Reseña biografica
Poeta norteamericana nacida en Amherst, Massachusetts en 1830.
Hija y nieta de prominentes figuras políticas e intelectuales, fue educada
en un ambiente puritano y estricto que la convirtió en una persona solitaria
y nostálgica. Durante su vida rara vez salió de casa y sus amistades fueron
escasas; sin embargo, entre las pocas personas que frecuentó, tuvo especial
aprecio por el Reverendo Charles Wadsworth, quien tuvo un impacto
enorme sobre sus pensamientos y su poesia. Admiró también a los poetas
Robert y Elizabeth Barrett Browning, así como a John Keats.
Aunque su producción poética fue muy amplia, sólo fue editada en 1890
después de su muerte, ocurrida en el año de 1886 en la ciudad de Amherst.
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Poemas de Emily Dickinson:
A salvo en sus cámaras de alabastro...
A una casa de rosa no te acerques...
Altivez
Bueno es soñar. Despertar es mejor...
Certidumbre
Coloquio
Cuando cuento las semillas
Él era débil y yo fuerte...
Embriaguez
En mi flor me he escondido...
En mi jardín avanza un pájaro...
Ensueño
Es la dicha un abismo por lo tanto...
Estatura
La sortija
Mi vida se detuvo - Un arma cargada...
Morir ni duele mucho
No era la muerte, pues yo estaba de pie...
Pequeñez
Podría estar más sola sin mi soledad...
Poema 37
Poema 63
Poema 128
Poema 520
Poema 739
Poema 783
Poema 815
Poniente
Presentimiento
Que yo siempre amé...
seleccion
Sentí un funeral en mi cerebro...
Soy nadie. ¿Y tú quién eres?...
Tan lejos de la piedad como la queja
Un sueño largo, largo un ya famoso sueño...
A salvo en sus Cámaras de Alabastro...
salvo en sus Cámaras de Alabastro
Insensibles al amanecer
Y
al mediodía
Duermen los mansos miembros de la Resurrección
Viga de raso,
Y Techo de piedra.
Final 1.
La luz se ríe de la brisa
En su Castillo sobre ellos
Murmura la Abeja en un oído imperturbable,
Trinan los dulces Pájaros
en cadencia ignorada
Ah, ¡Cuánta sagacidad aquí perecida¡
Final 2.
Solemnes pasan los Años, Crecientes , sobre ellos
Los
Mundos recogen sus Arcos
Y los Firmamentos - reman
Se arrojan
Diademas y se rinden los Dogos
Tácitos como puntos - sobre un Disco
de nieve
Versión de Miguel Artime
A una casa de rosa no te acerques...
a una casa de rosa no te
acerques
demasiado, que estragos de una brisa
o el rocío inundándola
-una gota
abatirán su muro, amedrentado.
Y atar no intentes a la
mariposa,
ni escalar setos del arrobamiento.
Hallar descanso en lo
inseguro
está en el mismo ser de la alegría.
Altivez
Sólo
sabemos toda nuestra altura
si alguien le dice a nuestro sér: ¡Levanta!
Y entonces, fiel consigo, se agiganta
hasta llegar al cielo su estatura.
De la vida común sería ley
el heroísmo en el humano ruedo
si no
nos doblegáramos al miedo
de vernos y sentirnos como un rey.
Versión de
Carlos López Narváez
Bueno es soñar.
Despertar es mejor...
Bueno es soñar. Despertar es mejor
si se despierta en la mañana.
Si despertamos a la media noche,
es mejor soñar con el alba.
Más dulce el figurado petirrojo
que nunca alegró el árbol,
que enfrentarse a la solidez de un alba
que no conduce a día alguno.
Versión de José Manuel Arango
Certidumbre
Yo
jamás he visto un yermo
y el mar nunca llegué a ver
pero he visto los
ojos de los brezos
y sé lo que las olas deben ser.
