"...Cuando la luz se apaga y tu cuerpo se
queda
tendido y olvidado entre blandas semillas...
entonces tú terminas y yo comienzo a amarte."
"Love"
Henri Martin
Reseña biografica
Poeta, prosista y novelista
española nacida en Santa Isabel de Fernando Poó, Guinea Ecuatorial, en 1943.
Doctora en Filosofía Pura, Antropóloga y Catedrática de Filosofía, ha
ejercido la docencia desde 1965.
Ha sido Presidenta de la Sección de Literatura del Ateneo de Madrid,
organizadora y miembro del grupo
poético literario La Ortiga, fundadora y directora de Ediciones
La Palma en Madrid y organizadora y
coordinadora para el Gobierno de Canarias de los proyectos El Papel de
Canarias y
Memoria de las Islas.
Actualmente es directora de la Fundación Antonio Gala.
Su producción poética se inició con el poemario «El viento y las
adelfas» en 1973, al que siguieron
«Inevitable Océano» en 1982, «Penumbra» en 1985, «Del amor imperfecto»
Premio Internacional de poesia
“Ciudad de Melilla” en 1987, «La Fajana Oscura», Premio
Internacional de poesia “Rosa de Damasco” en 1989,
«Cementerio de elefantes» en 1992, «Al final del agua» en 1993, «Tránsito»
en 1995, «Mar de amores»
XII Premio Nacional de poesia “José Hierro” en 2002 y finalmente
«Quince poemas de amor adolescente»
en 2003.
Ha obtenido otros galardones como investigadora y guionista de
cine y parte de su obra ha sido traducida
al francés, italiano, inglés y árabe. ©
Especial
Es muy
gratificante encontrar en la literatura contemporánea española una voz
exquisita que contagia al lector de la magia y la profundidad de su poesia.
No en vano, la obra de Elsa López ha sido galardonada con importantes
distinciones y ha merecido la traducción a varios idiomas.
"A media voz"
se complace en ofrecer a sus visitantes la seleccion enviada por esta
excelente poeta, con la seguridad de que la disfrutarán plenamente.
Gracias, Elsa.
De: "Inevitable océano" 1982:
Hoy quiero regresar...
Te he querido, tú bien lo
sabes...
De: "Penumbra" 1985:
Cuando el
cansancio es grande y tiene forma oblicua...
Ha averiguado
el nombre que le ha correspondido...
De: "Del amor imperfecto" 1987:
Cuando tu lengua
escarba mi cuerpo lacerado...
He dispuesto
en mi rostro surcos inconfundibles...
No pronuncio tu
nombre por miedo a ver la herida...
Recuerda que la
lluvia cayó porque yo quise...
Recuerdo
el amor que me nacía al tiempo de la lluvia...
Sabía que vendrías...
Ya
nunca volveremos al viejo paraíso donde nace la lluvia...
De:
"La casa Cabrera" 1989:
Aquí la luz se
abre, se extiende al interior...
De:
"La fajana oscura" 1990:
El
extranjero
El patio
Manifiesto
Naufragio
De: "Cementerio de elefantes"
1992:
Cuando voy por
las calles, solitaria y ausente...
El que se arroja
al agua con su cuerpo magnífico...
En tu propia mano me diste de
comer...
La madre
De: Al final del agua 1993:
Cuando al caer la tarde reconozca tus huellas...
Me besabas los ojos con tus
ojos...
Me importaban un carajo las
mareas...
Perdona si algún día
invado tu presencia...
Shankara era el
camino por el que te perdías...
Tú tienes la costumbre de los ríos...
Tus nietos y mis nietos...
Yo soy la que comparte
contigo el abandono...
De: "Tránsito" 1995:
¡Ay, paloma, mi pecho!
Corre, amor, por el aire...
El cielo no es azul y
yo alargo los dedos...
No importa que la sangre corra formando mares...
No llores, amor mío...
De: "Mar de amores" 2002:
Aires de lima
Aladas
Mascarones de proa
Pastoreo
De: "Quince poemas de
amor adolescente" 2003:
Te quiero por ser
cuerda y tener cinco dedos...
Te quiero
porque aprendo contigo a ser distinta...
Te quiero porque fumas...
Te quiero porque un día ...
