Reseña biografica
Poeta y ensayista alemán nacido en Mansfeld en 1886.
Tomó cursos de filosofía, poesia y metodología literaria, y
finalmente terminó medicina en la Universidad de Marburg alistándose
como médico militar en la I Guerra Mundial. Sus publicaciones de
entonces representaron fielmente el expresionismo alemán, con obras
como "Hijos" en 1913 y "Carne" en 1917. En la década
de los años cuarenta, desilusionado con el régimen nazi y marginado
por el círculo literario de su país, se refugió en sus escritos
produciendo calladamente una parte muy importante de su obra. En
1946 publicó "Poemas estáticos", siendo reconocido entonces
como el más importante poeta vivo de Alemania.
Con la publicación de sus últimas obras, "Destillationen" en
1951, "Fragmente" en 1953 y "Aprèslude" en
1955, culminó su brillante trayectoria como poeta.
Falleció en Berlín en julio de 1956. ©
Poemas de Gottfried Benn:
Despedida
Dime dónde
Dos sueños
En una
noche
Es que son humanos
Hogar
Melancolía
Metropolitano
Olímpico
Palabras
Poema
Postludio
Sintaxis
Sólo dos
cosas
Última primavera
Venid
Despedida
Me colmas como la sangre en la herida fresca
derramándote en su
oscura huella,
te extiendes como la noche en esa hora
en que el
prado se tiñe de sombras,
floreces como rosas en todos los jardines,
tú, soledad de pérdida y vejez,
que sobrevives al morir los sueños,
después de tanto dolor y demasiado saber.
Ajeno desde joven a la ilusión de la realidad
negándose a un
mundo fácilmente otorgado,
cansado del engaño de los detalles
porque ninguno acompaña al
Yo profundo;
ahora, desde el fondo mismo, inconmovible,
ningún vocablo o signo te revela
-a quién le ocurrirá, será mejor que
olvide
y no toque más las horas idas.
Un último día: un fuego postrero, un vasto espacio,
un agua te
conduce a un lejano fin,
un alta luz que baña a los vetustos árboles
creando entre las sombras su contrario,
un día sin frutos y sin
espigas
y sin preguntar por la cosecha:
él juega su Juego, siente
su luz
y sin memoria la humilla. Todo se ha consumado.
Versión de
Eustaquio Barjau
Dime dónde
Si tuvieras anhelos todavía
(dime cuándo, dime dónde),
si aún con
besos te encadenas
(amour -bel oiseau),
si con rumor de alas todavía
sobre los Andes planeas
cambiándote en dos mares
sin saber a quién vives,
si hablan aún las penas,
lágrimas por bel oiseau
te
derriban y destruyen -
dime cuándo -dime ¿dónde? -
Versión de
Eustaquio Barjau
Dos sueños
Dos sueños. El primero preguntaba:
¿cómo es tu rostro ahora?:
¿qué
son tus labios? , decía,
¿o aquello a lo que osaste sollozando
a
una luz de crepúsculo?
Más claro te veía el otro:
una rosa o un trébol,
tiernos,
dulces -un maravilloso
antiquísimo conservador de mundos
de
las formas de concha de la mar.
¿Va a llegar aún otro?
Estaría lleno de tristeza:
un sueño de
la concha
que ha empezado a brillar,
la concha tomada de las aguas
y llevada a otro mar.
Versión
de Eustaquio Barjau
En una noche
En una noche que nadie conoce,
sustancia de niebla, humedad y lluvia,
en un lugar casi sin nombre,
tan ignoto, pequeño y alejado,
vi la locura de sufrir y amar,
lo transido de afán y de finales,
lo teatral de todos lados,
lo que Dios nunca apoya de las manos
que te acarician cálidas y
sucias,
que quieren retenerte, mas no saben
cómo hay que retener
al otro,
en qué mallas hay que zurcir que no se rasguen -
ay esta niebla,
estos fríos,
esta ruina de todo lo que dura,
de todo enlace y de
toda fe,
de todo apoyo y toda intimidad,
ay Dios -¡los dioses! ¡Humedad y espanto!
Versión
de Eustaquio Barjau
Es que son humanos
"Tener
las ideas confusas y no saber escribir
no es surrealismo".
Es que son humanos, se piensa
cuando el camarero choca con una
mesa,
una mesa invisible,
una mesa de clientes habituales, o algo
parecido, en un rincón,
es que son gente sensible, sibaritas,
que
seguro tienen también sus sentimientos y sus penas.
Tan solo no estás
en tu confusión, inquietud, en tus
temblores,
también aquí habrá duda, vacilación, inseguridad,
si
bien en la conclusión de los negocios,
lo humano universal,
en
formas de economía,
¡también allí!
Infinita es la pena de los corazones
y general,
pero, ¿han
amado alguna vez
(fuera de la cama)
ardiendo, consumidos,
sedientos de desierto,
después de un zumo de melocotón
que viene
de una boca lejana,
sucumbiendo, ahogándose
en la incompatibilidad
de las almas ? -
no se sabe, tampoco
se puede preguntar al
camarero
que junto a la caja registradora
teclea la nueva
cerveza,
ansioso de tickets,
para apagar una sed de otro tipo,
pero que viene de muy hondo.