Con Dios jamás he hablado
ni lo visité en el Cielo,
pero segura
estoy de a dónde viajo
cual si me hubieran dado el derrotero.
Versión de
Carlos López Narváez
Coloquio
Había
muerto yo por la Belleza;
me cercaban silencio y soledad,
cuando
dejaron cerca de mi huesa
a alguno que murió por la Verdad.
En el suave coloquio que entablamos,
vecinos en la lúgubre heredad,
me dijo y comprendí: Somos hermanos
una son la Belleza y la Verdad.
Y así, bajo la noche, tras la piedra,
dialogó nuestra diáfana
hermandad
hasta que el rostro nos cubrió la yedra
y los nombres borró
la eternidad.
Versión de Carlos López Narváez
Cuando cuento las semillas...
Cuando cuento las semillas
sembradas allá abajo
para florecer así, lado a lado;
cuando examino a la gente
que tan bajo yace
para llegar tan alto;
cuando creo que el jardín
que no verán los mortales
siega el azar sus capullos
y sortea a esta abeja,
puedo prescindir del verano, sin queja.
Versión de Silvina Ocampo
Él era débil y yo era fuerte...
Él era débil y yo era fuerte,
después él dejó que yo le hiciera pasar
y entonces yo era débil y él era fuerte,
y dejé que él me guiara a casa.
No era lejos, la puerta estaba cerca,
tampoco estaba oscuro, él avanzaba a mi lado,
no había
ruido, él no dijo nada,
y eso era lo que yo más deseaba saber.
El día irrumpió, tuvimos
que separarnos,
ahora ninguno de los dos era más fuerte,
él luchó, yo
también luché,
¡pero no lo hicimos a pesar de todo!
Versión de L.S.
Embriaguez
En jarros tallados en nácar
apuro un licor ignorado...
Tal vez ni del
Rhin en las cavas
pudiera mi sed encontrarlo.
Con una embriaguez de rocío,
borracha de incógnitos hálitos,
tabernas de azul diluido
recorro en perpetuos veranos.
Cuando las abejas
y las mariposas,
agobiadas, ebrias,
vuelen
de las pomas,
aún libaré yo mi vaso
de extraño licor...
Hasta que
los Angeles
me agiten su níveo penacho,
y a los ventanales
celestes
se asomen los santos
para contemplarme
borracha de azul y de sol.
Versión de Carlos López
Narváez
En mi flor me he escondido...
En mi flor me he escondido
para que, si en el pecho me llevases,
sin sospecharlo tú también allí estuviera...
Y sabrán lo demás sólo
los Angeles.
En mi flor me he escondido
para que, al deslizarme de tu vaso,
tú,
sin saberlo, sientas
casi la soledad que te he dejado.
Versión de L.S.
En mi jardín avanza un pájaro...
En mi jardín avanza un pájaro
sobre una rueda con rayos
de música
persistente
como un molino vagabundo
jamás se demora
sobre la rosa madura
prueba sin posarse
elogia
al partir,
cuando probó todos los sabores
su cabriolé mágico
va a
remolinear en lontananzas
entonces me acerco a mi perro,
y los dos nos preguntamos
si nuestra visión fue real
o si
habríamos soñado el jardín
y esas curiosidades
¡pero él, por ser más lógico,
señala a mis torpes ojos
las
vibrantes flores!
¡Sutil respuesta!
Versión de Silvina
Ocampo
Ensueño
Para
fugarnos de la tierra
un libro es el mejor bajel;
y se viaja mejor en
el poema
que en el más brioso y rápido corcel
Aun el más pobre puede hacerlo,
nada por ello ha de pagar:
el alma en el transporte de su sueño
se nutre sólo de silencio y paz.
Versión de
Carlos López Narváez
Es la dicha un abismo por lo tanto...
¿Es la dicha un abismo por lo tanto
que no me deja dar un paso en falso
por miedo a que el calzado se me arruine?
