"...Qué silbido recuerda a las aguas de antaño
qué corriente vendrá de nuevo a tus orillas..."
"Enigma"
Franz Truth
Reseña biografica
Poeta y
narradora cubana nacida en Santiago de Cuba en 1964.
Obtuvo su
Licenciatura en Filología por la Universidad de Oriente, Cuba, y luego viajó
por varios países
de América radicándose definitivamente en México desde 1992.
Gracias a su
intenso y productivo trajinar literario su obra ha sido incluida en varias
Antologias, revistas
y publicaciones culturales de Cuba, México, Estados Unidos y Canadá. Es
miembro de la Unión de Escritores
y Artistas de Cuba, de la Unión de Mujeres Escritoras de las Antillas y
editora de la Antologia Las cuatro puntas del pañuelo,
Poetas cubanos de la diáspora, con el que que obtuvo uno de los
Premios 2003 de Cuban Artists Fund, con sede
en Nueva York.
Ha publicado: «Criterios al pie de la obra»,
Premio Nacional 13 de Marzo 1988, «Enigma de la sed» 1989,
«Historias para el desayuno», Premio de poesia Adelaida del Mármol
1989, «Palabra del que vuelve»,
Premio de poesia Pinos Nuevos, Cuba 1996, «Linternas» 1997,
«Onírica, última función» 1999,
«Insomnios en la noche del espejo», Premio Internacional de poesia
Nicolás Guillén 1999,
«Visiones Prosa poética» 2000, «Antologia cósmica de Odette Alonso» 2001,
«Cuando la lluvia cesa» 2002
y «Diario del caminante» en 2003. ©
Antesala del miedo
Bailarina
Balcón al
mar
Caja de música
Canción del manso pastorzuelo
En el puente
Eva o el pecado original
Fábula del aguador
y la ciudad de enfrente
Helena o la otra cara del silencio
Historia breve de una
mujer de lejos
Insomnios en la noche del espejo
Las islas
Linternas
Los amantes de Pompeya
Margarita o la idea de la
felicidad
Moriremos de amor
Náufrago sentado frente al mar
Óleo
Onírica última función
Premonición
Transparencia
Antesala del miedo
Supe de la neblina
y salí al mundo.
El miedo era un planeta extraño
verte venir desde la acera opuesta
toda tu luz burlando el mediodía.
Yo que apuré el asfalto
todo el viento del mundo reteniéndome.
De qué sirve el amor
qué extraña esencia nutre su llegada
para que se convierta en una
espera
en una melodía.
Calle para mis pasos
y el mar que desemboca a la
vuelta de tus ojos
como el deseo de ser mar
encrucijada.
Qué luz viene de ti que me
enceguece.
No puedo darte la felicidad sino su anverso.
Voy a decir amor trazo
de sombra y no te marches.
El miedo es un planeta absurdo y cierto.
Bailarina
Saltó desde mi ojo a la ventana
desnuda está en la acera mojada a la intemperie
bajo una luna
extraña.
De pronto ya no baila
me sigue el rastro ajeno taciturno
la ira
del zapato sobre el lomo.
Salta la bailarina
me recorre la espalda
habla de Irlanda en mis
hombros y no entiendo
la hago saltar a punta de pistola
dolor para gritar malas palabras
y no aguantar ni un poco
y no tener piedad.
Gritar para que
salte disparar
y ver su cuerpecito llevado por el aire
danzando a contraluz.
Balcón al mar
Llego a tus costas
como al reverso menos cruel de la moneda
y tengo
todo el tiempo para amarte
aunque el amor no sea más que alguna carta
a veces una espera.
Me desvisto en el muelle
me deslumbro
tiendo mi
mano para hallar otra respuesta
y allí estás tú
allí vuelvo a
encontrarte
toda tu firma voluntad sobre mis huesos.
La Habana
al
otro lado
es una mancha
una extensa muchacha de luces en la espalda
siempre llena de veredas y centauros.
Porque no soy igual a los demás es
que te amo
cuando la muerte es una rosa de los vientos
un golpe de
suerte
una limpia palmada sobre el hombro.