Versión
de Eustaquio Barjau
Hogar
Cuando
resistes la noche solo
algo bebido pero no borracho
a través de
nieve y polvaredas y chispas
viniendo de Dios sabe dónde
andas por
el camino que va a casa
por el camino-del-adónde,
la gente está tumbada y mira fijamente
en el vacío, pero naturalmente podrían llenarse
de reminiscencias,
discursos, apostillas
con los que el tiempo se abre como presente,
pero detrás de él, y delante, está el abuelo
como también los nietos,
alternando y compartidos:
¿piensas que en ti había otra cosa,
con
mirada e imagen, que la antigua locura?
Versión
de Eustaquio Barjau
Melancolía
Cuando leemos sobre mariposas,
sobre cañaverales, sobre abejas
y
que un bello verano se mece sobre esto,
preguntamos si existen estas
dichas,
si no existe un engaño detrás de ello,
y también si el
laúd del que ellos hablan,
con trinos, con aromas, vestidos
vaporosos,
en donde fingen que se encuentran,
es algo cuestionable
a otros oídos,
un potpourri engañoso, artificial -
la agonía del
alma no se engaña.
Qué es el hombre -quizás duerme de noche,
pero está ya cansado de
afeitarse,
antes aún de que el cartero llegue
y antes de que le
llamen por teléfono,
está su ser vacío ya y sin brasa;
una acción
superior y general,
de la que se oye hablar, que a veces se
presiente,
fracasa en muchas zonas corporales,
son fuerzas
malogradas
en trágicos empeños:
no es verdad que el espíritu lo
alcance,
son tan sólo esporádicos destellos.
No es explicable ni remotamente,
como si el creador fuera alguien
sin alma
que no pregunta nunca por la gente,
por sus quejas, su
cáncer o su piel,
él los tejió de muy distintas cosas,
que usa
también para otros astros;
él nos dio medios para enardecernos
-lábil, estable, lábil- sueños, baños,
una sola tableta te levanta,
ilumina lo oscuro, el frío enciende.
De tu región has de sacarlo todo,
pues regresas sin nada del
viaje;
si te abandonas, vienen piruetas
y vas perdiendo todo la
que tienes.
De entre las flores tienes que escoger
las que en el
seto crecen y el sembrado
ya tu cuarto llevarlas y contar
los
sones de la vida, sus acordes:
las terceras mayores y menores -
todo la frío hiela el corazón.
Así la flor -luego a lo pasado
te vuelves o al futuro, como
viene;
pasas de la neblina a lo nublado,
de un quizás a un error
sin tacha,
ir y venir: fuentes secadas,
resplandece Noé, toca el
Arca la tierra
y el Nilo es el río de los ríos,
y la morena mano
besa Antonio:
los Rurik, los Anjou, Rasputín, Judas,
pero tu
propio hoy no está ahí dentro.
La ostra,
con su perla, está cerrada,
conoce sólo el mar, está callada;
en
tierra y aire: verdugos, coronados -
un herma todavía en la alameda;
tan sólo calla Eón,
con la perla en la mano,
donde no hay nada y
todo apunta a algo,
Eón está soñando, Eón es un muchacho,
juega
consigo mismo en una tabla:
un herma todavía -que lo dejen,
también lleva al poema: melancolía.
Versión
de Eustaquio Barjau
Metropolitano
Aguaceros suaves. Flor temprana. Llega
del bosque un aire a pieles cálidas.
Se alza el enjambre púrpura.
Asciende la gran sangre.
Ella, desconocida, viene a través de toda esa primavera.
El pie, la media, ahí, sí, pero concluye y se cierra
lejos, inalcanzable. Sollozo sobre el umbral.
Florecer tibio. Humedades ajenas.
¡Oh, cómo derrocha su boca el aire tibio¡
Tú, cerebro de rosas, sangre de mares, media luz en las alturas,
tú, bancal terrenal, cómo fluye fresco de tus
caderas el hálito que te envuelve al caminar.
Oscuridad: ahora vive bajo su vestido:
sólo animal blanco. Despreocupado; mudo aroma.
Un pobre perro cerebral. Sobrecargado con Dios.
¡Estoy tan harto de esta frente mía! Oh, si un andamio
de espádices la desprendiera suavemente
y se hinchara y retemblara y goteara con ella.
Tan desprendido. Tan cansado. Quiero caminar.
Anémicos los caminos. Canciones en los jardines.
Sombras, diluvio. Dicha lejana. ir muriendo
hacia el profundo azul liberador del mar.
1913
Olímpico
Sepárate ahora de la fila
de las mujeres que llenan de flores el país
entero,
sales, llevas la consagración
de los llamados a lo alto al
fuego del amor.