Prefiero que mis pies se den el gusto
a cuidar los zapatos
porque en cualquier zapatería una
puede comprar
un nuevo Par
Mas la dicha se vende una vez sola.
Perdida la patente
nadie podrá comprarla nunca más
Díganme, pies, decidan la cuestión
¿debe cruzar la señorita, o no?
¡Expídanse, Zapatos!
Versión de
Roberto Facceti
Estatura
Poder
discrecional tuve en mi mano
y con denuedo contra el mundo fui;
dos
veces temeraria lo he afrontado
tan sólo con la honda de David.
Aunque la piedra le arrojé segura
fui sólo yo la que me desplomé :
¿de Goliat fue muy grande la estatura
o quizá fue mayor mi pequeñez?
Versión de
Carlos López Narváez
La sortija
En mi dedo tenía una
sortija.
La brisa entre los árboles erraba.
El día estaba azul, cálido y bello.
Y me dormí sobre la yerba fina.
Al despertar miré
sobresaltada
mi mano pura entre la tarde clara.
La sortija entre mi dedo ya no estaba.
Cuanto poseo ahora en este mundo
es un recuerdo de color dorado.
Versión de Eduardo
Carranza
Mi vida se había parado- un Arma Cargada...
Mi vida se había parado- un Arma Cargada
en los Rincones- hasta que
un día
el Dueño pasó- me identificó
y me llevó lejos
Y ahora
vagamos por Bosques Soberanos
y ahora cazamos a la Cierva
y cada vez que hablo por él
las
Montañas contestan diligentes
Y sonrío, tal luz cordial
sobre el resplandor del valle
es como
si una cara Vesuviana
hubiera dejado su voluntad a su paso
Y cuando en la noche- acabado nuestro buen día
guardo la cabeza de
mi amo
Es mejor que haber compartido
la profunda almohada de plumón
De Su enemigo - soy enemigo mortal
ninguno se agita por segunda
vez
en quién pongo un ojo amarillo
o un pulgar enfático
Aunque
Yo así como él - podamos vivir largamente
él debe vivir más -que Yo
porque yo tengo el poder de matar,
Sin
-el poder de morir-
Versión de Miguel
Artime
Morir no duele mucho...
Morir no duele mucho:
nos duele más la vida.
Pero el morir es cosa diferente,
tras la puerta
escondida:
la costumbre del sur, cuando los pájaros
antes que el hielo venga,
van a un clima mejor. Nosotros somos
pájaros que se quedan:
los temblorosos junto al umbral campesino,
que la migaja buscan,
brindada avaramente, hasta
que ya la nieve
piadosa hacia el hogar nos empuja las plumas.
Versión de L.S.
No era la Muerte, pues yo estaba de pie...
No era la Muerte, pues yo estaba de pie
Y todos los muertos están
acostados,
No era de noche, pues todas las campanas
Agitaban sus
badajos a mediodía.
No había helada, pues en mi piel
Sentí sirocos reptar,
Ni había
fuego, pues mis pies de mármol
Podían helar un santuario.
Y, sin embargo, se parecían a todas
Las figuras que yo había visto
Ordenadas para un entierro
Que rememoraba como el mío.
Como si mi vida fuera recortada
Y calzada en un marco
Y no pudiera respirar sin una llave
Y era como si fuera medianoche
Cuando todo lo que late se detiene
Y el espacio mira a su alrededor
La espeluznante helada, primer otoño que llora,
Repele la apaleada
tierra.
Pero todo como el caos,
Interminable, insolente,
Sin esperanza,
sin mástil
Ni siquiera un informe de la tierra
Para justificar la
desesperación.
Pequeñez
Es cosa
tan pequeña nuestro llanto;
son tan pequeña cosa los suspiros...
Sin
embargo, por cosas tan pequeñas
vosotros y nosotras nos morirnos.
Versión de
Carlos López Narváez
Podría estar más sola sin mi soledad...
