lirio !... A tocarte ni mi sombra se atreve...
-Te abro; ¡
oh mancha de lodo ! mi gran cáliz de nieve
y tiendo á ti eucarísticos mis brazos, negra cruz!
Enróscate; ¡oh serpiente caída de mi Estrella
sombría! a mi ardoroso tronco primaveral...
Yo apagaré tu Noche
ó me incrustaré en ella:
seré en tus cielos negros el fanal de una estrella
seré en tus
mares turbios la estrella de un fanal!
Sé mi bien ó mi mal, yo viviré en tu vida!
Yo enlazo á tus
espinas mi hiedra de Ilusión...
Seré en ti una paloma que en una ruina anida;
soy blanca, y
dulce, y leve; llévame por la Vida
prendida como un lirio sobre tu corazón!
-Oh dulce, dulce
lirio!... Llave de las alburas!
Tú has abierto la sala blanca en mi alma sombría,
la sala en que
silentes las Ilusiones puras
en dorados sitiales, tejen mallas de alburas!...
-Tu alma se
vuelve blanca porque va siendo mía!
-Oh leyes de Milagro!... yo, hijo de la sombra
Morder tu
carne rubia: oh fruto de los soles!
-Soy tuya fatalmente: mi silencio te nombra,
y si la tocas
tiembla como un alma mi sombra!...
Oh maga flor del Oro brotada en mis crisoles!
-Los surcos
azurados del Ensueño sembremos
de alguna palpitante simiente inconcebida
que arda en
florecimientos imprevistos y extremos;
y al amparo inefable de los cielos sembremos
de besos
extrahumanos las cumbres de la Vida!
Amor es milagroso, invencible y eterno;
la vida formidable
florece entre sus labios...
Raiz nutrida en la entraña del Cielo y del Averno,
viene á dar á
la tierra el fuerte fruto eterno
cuyo sangriento zumo se bebe á cuatro labios!
Amor es todo
el Bien y todo el Mal, el Cielo
todo es la arcada ardiente de sus alas cernidas...
Bajar de un
plinto vano es remontar el vuelo...
Y Él te impulsa á mis brazos abiertos como el Cielo,
oh suma
flor con alma, á deshojar en vidas!...
En el balcón romántico de un castillo adormido
que los
ojos suspensos en la Noche adiamantan,
el Silencio y la Sombra se acarician sin ruido...
Bajo el balcón
romántico del castillo adormido
un fuerte claro-oscuro y dos voces que cantan...
De
"Elegías dulces"
Tu amor
Tu amor,
esclavo, es como un sol muy fuerte:
jardinero de oro de la vida,
jardinero de fuego de la muerte,
en el carmen fecundo de mi vida.
Pico de cuervo con olor de rosas,
aguijón enmelado de delicias
tu lengua es. Tus manos misteriosas
son garras enguantadas de
caricias.
Tus ojos son mis medianoches crueles,
panales negros de malditas
mieles
que se desangran en mi acerbidad;
crisálida de un vuelo del futuro,
es tu abrazo magnífico y oscuro
torre embrujada de mi soledad.
Tu boca
Yo hacía una divina
labor, sobre la roca
creciente del orgullo. De la vida lejana
algún pétalo vivovoló en la mañana,
algún beso en la noche. Tenaz
como una loca,
seguía mi divina labor
sobre la roca,
cuando tu voz que funde como sacra campana
en la
nota celeste la vibración humana,
tendió su lazo de oro al borde de
tu boca;
-¡Maravilloso nido del
vértigo, tu boca!
Dos pétalos de rosa abrochando un abismo...-
Labor, labor gloriosa, dolorosa y liviana;
tela donde mi espíritu se fue tramando él mismo
tú quedas en la
testa soberbia de la roca,
y yo caigo sin fin en el sangriento
abismo!
Tú dormías
Engastada en mis manos
fulguraba
como extraña presea, tu cabeza;
yo la ideaba estuches, y
preciaba
luz a luz, sombra a sombra su belleza.
En tus ojos tal vez se
concentraba
la vida, como un filtro de tristeza
en dos vasos
profundos... yo soñaba
que era una flor de mármol tu cabeza;...
Cuando en tu frente
nacarada a luna,
como un monstruo en la paz de una laguna
surgió
un enorme ensueño taciturno...
Ah! tu cabeza me
asustó... Fluía
de ella una ignota vida... Parecía
no sé qué mundo
anónimo y nocturno...
Ven
Ven, oye, yo te evoco.
Extraño amado de mi musa extraña,
ven, tú, el que meces los enigmas
hondos
en el vibrar de las pupilas cálidas.
El que ahondas los
cauces de amatista
de las ojeras cárdenas...
Ven, oye, yo te
evoco,
extraño amado de mi musa extraña!
Ven, tú, el que imprime
un solemne ritmo
al parpadeo de la tumba helada!
el que dictas los
lúgubres acentos
del decir hondo de las sombras trágicas.
Ven, tú, el poeta
abrumador, que pulsas
la lira del silencio: la más rara!
