"He regresado a casa con tu calma en los brazos
atropellándome algo en las lindes del pecho..."
"El sueño de Yadwigha"
Henri Rousseau
Reseña biografica
Poeta
español nacido en Madrid en 1962.
Licenciado en Ciencias Matemáticas
por la Universidad Complutense, tiene además estudios de filosofía,
literatura alemana y ciencias políticas. Profesor de filosofía moral en
la Universidad de Barcelona desde 1995,
es también redactor de la revista
"Mientras tanto" y traductor de literatura francesa y alemana.
Es considerado por la crítica como uno de los mejores exponentes de la
poesia española de las últimas décadas.
Ha obtenido, entre otros, los
premios:
poesia Hiperión en 1987, Feria del Libro de Madrid en
1993, Nacional de poesia
Villafranca del Bierzo en 1996,
Jaén de poesia en 1997, y en el año 2000 los
premios:
Internacional Gabriel Celaya
de poesia y Stendhal de Traducción.
Su obra poética está contenida en las siguientes publicaciones:
«Cántico de erosión» en 1987, «Cuaderno de Berlín»
en 1989, «Material móvil» en 1993, «Tanto abril en Octubre», «El corte
bajo la piel» y «Baila con un extranjero»
en 1994, «Figuraciones tuyas», «La esperanza violenta» y «La
verdad es un fuego donde ardemos», contienen poemas
de los años ochenta aunque apenas fueron publicados en «Amarte sin
regreso» en 1995. ©
De "El día que dejé
de leer El País" 1997
Amantes embrollados, 1995
De "El
corte bajo la piel" y "Baila con un extranjero":
Acción de
gracias
Alabanza sucinta de la
enamorada
Alabanza tuya
Alianza
Bienvenido al club
Elogio de la durmiente
Elogio de la superviviente
Elogio del estar
Elogio del placer en Sevilla
Por saber que tú existes
De "Figuraciones tuyas":
Am schiffbauerdamm
Amores imaginarios
Citas
Figuración de
ti
He soñado con ella esta noche
Los primeros poemas de amor
Toco el mundo
solamente en tu piel (fragmento)
Un amor viejo como un
recién nacido
De "Material móvil" y
"Cuaderno de Berlín":
Ausente
Encuentro con el Angel
Incredulidad
Poema del encuentro
Tres veces despertar
De "Cántico de la erosión":
Abolir la nostalgia
De ti
Deshazte de tus vértebras
mansas
Duerme un rato más, jardinera adorable...
En amaneciendo ella
siempre acaba de irse
Huella de un
cuerpo
De "La esperanza violenta":
Ausencia de la amiga
en Zamora
El vestido más hermoso
La amante 2
La
partida
La tersura de la enamorada
De "La verdad es un
fuego donde ardemos":
Habitarás mi silencio
He soñado con ella esta noche
( 2 )
Inconnue
De "Desandar lo andado":
Brassai en el Reina Sofía
No tiene doble fondo
Otros poemas:
Tanto dolor escrito en
este cuerpo:
1. Otro comienzo más
2. El esplendor de la metamorfosis
De "El día que dejé de leer EL PAÍS" 1997
Amantes embrollados, 1995
Amar puede
ser
un aperitivo con sifón
en una mañana de colores ácidos
o puede ser zambullirse en un lago de montaña
nadar equidistante
entre el cielo y el fondo
suspendido de un sol de extrema desnudez
Las buenas chicas no piden
la cabeza del Bautista sobre una
bandeja
Ya sé que no eres una buena chica
pero piensa que la cabeza
de
cualquier fantasma sobre bandeja de plata
desequilibraría a cualquier
bailarina
Las cabezas parlantes
prometen la vida eterna con sifón
pero
yo he elegido cocinar contigo
crear contigo follar contigo dormir
en el país que delimita
el aroma de tu cuerpo desnudo
Amor mío
olvídate de decapitamientos con sifón
Ven a nadar al
lago donde ya estamos
Rechazar el sueño de la ingravidez
no implica renunciar a la
caricia de la piel azul del cielo
ni del dulce légamo suavísimo del
fondo
De "El día que dejé de leer EL PAÍS" 1997
De "El
corte bajo la piel" y "Baila con un extranjero":
Acción de gracias
El valor del amor no está en el amor
sino en tu alegría.
El valor
de la lucha política no está en ella
sino en las cerezas, las
muchachas y la buena atención sanitaria.
El valor de la libertad no
está en la libertad
sino en la igualdad.
El valor de la igualdad
no está en la igualdad
sino en la fraternidad.
Seguro que ya
sospechas dónde reside
el valor de la fraternidad y no te engañas:
en la libertad.
El valor de tu alegría tampoco está en sí mismo
sino en el gozoso desorden
con que construimos horas de libertad
de cerezas de igualdad de lucha política de amor.
Pero estas cosas las sé
porque tú existes.
* * *
Alabanza sucinta de la
enamorada
Cada vez
que me miras
nazco en tus ojos.
* * *
Alabanza tuya
Es malo que haya
gente imprescindible.
No es
muy buena
la gente que a sabiendas
se vuelve imprescindible.
La
fruta
ha de continuar atesorando sol,
no ha de menguar la fuerza
del torrente
si por acaso un día
se pierden unos labios.
Pero
-y este
pero me abrasa-
no puedo
decir que sea malo
que tú seas
imprescindible.
* * *
Alianza
Un bosque entero ha
regresado desde tu nuca
esta noche, lo he visto conciliador,
amigo, decididamente a favor
de lo posible, tú dormías
tras la
severidad de las últimas jornadas.