Podría estar más sola sin
mi soledad,
tan habituada estoy a mi destino,
tal vez la otra paz,
podría interrumpir la oscuridad
y llenar el pequeño cuarto,
demasiado
exiguo en su medida
para contener el sacramento de él,
no estoy habituada a la esperanza,
podría entrometerse en su dulce ostentación,
violar el lugar ordenado para el sufrimiento,
sería más fácil fallecer con la tierra a la vista,
que conquistar mi azul península,
perecer de deleite.
Versión de L.S.
Poema 37
Corazón, le olvidaremos
en esta noche tú y yo.
Tú, el calor que te prestaba.
Yo, la luz que a
mí me dio.
Cuando le hayas olvidado
dímelo, que he de borrar
aprisa mis
pensamientos.
Y apresura tu labor
no sea que en tu tardanza
vuelva
a recordarle yo.
Versión de L.S.
Poema 63
(Time and Eternity")
Haz amplia esta cama,
haz esta cama con prudencia;
espera en ella el postrer juicio,
sereno y excelente.
Que sea recto su colchón
y redonda sea su almohada,
que ningún rayo dorado de sol
llegue jamás, a perturbarla.
Versión de L.S.
Poema
128
Dame el ocaso en una copa,
enumérame los frascos de la mañana
y dime cuánto hay de rocío,
dime cuán lejos la mañana salta
dime a qué hora duerme el tejedor
que tejió el espacio azul.
Escríbeme cuántas notas habrá
en el nuevo éxtasis del tordo
entre asombradas ramas
cuántos caminos recorre la tortuga
cuántas copas la abeja comparte,
disoluta del rocío.
También, ¿quién puso la base del arco iris,
también, quién guía las esferas dóciles
por juncos de azul flexible?
¿Qué dedos atan las estalactitas
quién cuenta la plata de la noche
para saber si nadie está en deuda?
¿Quién edificó esta casita albana
y cerró herméticamente las ventanas
que mi espíritu no puede ver?
¿Quién me dejará salir un día de gala
con implementos de vuelo,
fugaz pomposidad?
Versión de Silvina
Ocampo
Poema 520
Me fui temprano -me llevé a mi perro- a visitar el mar.
Las sirenas del sótano
salían a mirarme
y, en el piso de arriba, las fragatas
extendían manos de cáñamo,
creyéndome una rata
encallada en la arena.
No huí, con todo. Hasta que el flujo
me llegó a los zapatos
y al delantal y al cinturón
y enseguida al corpiño,
tal como si intentara devorarme
como a una gota de rocío
en una flor de diente-de-león.
Entonces salí huyendo.
Él me siguió. Venía detrás, cerca.
Sentía su tacón de plata
en mi tobillo y mis zapatos
rebosaron de perlas.
Los dos llegamos hasta el pueblo firme.
No parecía conocer a nadie.
me miró con dureza
y se fue, haciéndome una venia.
Versión de José Manuel Arango
Poema 739
Muchas veces pensé que la paz había llegado
cuando la paz estaba muy
lejos
como los náufragos- creen que ven la tierra
en el centro del
mar
y luchan más débilmente -sólo para probar
tan deshauciadamente como
yo
cuántas ficticias costas
antes del puerto hay
Versión de Silvina Ocampo
Poema 783
Los pájaros empezaron a las cuatro
el período del alba
una música numerosa como el espacio
pero aledaña al día
no podía medir su fuerza
sus voces se derrochaban
como arroyo al arroyo se entrega
para multiplicar el estanque.
Sus testigos no estaban
excepto un hombre fortuito
en casera vestimenta ataviado
para enfrentar la mañana
no era por aplausos
que yo podía atestiguar
sino por éxtasis independiente
de deidad y de hombres
a las seis, el diluvio pasó
ningún tumulto hubo
de vestimenta o de partida
y asimismo la banda había volado
el sol absorbió el este
el día controló el mundo
el milagro introducido
fue olvidado, cumplido.