De: "Inevitable océano" 1982:
Hoy quiero regresar.
Tengo miedo al
saber
que la higuera se va volviendo grana,
y al viejo nisperero le
han crecido los gajos
hasta alcanzar la casa.
Hoy quiero regresar.
Cuando febrero se acerca, ya sin frío,
para
recobrar aquel remolino de almendras
y tuneras.
Aquel olor salitre y
miel de abeja
que se despeñaba, cuesta abajo,
por el camino de la
ermita y los dragos.
Hoy quiero regresar
al muelle, las noraes, y la sirena de los barcos.
Regresar a ti,
al otro lado de los sueños,
por donde multiplicas
la
ternura y los muertos.
1982
* * *
Te he querido, tu bien lo
sabes.
Te he querido y te quiero
a pesar de ese hilo de luto que me
hilvana
al filo de la tarde.
Y tengo miedo.
De la lluvia, del
pájaro de nubes,
del silencio que llevo conmigo a todas partes.
Tengo miedo a la
noche,
a quedarme encerrada entre alambres del sueño,
a la palabra
olvido
y a tus brazos en forma de barrotes dorados.
Miedo a recorrer la casa y saberla vacía,
o a quererte, de nuevo,
mucho mejor que antes.
No me abandones en esta larga ausencia.
Recuerda lo que he sido para ti otros inviernos:
el tiempo de querernos
indefinidamente,
el mar,
los barcos que llegaban sin muertos a la
orilla,
el ruido de las olas al fondo de la casa.
Y el viento,
recuerda el viento, amor, doblando las esquinas.
1982
De: "Penumbra"1985:
Cuando
el cansancio es grande y tiene forma oblicua,
se sienta en el rincón más
tibio de la casa
y reconstruye el mapa completo de la isla:
El reborde de
espuma rizado de gaviotas.
Los volcanes al sur,
al norte los barrancos.
La palma de su mano abierta bajo el cielo
en forma de caldera.
Las nubes esmaltadas,
el viento,
los
muros de la casa,
y la abuela sentada en el sillón de mimbre
viendo morir los barcos encima del estanque.
En ese itinerario de
océano amargos,
el llanto se repliega de nuevo en lo más hondo
a
contemplar, sin ruido, el paso de las aves.
1985
* * *
Ha
averiguado el nombre que le ha correspondido
y se define ausente,
exiliada del sueño,
emigrante, perpleja, desgajada,
sin billete de
vuelta.
Se declara sin fuerzas
y pide con vergüenza un poco de ternura.
Que le devuelvan, por favor, el mar.
De: "Del amor imperfecto"1987:
Cuando tu
lengua escarba mi cuerpo lacerado
que fue tan sólo tuyo durante un tiempo
espeso,
inmortal y perfecto.
Entonces tú terminas y yo comienzo a amarte.
Cuando he rugido
cóncava debajo de tus piernas,
y has dejado un reguero de sal y
hierbabuena
sobre mi piel reseca.
Entonces tú terminas y yo comienzo a
amarte.
Cuando la luz se apaga y tu cuerpo se queda
tendido y olvidado entre
blandas semillas.
Entonces tú terminas y yo comienzo a amarte.
1987
* * *
He
dispuesto en mi rostro surcos inconfundibles.
Me he puesto el delantal de
luto
y me he dejado ir al borde de la acera.
(Hay un banco vacío en el que me he sentado
para morir un poco y de
una muerte rara.)
Pienso en cómo te quise.
Yo no voy a aclararte de dónde me ha nacido
este dolor que crece a golpe de tristeza.
Pasa gente.
Hace ya mucho
tiempo que no te explico nada
porque hace mucho tiempo que perdí la
esperanza
de envejecer contigo.
Es domingo.
(El perro es otro espacio.
Una muerte distinta en medio de la calle.)
* * *
No pronuncio
tu nombre por miedo a ver la herida
y el golpe de la sangre.
No digo
las palabras que debiera decirte.
Te miro.
Te contemplo.
Te
observo.
Ojeo las esquelas y el tiempo de las nubes.
Luego digo algo
inútil,
mágico,
irreparable.
Digo cosas curiosas como decir:
qué
tal, hace calor, te quiero,
anoche he deseado tu cuerpo nuevamente.
