"...He venido a este bar para
encontrarte,
furtiva como siempre,
para rozar la piel de tus esquinas..."

"Éxtasis"
Lajos Gulácsy
Reseña biografica
Poeta española
nacida en Rute, Córdoba, en 1952.
Vive en Granada desde comienzos de los
ochenta donde obtuvo su Licenciatura en Filología Hispánica por la
Universidad de Granada.
Publicó su primer libro de poemas cuando aún era
estudiante de Filosofía y Letras y desde entonces ha incursionado
en la llamada poesia de la Experiencia junto a importantes autores.
Es Presidenta de la Asociación de Mujer y Literatura
Verso libre y miembro numerario de la Academia de Buenas
Letras
de Granada.
En el año 89 obtuvo el
Premio Rafael Alberti de poesia por su libro «La Guerra de los
treinta años» y en el año 2000
el Premio Internacional de poesia Ciudad de Melilla por
«Contradicciones, pájaros».
Otros libros de su obra poética son:
«Pensando que el camino iba derecho» 1982, «La canción del olvido» 1985,
«La dama errante» en 1990, «Silencio» en 1994, «Elegía y postales» en 1994,
«Cámara subjetiva» en 1996,
«Canto de sirenas» en 1997 y «Bajo la alfombra» en 2008.
©
A mi buen amigo, que se fue a la playa dejándome en este desierto calcinadaAquel calorBuenas noches, tristezaCasablancaContra tiContradicciones, pájarosEl espejo de los espíasElegía y postalEn vanoLa chica de la maletaLa chica más suaveLa cólera de un vientoLas hojas muertasLos desastres de la guerraPoéticaPrimeras soledades
Se piange, se ridiSimpatía para el diabloVariaciones sobre Wordsworth y AudenYo, feminista, en un conciertoA mi buen amigo que se
fue a la playa dejándome en este desierto, calcinada
...que tanto gozar
no es de las cosas que pueden durar.
Boscan
Con estas palabras
y otras como éstas me consuelo
-no es cosa
de empeñarse
en el empeño-.
Busco a Boscán.
Pago el exceso
aprendiendo a templar...
Tú sabrás de eso,
si supiste alcanzar
la mar a tiempo.
Pero no te reprocho.
Sigamos al poeta -qué remedio-.
Antes que tú y que yo
compuso el
gesto:
Forzado es echar agua a tanto fuego.
De "La
guerra de los treinta años" 1989
Aquel calor
Si esta noche la sombra
cayó sobre la sombra,
y el silencio
su sello puso
sobre labios ya mudos,
qué puede sorprenderte.
Si aquel calor es una historia antigua
y sus cenizas las esparce
el viento.
Qué puede sorprenderte,
si ya tanto llovió sobre mojado.
De "Pensando que el camino iba derecho" 1982
Buenas noches, tristeza
La vida siempre acaba mal.
Siempre promete más de lo que da
y
no devuelve
nunca el furor,
el entusiasmo que pusimos
al apostar por ella.
Es como si cobrase en oro fino
la calderilla que te ofrece
y sus
deudas pendientes
-hoy por hoy-
pueden llenar mi corazón de plomo.
No sé por qué agradezco todavía
el beso frío de la calle
esta
noche de invierno,
mientras que me reclaman,
parpadeando,
sus
ojos como luces de algún puerto.
Por qué espero el calor que se fue
tantas veces,
el deseo
por encima de todas las heridas.
Pero acaso me calma una tibia tristeza
que ya no me apetece
combatir.
Todo sucede lejos o se apaga
como los pasos que no doy.
La
vida siempre acaba mal.
Y bien mirado:
¿puede terminar bien lo que
termina?
De
"Pensando que el camino iba derecho" 1982
Casablanca
As time goes by...
Entre
todos los bares de este mundo
he venido a este bar para encontrarte,
furtiva como siempre,
para rozar la piel de tus esquinas.
Y cómo me
hace daño tu cansancio
-ya sabes que mañana es cada lunes-
esa
vieja, tristísima, memoria
de buscarle sentido a algo que bulle
como se abre una flor,
así, de golpe.
Manías de la ausencia y tus nostalgias.