No quise despertarte, me refresqué
en tu pulso.
Las señales parecen indudables:
podemos auxiliar a
tiempo, juntos,
al número dos de dios, al tres, a otros acaso.
Ahora es sazón de no olvidar los sueños.
2
Hueles
tan bien. Hay miel como hay sudor,
hay trigo y
tierra. Yo lo veo y lo oigo resonante,
tan bien. Sabes tan bien
gozar.
Preservas tanto instinto de la flor a la fruta.
Yo lo veo y
lo oigo y te respiro y otra vez
te tomo abierta en nuestra mesa de
viento.
3
He soñado
la salvación de tu sudor
defiendo
nuestra intimidad común
ante los estragos de este cielo sangriento
recibo
en la libertad de tu cuerpo marcado
la ligera prosodia
del placer
he soñado
la salvación de tu sudor.
4
Luego en el filo
de la sombra
bailas
iluminada por blanca lentitud, bellísima,
tajantemente viva, sabiendo en todos los poros
y en todas las arrugas
del placer,
que es bien cierta la muerte, mas sólo empieza mañana.
* * *
Bienvenido al club
Eres uno
de los pocos que podían aspirar a esto, en realidad
te estábamos
esperando sólo a ti.
Hemos sabido siempre que eras diferente,
ahora ya has llegado: relájate y disfruta.
Nota cómo
te crecen los músculos viriles
y pliegues cerebrales bajo las yemas
de los dedos.
Nosotros vamos a volverlos rabiosos.
Tu piel
adquiere un bronceado envidiable,
se te esponja la próstata, tus
esfínteres conversan en inglés.
Ahora te tensaremos hasta la
excelencia.
Nota cómo te crece una memoria mejor.
Eres otro, ya no
eres quien eras,
nunca fuiste quien eras
pero tenías que llegar
tan alto con nosotros
para saberlo.
Ahora ya has llegado.
Te lo mereces todo y nos lo debes todo:
te lo cobraremos hasta la última gota.
Bienvenido al club.
* * *
Elogio de la durmiente
Yacer
despierto a tu lado
en el profundo cobijo de tu sueño.
Boca
abajo, respiras
una canción de la tierra
que no recordarás al
despertar.
Acompaso
mi ser a esa canción.
* * *
Elogio de la superviviente
En tu cuerpo, escrito:
la infancia como una
enorme sala húmeda
hospitales donde trasplantan cicatrices
una
temible aguja que se abreva en tu piel
terror a cruzar puentes sobre
las autopistas
diez años de indagación sobre el suicidio
desamor
golpes y la más extrema
clandestinidad del llanto.
El cuerpo del deseo es el del sufrimiento.
Ahora yo también
escribo en él
con esperma y con besos, arrastrando las sílabas.
Francamente: eres tan hermosa
que todas las mujeres son hermosas.
Nace mi lengua en tu boca de tabaco tibio.
Pero esto te lo diré de
otra manera:
no hay más derrota que el morir, la muerte
de un solo
trago o a sorbos. Y hasta entonces
sigue tu música y la lucha sigue.
* *
*
Elogio del estar
Dulce es
morir a veces de tu cuerpo,
dulce resucitar en tu mirada.
Dulce el
crujir de la luz que abre las horas,
dulce la espera, dulces los
estambres
que reparte tu mano tibiamente. Apenas
hace falta
decirlo. quizá sólo
depositar las palabras en el quicio
de una
ventana, donde las encuentres.
En
definitiva: muy rico soy de ti,
hay música en el aire y en la cama,
todo valió la pena.
* * *
Elogio del placer en Sevilla
En qué
pliegue de tu carne desdoblada
anidaba el placer
y por qué
ahora
tras un vuelo instantáneo
dilata el magnolio
desborda el
río
excede el vino la torre de naranjos
por qué
respira tanto
en el pecho del mundo.
* * *
Por saber que tú existes
Si te queda la mitad del desconsuelo
la décima parte
la
milésima parte del desconsuelo
eres inviolable.
(Vulnerable, inviolable).
Si la
algarroba te confía
un ángulo de dulzura en la boca
y conservas
todavía en las palmas de las manos
el seco calor tan leve de tus
muertos
seguramente eres tan vulnerable
como inviolable
y yo casi
lo mismo por saber que tú existes.
De "Figuraciones tuyas":
Am schiffbauerdamm
Berlín mi capital destartalada.
Tú mi
amante, aristócrata sublime,
tú la del pan pringao, la de los ojos
hondos
y las medias negras con sensacionales agujeros.
Costras de
tiempo se agrietan en las calles
Públicamente desiertas.
El cielo
de Berlín cuesta, amor mío
tanto trabajo
cuando reposan las
gaviotas
y tú faltas.
* * *
Amores imaginarios
1
Hemos venido para festejar.
La fiesta de dos cuerpos y una
sombra.
Dos cuerpos desgarrados por raíces
y la savia amarga de tu vulva
dulce
bautiza mi traición.
2
Tu voz está aquí, pero tú no estás aquí.
Están tus ojos,
pero tú no estás.
Tu cuerpo está, tú no.
Como un árbol arrancado,
como una oreja arrancada,
como un barquito tallado en corteza de pino
que se pierde en el arroyo de la infancia.
3
Increíble azar
de una moneda no trucada
que cayese sobre
la misma cara siempre
pero vivir es eso.
Inspiración crear un código
y expiración
quebrarlo. No sigas arrojando esa moneda.
Anochece a
las cuatro de la tarde
el cielo desmiente a todos los espejos
y sé
que te he perdido.
