"...
Mi
ardido corazón a la deriva...
No te me vas, apenas en llegando..."
"Sin título"
Guillermo Wiedeman
Reseña biografica
Poeta colombiano nacido en
Medellín en 1895.
En su ascendencia se mezclaron las sangres española,
alemana y escandinava. Se desempeñó en diversas
actividades comerciales e intelectuales, dirigiendo reconocidas revistas
literarias en Medellín y Santafé de Bogotá.
Su literatura se inició dentro del modernismo, adoptando luego posiciones
estéticas acordes con el surrealismo
francés y con el creacionismo de Vicente Huidobro.
Su poesia conjuga la
ciencia, el erotismo, la ironía, la ternura, la espiritualidad y la materia.
Publicó «Tergiversaciones», «Libro de signos», «Variaciones alrededor
de nada» , «Prosa de Gaspar», «Fárrago
y Nova el vetera».
Falleció en Bogotá en 1976. ©
Arieta
Arieta II
Balada del disparatorio báquico, impregnada de múltiples romanticismos
Balada del mar no visto ritmada en
versos
Balada del tiempo perdido
Canción de Dinarzada
Canción ligera
Canción nocturna
Canción nocturna 2
Cancioncilla
Cancioncilla 2
Divagación nocturna
Doble canción
Esta mujer es una urna...
La luna blanca... y el frío...
Más breve...
Mi pobre amor se está yendo
Nocturno N° 2 en mi bemol
Pues si el amor huyó, pues si el amor
se fue...
Rimas
Ritmos
Ritornelo
Señora, dama, dueña de mis
votos...
Soneto
Variaciones sobre un añejo
temilla
Vieja romanza
Arieta
Yo me enveneno con un
recuerdo:
En el violado camarín, la
seda
y el sutil vello y de odorante nardo
discreto olor y la hora
soñada...
Yo me enveneno con un
recuerdo.
En el violado camarín, el
mudo
férvido amor que en las pupilas arde
y el tibio zumo de la boca
henchida...
Yo me enveneno con un
recuerdo.
En el violado camarín,
desnuda
la grácil forma sobre el raso verde
y a mí enlazada la delicia
toda...
Yo me enveneno con un
recuerdo.
Arieta II
A Pepe Mexia
Perfumes, aromas ya idos. ..
Aromas, perfumes...
Aromas
de áloes, sándalos y gomas,
suaves perfumes abolidos:
¿en
cuáles Edenes perdidos,
en cuáles Pompeyas, Sodomas,
Lutecias,
Corintos y Romas,
estáis?
De etéreas, gráciles redomas,
de pebeteros encendidos
en noches de
goces ardidos,
cuando los senos eran pomas
de áloes, sándalos y
gomas...;
perfumes, aromas huidos,
suaves perfumes... ¿abolidos
estáis?
De una guedeja desprendidos;
de candideces de palomas...;
olor de
los besos que tomas
de los labios estremecidos
de Eva o Lilith...;
olor de nidos;
de etéreas, gráciles redomas...
¿en dónde -perfumes,
aromas-
estáis?
Balada del disparatorio báquico, impregnada de múltiples romanticismos
Dícela "El Ebrio"
Aquesto dixo “El Ebrio”, una vegada.
Aquesto dixo con su voz cansada.
Aquesto dixo por la madrugada.
Yo dello non sé nada.
Bebamos en las cráteras de oro
que laboró el cincel benvenutino,
champagne, bulbente y bullicioso vino .
Bebamos en las ánforas de barro
doria hidromiel; en el panzudo jarro
blonda cerveza, y en las cristalinas
frágiles copas el anís sonoro
así como las finas
mixturas sibilinas.
"Porque es dulce olvidar".
Bebamos en las cráteras de oro
el líquido tesoro
que enloquece las mentes
y elide los deseos,
y que sume los sueños impotentes
en helados Leteos!.
Porque es dulce olvidar. ¿Algo esculpido
quedar merece en el cerebro? Nada!
Porque es dulce olvidar...
El viento azota
la cima de los árboles, tedioso;
vacila el corazón ante la rota!
El espíritu vago!
¡La voluntad errátil
es un tortuoso Yago!
y el soñar aterido...:
¡el soñar aterido y no vibrátil
ni altanero!... y nostálgico, anheloso
de una distinta vida...
Los jardines románticos
horros están de idilios.