Te noto tan cansado...
Quiero dormir contigo. Busca sólo
un poco más de sueño y de tabaco.
Quiero morir contigo.
¿Por qué no me prometes un cumpleaños más?
Las arrugas ahí sí que son cosas serias
o el paso de los días,
con
mis pechos que bajan a acariciar tus manos.
Y luego cuando un labio
nos elude
en la piel de las ingles, ay, no muerdas,
y nos brinca
por dentro...
Pero ahora llega el tren
como un viejo caballo del National
qué
diestro en los obstáculos,
qué sucia su taberna,
qué mediodía
oscuro al despedirte.
Te veo tan delgado
con tus causas perdidas,
tus canas en la llama de la copa,
mi amargo luchador, .
sonriendo
lentamente, como si te murieras.
Como al decirme adiós.
De "La
canción del olvido" 1985
Contra ti
(Y en elogio de L. F. de Moratín)
Y si tú
fueras un hombre de bien
(que no lo eres)
vendrías a mezclarte
conmigo en las afueras
de Argel o de Venecia
para besar "insieme
il sacro piede
e admirare le spaventose meraviglie
superbe della
antichitá..."
como cantar solían los poetas.
Pero no eres hombre
de bien.
Oh, si lo fueras.
De "La
canción del olvido" 1985
Contradicciones, pájaros
Las verdades son la única verdad,
esas pequeñas huellas
de
nuestra historia.
Si las verdades dijeran la verdad
mentirían.
Aunque las verdades
también mienten con su verdad:
la
contradicción,
ese nido de pájaros crujiendo.
Las contradicciones parecen
insufribles
en nuestro mundo.
Pero uno intenta
huir de ellas
como los pájaros:
huir quedándose.
De
"Contradicciones, pájaros" 2000
El espejo de los espías
Estamos al fin hechos
a cierta imagen y semejanza vana
de esta
violencia que se ha llamado vida.
Que cada día
nos arrastra de
nuevo
para llevarnos siempre
al mismo sitio.
Así el lenguaje
acaba siempre siendo un animal
herido, un topo
que no zapa,
mudo,
helado espejo de los espías.
De "Contradicciones, pájaros" 2000
Elegía y postal
No es fácil cambiar de casa,
de costumbres, de amigos,
de
lunes, de balcón.
Pequeños ritos que nos fueron
haciendo como
somos, nuestra vieja
taberna, cerveza
para dos.
Hay cosas que
no arrastra el equipaje:
el cielo que levanta una persiana,
el
olor a tabaco de un deseo,
los caminos trillados de nuestro corazón.
No es fácil deshacer las maletas un día
en otra lluvia,
cambiar
sin más de luna,
de niebla, de periódico, de voces,
de ascensor.
Y salir a una calle que nunca has presentido,
con otros gorriones que
ya
no te preguntan, otros gatos
que no saben tu nombre, otros
besos
que no te ven venir.
No, no es fácil cambiar ahora de
llaves.
Y mucho menos fácil,
ya sabes,
cambiar de amor.
De
"Elegía y postales" 1994
En vano
En vano te he buscado.
Atrás quedan las horas
que tanto fueron tuyas.
Murieron.
Se fueron para siempre
con tu beso,
tu beso perdido en la cuenca
de mi mano,
roto de frío,
mientras que aquel portal sigue en su sitio,
y la casa se cae,
me dicen.
¿Sabremos algún día
por qué no merecimos tanta dicha?
De
"Pensando que el camino iba derecho" 1982
La chica de la maleta
Esta fría mañana tan cerca de diciembre
no tomé el desayuno, no
he leído el periódico,
no me metí en la ducha después de la gimnasia
(esta oscura mañana no quise hacer gimnasia)
no subí la persiana para
asomarme al cielo
ni he mirado en la agenda las promesas del día.
Esta dura mañana con su duro castigo
he roto algunas cosas que mucho
me quisieron
y salvé algunas otras porque duele mirarlas.
Me estoy
haciendo daño esta mañana fría,
quisiera destruirme sin salir de la
cama
o encontrar la manera de dormir un momento.
Cuando menos lo esperas, suele decir la gente,
la sorpresa
aparece con sus dientes de anís.