Pero nada se oye dentro de las paredes.
Tú me miras inquieto,
decidido,
cobarde.
(Mi corazón empieza a
deslizarse
por la suave pendiente de tu pelo.)
* * *
Recuerda que la
lluvia cayó porque yo quise
y porque tú quisiste me miraste al espejo
y me encontraste hermosa de verde y gabardina.
Recuerda que lloraste
cogido de mi mano
y yo llené de besos tu infancia despoblada.
Recuerda que la noche
llegó porque yo quise.
Y te miré a los ojos,
y te besé las manos,
y
preparé tu ropa y el plato de naranjas.
Pero tuviste miedo.
Un miedo
huraño y torvo.
Un miedo con relojes.
Recuerda que fue cierto.
* * *
Recuerdo el amor que me nacía al tiempo de la lluvia.
Recuerdo los baúles
y las colchas de hilo,
las flores de lavanda volando por espacios
abiertos y felices,
aquella despiadada multitud de grillos debajo de las
lápidas,
y tus besos, pan y aceite, detrás de los postigos.
Recuerdo aquellos días cuando tú me besabas
tras las torres caídas
del castillo y las olas.
Y recuerdo las noches naufragando tu cuerpo
en aquella penumbra universal del hambre.
Yo entonces era otra.
Pero no he renunciado ni al amor ni a la
herida.
* * *
Sabía que vendrías.
Que tu barca de
acero encallaría en el fondo
entre las plataneras.
Que subirías la
cuesta hilada de mocanes
por aquel caminito en forma de culebra.
Que
primero llegaría tu cabeza,
luego el cuello,
los hombros,
tu
espalda contra el risco y los dragos del lomo,
el beso adormecido.
Te
quiero, me dirías.
* * *
Ya nunca volveremos al viejo paraíso donde nace la lluvia,
donde huelen a
alfalfa cortinas y manteles.
Ya nunca volveremos a medir la distancia
que queda entre las ramas
del drago florecido.
Ni a remover la tierra,
ni a regar los maizales,
ni a pintar las ventanas,
ni a recoger el agua en cubos transparentes.
Ya nunca vendrá el
frío
a llenarnos el pozo de zarzamora verde.
Ni volverá tu boca a
dejar en la mía el sabor de la almendra.
De: "La casa Cabrera"1989:
Aquí
la luz se abre, se extiende al interior,
penetra por las bóvedas y
alcanza,
como una tromba dulce, los árboles del patio.
Aquí la lluvia nace,
aumenta y se desploma.
Se inclina en las barandas, recorre las paredes,
los arcos rebajados, las columnas de arista.
Aquí crece la vida, florece
el árbol mágico.
Mariposas de cartón anidan en el arco,
azul y
transparente, del viejo lucernario.
Revolotean el sueño de los hombres
que habitan
detrás de cada puerta.
Se posan en sus libros de cuentas
infinitas,
y se mueren -de cristal- detrás de los montantes
que dan al
paraíso.
1989
De: "La fajana oscura"1990:
El extranjero
Tú eres Aquiles, el hermoso
perdedor,
el de la espada de hierro,
el de la radiante cabeza
coronada,
el mejor.
La verdad que sí,
¡Oh dioses inmortales!
que
eres realmente bello.
Y no me extraña en absoluto
que Helena perdiera
el aliento
y su peplo de seda,
al verse frente a ti
arrojadas al mar sus
sandalias de cuero.
Yo soy Tersites, el guerrero aplastado por tu brazo
y el peso brutal
de tus caballos.
Yo soy el que te ama
en medio del fragor de las
batallas,
mordido y ensangrentado por tus perros.
1990
* * *
El patio
Por eso a sus amigos les dice casi
siempre sin temor a equivocarse
que la imagen constante e invariable del
mundo nunca fue la redonda.
Que el universo tiene la curva exacta de su
patio
(los árboles son frases referidas:
"más grandes", "menos
verdes", "más altos"
que esa larga palmera que cubre su ventana)
que
quiera o no lo quiera,
el mundo tiene aspecto de almendra, de dátil, de
guayaba.
* * *
Manifiesto
Hoy declara que os ama porque
oléis a madera,
porque habéis socavado en su cuerpo una brecha
por
donde corren ríos
y vienen a romperse los cristales del sueño.