Y son hueros los cánticos
jocundos de Himeneo!
Dormita ya el Deseo!
Ya dormita el Amor!
Y yerra -enloquecida-
por sus ludies exilios
de Dolor,
l’alma pura de Ofelia,
mientras Hamlet, moroso y taciturno
sepultóse en sí mismo!”
Ya no existe
la verdad, si ha existido... Ya no es nada
la belleza, y lo es todo! y la tristeza
¡cómo es asaz vulgar y adocenada!
Yo buceo un abismo
y el tal abismo es hueco!
Todo es superficial, mentido y triste.
Todo: el Amor y la Naturaleza,
el Mar, las Nubes, la ideal Belleza:
sólo restan cinismo,
rutina, y el enteco
sentido de lo práctico y la cómica
metafísica vómica!
Es preciso beber la sangre cálida
de los magos elixires!
Complicados brebajes, quinta-esencia,
sudor de las retortas y alambiques;
todos los filtros químicos y alquímicos
el díctamo, el nepentes,
súmanme en la demencia!
En el absintio quiero que se esconda
-tras de sus de sirena glaucos ojos-
mi espíritu arbitrario,
mi corazón, y toda la amargura
de abolidos despojos!
Es preciso beber la sangre cálida,
sangre morena
o sangre blonda!
En el absintio quiero que se esconda
-tras de sus glaucos ojos de sirena–
mi corazón, y toda la amargura!
"La azul locura pálida,
soberana locura,
se asile en mi cerebro solitario!"
Bebamos en las cráteras de oro
todo el licor que corre por la vena
de la pródiga uva;
y hagamos la serena
-la serena o la loca-
vida del que en sí propio no se toca
y que en nada se halla...
-Búdico ser en éxtasis,
Jaiyám bajo los astros,
Edgar en la taberna,
Diógenes en su cuba...
Desdeñosos e impávidos,
sonrientes,
mirando la batalla
sempiterna, mirando la batalla
de apetitos, la gresca y el estridir de dientes
y el vulgar forcejeo
para ascender, para medrar, para vivir...
"Nosotros -sí, nosotros-
olímpicos yazgamos sobre el trípode sacro:
claudicantes e irónicos,
sonrientes espectadores del simulacro,
sin recordar, sin añorar,
sin anhelar,
¡sin un solo deseo!"
Brúña el trágico véspero
con sus hórridas lumbres
incendiarias;
dóre el amanecer con vagas lumbres
y medias-tintas de atediada suavidad;
o aljofáre la luna
del bebedor la cabellera bruna
o la blonda o endrina cabellera
nimbada de doliente claridad,
y bebamos el vino,
y bebamos el vino,
y bebamos el vino!
Aquesto dixo el Ebrio una vegada.
Aquesto dixo con su voz cansada.
Aquesto dixo por la madrugada.
Yo dello non me curo. Yo dello non sé nada
Balada del mar no visto, ritmada en
versos diversos
No he visto el mar.
Mis ojos
–vigías
horadantes, fantásticas luciérnagas;
mis ojos avizores entre la noche;
dueños
de la estrellada comba;
de los astrales mundos;
mis ojos
errabundos
familiares del hórrido vértigo del abismo;
mis ojos
acerados de viking, oteantes;
mis ojos vagabundos
no han visto el
mar...
La cántiga ondulosa de su
trémula curva
no ha mecido mis sueños;
ni oí de sus sirenas la erótica
quejumbre;
ni aturdió mi retina con el rútilo azogue
que rueda por su
dorso...
Sus resonantes trombas,
sus silencios, yo nunca pude oír...:
sus cóleras ciclópeas, sus quejas o sus himnos;
ni su mutismo impávido
cuando argentos y oros
de los soles y lunas , como perennes lloros
diluyen sus riquezas por
el glauco zafir...!
No aspiré su perfume!
Yo sé de los aromas
de amadas cabelleras...
Yo sé de los perfumes
de los cuellos esbeltos
y frágiles y tibios;
de senos donde esconden
sus hálitos las pomas
preferidas de Venus!
Yo aspiré las redomas
donde el Nirvana enciende los sándalos simbólicos;
las zábilas y mirras
del mago Zoroastro...
Mas no aspiré las sales ni los iodos del mar.
Mis labios sitibundos
no
en sus odres la sed
apagaron:
no en sus odres acerbos
mitigaron la
sed...