Cuando menos lo esperas, si te fijas
un poco,
verás que el aire lleva gaviotas y mensajes...
mas ya no
van conmigo esos viejos asuntos.
El aire arrastra lluvias y tristezas
heridas
y yo no quiero verlo cruzar como un bandido
tan guapo y
tan azules sus ojos venenosos.
Esta fría mañana tan cerca de diciembre
cuando rozan los árboles
de puntillas las nubes
junto a tanta miseria, tan helada ternura,
yo dejo mi impotencia, mi personal naufragio
entre estos blancos
pliegues olvidado...
Aunque mi cuerpo caiga doblemente desnudo
en
ese traje roto que luego es un poema.
Aunque otro sueño baje su luz
por la almohada
y ya no te despierte mi voz en el jardín.
De "La guerra de los treinta años" 1989
La chica más suave
Perteneces -lo sabes- a esa raza estafada
que el dolor acaricia
en los andenes.
Medio mundo de engaño conociste
y el resto fue
mentira.
Has llegado hasta aquí
huyendo de mil días
que pasaron
de largo.
Has llegado hasta aquí
para mostrar a todos tu inefable
pirueta,
ridículo equilibrio,
ese nado a dos aguas,
piedra de
escándalo,
ese triste espectáculo que ofreces,
esas gotas de miedo
que salpican
tus insufribles lágrimas.
Aparta.
De "La canción del olvido" 1985
La cólera de un viento
Dormir algunas
veces cuesta mucho.
Lo digo por el whisky doble
y por los
calcetines que preciso
y por cómo arrancaste mi foto de tu cuarto,
con aquella amargura en los labios crispados.
Desde entonces yo trato
de imitarte:
pongo cara de cínica, troceo tu corbata,
y vuelvo
indiferente la almohada.
Vano intento. Guardarte en un capítulo.
Como meter el mar en un pobre agujero.
Y aquí sigo en la playa, con
mi pala, mi cubo...
tan sola ya, tan roto el uniforme...
De "La guerra de los treinta años" 1989
Las hojas muertas
Igual que me sostiene
la tibia sensación de estar cayendo
por
la ladera dulce del otoño
de mi vida, y acaricio
despacio –como
vuelan las hojas-
mi cuerpo que ya lleva
el olor de la tarde,
así cae este poema
en el papel dorado de tu carne
y así
–voluptuosa-
su letra breve te acompaña.
De "Contradicciones, pájaros" 2000
Los desastres de la guerra
Escrito está en mi alma vuestro gesto
Garcilaso
Ya no tengo virtudes públicas.
No me quedan vicios
privados.
Sólo en mi corazón se agravan
las lesiones...
me
dijiste riendo,
yo no sé si llorando.
Y aquí vine a escribirlo en mi cuaderno.
De "La guerra
de los treinta años" 1989
Poética
Yo sé que estoy aquí
para escribir mi vida.
Que vine poco a
poco
hasta esta silla.
Y no quiero engañarme.
Sé que voy a contártela
y que será
mentira:
Sobre la mesa sucia
una gota de tinta.
De "Contradicciones, pájaros" 2000
Primeras soledades
Atardeceres rojos de otra edad,
Quemándome sin arder.
Ya no sabía qué decir, qué hacer.
Me pesaban las horas como lentos relojes
Que se llevara el sol en su caída.
Sabía
Que aquella luz rabiosa me llamaba desde lejos:
Algo tengo que ver con ese fuego
Que me enciende los ojos,
Mientras los árboles oscurecen
Como barcos perdidos,
Y las casas parecen blanquear un momento
Antes de convertirse en sombras, con la mía,
Recostadas en los picos de la sierra.
Lo quería entender.
Como quería saber quién era yo.
Cuántas veces le preguntaba al aire
Por sus promesas, aquello que escondía
Tan sutilmente como se deshoja la tarde
Bajo su escalofrío.
Una ráfaga helada me recorre por dentro.
Desde la baranda, mirando el horizonte,
La vi apagarse, infieles,
Extraños días que murieron sin mí
Guardándose el enigma de un nombre y su destino.