* * *
Citas
Una vez llegaste tan
pronto
que no había flor que no fuese semilla
mano que no fuese
garra
ni amor nocturno que el sol no descubriese
en los cines de
barrio o en los parques.
Otra vez llegaste tan tarde
que el
prólogo ya estaba en el epílogo
un pinzón cantaba a medianoche
las
castañas asadas sabían a sobresalto
de muchachitas muertas.
A
veces llegabas cabalgando una tormenta
y te asombrabas de
encontrarnos empapados.
A veces custodiada por un tigre
y te
ofendías mortalmente si yo le daba la mano
sin quitarme los guantes.
A veces llegabas desde detrás del tiempo
me tapabas los ojos
y yo
tenía que adivinar
si el beso o la agonía
la entrega o cuántos
surcos
arados en tu cuerpo por estaciones de un año
donde ya no
había plaza para mí.
Hoy te estoy esperando en el momento justo.
En el fruto maduro. En la frente del día.
En una espuma que equidista
de la rosa y del cenit.
Amor mío
no tardes.
* * *
Figuración de ti
"Te amo. Pero ya no sé
lo que es eso, un amor"
Heiner Müller
La eternidad dura unos tres años, de los
diecisiete a los veinte
aproximadamente.
Tiene el espesor agrio de una lámina de vino tinto.
Tiene la
consistencia de tus muslos de estío bajo la falda tenue y
larguísima
que nunca te levantaré.
La eternidad. Un lugar sin sabiduría y anterior nostalgia de ella.
Hay luz filtrada por ramas de un verde restallante en el Parque
del Buen Retiro, luz adolescente que se quiebra inverosímilmente
sobre tu blusa.
Casi me da pudor decir que sólo te acaricio los pechos una vez.
Frescas ensoñaciones interminables en el jardín de la torpeza.
Las puertas sí que son algo irreversible: duros núcleos expectantes
aristas insomnes, una condensación exagerada de tragedia.
Pero la memoria ha desaprendido el llanto de manera radical.
Me besas
tú por primera vez, en un teatro donde no hay otra cosa
-espectadores
incluidos, desde luego- que terciopelo rojo.
Para besar tienes que sumergirte. (Yo no lo comprendo.)
Una
banda negra alrededor de tu cuello. En esa tibia frontera sí
que
podría abrevar el crepúsculo. En lugar de eso se te echa en
el regazo
y, como si nunca hubiera hecho otra cosa, no para un
instante de
ronronear.
Creo que puedo enseñarte algo y me engaño. Crees que puedes
enseñarme algo y te engañas.
Celos atroces, obscenos, inconfesables, de los chicos del
laboratorio
de fotografía.
Para lograr conciliar el sueño tengo que masturbamte (de fijo más de
mil veces) pensando en ti.
La eternidad se adensa en la sala
del Cinestudio Griffith de San Pol de Mar.
La eternidad no acaba de tomarme en serio.
Hace bien en no
hacerlo.
* * *
He soñado con ella esta noche
"La amistad danza en torno a la Tierra y,
como un heraldo, nos anuncia a todos que
despertamos para la felicidad."
Epicuro.
1
Invención del cuerpo,
abolición
del
cuerpo.
Deseo.
2
Las arañas dulces
de la fatiga
sólo cuando he llegado
hasta tu vientre.
La pregunta se extingue.
3
Huésped de un sueño, amante,
amazona de gracia y abandono.
Lunar la mano o beso
cauteriza la ausencia.
4
Así un día encuentro -y es gozo en duración-
que la mejor
expresión de aquel amor
tan buen acompañante de mi vida
se da en
esta cálida, precaria, nocturna frase del oboe.
5
Inútil para el rencor.
Cada beso abre
una boca en la piel:
la
vida a borbotones.
6
De la
carne no la resurrección:
La insurrección. Contigo
hasta el fondo
del sueño
y desfondarlo.
* * *
Los primeros poemas de amor
1
En ellos uno escoge
casi arbitrariamente un objeto
cálido, apetecible, curvilíneo
para fantasear sobre él
(a veces
ni siquiera es preciso el objeto:
impenetrables los
caminos de Narciso).
No se habla del otro: se habla
de la propia ansia
del propio
miedo
del propio dolor.
Autoindulgente campanero de cristal
echando la vida al vuelo.
Más adelante se aprende, poco a poco
a menudo con crujir de
dientes
y gustosas angustias
y estrujones de corazón, la enorme
distancia que separa un cuerpo de otro
cómo a veces se salva en un
instante
cuán radicalmente
es cada ser humano un infinito.
Se
llega a estar ante el otro
como ante una patria remota.
Dicho sea
de paso
lo antedicho no solamente ocurre
con los poemas de amor.
2
He regresado a casa llevándote en los labios
asediado en mi
gozo por tus dedos de nata
He regresado a casa con tu calma en los brazos
atropellándome
algo en las lindes del pecho
Herido por la lluvia he regresado a casa
he perdido mi sangre y
he ganado la tuya
He regresado a casa con acrobacia fácil
atónito del largo azar de
tu caricia
He regresado a casa con tu cuerpo en los dedos
me he cortado los
brazos y tu cuerpo persiste
afirmando en el tacto su trabazón de
dicha
Qué dulce riesgo ser ladrón de tu cintura
He regresado a casa en este país cálcico
donde en los huesos
crecen delgadas llamas negras
He regresado a casa y me he echado en la cama
con un alba asesina
que me roba los párpados
He regresado a casa sin regresar ausente
y hasta el oxígeno dice
la magia de tu risa
He regresado a casa desnudo por el aire
Es más frágil el pecho
que el hálito que alberga
He nacido esta noche del collar de tu
abrazo.