Mis labios, locos, ebrios, ávidos, vagabundos,
labios
cogitabundos
que amargaron los ayes y gestos iracundos
y que unos
labios –vírgenes- captaron en su red!
Hermano de las nubes
yo
soy.
Hermano de las nubes,
de las errantes nubes, de las ilusas del
espacio:
vagarosos navíos
que empujan acres soplos anónimos y fríos,
que impelen recios ímpetus voltarios y sombríos!
Viajero de las noches
yo soy.
Viajero de las noches
embriagadas; nauta
de sus golfos ilímites,
de sus golfos ilímites,
delirantes, vacíos,
- vacíos de infinito..., vacíos...-Dócil nauta
yo
soy,
y mis soñares derrotados navíos...
Derrotados navíos, rumbos
ignotos, antros
de piratas...!el mar!
Mis ojos vagabundos
–viajeros
insaciados- conocen cielos, mundos,
conocen noches hondas, ingraves y
serenas,
conocen noches trágicas,
ensueños deliciosos,
sueños
inverecundos...
Saben de penas únicas,
de goces y de llantos,
de
mitos y de ciencia,
del odio y la clemencia,
del dolor
y el
amar...!
Mis ojos vagabundos,
mis
ojos infecundos...:
no han visto el mar mis ojos,
no he visto el mar!
Balada del tiempo perdido
I
El tiempo he perdido
y he perdido el viaje...
Ni sé adónde he ido...
Mas sí vi un paisaje
sólo en ocres:
desteñido...
Lodo, barro, nieblas; brumas, nieblas, brumas
de turbio pelaje,
de
negras plumas.
Y luces mediocres. Y luces mediocres.
Vi también
erectos
pinos: señalaban un dombo confuso,
ominoso, abstruso,
y un
horizonte gris de lindes circunspectos.
Vi aves
graves,
aves graves
de lóbregas plumas
-antipáticas al hombre-,
silencios escuché, mudos,
sin nombre,
que ambulaban ebrios por entre las brumas...
Lodo, barro,
nieblas; brumas, nieblas, brumas.
No sé adónde he ido,
y he perdido el viaje
y el tiempo he
perdido...
II
El tiempo he perdido
y he perdido el viaje...
Ni sé
adónde he ido...
Mas supe de un crepúsculo de fuego
crepitador:
voluminosos gualdas
y calcinados lilas!
(otrora muelles como las
tranquilas
disueltas esmeraldas).
Sentí, lascivo, aromas capitosos!
Bullentes crisopacios
brillaban lujuriosos
por sobre las bucólicas
praderas!
Rojos vi y rubios, trémulos trigales
al beso de los vientos
cariciosos!
Sangrantes de amapolas vi verde-azules eras!
Vi arbolados
faunales:
versallescos palacios
fabulosos
para lances y juegos
estivales!
Todo acorde con pitos y flautas,
comamusas, fagotes
pastoriles,
y el lánguido piano
chopiniano,
y voces incautas
y
mezzo-viriles
de mezzo-soprano.
Ni sé adónde he ido...
y he perdido
el viaje
y el tiempo he perdido...
III
Y el tiempo he perdido
y he perdido el viaje...
Ni sé
adónde he ido...
por ver el paisaje
en ocres,
desteñido,
y por
ver el crepúsculo de fuego!
Pudiendo haber mirado el escondido
jardín que hay en mis ámbitos
mediocres!
o mirado sin ver: taimado juego,
buido ardid, sutil
estratagema, del Sordo, el Frío, el Ciego.
Canción de Dinarzada
Tú fuiste mía, ardiente
Dinarzada:
todo tu ser se le entregó a mi ruego!
todo tu ser se le
rindió a mi Nada!
todo tu fuego se fundió en mi fuego!
Tú fuiste mía, ardiente
Dinarzada!
Ya qué me importa el torvo
rumbo ciego!
Es lumbre para mí la desolada
llanura yerma! Alígero
navego
bajo la tempestad desmelenada!
Todo tu fuego se fundió en
mi fuego!
Tu grande corazón, tu alma
extasiada,
tu espíritu finísimo, a mi ruego
se rindieron: donáronse a
mi Nada!
Noche: en tus brazos únicos me entrego,
Dinarzada sutil,
noche soñada...
Tú fuiste mía, ardiente
Dinarzada!
Todo tu fuego se fundió en mi fuego!