La de las
largas vibraciones mudas,
la que se acorda al diapasón del alma!
Ven, oye, yo te evoco,
extraño amado de mi musa extraña!
Ven acércate a mí, que
en mis pupilas
se hunden las tuyas en tenaz mirada,
vislumbre en
ellas el sublime enigma
del "más allá", que espanta...
Ven...
acércate más... clava en mis labios
tus fríos labios de ámbar,
guste yo en ellos el sabor ignoto,
de la esencia enervante de tu
alma!
Ven, oye, yo te evoco,
extraño amado de mi musa extraña!
Vida
A ti vengo en mis horas de sed como a una fuente
límpida, fresca,
mansa, colosal...
y las punzantes sierpes de fuego mueren siempre
en la corriente blanda y poderosa.
Vengo a ti en mi cansancio, como al umbroso bosque
en cuyos
terciopelos profundos la fatiga
se aduerme dulcemente, con música de
brisas,
de pájaros y aguas...
y del umbroso bosque salgo siempre
radiante
y despierta como un amanecer.
Vengo a ti en mis heridas, como al vaso de bálsamos
en que el
dolor se embriaga hasta morir de olvido...
Y llevo
selladas mis
heridas como las bocas muertas,
y por tus buenas manos vendadas de
delicias.
Cuando el frío me ciñe doloroso sudario,
lívida vengo a ti,
como al rincón dorado del hogar,
¡como al Hogar universal del Sol!...
Y vuelvo toda en rosas como una primavera,
arropada en tu fuego.
A ti vengo en mi orgullo
como a la torre dúctil,
como a la
torre única
¡que me izará sobre las cosas todas!
¡Sobre la cumbre
misma,
arriscada y creciente,
de mi eterno capricho!
Para mi vida hambrienta
¡eres la presa única!
¡Eres la presa
eterna!
El olor de tu sangre,
el color de tu sangre
flamean en
los picos ávidos de mis águilas.
Vengo a ti en mi deseo
como en mil devorantes abismos, toda
abierta
el alma incontenible...
¡Y me lo ofreces todo!...
Los
mares misteriosos florecidos en mundos,
los cielos misteriosos
florecidos en astros,
¡los astros y los mundos!
...Y las
constelaciones de espíritus suspensas
entre mundos y astros...
...Y los sueños que viven más allá de los astros,
más acá de los
mundos...
¿Cómo dejarte? -¡Vida!-
cómo salir del dulce corazón
hospitalario y pródigo
como una patria fértil?...
Si para mí la
tierra,
si para mí el espacio,
¡todos! ¡son los que abarca
el
horizonte puro de tus brazos!...
¡Si para mí tu más allá es la
Muerte,
sencillamente, prodigiosamente!...
Visión
¿Acaso fue en un marco de ilusión,
en el profundo espejo del deseo,
o fue divina y
simplemente en vida
que yo te vi velar mi sueño la otra noche?
En mi alcoba agrandada
de soledad y miedo,
taciturno a mi lado apareciste
como un hongo gigante, muerto y vivo,
brotado en los rincones de la noche
húmedos de silencio,
y engrasados de sombra y soledad.
Te inclinabas a mí
supremamente,
como a la copa de cristal de un lago
sobre el mantel de
fuego del desierto;
te inclinabas a mí, como un enfermo
de la vida a los opios
infalibles
y a las vendas de piedra de la Muerte;
Te inclinabas a mí como el
creyente
a la oblea de cielo de la hostia...
-Gota de nieve con
sabor de estrellas
que alimenta los lirios de la Carne,
chispa de dios que
estrella los espíritus.-
Te inclinabas a mí como el gran sauce
de la Melancolía
a las hondas lagunas del silencio;
te inclinabas a mí como
la torre
de mármol del Orgullo,
minada por un monstruo de tristeza,
a la hermana solemne de su sombra...
Te inclinabas a mí
como si fuera
mi cuerpo la inicial de tu destino
en la página oscura de
mi lecho;
te inclinabas a mí como al milagro
de una ventana abierta
al más allá.
¡Y te inclinabas más que todo eso!
Y era mi mirada una culebra
apuntada entre zarzas de
pestañas,
al cisne reverente de tu cuerpo.
Y era mi deseo una
culebra
glisando entre los riscos de la sombra
a la estatua de
lirios de tu cuerpo!
Tú te inclinabas más y
más... y tanto,
y tanto te inclinaste,
que mis
flores eróticas son dobles,
y mi estrella es más grande desde entonces.
Toda tu vida
se imprimió en mi vida...
Yo esperaba suspensa el
aletazo
del abrazo magnífico; un abrazo
de cuatro brazos que la
gloria viste
de fiebre y de milagro, será un vuelo!
Y pueden ser los
hechizados brazos
cuatro raíces de una raza nueva:
Y esperaba suspensa el
aletazo
del abrazo magnífico...
¡Y cuando,
te abrí los ojos
como un alma, y vi
que te hacías atrás y te envolvías
en yo no sé qué pliegue
inmenso de la sombra!