(1979)
* * *
Toco el mundo
solamente en tu piel
(fragmento)
1
Está aquí. Arráncate
la piel para asomarte
al río más
profundo.
Hermosa, hermosa, hermosa, engalanada
solamente con su fugacidad.
Toda la luz del mundo
excava esta caricia,
revienta en este
fruto.
2
Pero mis ojos engendran
en tu piel. Mis ojos escriben
semillas
sobre la luz de tu cuerpo.
En este mundo hay demasiada muerte
para que durmamos
en lechos
distintos.
Mirarte es un retorno interminable.
4
Ven.
Acércate hasta que tus fértiles pestañas
me rocen la mejilla. Entra
despacio
con la lengua en mi boca, dame
de beber de tu saliva,
aplácame
la explosión de los labios con los dedos.
Ven. Tú estás
hecha para mis ojos y mis manos,
igual que yo estoy hecho
para el
vértigo de tus manos y tus ojos.
amor, qué sinsentido hablar de la
verdad
lejos de tu piel o fuera de tu aliento.
6
Un torrente de tiempo o un remanso
debajo de la piel.
Angustia parsimoniosamente respirando
entre cuatro paredes.
Al besarte, entreabierto, siempre
un fulgurante panal de
intimidad.
Y la oscura herida fascinante
de tu sangre menstrual
rememora
la promesa de las estaciones.
7
Tu testarudez,
que te vuelve inmune al soborno.
Tu
impaciencia,
que te hace tan difícil resignarte.
Tu risa a
destiempo
abriendo ventanas y cerrando heridas
en el espeso tiempo
del horror.
Tu sensualidad, alimentada
por una nube igual que por
un beso.
Tu inconstancia
incompatible con la mentira y con el
dogma.
Tu imprevisibilidad,
palabra con que calumnio
una
libertad más ágil que mis sueños.
Tu puerilidad
por la inocencia
imposible y verdadera
que te brilla en los ojos.
Debajo de este roble de la Holteistrasse
amo
todos
tus vicios.
8
Al besarme en la boca me entregas un aliento
que viene de tu
madre
y de la madre de ésta
y de la madre de ésta
y la cadena
carnal se pierde hacia el origen
del amor y del pánico.
Ese aliento
lo ignoran a veces hasta los pulmones
por no
hablar de tú y yo
Me desgarra los labios
la dulzura acre de la
libertad.
9
Una vinculación. Amo los cuerpos
donde el sudor y el tiempo
echan raíces,
la oscura explosión carnal del compasivo,
el
doloroso golpe en los riñones
de la fraternidad. Te amo
vinculada,
apegada a tu sangre,
solidaria en los fuertes tendones de tu cuello,
vertical en la tierra como un árbol
cuyo peso fuese ya meditación.
Amo los cuerpos
donde el sudor y el tiempo echan raíces.
10
Apoyo la boca
contra la boca que es tu sexo y grito
porque
la soledad de multitudes
de repente es mi cuerpo.
Y hoy que podría
jugarme a cara o cruz
una moneda con el mismo sol,
hoy que un
otoño orgulloso pastoreaba robles,
hoy que se amaban sirenas y
campanas
-hoy acaso tampoco voy a ser capaz
de besarte en los
labios tierra arada, musgo,
espuma marina, cobre, potros desbocados
y los labios unánimes de todas las mujeres.
Mas no te debo menos ni
me debo yo menos.
12
Solamente por ti
he tropezado mil veces con hogueras
duras como el cristal de la memoria,
me he enredado en ovillos que
eran selvas sañudas,
he robado su infancia a los imanes.
He
luchado con mirlos por un grano.
He remontado fluviales corazones.
Por ti he dudado del sol y de mi historia,
he olvidado quien no soy,
he crecido más alto que mi sombra,
he tallado bondad sin
consecuencias.
Por ti que vales mucho más que yo
y que no vales
siquiera
una hoja de olivo.
19
Sin
ti puedo escribir versos.
sin ti puedo pasear. Puedo
recoger hojas
secas. Puedo leer.
sin ti puedo admirar un crepúsculo prusiano
que
me recordará la Sierra
de guadarrama y puedo cocinar,
eso sí, con
pocas especias.
Sin ti no
puedo respirar un segundo.
Sin ti la sangre en las venas
es
aterida pasta de silencio.
Sin ti la luz se pudre.
Sin ti no hay
mundo.
23
"Soledad tengo de ti,
tierra donde yo nací."
Gil Vicente
Soledad
tengo de ti.
Te amo en
un mundo
donde el tormento nutre.
En los
versos se clavan
astillas, sólo astillas:
atisbos de
una vida
más profunda, más lenta,
más amarga, más limpia.
soledad
tengo de ti,
amor, desde que nací.
soledad
tengo de ti.
28
Con
un beso desprendes
mis párpados de ceniza.
El oro de
tu piel
desnuda.
Tu cuerpo
es el centro de este valle
Este valle es el centro de tu cuerpo.
29
Entre tu vientre y tus senos
beso la incandescencia del mundo.
Obrero en
las mejillas,
temblor de rodillas duras,
rico en retornos.
No hay
retroceso posible
después de haberte amado.
30
Cuando el rompecabezas del amor está completo
me encuentro con que no
obstante
ha sobrado un montón de piezas.
Y de tanta
alegría tengo
que besarte en los hombros.
* * *
Un amor viejo como un
recién nacido
Tuve un amor. Hace tantos
siglos de eso.
Venía cuando ya era noche cerrada y marchaba antes del alba.