Canción ligera
Me quedas tú, y me donas tu
alegría
con el dolor, y tu miel deleitable
con el acerbo aloe.
Me
quedas tú, y la luz que tu alma cría
dentro la tenebrura inenarrable
de mi yo solitario:
Siempre loe
tu don
ilusionario.
Me quedas tú, y el claro
sortilegio
de tus ojos rïentes: con su hechizo
mi soledad se puebla.
Me quedas tú, y tu risa,
cuyo arpegio
me embriaga, y tu tesoro de oro cobrizo
solaz del alma
sola:
La gris niebla
tu regalo
aureola.
Me quedas tú, y el filtro
que tu ardida
boca frutal, sombreada, en mis febriles
resecos labios
vierte.
Me quedas tú, la ingenua
enardecida,
me quedas tú, la experta, de sutiles
tácticas retrecheras:
Vida. Muerte.
Lo que
quieras.
Canción nocturna
En tu pelo está el perfume
de la noche
y en tus ojos su tormentosa luz.
El sabor de la noche
vibra en tu boca palpitante.
Mi corazón, clavado sobre la noche de
avenuz.
La noche está en tu frente
morena, erguida y frágil
y en tus brazos que un vello sutil aterciopela.
La noche está en recónditos parajes de tu cuerpo:
-la noche perfumada de
nardo y de vainilla y de canela...
La noche está en tus ojos
brunos, iridiscente:
constelaciones bullen en su vivaz burbuja.
La
noche está en tus ojos brunos, cuando los cierras:
noche definitiva,
noche agorera, noche bruja.
En tus oídos, toda la
música de la noche
se refugia, y te arrulla con su vago susurro.
En
tus oídos, toda la música de la noche,
y en tu voz, y en tu risa, y en tu
tácito llanto...
En tu frente, su angustia
latente insomne yerra,
y en tu pecho amoroso su tormentosa luz.
En la
noche sortílega, sortílego discurro...
El sabor de la noche vibra en tu
boca palpitante.
Tus manos son dos pálidas lunas sobre mi frente.
Clavos en ti me clavan , oh
Noche deleitosa!
noche...! tibio madero de mi cruz!
Canción nocturna 2
Mañana sí veré con ojos
jubilosos
la luz, la luz del día;
en pleno día miraré la
noche fúlgida,
en pleno día oiré sus cánticos, absorto,
los cantos de
la noche única!
en pleno día
respiraré el aroma de la noche
estremecida!
Yo besaré los labios de la
noche:
y mis manos febriles
pondrán presas sus manos tibias
y
oprimirán los flancos de la noche
y los muslos -vía láctea-, los muslos
siderales de la noche;
y mis manos febriles
retozarán en cálidos
oteros
y odorantes colinas
y jardines ocultos de la noche...
Yo escrutaré los ojos de la
noche:
me beberé el fulgor de sus pupilas
por saber si es amor ese
fulgor...:
-por saber si es amor el hondo efluvio,
el tormentoso
exálito que efunde la melena de la noche,
me embriagaré en su bruna
cabellera...:
por saber si es amor todo el perfume
que envuelve el
cuerpo en ascuas de la noche,
yo estrecharé en mis brazos el cuerpo de la
noche...
Mañana sí veré con ojos
jubilosos
la luz, la luz del día:
en pleno día miraré la
noche fúlgida,
en pleno día oiré sus cánticos, absorto,
los cantos de
la noche única!
en pleno día
aspiraré el aroma de la noche
estremecida!
Cancioncilla
Quise una vez y para
siempre
-yo la quería desde antaño-
a ésa mujer, en cuyos ojos
bebí
mi júbilo y mi daño...
Quise una vez -nunca así
quise
ni así querré, como así quiero-
a ésa mujer, en cuyo espíritu
fundí mi espíritu altanero.
Quise una vez y desde nunca
-ya la querré y hasta que muera-
a ésa mujer, en cuya boca
gusté
-otoñal- la Primavera.
Quise una vez -nadie así
quiso
ni así querrá, que es arduo empeño-
a ésa mujer, en cuyo cálido
regazo en flor ancló mi ensueño.
Quise una vez -jamás la
olvide
vivo ni muerto- a ésa mujer,
en cuyo ser de maravilla
remorí
para renacer...
Y ésa mujer se llama...
Nadie,
nadie lo sepa -Ella sí y yo-.
Cuando yo muera, digas -sólo-
quién amará como él amó?