Las palabras son
vuestras
y son vuestras las manos y el miedo que sostienen.
Y son
vuestros los nombres
y la pena que lleva por dentro de la sangre.
Son
vuestros el paisaje que guarda en la mirada
y el que tiene plantado
delante de la casa,
el mar, los aguacates,
y esos amaneceres que
esconde en la cocina
y enseña algunas veces tan sólo a quienes ama.
1990
* * *
Naufragio
Una tarde de Enero la nave perdió
el rumbo.
A lo lejos,
el viejo marinero atisbó tierra firme,
oyó el
suave murmullo de pájaros sin nombre,
la extraña melodía del Caballo de
Troya,
y, peligrosamente, se acercó hasta la orilla.
Luego ya fue muy
tarde.
El barco fondeó cerca de las sirenas
y Ulises, el más fuerte,
ya nunca volvería a las costas de Ítaca.
1990
De: "Cementerio de
elefantes"1992:
Cuando voy por
las calles, solitaria y ausente,
voy pensando en tu cuerpo.
Te llevo
entrelazado por todas las cinturas
que acometo desiertas.
Tú estás en
las aceras,
en las piedras del suelo,
en esos soportales que aúllan
tus abrazos,
en la melancolía de mujeres sin rumbo
que perdieron el
grito y la memoria nuestra.
Y yo sé que eres mío
por encima de ritos y vagas ceremonias.
Lo sé porque te amo y tú me
lo has oído.
Y yo sé que te amo
porque mis brazos duelen al recordar
los tuyos
y el espacio que ocupo se vuelve oscuro y frío
cuando escondes tus
ojos por detrás de los míos,
y una vez que me has visto crecer y
duplicarme
me hieres y abandonas delante de las otras.
1992
* * *
El que se
arroja al agua con su cuerpo magnífico
y luego deja gotear el mar por sus
caderas y las mías
como una prueba incontestable de perfección y afecto.
Aquel que me sonríe
desde la hilera mágica de su terrible boca,
inocente guerrero,
putrefacto montón de espléndida hermosura,
el único que sabe cómo he
perdido la batalla
y por eso me observa, todavía,
con una cierta
sombra de dulzura.
El que arrastra mi cuerpo por el campo de batalla
despedazado el tronco y la plateada cabellera,
y aún tiene conmigo la
deliciosa costumbre
de besarme los pies,
ese es el que amo.
1992
* * *
En tu propia mano me diste
de comer
-como a los pájaros-
pan y queso con aroma de hinojo, anís,
matalahúva.
Acercaste el cáliz a mi boca
y yo lo recibí como si un
hambre inmortal me delatara.
Estrené falda nueva, zapatos de tacón,
trenzas de oro.
Y luego fui al olvido.
(Pero siempre lo supe:
que nada amaba tanto
y no habría
camino más largo
que el de quererte a solas.)
1992
* * *
La madre
"Estos días azules y este sol de la infancia".
Antonio Machado
Cuando murió la madre lo supo de una forma
distinta,
poco clara quizás.
De herencia le dejó un álbum de
serpientes,
una cómoda antigua con cristal de bohemia,
un cuadro con
jardines y una calle de plomo.
No lloró casi nada,
?o mucho, poco
importa eso ahora?
Pero hoy, al recordarla detrás de los cristales
de esa ciudad sin niños,
le ha venido a la pena la imagen de su
cuerpo,
una ventana, la isla de colores,
el muelle de granito con sus
prismas dorados,
la casa, los anones, el mar, las plataneras,
oscuros
paraísos cubiertos de sal fina
y una muchacha absurda de mirtos al
alféizar
viendo morirse el agua
por detrás de la línea que llaman horizonte.
(La madre le contaba que
le gustaba verse,
agridulce y romantica,
mirar aquellos barcos hacerse
diminutos
y quedar engullidos por azules praderas.)
1992
De: "Al final del agua"1993:
Cuando al caer
la tarde reconozca tus huellas
en un rastro lejano de añiles putrefactos,
sabré que me has amado
y te has muerto en mis brazos
al final de la
ruta de las aves del mundo.
Allí, al final del agua,
donde se pierde el aire y mi pecho sin nubes,
allí donde termina tu
amor y mi horizonte.