El
viento rosado del amanecer, decía, de seguro le quemaría las
lágrimas.
Cuando pienso en ella echo de menos la capacidad de segregar
un
esqueleto externo en las circunstancias en que el interno se
derrumba. Una reserva de quitina para suplir las carencias del
calcio.
Ella venía lastrada por milenios de dominio, de vejación, de
tormento,
y al mismo tiempo sus pasos eran indeciblemente ligeros.
El poder
ascensional de su risa me asombra aún hoy.
Me regalaba tarros de miel furtiva, caramelos color de ámbar
con
un insecto dentro, ineficaces sortilegios para detener
los relojes, serenidad destilada en la contemplación de árboles
de diversos colores, me regalaba promesas, promesas a regañadientes,
muchas laboriosas y fugaces promesas.
Con ella era imposible establecer las reglas de respetuoso trato
que los seres humanos pactan para evitar despedazarse. Nos
amábamos y
nos heríamos con pasión pareja.
La tentación de la vida vegetal. La
purificación de las pasiones,
hasta que la sangre se transforma en
savia. La inocencia de la
fotosíntesis frente al trabajo del
carnicero.
Ella añoraba la época en que cabalgaba una yegua blanca
por
entre bosques inmediatos, las teas asombrosas del otoño. Yo no
podía ofrecerle nada equivalente.
Me enjabonaba el cuerpo de arriba
abajo, demorándose en el
sexo, y yo hacía lo mismo con ella. Nos
lavábamos los dientes a
la vez, mirándonos a los ojos en el espejo.
Hasta que un día ella
apartó la mirada.
Tuve un amor, un amor
viejo como un recién nacido, un amor
intacto después de tantos
siglos.
De "Material
móvil" y "Cuaderno de Berlín":
Ausente
Hay en tu
ser
cámaras apartadas que no alcanzo,
invernaderos de delicia,
lenta
germinación en tu sangre y en tu risa.
Está bien
así. De tu retiro tomas
con la frente encendida y en los ojos
una
promesa de luz
total para mañana.
* * *
Encuentro con el
Angel
Hoy he
conocido al Angel.
Ganas dan de llorar. Qué terca criaturilla miserable, desa-
seada, vanidosa. Qué plumas grasientas de supervivien-
te de marea
negra, qué calva vergonzante cubierta de
pelo ralo y engominado, qué
barriguilla lúbrica, qué
falta de dignidad, qué intentos de cohecho,
qué grose-
ras familiaridades, qué burdo narcisismo y qué tartajeo.
Por no hablar de la ridícula estatura de corneja...
No me cautivan las aventuras de la humillación. Me negué
a
decirle mi nombre.
* * *
Incredulidad
No eres
posible,
no es posible
que todo el calor del mundo
haya cobrado la
forma de tu cuerpo
tendido e irradiante junto al mío,
no es
posible tu cuello
girando sobre la almohada lentamente
como fanal de dicha,
tanta fructificación no es
posible, tan
alta primavera
desbordando tus pechos y tus manos
hasta inundar
todas las alcobas de mi vida,
no es posible el latido de tu sueño
cuando convoca
paisajes como caricias, dédalos susurrados
de
fraternidad y auxilio y maravilla,
no es posible la paz de tu vientre
rubio
si te busco debajo de las sábanas.
Desnuda no eres posible.
Junto a mí, no es posible.
Eres lo más real y no es posible.
* * *
Poema del encuentro
"De ti me fío, redondo
seguro azar"
Pedro Salinas
Te encontraré
postrada tras una revuelta
del otoño
-estandartes de sol helado,
barricadas de hojas secas-
o no te encontraré.
Te encontraré
desnuda frente al mar en el rellano
de una
escalera oscura
-y no me atreveré a rozar tu cuerpo-
o no te
encontraré.
Te encontraré
sucia de soledad o de heroísmo,
acribillada de
pájaros sin vuelo,
inmensa e íntima cual cielo sin heridas.
Te
encontraré.
* * *
Tres veces despertar
1
Por las mañanas, recién despierto,
cuando ya una luz pálida
de no haber desayunado
aventura su inmensa curiosidad en la alcoba
y tú eres aún sobre todo
ovillo de calor, desnudo imán de sueños,
me permito
un minuto para adorarte.
2
A veces, al despertar a tu lado
estoy seguro de que ciertos
"buenos días"
podrían curar el cáncer, la ceguera y la lepra.
Y
deseo entonces desesperadamente
ser también yo capaz de saludar así
a lo recién creado.
3
Entreabre el alba ventanas en la piel.
Yazgo junto a ti.
Sé que no conseguiré recordar lo que hemos
soñado esta noche. No ,hay
calor comparable al de un cuerpo
vivo.
Pero el ojo, el ojo desecándose querría... una niebla carmesí,
una lluvia de oro, al menos un avivamiento de la noche...
querría poder olvidar los poros de sarcástica nitidez
que
perforan a todos y cada uno de los seres de este mundo.
El sol arranca de los cuerpos una música sin cobijo. Duermes,
pero asediada por la claridad. Yo ya sé que la prueba de este día
consistirá en engolfarse
en la
estremecida vigilia de la realidad.
De "Cántico de la erosión":
Abolir la nostalgia
Es la hermana tullida del deseo.
De nada verdadero se predica.
Le
place avasallar: busca vasallos.
No le miréis las manos,
perder es imposible.
Abolir la nostalgia, esa tenia violenta,
esa impotencia desovillada en máscara,
mi desdentada enemiga más
voraz.
Untarle el cuerpo de brea y de vergüenza.
Sea
la desolada quimera del presente
nuestro empeño
imborrable.