Cancioncilla 2
Tú coronas mis quince
lustros
con el cíngulo de tus brazos,
con el cíngulo de tus muslos,
con el perfume de tus labios,
con el éxtasis de tu júbilo
-cabrilleante por los lagos
auriendrinos, hondos carbundos-.
Con la tersura de tus
manos,
con el ardor de tu combusto
tesoro en flor, que orna melado
toisón en rizos: el refugio
fragante, que al híspido fauno
tú le
donas, -intercolumnio-:
oasis tibio entre alabastros.
Tú coronas mis quince
lustros
con el hechizo de tus labios;
con el cíngulo de tus muslos,
con el cíngulo de tus brazos,
con tus fulgentes ojos rútilos,
con tus
besos trémulos, ávidos,
-ora lustrales, ora lúbricos...-
Con la tersura de tus
manos,
con tu voz rauca en el susurro,
con tus ímpetus inexhaustos,
con tus anhelos sitibundos
que el corazón hinchente: heraldos
de los
mis goces y los tuyos,
-nuestra embriaguez y nuestro gaudio-.
Con el cíngulo de tus
muslos,
con el cíngulo de tus brazos,
con el prodigio intercolumnio
con el regusto de tus labios...
Tú coronas mis quince lustros
con el
brillo de tus ojazos,
-gémulas de móvil mercurio-.
Con tu voz grave, con tu
osado
corazón fiero, con tu iluso
férvido ensueño, con tu claro
zahareño espíritu agudo.
Con el oreo de tu cálido
sexual exhálito y
efluvio,
y prístino efluvio y exhálito.
con tu severo rictus duro,
con tu sonrisa en sobresalto,
con tu silencio o tu murmurio,
-tu
pasional mezzo-soprano
que se asordina en el connubio...-
Con el
cíngulo de tus brazos,
con el cíngulo de tus muslos...
con la caricia
de tus manos,
con el éxtasis de tu júbilo,
con el éxtasis de mi
gaudio,
con nuestros éxtasis en uno,
con el embrujo de tus labios,
coronaste mis quince lustros
y continúas coronándolos...
Divagación nocturna
Riela en mi alma tu
recuerdo
como la luna sobre el mar...
En el silencio de mis
noches
oigo tu voz aletear,
tu voz que me dice muy paso
que no me
quieres olvidar...
En el silencio de mis
noches,
-como la luna sobre el mar-
riela en mi alma tu recuerdo...
Veo el undívago vibrar
de las estrellas, en tus ojos...
Me embriaga el cálido
aromar
de tu melena tenebrosa...
Tu frente, -un milagro lunar-
trasluce los puros anhelos
de tu querer, de tu ensoñar.
Se van mis horas solitarias
tras tu recuerdo, en un girar
de sueño y sueños ilusos...
(No los
podremos realizar?...)
Melancólico ensueño
ilusorio
que justifica el vegetar
del ánima mía soberbia,
de mi
espíritu singular...
Melancólico ensueño ilusorio...
(no lo podremos
realizar...?)
Riela en mi alma tu
recuerdo...
Siento en mi boca palpitar
el beso trémulo y perenne
con que nos hemos de besar...
miro en tus ojos de misterio
-como si
fueran a llorar...-
todo el poema de la vida
que no pudimos
realizar...
En tu nocturna cabellera
-nardos y lirios y azahar-
aspiro todos los perfumes
con que quisiera aletargar
mi quimérica
pantomima
de soñar y soñar y soñar!
Está en tu grácil cuerpo fino
toda la euritmia del rimar...
Son tus manos palidecidad
-parece que
fuera a nevar...-,
tus manos, lánguidas y breves,
pareja de lirios sin
par!
Tus manos, que bendijeron
con su perdón, mi divagar
por arduos
caminos oscuros
y muelles sendas del pescar...
Riela en mi alma tu
recuerdo
como la luna sobre el mar...
En el silencio de mis noches
oigo tu voz aletear...,
tu voz, que me dice muy paso
que no me quieren
olvidar!
Siento en mi frente
ensombrecida
tus manos cándidas posar...
Siento en mi ardida frente
gélida
el balsámico palpitar
de tus labios, que borran culpas
y que
me quieren perdonar...
¡Melancólico ensueño
ilusorio
de mi incoherente divagar!
Fantasía disparatada
de mi
espíritu singular!
Delirio ingenuo que se trueca
-irónico y duro- en
pesar...
