"...Sólo por tu pasión yo daría mi vida...
Yo daría mi boca por la tuya... Yo daría
los trozos que han quedado en mí..."
"Les Mariés de la Tour Eiffel"
Marc Chagall
Reseña biografica
Poeta
español contemporáneo nacido en Bilbao donde vivió su infancia y su
primera juventud.
Se licenció en Filosofía y Letras por la
Universidad de Deusto, carrera que nunca ha ejercido. Después de
recorrer
varias ciudades españolas, se estableció en Madrid donde actualmente
reside.
Su primera obra poética «Grita», fue publicada en 1980
y luego ha seguido trabajando con diversos estudios
poéticos entre los que sobresale «Blues de todos los jueves». ©
Balada de la nota borrosa
Canción para C
Dolor en primavera
El blues de la estrella del
sur
Flor de barranco
La canción almorávide
La canción de todos los días
La canción del presagio
La canción del viajero
Llorar a mi manera
Moja mis quemaduras
Poema de viento
Quiero volver del viento...
Saberlo todo
Tu nombre y la sonrisa
Vino de la mañana, dile que la he
querido...
Balada de la nota borrosa
Si por causalidad
encuentras
esta nota borrosa,
que alguien
te lea lo que dice.
Hoy
sólo soy un hombre
vencido por la
noche,
hoy
sólo soy un hombre
o algo así,
caminando borracho
por la carretera.
Soy un extraño para cualquier extraño y eso es
todo,
pero, si por casualidad encuentras
esta nota,
quiero que
sepas
lo que dice:
no
he sabido
olvidarte.
Canción para C
Sólo por tu pasión
yo daría mi vida,
yo daría mis ojos devaluados
yo daría mi luz y las cosas que veo,
yo daría mi boca por la tuya,
yo daría los trozos que han quedado en mí,
yo daría mi fuerza
introducida,
yo daría mi caja de sentidos,
la sombra de mis
pánicos
o mis parques desiertos,
pero por tu pasión
yo viajaría
buscando las claves más precisas del futuro,
por tu pasión me
vendería a plazos a mí mismo,
derrocharía los relojes que habitan el
dinero,
despreciaría el alfabeto pagano de los tristes.
Yo puedo
ser un hombre, un grito, un clown,
pero por tu pasión
yo daría mi
vida.
Dolor en primavera
Tú me miraste
cuando yo era
un mendigo,
tú me miraste así,
cuando estaba sin nadie.
Cuando pensé morir
tú
me miraste,
y
eso fue
para mí
volver a casa:
aquella noche
tú me invitaste
a entrar
y entonces me miraste.
El blues de la estrella
del sur
La caracola azul
de la mañana
y el despertar violento de la
rosa
volverán a latir
debajo de tu piel.
Las puertas de cristal
del sentimiento
se abrirán con un blues:
con el blues
de la
estrella del sur.
Es hora ya de que despierten los colores.
Es el
blues de la estrella del sur.
El adiós, la aventura
están en los
bolsillos de tu ropa.
Es el blues de la estrella del sur.
Brilla
la luna
encima de las piedras.
Es hora ya, despierta.
Es el
blues de la estrella del sur.
Flor de barranco
Las flores de barranco
nacen sin más, cada mañana,
como esa flor,
tan terca y silenciosa,
sé que nace
mi amor
por ti
cada mañana.
La canción almorávide
Quise buscar la oración almorávide
para llorar exactamente a la hora
del desierto.
Quiero decirte ahora
que sigo amándote y que el
avión se fue.
Tengo una carta
para ti:
te he querido y he
muerto.
La oración de los viernes y el llanto de los viernes
se
parecen a verte
y recordarte.
La canción de todos los días
Yo vengo de un almendro y he venido
a despeinar
a esa muchacha.
A viajar
por los mapas de lluvia
y driblar a la muerte.
Llegaba
de un olivo y he venido
para desocupar la nada,
para vender
palabras
con olor a tomillo;
yo vengo a resbalar
entre tus
pechos con olor dulce a Oriente.