* * *
De ti
Me pierdo.
Me encuentro en las yemas de tus dedos.
Me pierdo.
Me encuentro en la sed clara de tu pelo.
Me pierdo.
Me encuentro en el mediodía de tu cuerpo.
Me pierdo.
* * *
Deshazte de tus vértebras
mansas
De tu plural
saliva me he nutrido.
Amor mío enhiesto,
cíñete las medias rojas,
sacúdete la niebla
del pelo:
que nunca te haya visto tan hermosa.
Hunde los brazos vívidos
en el río sin médanos del tiempo.
Si
has de apoyar la cabeza,
apóyala en la aurora ratonada.
Deshazte en buena hora
de tus vértebras mansas.
* * *
Duerme un rato más, jardinera adorable,
sobre la almena de la torre del halcón
Te había contemplado tantas veces
abandonada, olvidada,
respirando.
Pero hoy he visto latir el tiempo vivo
en las arterias vígiles
del cuello.
Tu sueño, rítmico manantial en donde
inesperadamente bebo a
grandes sorbos
fortaleza y paz y ese buen trago
casi trágico hoy
de la esperanza.
Aún nos oreará los huesos este día.
Culminación del aliento:
sangre pródiga.
* * *
En amaneciendo ella siempre acaba de irse
Aurora
vertebral, corazón de vigilia.
tu
claridad en cada gota de rocío.
En cada brizna de hierba mi deseo.
El sol
desata una herida
de la que acaso mañana
seré digno.
* * *
Huella de un cuerpo
Ausencia
exactamente con tus ojos.
Ausencia diestra
como la miel de tus manos.
Ausencia dulce
cual si tus tobillos
me acariciasen debajo de la mesa.
Ausencia
pletórica de ti,
desgarrada, estremecida de ti.
Ausencia indistinguible de tu realidad.
De "La esperanza violenta":
Ausencia de la amiga en Zamora
Enmudece
mi cuerpo sin tu cuerpo.
Mi soledad se confunde si la tuya
no la
limita o apremia o acaricia,
si el brocal de tu vientre
no convoca
frescura, si la noche
está tan huera de ecos.
Dulce,
dulce es el nombre que esta aurora
inventaré para ti, lejana mía.
* * *
El vestido más hermoso
El mejor
vestido para mi cuerpo
es tu cuerpo desnudo.
el mejor vestido para
tu cuerpo
es mi cuerpo desnudo.
Vestido
así,
no tengo ganas de desnudarme
nunca.
* * *
La amante (2)
En la dignidad de una alcoba desnuda
quiero poseerte.
Ni una planta siquiera,
porque en ese instante somos del
desierto.
Barrancos amordazados, alquileres imprecisos.
El verano en el frescor extraviado de tus brazos.
La delicia de
no comprenderte
durante un instante. Cómo podría alejarme.
Y hay de repente
algo abrupto en tus manos, y te amo.
2
La voz parece arraigar en los pulmones.
Recorro sus raíces en el
interior de tu sexo.
Te beso los labios
del rostro y de la vulva.
Me tiendo sobre ti para no oír tu voz
desde la boca, sino para
sentirla
en los más hondo de tu cuerpo.
Déjame levantar el triunfo
de tu hálito
por encima de los tejados de la ciudad.
Te amo porque en ti
todo tiene palabra
y en su
frontera
y en la
frontera el silencio
ungido, terrible, manantial.
* * *
La partida
Última noche en la ciudad
sin lejanía.
Plenitud del misterio.
Absuelta de la duda,
agua aún quieta en
las fuentes
soñando el retiro de lo hondo, lo azul
inefablemente
dulce, la palabra de la noche.
Desperté a la luz que dormía
y la
extendí sobre la amante.
(Cómo asir
el don precioso e incierto de
la aurora,
a la fiel mano blanca
cómo dejarla marchar.)
Sacudí
el sueño afiebrado del aire,
dispuse los primeros caminos y los
últimos,
besé los cimientos del fuego:
y el viaje abrió su largo corazón de vigilia.
* * *
La tersura de la enamorada
Velar frente a tu cuerpo no como frente a un
espejo:
como frente a una puerta.
Noche ventral iluminada por tu
cuerpo. No sé acabar las frases
que comienzas tú.
Recorro el estupor de las avenidas de tu cuerpo. Poseer es un
acto de debilidad.
Tu sexo como una boca nocturna abierta contra mi piel, por la
que
inhalas y exhalas el oxígeno de los sueños.
Déjame abrazarte antes de la desecación de la noche.
Noche
ventral iluminada por tu cuerpo.
Agua sólo quiero de tus labios de musgo. Luna, de tus pechos.
Tu cuerpo, vértice de existencia donde se cortan el tiempo y el
deseo. La certidumbre tangible -acariciable- de poder no olvidar.
En cuántas noches de soledad, aún por venir, podré arrebujarme
en
la película de calor que hoy he robado nupcialmente a tu cuerpo.
Noche ventral iluminada por tu cuerpo.
De "La verdad es
un fuego donde ardemos":
Habitarás mi silencio
A veces
gritar es acariciarte los muslos, o torpemente
girar con
el escualo de tu sueño aterido
Tropezar en la blancura,
sumir la negra boca en tu pelo y sentir
hambre en las raíces
A veces aullar es amarte,
jugar a los dados con un lobo, otear
en el aire arrasado las naves
de la sangre. Creí que te besaba
cuando la hoz solar me cercenó los labios.
* * *
He soñado con ella esta noche 2
1
Toda la noche
desbordada,
gajo violento de fiebre y espuma,
me estrella contra
tu límite.