Luego el tiempo -que todo lo cura o destruye-
Me hizo fotografías de frente y de perfil
Para representarme en sociedad, darme carácter.
Y como siempre nos mide a su capricho,
Me regaló también estrellas risueñas,
Nocturnos que ardieron felices, conmigo
Llameando en otros ojos.
O crepúsculos tristes, como puertas arrancadas
De golpe, tiradas al mar sucio
Del olvido.
Y así escribí mi historia, día a día,
Sin paz en esta guerra, rojo y negro.
Aquellas primeras soledades, sin embargo,
Nunca me desvelaron su secreto:
Hermosas y crueles,
Prolongándose,
Las puedo recortar todavía
En el viejo papel del corazón,
Justo en la línea
Donde prohíbo el paso a la nostalgia.
De
"Bajo la alfombra" 2008
Se piange, se ridi
Te diré que no supe si reír o llorar
después de todo
pero
estaba feliz,
demasiado feliz, sospecho ahora.
Recuerdo que me
hablaste
de que empezaba a amanecer,
el cielo parecía algodón
sucio.
Lo más inolvidable será siempre
el aire fresco y dulce que
crecía,
igual que una caricia, entre dos luces.
Yo estaba sola
y tú quisiste ser mi amigo:
que esto no rompa
la amistad, dijimos.
Pero fue hermoso más que un sueño,
mucho más inquietante que un
puente entre la bruma
y aquel coche sin duda más maravilloso
que
un bosque de la Alhambra
y tu corazón más hondo y más extenso
que
el manto de la aurora
cuando llorando me asomé al balcón
de tus
ojos.
Por eso ahora escuece la distancia
como ella sola y el deseo
-cruel-
asoma cada minuto
-con el peligro que eso entraña
para
una sencilla amistad-
ahora no puedo menos que aceptar
lo que fue
un verdadero error de cálculo:
esta suave tristeza insoportable
con la que no contábamos.
De
"Cámara subjetiva" 1996
Simpatía para el diablo
Aquí,
los tuyos piensan mucho en tu
peinado...
C. Vallejo
Imaginando
que un tren habrá llegado a su destino
-ese tren que te acerca-
que en el andén, sobresaltados,
tus ojos
se espabilan,
el reloj se impacienta.
O así me lo imagino:
que un taxi llega siempre al amor mío
-cada hora te acerca-
que tus besos encuentran el balcón,
mi
vestido te anuncia,
el corazón se alerta.
Quiero decir, sabiendo
que cruzaste la calle,
que el ascensor
te reconoce
-y el giro de la llave-
que los zapatos te abandonan,
que tu camisa ha visto
el último botón de mi camisa.
Y dando por supuesto
que en la alfombra se aplasta un cigarrillo
sobre una quemadura irreparable...
Mira que eres desastre.
De "La canción del olvido" 1985
Variaciones sobre Wordsworth y
Auden
Todas las
cosas que me han sido familiares,
esperanza y dolor, ternura y odio,
las leyes que regían nuestros nombres,
no me conocen ya ni las
conozco.
Las palabras más limpias que aprendí,
amor y paz,
yacen
ensangrentadas cerrando los caminos.
Los discursos más vivos, más
honestos
han caído manchados y arrastrados
por los suelos.
Ninguna palabra sobrevivió
a nuestra historia.
Y en un río que pudre hasta los mares,
cínicos y homogéneos
nadamos
y guardamos la ropa.
Yo, feminista. en un concierto
A Teresa Gómez
Cuadros para una exposición de Moussorgsky
juegos de cartas de
Stravinsky
(intermedio de las mil y una noches de Strauss)
que hoy
puedo ya oír la música en vaqueros
dice mi amiga -digo- que a fin de
todo y cuentas
las mujeres no existen
sino
como apresuradamente sucias o amorales
-pero tan
temblorosas por el frío- .
(Aunque, niño, por verte
la punta del pie
si tú me dejaras
veríamos a ver...)
Salvo que allí soñada y en la
fila
de al lado, con Moussorgsky
trucándole las cartas a
Stravinsky,
cómo decir a voces que te quiero:
si nadie habla en
voz alta
en un concierto.
De "La guerra de los treinta años" 1989