1993
* * *
Me besabas los ojos con tus
ojos.
Con tus ojos mi vientre y tu ternura
se engarzaban felices en el
arco lunar de tu alegría.
Y en ese resplandor de los atardeceres
me
ofrecías el milagro de renacer por ellos.
Dorada la sonrisa y el amor que
me dabas,
podía descubrirte,
regresarte,
hacerte mío,
a través
de una mesa de fibra aguamarina.
1993
* * *
Me importaban un carajo
las mareas,
el aire que respiras
y ese montón de hormigas
que pisas
al mirarme.
(A mí lo que me importan son tus piernas,
el tono algo
inquietante de tu melancolía
y esa forma que tienes de quererme
cuando
estás frente al mundo)
1993
* * *
Perdona si algún día
invado tu presencia
y quedo clausurada sobre tus dos rodillas.
Perdona si declaro tu destierro de aljibe,
si me bebo la luna que duerme
en tus ojeras,
si entretengo tus horas de soñador furtivo
y me pongo
pesada al contarte mis cuentos.
Perdona si soy alta, mimosa,
insumergible.
Si me duelen las cosas que dices a diario,
si no te miro a veces cuando vas a buscarme
o mis ojos se cuelan por
tus vértices negros.
Perdona si comparto contigo mis asombros
y
habitamos felices en un mismo planeta
del cual sólo se saben tus pasos y
los míos.
Perdona si algún día persigo tus cometas
por el sol y las
tapias de recoletos sur.
Perdona si estoy triste
y me atrevo a pedirte
las señas de tu cuerpo
precisamente hoy,
unas horas más tarde de
acabar el invierno.
1995
* * *
Shankara era el
camino por el que te perdías.
El hombro sin espacios
por el que te
enredabas a mi pelo mojado.
Shankara era encinas, las fosas de tu cuerpo,
mis besos sin medida mordiéndote la sangre.
mandarinas de oro cayendo en
el asfalto
y tu sueño rendido a la luz de febrero,
mucho antes,
quizás, de llegar a Shankara.
1993
* * *
Tú tienes la costumbre de
los ríos:
pasar por las riberas sin mojarte,
formar algún remanso en el camino
y luego hacerte bulla, catarata,
arrasar con las plantas de la orilla
y arrojarte de golpe en los océanos.
Tú tienes la costumbre de los peces:
deslizarte muy suave entre mis
muslos
y quedarte parásito en mi origen
cubriéndome de escamas la
cintura
para luego afiliarte a la albacora
y tomar otro rumbo sobre el
agua.
Tú tienes la costumbre de las aves:
volar por los aleros de mi casa,
desmigajar el pan que me alimenta
y hacer nidos de caña en mi regazo
para luego alejarte en desbandada
dejándome la miel entre los dientes.
1995
* * *
Tus nietos y mis nietos
conocerán
un día el viaje que soñamos.
Sentados en el tren navegarán Krasnoiarsk,
los ríos nacarados de Siberia,
la tromba de marfil de tus rodillas
anidando mis pieles.
Me leerán.
Te leerán.
Volverán sobre tus pasos
y los míos.
Llegarán al gran templo
y me verán, desnuda,
trepando
por tus huesos como una enredadera.
1993
* * *
Yo soy la que
comparte contigo el abandono,
la que entretiene sus juegos con los tuyos
y deja a cielo abierto el campo de batalla.
Yo soy la favorita.
La más
agasajada.
La que mejor comprende tu soledad de alberca,
la que sabe
reposarte de cetros y coronas,
la que teje sin descanso esa capa de lino
que volverá a cubrirte los días de tormenta.
La que mejor conoce tus
noches de penumbra.
La que presiente, sin hablar, tu aventura más cierta,
la que te ríe los lances
y prepara la cena con manjares divinos
que
calmarán tu pena y el dolor de las otras.
Aquella que aletea muy cerca de
tus sienes
y al oído te reclama su vuelo más alto.
De todas soy la más
amada, la más hermosa,
la más triste de todas.
1995
De: "Tránsito"1995:
¡Ay, paloma, mi pecho!
No enseñes
el dolor que te hace leve.
No pronuncies el nombre que te delataría.