¡Melancólico ensueño ilusorio
que no podremos realizar...!
Riela en mi alma tu
recuerdo
como la luna sobre el mar...!
Doble canción
I
Tengo una sed de vinos capitosos
-venusino furor, pugnas salaces,
ojos
enloquecidos por el éxtasis,
bocas ebrias, frenéticos enlaces-.
Tú, Dinarzada, tú, fogosa
mía,
tú, Melusina, vid de mis deseos:
¡dóname tu lagar tibio y
recóndito!
quiero oprimir tus uvas!
Y tus vinos
exprimir!
-fulgurante filtro cálido
para mi sed de zumos citereos!
II
Tengo una sed de búdicos nirvanas
-xahareño no oír, callada acidia,
ojos enceguecidos por el éxtasis,
espiritual ardor, psíquica lidia-.
Tú, viaje azul, deliquio,
noche intacta,
música..., oh tú, mi inasequible dueño:
¡llévame a tus refugios ataráxicos!
quiero tañer tus fibras!
y el prodigio
de tu entraña exprimir!
-don inefable
para mi sed de fugas y de ensueño.
Esta mujer es una urna...
Esta mujer es una urna
llena de místico perfume,
como Annabel, como Ulalume...
Esta mujer es una urna.
Y para mi alma taciturna
por el dolor que la consume,
esta mujer es una urna
llena de místico
perfume...!
La luna blanca... y el frío...
La luna blanca... y el
frío...
y el dulce corazón mío
tan lejano... tan lejano...
¡tanto distante su mano...!
La luna blanca, y el frío
y el dulce corazón mío
tan lejano...
Y vagas notas del piano...
Del bosque un aroma arcano...
Y el remurmurar del río...
Y el dulce corazón mío
tan lejano...!
Más breve
No te me vas que apenas te
me llegas,
leve ilusión de ensueño, densa, intensa flor viva.
Mi ardido corazón, para las
siegas
duro es y audaz...; para el dominio, blando...
Mi ardido corazón a la
deriva...
No te me vas, apenas en llegando.
Si te me vas, si te me
fuiste...: cuando
regreses, volverás aún más lasciva
y me hallarás,
lascivo, te esperando...
Mi pobre amor se está yendo...
Mi pobre amor se está
yendo...
yo me quedaré llorando...
La lluvia, leve, cayendo;
una
nube, allá, glisando...
Mi pobre amor se está
yendo.
Lejos, muy lejos!, soñando
la dulce amada, y tejiendo
su ilusión, me va matando...
Mi pobre amor
se está yendo...
¿Qué pasa, que nada
entiendo?
Qué pena se va a acercando?
La lluvia, leve, cayendo...
Una nube, allá, glisando...
La dulce amada tejiendo
su ilusión, que
voy matando!
Mi pobre amor se está
yendo...
Yo me quedaré llorando!
Nocturno N° 2 en mi bemol
(Scherzo Serloso)
I
Tiro los dados en el azul tapete de la
noche
para jugar el albur supremo!
Juego mi vida!
La llevo perdida
sin remedio...!
Bien poco
valía!
II
Juego mi vida contra una sonrisa de Venus Cipriota
hembra
madura, parpadeante en acecho del primer cupido;
o contra la Osa Mayor
que ha de bailar en las ferias al són del adufe;
o contra el anillo de
latón de Saturno, viejo verde,
taimado prestamista, insigne usurero;
o
contra el rebaño de las Pléyades,
-vírgenes necias, capretinas locas-.
Juego mi vida contra la Cruz del Sur,
condecoración barata,
o
contra un guiñar de ojos de Urano,
andrógino, equívoco planeta, ebrio
Narciso;
o contra el diablo Aigoi,
veleta de Perseo, ágil funámbulo;
o contra la farola pintarrajeada
de Sirio, trovador nocharniego;
o
contra el Cinto de Orión que apresa los flancos voluptuosos
de la Noche:
febril sacerdotisa de los ritos secretos,
de las íntimas lides;
o
contra un beso frío de la Luna
ofélida!
Tiro los dados en la azul alcatifa de la noche
para jugar el albur
supremo!
Juego mi vida!
Bien poco valía!
La llevo perdida
sin remedio!
III
Para la burla de Venus Veleta
mi corazón es el premio;
y mi
sonrisa -flor de indiferencia-.