Vengo desde la vid y por suerte soy
feo,
feo como la tierra:
mi corazón tiene una puerta
donde
anidan
las lágrimas y cantan los jilgueros.
Sobre tu piel
llena
de estrechos y llanuras
he venido. Vengo
desde un naranjo viejo
y camino el camino
de tus sobacos salados por el sol,
y de tu
vientre
salto a tu paladar.
Soy como un saltamontes
en la
temperatura de tu piel,
me siento como un pez
en el agua lentísima
de las mareas de tu cuerpo.
Soy un gorrión que vuela
de los
pesebres tiernos de tu boca
con dirección al libro de tus muslos.
Llegaba de un almendro
y ahora
resulta
que he venido.
La canción del presagio
Es profeta
hasta el
junco
hasta el agua y la noche:
sé
que me estoy muriendo.
Oh, amor, aguja de reloj
congelada en mi fuego,
sólo
soy
un
sonido de luna,
y te llamo y te escucho
en el eco
del llanto.
Sé
que me estoy muriendo.
La canción del viajero
Baila conmigo en esta
noche,
salta,
grita,
y abraza,
sé latido
de vida y amor
lento, muy lento,
vívelo
casi todo
en esta noche.
Llorar a mi manera
Que me dejen llorar
con lágrimas igual a lapiceros,
con lágrimas iguales a los pájaros,
sólo quiero
que me dejen llorar
a mi manera.
Que me dejen
llorar
como lloran los radios en la madrugada,
como los exiliados,
que me dejen
llorar a mi manera.
Moja mis quemaduras
Amor, amor, amor,
moja mis quemaduras
con una sola frase de
esperanza sencilla,
una sola caricia
azul
de madrugada,
con
una sola noche más.
Amor, amor, amor,
hazme vivir,
hazme
resurrección callada,
amor, dame luz a beber, dame luz, dame luz,
dame coraje apasionado, háblame,
moja mis quemaduras
con una sola
sílaba de esperanza,
una sola caricia
azul de madrugada.
Poema de viento
Cuando te vas, todo es
de viento,
sólo viento.
Las rosas no son rosas,
no hay sonidos de luna,
ya no quedan milagros.
Cuando te vas,
quiero no perdonar,
quiero cerrar mi puerta de ternura,
quiero
coger mi patria y marcharme
con ella,
quiero arrancarme el agua de
la vida.
Quiero dormir tranquilo
para perder locura y despertar
distinto.
Quiero volver del viento
Quiero volver del
viento,
escrutar las palabras
y hablarte,
hablarte con mis
manos llenas de cicatrices y regueros.
Quiero morir con los olivos,
silbar dentro de un grillo,
quiero morir
con los olivos.
Con el
otoño intenso
me marcharé también,
seguramente caminando
por la
desolación de grandes avenidas llenas de hojas,
con manos de naranjos
encogidos.
Sé que voy a llorar,
llorar como hace tiempo,
llorar
con los oídos, llorar con mis diez dedos,
sé que voy a llorar
hasta que me enronquezca el corazón,
hasta que yo -yo mismo-
sea
otro.
Saberlo todo
La noche
se hizo para mirarte
mientras duermes
y admirar tu
quietud, con ternura,
decirte cosas al oído,
saber que estás en
paz.
Saber que amarte
es saber todo.
Tu nombre y la sonrisa
Si últimamente he sido soñador
fue por sentirte,
por hablarte,
por despertar
junto
a tu boca.
Con eso me bastaba.
Por si cambio de nombre en esta
noche,
créeme,
esto es todo
lo que puedo escribir
para ti.
Tu nombre (y tu sonrisa)
significan mi elipse
remendada:
créeme,
aquí están
todas las viejas lágrimas, las bromas
y
también
las preguntas.
Vino de la mañana, dile que la he querido...
Vino de la mañana, dile que la he querido,
que la he querido con
corazón de niño, de fe, de vagabundo,
dile que la he querido y
mándale mis labios.
Ábrete paso
por entre sus cabellos,
resbala
por su espalda,
hazlo como un susurro, vino de la mañana.