Porque no soy igual a los
demás es que te canto
que asciende mi canción buscando un puerto
un
balcón frente al mar
donde dejar mi mano
donde dejar toda mi voz a
buen recaudo
sobre el reverso menos cruel de la moneda.
Caja de música
A Veleta. A Piri
Alza la tapa.
Escucha.
La música será como un alivio
como un
bálsamo azul
como un portazo y luego este silencio.
Los amigos se
fueron
perdieron el camino y los recuerdos.
Sólo queda esa música.
Alza la tapa y oye.
Piensa que ellos han vuelto y empujarán la puerta
que traen los rones viejos y la inconformidad
que bailarán de nuevo
aquella melodía
aunque no sea igual
aunque no lleguen nunca
aunque
alces la tapa y no suene la música.
Canción del manso pastorzuelo
Ella alzaba el martillo
y lo dejaba caer una vez y otra vez sobre mi
frente
luego abría las piernas
y yo volvía a entrar en un mundo
cercano a la esperanza.
Decía las manzanas la luz el precipicio
y
dejaba mi cuerpo enlodarse en la pendiente.
Mentira tras mentira
levantamos la casa y acunamos al hijo
soñamos un futuro que supimos
incierto.
Yo cortaba la leña
y encendía la hoguera que me consumiría
yo le decía amor
y esperaba anhelante la primera patada
o el beso más
certero.
Oteaba la llanura desde lo alto
veía con envidia a las ovejas
descarriarse
y regresaba manso al calor de su falda.
Lloré todas las
noches
un llanto recalentado y torpe
y así la vi partir
sin
voltearse a mirar el humo de la choza.
En el puente
A Dora
Al extremo del puente la luz es más intensa
enceguece
la luz cambia nociones.
Las brújulas atrofian su certeza
los mapas
desdibujan sus contornos
la noche apaga la verdad del firmamento.
Sólo
queda un camino lleva al final del puente.
Basta
extender las manos y preparar el salto
caer hacia el abismo luminoso de
tus ojos.
Eva o el pecado original
Nada fue como dicen.
Yo descubrí mi cuerpo mojado en la maleza
y lo
empecé a palpar.
Era mi cuerpo solo el que se hinchaba
inflamada mi
vela.
No supe qué corría por mi vientre
trepaba hasta mi pecho
enceguecía.
Tuve miedo y grité
tuve miedo y rodé por la maleza.
Era
fuego era sangre era lava de volcán
era espejismo.
No supe qué pasaba
y tuve miedo
pero dejé rodar mi cuerpo y la llovizna
y algo estalló
vibrante quién sabe en qué recodo.
Después dormí tranquila
un tiempo
inexplicablemente largo.
Después quizás llegara Adán pero ya no lo vi
otra vez la llovizna humedeció mi cuerpo
y me sentí gritar.
Fábula del aguador y la ciudad de
enfrente
Ella confunde la piel con algún río
y al corazón con la ciudad de enfrente
F. A. Dopico
Ella confunde la piel con un estanque
canta
junto a mi oído su vieja melodía.
Yo le traía el agua
vaciaba la botija en sus arenas
mitigaba su
sed.
La sed mi corazón en la ciudad de enfrente
un río subterráneo para
mis pies cansados.
Yo ganaba su sed
y me iba a buscar frutas al pie de la montaña
para escanciar el néctar sobre sus dientes nuevos.
Un día no volví
al pie de la montaña era el abismo
pozo donde
caer agua que hierve.
Ella confunde el corazón con una espera larga
canta junto a la
fuente
espera por las aguas que no llegan.
Oh mi ciudad dormida
qué
silbido recuerda a las aguas de antaño
que corriente vendrá de nuevo a tus orillas.
Helena o la otra cara del silencio
Sentada ante la rueca
Helena piensa en Paris.
Sus hijos
crecen
y Menelao dormita entre las mantas
en un rincón desde donde la mira
a veces.