Para las fechas del Sagitario
el amplio pecho,
y mi sonrisa -flor
de cansancio-.
Para Scorpio
traicionero,
mis zancajos, y mi risa sin odio.
Para Shylock y su balanza,
mi carne, que es el precio,
y mi sangre
-adehala.
Y para Zoilo y Compañía
-en el estuche del silencio-
la flor de la
sonrisa.
Juego mi vida!
Bien poco valía!
La llevo perdida
sin remedio!
Juego mi vida, oh Noche, contra el abrazo perenne
de tu cuerpo moreno
y felino, fogoso
o hecho ascuas de nieve!
Contra tu abrazo, oh Noche,
Oh Sheherazada!
oh tú, Sacerdotisa de las íntimas lides,
de los ritos
secretos!
Me extenúen tus besos profundos!
Me extinga entre tus brazos de
terciopelo!
En tu seno aromoso me sepulte!
y naufrague en tus ojos de
sombra y de lascivia y de misterio!
Pues si el amor huyó, pues si el amor se fue....
Pues si el amor huyó, pues
si el amor se fue...
dejemos al amor y vamos con la pena,
y abracemos
la vida con ansiedad serena,
y lloremos un poco por lo que tanto fue...
Pues si el amor huyó, pues
si el amor se fue...
Dejemos al amor y vamos con
la pena..
Vayamos a Nirvana o al reino de Thulé,
entre brumas de opio
y aromas de café,
y abracemos la vida con ansiedad serena!
Y lloremos un poco por lo
que tanto fue...
por el amor sencillo, por la amada tan buena,
por la
amada tan buena, de manos de azucena...
Corazón mentiroso! si
siempre la amaré!
Rimas
Tímida, la palabra
de
tus labios caía,
y en mi pálida frente
dolorosa y macabra,
toda
melancolía
se regó, evanescente,
blanda, como un arrullo...
Oh tu voz adorable...
¡Voz única entre tantas!
(Bajo el influjo suyo
fue placer inefable
mi dolor...) -Hoy no encantas
este fúnebre yermo...
( No sé dónde se riega
-toda melancolía-
tu voz... ) -Y estoy enfermo
porque tu voz no llega
a bañar de alegría
mi sufrir... en mi vida
dolorosa y macabra,
tal
vez hubieran sido
para curar la herida,
tu voz y tu palabra
que yo
jamás olvido...!
Ritmos
A Rafael Maya
Atardecer.
Temor crepuscular...
Inquietudes
que el véspero insinúa...
Luces violadas. Nombre de mujer
que escucho
musitar
cuando el silencio se acentúa...
Angustia tremulenta.
Indeciso dolor
que no se nombra...
Indeciso dolor que se aposenta
-frío y taimado- en lo interior
de
nuestra sombra!
Parpadear
lento,
undívago, ingrávido, en la penumbra...
y el
mismo musitar
yel mismo acento
del nombre y de la voz que mi cansancio
/ apesadumbra!
Atardecer.
Campanas augurales.
Tristeza insomne,
múltiple, que en su gris me
/ circuye:
y un rostro
de mujer
tras los cristales,
que me mira y me nombra... y que me huye!
Abulia; anhelos
de languidez, de sueño..., ¡no sentir!
Escancio
tu licor, oh crepúsculo!, en los hielos
del cansancio...
tu licor en
los hielos del morir!
Atardecer.
Temor crepuscular.
Inquietudes que el véspero insinúa.
Luces violadas. Nombre de mujer
que escucho musitar
cuando el silencio
se acentúa!
Atardecer...
Ritornelo
"Esta rosa fue testigo"
de ése, que si amor no fue;
ningunootro amor sería.
¡Esta rosa fue
testigo
de cuando te diste mía¡
El día, ya no lo sé
-sí lo sé, mas
no lo digo-
Esta rosa fue testigo.
De tus labios escuché
la
más dulce melodía.
¡Esta rosa fue testigo:
todo en tu ser sonreía!
Todo cuanto yo soñé
de ti, lo tuve conmigo...
Esta rosa fue testigo.
¡En tus ojos naufragué
donde la noche cabía!
Esta rosa fue testigo.
En mis brazos te oprimía,
entre tus brazos me hallé,
luego hallé más tibio abrigo...
Esta rosa
fue testigo.
¡Tu fresca boca besé
donde triscó la alegría!
Esta rosa fue testigo
de tu amorosa agonía
cuando del amor gocé
la vez primera contigo!