Sobrevuela el espacio que ocupo por tu boca,
lánzate valerosa sobre mis ojos tristes
y devora la lágrima que
convive conmigo.
Que el rey y señor mío
no sepa que en mis brazos han
florecido albahacas.
Él es cruel y no entiende que nuestro amor es alto.
No vayas por el aire,
que él es halcón furtivo y ha afilado sus
garras
para hincarlas a muerte sobre tu piel reseca.
Que piensa devorarte
y arrastrar tus cabellos por las tierras de Ammán.
Ha propuesto a la
corte
que se dicten las leyes necesarias y urgentes
para dejarme sola al llegar el invierno
y tu voz y tu cuerpo se
hagan inalcanzables.
Construye empalizadas, levanta torreones,
abre
vados y zanjas para que todo el reino
quede aislado del mundo
y no
puedas hacerte de mi nido tu lecho.
1995
* * *
Corre, amor, por el aire,
no
detengas tu vuelo.
La reina tiene miedo, amor,
la reina está asustada,
que ayer sostuvo el arco y las flechas reales
cuando vio a los guerreros
dispuestos a la caza.
El vuelo de mis alas se extendió sobre ellos
y
el rey dijo: "Matadla".
Pero la reina dijo:
"Está llena de gracia,
tiene el vuelo ligero y las alas le brillan
al descender la noche.
Y cuando vuelve a casa huele a arrayán su pelo
y tiene los pies fríos
de haber volado tanto.
No la matéis, señor,
es Shamra, la pequeña,
la hija más amada,
la que habéis prometido como reina a Damasco.
Dejádmela que viva.
Le cortaré las alas y aunque se vuelva triste
los
caminos de Bosra no volverán a verla."
Eso fue lo que dijo.
1995
* * *
El cielo no es azul
y yo alargo los dedos,
rompo el doble cristal que me aprisiona
y
vuelo hacia tu pozo
hacia el lugar umbrío donde me desconocen.
(La ventana es muy alta, el río está muy lejos,
y hay un montón de
lirios flotando en las orillas).
Luego alcanzo tu nombre y te llamo.
Te llamo por tu nombre y la costumbre de tu nombre.
Me despojo del manto
y me entrego desnuda al festín de los perros.
1995
* * *
No importa que
la sangre corra formando mares,
que mis ojos se vuelvan de metal y de
arena,
él gobierna y lo dice:
"Morirá quien yo quiera,
cuando yo lo desee y en el momento justo.
No importa si se ha vuelto del color de las nubes,
si es leopardo o
serpiente.
Yo acabaré con él y con su mala estirpe.
Los guardianes me
han dicho
que ahora tiene la forma de un alazán oscuro.
Pues bien, poco me
importa,
que voy a hacerme un manto con sus crines de seda."
Eso dijo mi padre sin mirarme a los ojos.
* * *
No llores, amor mío,
no se nublen tus
ojos,
que voy a andar ligera a tus pies enredada
y no podrás seguirme
cuando llegue a tu pecho.
Aguárdame en la sombra al final de los árboles.
Extenderé las alas y volaré hacia ti.
Penetraré lo oscuro,
reclamaré
del bosque la humedad de tu tronco
y ya no habrá enemigos pendientes de
tu espalda.
Tienes que estar atento,
que cuando emprenda el vuelo
tendremos el instante,
el fulgor de las alas,
y luego vendrá el
vértigo del amor más brutal.
Vendrá un crujir de plumas,
la sangre,
como almíbar,
y el grito, ya inhumano,
de la muerte más dulce que hayas imaginado.
1995
De: "Mar de amores"2002:
Aires de lima
Yo vi romperse el agua
camino de Beirut
cogida de tu mano sobre El Roque y las algas
que
tienen por costumbre el fondo de tus ojos.
Yo vi cómo giraban las aves de la tierra
cerca de tu cabeza.
Y vi
como la lluvia se hacía gris en el aire
sobre la casa grande rojo-indio
del valle.
Yo vi las jacarandas naciendo del asfalto.
Y los papayos verdes.
Y
aquel árbol florido de naranjas redondas
colgando de tus dedos.
Yo vi cómo la noche se prolongaba oscura
por tus hombros caídos y por
tu boca espesa.
Y vi cómo la muerte me alcanzaba despacio
hasta
dejarme a solas.