Poema
815
El lujo de entender
el lujo sería
de mirarte una sola vez
y volverme un Epicuro
cualquiera de tus presencias sirve
de futuro alimento
apenas recuerdo haber muerto de hambre
tan bien surtida estaba
el lujo de meditar
el lujo era
darme el festín de tu semblante
otorga suntuosidad
en días habituales, cuya lejana mesa
como la certidumbre recuerda
está puesta con una sola migaja
la conciencia de ti.
Poniente
Velámenes de púrpura se mecen
con suavidad en mares de narciso;
marineros fantásticos se esfuman
y queda el muelle en la quietud sumido.
Versión de
Carlos López Narváez
Presentimiento
Presentimiento es esa larga sombra
que poco a poco avanza sobre
el césped
cuando el sol sus imperios abandona...
Presentimiento es el susurro tenue
que corre entre la hierba temerosa
para decirle que la noche viene.
Versión de
Carlos López Narváez
Que yo siempre amé...
Que yo siempre
amé
yo te traigo la prueba
que hasta que amé
yo nunca viví
-bastante
que yo amaré
siempre
te lo discutiré
que amor es vida
y vida inmortalidad
esto -si lo
dudas- querido,
entonces yo no tengo
nada que mostrar
salvo el
calvario
Versión de
Silvina Ocampo
seleccion
De las
almas creadas
supe escoger la mía.
Cuando parta el espíritu
y se
apague la vida,
y sean Hoy y Ayer
como fuego y ceniza,
y acabe de
la carne
la tragedia mezquina,
y hacia la Altura vuelvan
todos la
frente viva,
y se rasgue la bruma...
yo diré: Ved la chispa
y el
luminoso átomo
que preferí a la arcilla.
Versión de Carlos López Narváez
Sentí un funeral en mi cerebro...
Sentí un funeral en mi cerebro,
los deudos iban y venían
arrastrándose
-arrastrándose -hasta que pareció
que el sentido se quebraba totalmente
y cuando todos estuvieron sentados,
una liturgia, como un tambor
comenzó a batir -a batir -hasta que pensé
que mi mente se volvía muda
y luego los oí levantar el cajón
y crujió a través de mi alma
con
los mismos botines de plomo, de nuevo,
el espacio -comenzó a repicar,
como si todos los cielos fueran campanas
y existir, sólo una oreja,
y yo, y el silencio, alguna extraña raza
naufragada, solitaria, aquí
y luego un vacío en la razón, se quebró,
caí, y caí
y di con un
mundo, en cada zambullida,
y terminé sabiendo -entonces
Versión de Silvina
Ocampo
Soy nadie. ¿Tú quién eres?
Soy nadie. ¿Tú quién eres?
¿Eres tú también nadie?
Ya somos dos entonces. No lo digas:
lo
contarían, sabes.
Qué tristeza ser alguien,
qué público: como una rana
decir el
propio nombre junio entero
para una charca admiradora.
Versión de L.S.
Tan lejos de la piedad, como la queja...
Tan lejos de la piedad, como la queja
tan frío a la palabra -como
la piedra
inconmovible a la revelación
como si mi oficio fuera de
hueso
tan lejos del tiempo -como la historia
tan cerca de uno
mismo -hoy
como niños, a las bufandas del arco iris
a la puesta de
sol a su juego amarillo
a los párpados en el sepulcro
¡cuán mudo
yace el danzarín
cuando las revelaciones del color se rompen
y
resplandecen -las mariposas!
Versión de Silvina
Ocampo
Un sueño largo, largo, un ya famoso sueño...
Un sueño largo, largo, un ya famoso sueño,
que señales no da de que se está acercando el día,
pues no mueve ni un párpado el durmiente:
un sueño independiente y apartado.
¿Pereza como ésta se vio nunca?
En orilla de piedra,
bajo el calor, dejar pasar los siglos
y ni una vez mirar si el mediodía llega.
Versión de L.S.