Esta rosa fue testigo .
"Esta rosa fue testigo"
de ése, que si amor no fue,
ninguno otro amor sería.
Esta rosa fue
testigo
de cuando te diste mía!
El día, ya no lo sé
-sí lo sé, mas no lo digo-
Esta rosa fue testigo.
Señora, Dama, dueña de mis
votos...
Señora, Dama, dueña de mis votos!
¿cuándo veré tus ojos encantados,
tus manos inasibles, tus dedos abusados,
y tus cabellos -piélagos
ignotos-
Cuándo veré tus ojos encantados,
y oiré tu voz de ritmos
sosegados...!
Pero serán todos mis sueños rotos
por el furor de
inevitables notos...
y tus manos pequeñas -los dedos ahusados-
no
curarán mis rudos alborotos,
ni darán paz a mis martirizados
labios,
que ardieron odios y sedes y pecados...!
Señora, Dama, dueña de mis votos!
nunca veré tus ojos encantados,
ni tus cabellos -piélagos ignotos-
ni oiré tu voz de ritmos sosegados...,
ni besarán tus labios ambiciados,
sobre mi frente, mis ensueños rotos...!
Soneto
No te besé la boca sino
cuando
me decías que el viento te besaba...
Si te gocé, ello fue si te
gozaba
también Eros....: con él te iba gozando.
Yo sólo se decir como es
"amando"
ni supe ni sabré como es "amaba"....
Más libre soy si tengo
el alma esclava:
y esclavo soy, joyoso, duro y blando.
No te besé la boca, alta
Fonoe
reticente, si no porque venusta
quemada del deseo, la ofrecías:
si te gocé, Belinda ( o
Nice, o Cloe
o Altacira ) fue cuando combusta
pira de Eros,
lujuriante, ardías...
Variaciones sobre un añejo temilla
«Venías de tan lejos...» 1935
Variación N° 5
Venías de tan lejos que ya
olvidé tu nombre.
Venías de tan lejos...
Mejor que no llegaras...
Sonatas de silencio y en claves inaudibles
contúrbanme el sentido con tácita latencia.
Cantatas de silencio, con
voces abolidas
me inundan, cataratas sordas, mudas, de hielo...
Venías de tan lejos... Mejor que no llegaras,
mejor que no
advinieras...: llegabas de mí mismo.
Función, mito, entelequia, trasunto,
resonancia
de malhadados sueños sin apenas relieves,
sin apenas
volumen: fantasma de quimera,
claridad incorpórea, sombra de fantasía:
eco, luz, cavilancia
-verberación del sueño-,
poema sin raigambre para
en jamás escrito.
Venías de tan lejos que ya olvidé tu nombre.
Venías de tan lejos... Mejor que te quedaras...
Sonatas de
sortílego fervor -imperfectibles-
contúrbanme el sentido -substancia sin
presencia-.
Cantatas jubilosas, patéticas, transidas,
me invaden,
cataratas de pasión sin anhelo.
Venías de tan lejos, mejor que te quedaras,
mejor que no advinieras:
te nutría mi abismo.
Eras trasunto: recolmaste mi espíritu y mi estancia.
Eras mis sueños
y resueños inútiles y densos o asaz leves.
Función o Cavilancia. Fata
irreal, y única, y verdadera.
Claridad, eco, sombra, lumbre: si todo a ti
me asía!
Substancia, resonancia,
ficción... Cordial, filtro o
beleño...
Poema incorporado. Rito sensual, Sollozo, Extasis. Grito.
Venías de
tan lejos que ya olvidé tu nombre.
Vieja romanza
Oh gracia de tu rítmico
cuerpo gozado un día!
Oh misterio inasible de tus ojos sedeños!
(Me
persiguió tu hechizo por ilusos y lueños
países encantados que holló mi
fantasía...)
Oh gracia de tu cuerpo que
ritmó la alegría
para danzar la Danza Única de mis Sueños!
(Cuando
adivino la dura negación de tus ceños
me refugié en las nébulas de la
Melancolía...)
Perfume de tu cuerpo, que
lo sexual integra!
Perfume de tu tórrida cabellera nocturna!
Y tu
boca! ( En tu boca naufragó mi albedrío )
No perfuma tu boca mi
inútil noche negra!
(Tal vez con ella tope mi boca taciturna
en algún
ilusorio lunario señorío...)