Cuando se retire la pleamar del sueño
buscaré por la
sucia arena fértil
tus muslos blancos que laten.
No sabré
interpretar tu gemido,
tu sonrisa o tu queja. No preguntaré,
porque el abra interior de una respuesta
nos espera muy lejos, otra
noche.
Ahora solamente
te amo, me mojo la frente y los labios
con desesperación y con quietud, ya muy despierto.
Gracias por
visitarme salobre y tan hermosa.
2
Tan niña que no querías subir este camino
caminabas dos
pasos desorbitabas los ojos
tan blanca como la luna de paseo
te
escondías el resuello en lo más hondo
y aquellos negros pantalones
ceñidos
y aquel calzado absurdo
Y yo me moría de amor
untaba de deseo las peñas y las hayas
imaginaba lo más secreto y recóndito del bosque
y amenazaba con
llevarte en brazos
Fue hace
tanto tiempo luego dormimos juntos
luego te devoró una ciudad
despanzurrada
pero sigues volviendo en sueños
sueños como desollamientos.
* * *
Inconnue
Me expongo
a ti como si fueras lluvia
capaz de deshacerme en átomos de cieno
merecedores del sedimento más hondo más oscuro y callado
para otra
edad; o pudieses
lavarme de ese barro y presentarme, exento,
con
la gran precisión de la jornada última,
ante los umbrales de gozo de
tu ser.
De "Desandar lo andado":
Brassai en el Reina Sofía
¿Pero habría aún un lugar al que huir, veleidades
de celebración, una
rueda sin eje? La gran lápida vertical cubierta
de musgo nos cierra el paso. Hay inercias más destructivas
que ningún golpe, que ninguna inmediatez. La cabeza de muerto de Brassai
emerge de las sombras:
su teatro carnal alimentó horas de agonía. «Los objetos me han ido
elevando hasta su altura», le había dicho Goethe,
animal prójimo, y él se lo repitió al anciano de Weimar a los ochenta y
tres años. La cabeza de muerto del surrealismo
emerge, llamarada de un deseo desarbolado, retráctil, incandescente;
timón de una belleza involuntaria, radicalmente
curada de nostalgia. Qué envergadura la de este jinete escamoso. El tren
avanza hacia atrás, desde el último vagón me gritan:
las cosas pueden hacerse de otra forma. La vida puede enlazarse con otra
libertad.
* * *
No tiene doble fondo
(para Gustavo Martín Garzo)
Todos estamos mancos en el
mundo; la mayoría de los seres humanos no
se
dan cuenta; la mayoría de quienes se dan cuenta son incapaces de
aceptarlo.
El enigma de la vida no es lo acabado, lo consumado,
lo pleno, sino lo
imperfecto. Malhaya quien
se obstina en perseguir la perfección, pues la
vida le escapa, la vida y su enigma.
No tiene doble fondo porque no tiene fondo.
Imágenes
persiguen a imágenes que persiguen a imágenes. El espesor de
las pantallas de televisión disminuye constantemente, su brillo y
superficie aumentan, el prisionero olvida que alguna vez deseó escapar.
No tiene doble fondo porque no tiene fondo.
Es asunto de preferencias y de expectativas, me diréis. Es asunto de
vida
que se debate en un tremedal de
hidrocarburos, en una imparcialidad
de
quirófano, en un interminable chapaleo hertziano, creo que os
contestaría. Todos estarnos mancos en el mundo, pero ninguna herida
puede resumirse a conocimiento categorizable.
En poesia no se puede ni hablar por hablar, ni hablar por el placer
de
escucharse a sí mismo. El breve
tiempo y la demasiada muerte nos
vedan
tales frivolidades. El soliloquio me parece esencialmente no
poético: en poesia todo se extrema hacia el tú.
Todo ocupa un lugar: también la palabra prescindible. Para ocupar el
suyo,
la palabra prescindible ha
desplazado o bien a la palabra sustancial, o
bien al silencio. Eso es intolerable.
No estoy hablando de buenos sentimientos. Estoy hablando de las
caderas
de la mujer que no dejaba de
estornudar en pleno verano, o del paso
del hombre frágil que cuando cruzaba la calle iba exponiéndose en cada
movimiento.
La lumbre del despertar, para quien no persigue el
cristal helado cuya
absoluta
transparencia hechiza.
Para éste la sal del sudor, la dulzura del pan compartido y la
sumergida
incandescencia de la sangre.
Otros poemas:
Tanto dolor escrito en
este cuerpo...
Para los médicos y médicas, enfermeros y enfermeras
que la atendieron; para las mujeres que cocinaron
y limpiaron para ella. *
"Cuando a la casa del lenguaje se le vuela el tejado
y las palabras no guarecen, yo hablo."
Alejandra Pizarnik
1.
Tanto dolor
escrito en este cuerpo.
Tanta luz anegada en estos ojos claros.
La
rosa es sin porqué
-ya lo sabías.
El dolor nunca tiene para qué.
2
En el
hospital el tiempo es otro tiempo.
Sigue pautas distintas:
leche
caliente a las cuatro y a las once,
desayuno a las nueve,
tantos
medicamentos en vasitos de plástico,
tomar la tensión por la mañana y
por la noche,
visita de los médicos a las diez más o menos,
la
comida a la una, tan temprano...
Lo que desaparece es la impaciencia.
La habitación es un vagón de ferrocarril
y el tren no va a llegar a
su destino
antes de tres semanas.
Una visita ha observado
que
el Madrid que se ve desde este piso décimo
es un óleo de Antonio
López.
3
Después de lamitoxantrona
orinas azul.