Ella hilando la rueca
está pensando en Paris
la hermosura y el
pánico
y tal vez una lágrima o un pálpito
mientras el hilo corre entre sus
dedos
y Menelao dormita
y sus hijos persiguen mariposas
y Paris es un
sueño que el tiempo le devuelve detenido
engalanado vencedor de nada
en esta dulce tarde en que Helena está
hilando su recuerdo
con una limpia lágrima o un pálpito.
Historia breve de una mujer de lejos
Una mujer espera en el andén
y se asoma al hueco breve de su
impronta.
Cuando llegó
sin haberlo previsto
el sol quebró su
cápsula rojiza
y sorprendió un quejido de escorpiones.
Quizá entonces
no pensara en la estampida
y fuera un simple juego comenzar
pero hoy
el sol es una moraleja.
Con su abolida oscuridad de cobres
oculta una
nostalgia entre los hombros
y destruye el cascarón
oyendo voces
quizás pasos ascendiendo la escalera
o algún ruido inusual
inesperado.
Una mujer de lejos se convence
desdice sus arranques y sus duda
con
tal de que alguien quiera responderle
de que alguien quiera amar
de
que alguien pueda.
Una mujer recoge caracoles
insuficientes como
cuello de botella
y cuelga en su cadena una angustia amarilla.
Disfraza cuanto puede su estirpe de ermitaño
pidiendo a gritos una
desbandada
y el corazón se vuelve un rótulo impreciso
que dice ya no
puedo.
Insomnios en la noche del
espejo
Como sombras danzantes saliendo del telón
azules los anillos te
atenazan
bajo una lluvia espesa.
Era tibio tu cuerpo
arañas
asesinas sobre los vidrios rotos
y el atrio de la iglesia donde jugaba un
niño.
Voces lejanas alegres pesadillas
bailan sobre la inútil falange
enfebrecida
colman como lamentos la noche del espejo.
La luz no será
alivio
el sueño no vendrá.
Las islas
Sentada en su balcón
mirando al horizonte
la niña sueña con viajar muy
lejos.
Europa bajo sus plantas
las luces de París en una mano
reconquista del mundo en sentido contrario.
La despeina el viento suave
de las islas
y ella cierra los ojos atisbando a lo lejos
marido rico
que mantendrá su ocio
y tiendas coloridas donde cubrir su cuerpo.
Sentada en el balcón ve pasar los aviones
aparatos plateados que
atraviesan el mar
y pisan otras tierras
donde el verano ha de ser
menos caliente
y la nieve una fiesta de muñecos blanquísimos.
Viajes y
fiestas imagina
mientras las olas se estrellan contra el muro
viajes y
fiestas
y no añoranza de las islas
y no morirse sola
donde ser
extranjero no es ningún privilegio
y no deudas y trabajo y centavos
contados.
Viajes y fiestas y vestidos bonitos
y dólares que caen como
un milagro.
Sentada en su balcón
mirando al horizonte,
la niña
sueña.
Linternas
Hoja que marca el curso de la noche
el filo de una esquina traicionera
vendedora de historias trashumantes
disueltas en la bruma.
Nadie pasa
a través de la muralla
nadie espera ya el soplo de la brisa
a las
cinco de la tarde.
La arena te ha poblado los recuerdos
devuelve el
bofetón a los alisios
enciende la linterna.
Ayer éramos más
un
ejército de desesperanzados
cómplices de la noche
alcohol en el paseo
y 23
ramas absurdas y árboles caídos ebrios también
desencantados.
Ayer éramos niños
de milagro escondido en los bolsillos
y canción
recitada como un himno.
Ayer pintamos muros o creímos hacerlo
escribimos consignas en el forro de los libros de historia
al pie del
Alma Mater.
Soñábamos soldados pastelitos caravanas
y éramos más.
Llovía a cántaros sobre la suciedad de las fachadas
siglos de polvo
hollín
conspiración del tiempo.
Luego la desbandada
hoja que marca
el curso del olvido
linterna que se enciende o que se apaga
según
quien le haga el guiño.
Los amantes de Pompeya
La luna era distinta
hace un segundo
te iluminaba
entraba por la hendija como un sorbo.
Moriremos de
amor amiga mía
presiento que un tropel desciende de las cumbres
siento su oleada
tibia presionando mi espalda.