Sepárate de la estirpe y de los tiempos,
de
ancestros, pueblos, mezcla y extinción,
ahora eres tú la figura
-serenidades,
expectativa, reclamo llevas tú, pero, ¿a quién
esperas para tu escalofrío?,
¿quién te bebe así y quién te reconoció
en tu eternidad de placer y tristeza? -
¿esperas al dios -? Espérame.
Versión
de Eustaquio Barjau
Palabras
Solo: tú y las palabras,
y solo de verdad,
clarines y arcos de
triunfo
no están en este ser.
Tú les miras el alma,
su primer rostro buscas
años y años -
mátate,
no vas a encontrar nada.
Y allí lucen antorchas,
en aquel dulce hogar
donde moran los
hombres,
y de labios rosados,
cuelga, de labios húmedos,
cual
perla, inofensiva, la palabra.
Mas tus años se ajan
de un modo diferente,
hasta los sueños:
silabas -
mas tú, callado, te vas yendo.
Versión
de Eustaquio Barjau
Poema
¿Qué
significan estas compulsiones,
palabra, imagen, cálculo -a medias?,
¿qué hay en ti?, ¿de dónde estos impulsos
de un callado sentir
entristecido?
Confluye en ti desde la nada todo,
viene de cosas sueltas, de un
potpourri;
coges allí cenizas, allí llamas,
las esparces, apagas y
proteges.
Sabes bien que no puedes abarcarlo,
rodéalo, el verde seto
en
torno a aquello y esto; relajado,
pero también proscrito en el
recelo.
Estás en juego día y noche,
también te esculpes en domingo
y
en la juntura incrustas tú la plata,
la dejas luego, es ella: es el
ser.
Versión
de Eustaquio Barjau
Postludio
Tienes que sumergirte, que aprender,
unas veces es dicha, otras
oprobio,
no te rindas, no debes alejarte
cuando a la hora se le
fue la luz.
Aguantar, aguardar, estando hundido,
desbordado unas veces, otras
mudo,
es una ley extraña, no hay centellas,
no estás solo, mira a
tu alrededor:
La tierra quiere dar sus fresas
en abril, aunque tenga pocas
flores,
mantiene sus pepitas,
callada, hasta que lleguen buenos
años.
De dónde se alimentan las semillas
nadie lo sabe ni si alguna
vez
va a echar flores la copa -
aguantar, aguardar, no reservarse,
oscurecer, envejecer, postludio.
Versión
de Eustaquio Barjau
Sintaxis
Todos poseen el cielo, el amor y la tumba,
no queremos ocuparnos de eso,
ya se ha discutido y estudiado bastante en nuestra civilización.
Pero lo que es nuevo es la cuestión acerca de la sintaxis
y esto es urgente:
¿por qué expresamos algo?
¿Por qué rimamos, o dibujamos una muchacha
del natural o de un espejo
o garabateamos en un trozo de papel
innumerables plantas, copas de árboles, murallas,
estas últimas como gruesas larvas con cabeza de tortuga
arrastrándose aterradoramente diminutas
en un orden determinado?
¡Cuestión aplastante y sin respuesta!
No es a causa de los honorarios:
muchos son los que mueren de hambre por ello. No,
es un impulso de la mano,
gobernada desde lejos, un estrato del cerebro,
quizá un brujo que llega con retraso, o un totem
un priapismo formal a costa del contenido,
ya pasará,
pero hoy día la sintaxis es lo principal.
"Los pocos que de ello han comprobado algo" -(Goethe).
¿De qué?
Pienso: de la sintaxis.
Versión
de Jenaro Talens
Sólo dos cosas
A través
de mil formas transido
-nosotros, tú, yo- sólo sé
que en todas hemos sentido
la eterna cuestión: -¿Para qué?
Pregunta pueril que no oíste,
pues sólo tarde supiste
que dado te fue padecer
-o razón, o locura, o mito-
tu estigma fatal: el deber.
Del árbol, la nieve y el mar
nacer y morir es el sino;
dos cosas habrán de quedar:
la nada y mi propio destino.
Versión
de Otto de Greiff
Última primavera
Toma en lo hondo de ti la campanita china
y cuando llegue la lila,
mezcla ésta también
con tu sangre, tu dicha y tu miseria,
con el
oscuro fondo del que dependes.
Lentos días. Todo superado.
Y no preguntas si principio o fin,
luego tal vez te llevarán las horas
todavía hasta junio, con sus
rosas.
Versión
de Eustaquio Barjau
Venid
Venid y conversemos,
quien habla no está muerto,
mas se agitan ya
llamas
junto a nuestra penuria.
Venid, "azul" digamos;
venid, digamos "rojo",
oímos,
escuchamos, miramos,
quien habla no está muerto.
Tú solo en tu desierto,
en el espanto de tu Gobi -
te vuelves
solitario, sin un busto,
sin nadie a quien hablar y sin mujeres,
y cerca del rompiente
tú conoces la barca,
débil y vacilante;
-
venid, moved los labios,
quien habla no está muerto.
Versión
de Eustaquio Barjau