Cerca agoniza un
muchacho
a quien han serrado la pierna en la cadera:
cercenada
pesaba treinta y cinco kilos,
más peso que el resto de su cuerpo
ahora.
Un mesmerizador lo hipnotiza
para que no quiera morir
aunque se muere.
Tú orinas un azul
contiguo a esa agonía.
4
Estas enfermedades se llevan muchas cosas.
Lo que queda
me atrevo a llamarlo esencial.
Por ejemplo: estás viva. Te amo.
5
El café con leche cuesta ochenta pesetas.
El zumo de naranja
natural, doscientas.
Un litro y medio de agua
mineral Cuesta
ciento veinticinco.
El tratamiento -que paga
la Seguridad Social-
de seis a ocho millones.
6
A veces he pensado que ya estabas muerta
y yo vivía alguna
vida sin ti,
quizá con otra mujer.
La libertad de un duelo.
Me
imagino releyendo los cuadernos de tu mano
escritos con esa letra que
tú juzgabas tan fea.
Entonces me doy cuenta de que esa vida
es un
pozo seco que en realidad no imagino
y no tendría que ver conmigo
nada,
nada.
7
De pie detrás de ti
te rodeo la cintura con los brazos
mientras te inclinas para lavarte la cara
(esta mañana te
desvaneciste
y volviste luego con un minuto de terror
sobre la
lengua).
Te sostengo para que no caigas,
mi carne junto a tu
carne.
Mientras estamos así
pienso en todas las veces que
estuvimos así
pero mi carne dentro de tu carne
pero tu carne
envolviendo mi carne.
Y de repente eres tú quien me estás sosteniendo
para que yo no
caiga.
8
Sueñas
que queman por dentro a un caballo
y al día
siguiente empieza la fiebre.
9
El tónico facial y la crema hidratante
hasta con treinta y
nueve grados.
Hasta cuando eso representa más trabajo
que el de la
jornada en que más hayas trabajado en tu vida.
Todo ese trabajo
para salvar la tersura de la piel
salvar la vida y el mundo
que hoy dependen de la tersura de la
piel.
10
Un archipiélago de pequeñas estrellas de sangre
sobre los
muslos.
Tienes sólo doce mil plaquetas hoy.
Han bautizado a tus
estrelIitas
petequias.
11
Eres sagrada
Tu orina huele mal
eres sagrada
Se te cae el hermoso pelo negro
eres sagrada
Las
piernas no te sostienen
eres sagrada
Las heridas no cicatrizan
eres sagrada
Sin morfina no aguantas las llagas de la boca
eres
sagrada
eres sagrada
y por eso mañana baja la fiebre
baja la
fiebre azul
empieza el día de tu restitución.
12
Ya pasó, ya pasó, y sólo quedan
los chiquillos jineteando
sus
mountain-bikes en el baldío
-más allá del aparcamiento,
diminutos
desde la planta décima-
y esa gota de sangre sobre los
cubiertos de plástico.
*NB: el
autotrasplante de médula ósea salió bien
y la paciente (con quien me
había casado en
diciembre de 1993 después de varios años de
convivencia) goza de buena salud. Lo indico
porque algún lector de
estos poemas supuso-
para mi sorpresa- un desenlace fatal: yo creía
que el término restitución era suficientemente
explícito. Para que la
cosa quede clara, añado
los dos poemas siguientes:
Otro comienzo más
Hoy
un día de febrero
aterido de lumbre hasta los codos
has escapado
otra vez
al manto de ceniza
al restregón del cáncer
dispones
disponemos
de un día más
una semana más un año
un día
pero no te equivoques: no se trata
de un último día
nunca te dejes tutear por un tumor
este día ganado es el
primero.
(1995)
El esplendor de la metamorfosis
Has ganado la punta de
maldad que necesitan los buenos para
ser
auténticamente buenos.
Has ganado la pizca de obscenidad que necesitan las mujeres
para ser auténticamente misericordiosas.
Has ganado la docena de escaleras, recámaras y dobles fondos
que necesitan los cerebros para ser auténticamente imaginati-
vos y precisos.
Has ganado un par de kilos, pero te sientan como a una diosa
anterior a la era de las liposucciones.
El cambio, de un día a otro, es infinitesimal. Pero los días se van
endeudando con semanas, las semanas imponen normas a los
meses, los meses profieren rigurosas últimas advertencias contra
los años, imperceptiblemente y sin claudicaciones
han pasado cuatro años y eres otra
la
metamorfosis se ha cumplido.
Cuando te introduces en la cama a las seis de la mañana después
de haber trabajado toda la noche y quieres hacer el amor
desearía matarte desde luego, pero deseo mucho más
aunque me
halle confuso como pez arrojado a la luz desde lo
más hondo del sueño submarino
hasta en tus pliegues más blancos y
secretos follarte,
amiga dulcísima, mientras va amaneciendo a
trompicones
en este barrio de cristianos bemeuves y
glaciales céspedes ingleses
que no hemos
elegido y del que esperamos poder escapar pronto.
Has esquivado la baba de la muerte prendida a un hilo de risa
y de miedo deslumbrante,
te has ganado la vida los días en que la vida era tormento
y también aquellos en que era juego,
estás aquí, intacta y recreada, inconcebible e inconfundible,
espejeante en la fuerza algebraica del deseo, en el exacto
esplendor de la metamorfosis.
¡Pero
qué guapas sois las chicas morenas con los ojos claros!
Eres
mi
mujer
y estoy tan orgulloso que tenía que
escribir este mensaje para
regalártelo, fax mediante, el 17 de
diciembre de 1994.