2002
* * *
Aladas
Yo no soy esa muchacha
de pelo
ensortijado y cintas en el pelo
que baila para ti en los antiguos salones
del Coimbra.
Yo no soy esa otra que se desliza suavemente
por las
gastadas alfombras del viejo comedor
-los brazos en alto como nubes o pájaros-
tarareando canciones que te
dejan partido el corazón..
No te engañes, mi amor,
no confundas mi voz
y mis canciones
con el tono ligero de las suyas.
Resucítame y créceme,
amado, no te escondas.
Emerge de la lluvia, del mar, de las cenizas.
Resurge en llamaradas.
Que el brillo de tu rostro no lo empañe la noche
ni el llanto de mis ojos.
Acaricia mis hombros
con la suave ternura de
otros tiempos
-la misma que utilizas con ella-
y di que aún soy hermosa
y que mi
pelo brilla como si fueran alas.
No me hagas la muerte más difícil.
2002
* * *
Mascarones de proa
Me hundo y luego vuelvo a renacer de nuevo.
No pueden las tormentas
con mi rostro y su pena.
Derivo mar adentro.
Me tragan los abismos
y resurjo de nuevo sobre el mar y las olas.
Yo soy insumergible.
Como
esos mascarones de los barcos antiguos
que navegan soberbios del tajamar
en lo más alto.
2002
* * *
Pastoreo
Ay pastor,
rebaño es este cuerpo
que apacienta y habita los prados de tu casa..
Vigílame, pastor.
Acéchame los labios y el pasto donde como.
Vigila los cercados,
que hay un lobo rondando por el invierno mío.
que las nieves son
altas y se ha posado el hielo
en este pobre pecho que a veces fuera tuyo.
2002
De: "Quince poemas
de amor adolescente"2003:
A quienes me dieron su amor a cambio de muy poco.
A los quince. A la luz y a su mirada.
A Mario Alcaraz
Te quiero por
ser cuerda y tener cinco dedos
y una guitarra abierta a la voz imposible.
Por guardarme secretos.
Por compartir conmigo
aquellos veinte años de lluvia y paraísos
cuando escuchar a Brouwer
era un acto de voluntad heroica.
Ya entonces me invadía esta misma certeza
de acompañarte siempre en la esquina del frío
esperando la hora de que abrieran las puertas
y ascender a lo alto
donde nos alimentaran por igual los acordes.
Te quiero, sobre todo te quiero, porque me has enseñado
a pronunciar el nombre de Ludwig Van Beethoven,
a corregir acentos y a escribir sin dudarlo
el nombre interminable de Johann Kaspart Mertz.
Te quiero
porque aprendo contigo a ser distinta...
A Rocío Cano
Te quiero porque aprendo contigo a ser distinta.
A sonreír de pronto
cuando me miras detrás de los paisajes
que inventas para mí cada
mañana.
Porque recortas telas, cartones, ventanales,
tejados y azoteas.
Porque pintas cobaltos y rojos bermellones
o
simplemente hieres de azules y azafranes
las puertas de mi casa.
Porque eres suave y hueles como las caracolas
y, en ciertas ocasiones, me
robas los perfumes
que ya nunca me pongo.
* * *
Te quiero porque fumas...
A Paul M. Viejo
Te quiero porque fumas y bebes y blasfemas
y escribes sin cesar por
las paredes
o en la estación del tren
o en los bordes urgentes de una alcoba
vacía.
Porque le has puesto verbos al dolor que te invade
y aunque lo
llames Marta
soy yo quien te acompaña
por esa travesía pesarosa de un nombre.
Y te quiero por todo o casi ya por todo
lo que me das o quitas o me
pones.
Y sabes, tú lo sabes, y yo también lo sé,
que formas laberintos para
que me distraiga
y me quede dormida cuando llega la tarde.
* * *
Te quiero porque
un día ...
A Alexis Amador
Te quiero
porque un día me llevaste hasta el río
y al vuelo de las aves que anidan
en el agua.
Y me tocaste el hombro para darme el aliento
que pierdo en ocasiones.
Porque me miras grave
y me guiñas los
ojos para poder seguirte.
Y me alientas,
y me acoges,
y me retienes por el aire cuando vuelo sin rumbo
o
he perdido el oriente.