Moriremos de amor
todos los vientos llegan como una manotada
y
yo cubro tu cuerpo lo incorporo
quiero aliviarme en ti.
Hace un segundo la luna era distinta
y
no había ese susto en tu mirada.
Algo nos viene encima
ese sordo rumor es un presagio.
Cierra los
ojos pronto amiga mía.
Es el amor que llega.
Margarita o la idea de la felicidad
Vender el alma al Diablo
o vender el alma a Dios.
Vender el alma y
que ella llegue alguna tarde
a ponerme su almíbar en los labios
a
dejarme danzar descalza en esta alfombra.
Su almíbar o su furia sobre mis
tristes huesos
que esperan por la muerte o la felicidad.
Vender el
alma el cuerpo y que ella diga sí
que me ponga en los labios el pedazo de
dolor que tenga vivo
toda su indecisión o su perfume.
Margarita esta
tarde con su frío mosaico
Margarita y mis manos tanteándole la furia y
los almíbares
Margarita y el miedo de que dijera no.
Moriremos de amor
Todos los vientos llegan como una manotada
y yo cubro tu cuerpo lo
incorporo
quiero aliviarme en ti.
Hace un segundo la luna era distinta
y no había ese susto en tu mirada.
Algo nos viene encima
ese sordo
rumor es un presagio.
Cierra los ojos pronto amiga mía.
Es el amor que
llega.
Náufrago sentado frente al mar
Alguien lanza el oscuro mandamiento
la muerte es el mejor de los anuncios
cualquiera es el profeta.
Yo aquí me siento a ver el mar cuando anochece
a ver las horas regresar a su tumulto.
Los buques se deshacen al final de
la línea
sin ver mi vela blanca ni mi hoguera.
Los marineros señalan
desde el puente y ríen.
Un náufrago es un hombre en una piedra
un hombre con su piedra y con su oscuridad
un hombre solo.
Otro
lanza el oscuro mandamiento
y soy un pedazo de tela desgarrada
un
profeta sentado en esta roca
sin que nadie me escuche.
Óleo
La muchacha del óleo me ha mirado
de su pincel renazco sin saberlo
dos manchas sobre el lienzo
tinta negra.
El pincel es mi dedo dibujado
en su espalda
su dedo en mi nariz
la caricia en la nuca.
El lienzo
es esta cama
y la ciudad entera
corazón que se abre sin confianza
blanco y negro en el lienzo
esa muchacha y yo.
Onírica última función
Por Tosca, a Margarita
Terminó la función
y me he soñado
arcAngel
cuando soy sólo un violinista dormido ante su atril.
Vacía la
taberna
vacío el corazón como una plaza pública
me encuentro frente a
ti
frente a mí misma.
También yo fui una niña y luego fui un traidor
y luego un marinero naufragando
en el agua podrida de su charca.
Y
quise desnudarme
echarme sobre ti como sobre el abismo
y después no
ser yo sino tu piel
el insalvable pozo de tus ojos
o un violinista
dormido ante su atril
soñando que despierta y que te ama.
Premonición
Cuando el avión se alzó sobre La Habana
y se perdió hacia el sur como una
baratija
era otra vez el rito de las horas
y el aullido del mar
otra vez esa música enterrada en la arena.
Todavía te alzabas sobre mi
dedo índice
desde allí me observabas aterradoramente.
Pero aquella ciudad ya no sería mi límite
ni colgaría en la puerta
tus lluvias ternecitas.
La píldora horadaba el iracundo vientre
y la
noche era un ave
un halcón que se pierde con las alas desnudas.
Transparencia
A Teresa. A Darsi
Yo nunca fui la luz
yo sólo era la lámpara que su mano encendía
o el fuego primigenio
que ella me descubrió.
Toda anticipación era ilusoria
yo broté de su mano como una planta
nueva
me inflamé en esa llama torpe viento.
Yo nunca fui la luz
y
nunca volverá a ser lo que era
polvo que se dispersa y me vacía.
Veo llegar la muerte como un sueño
y el sueño es esa franja transparente
donde todo es mentira.