"...Nacen hondos suspiros de la orgía
entre las copas cálidas, y en el agua salobre
de los maresse forjan perlas pálidas..."
"Mujer con paloma"
Guillermo Wiedeman
Reseña biografica
Poeta y
novelista colombiano nacido en Bogotá en 1865.
Fue el precursor del
modernismo en Colombia y es justamente considerado como el más
importante poeta
de Colombia y uno de los más importantes poetas de Latinoamérica.
Romántico y modernista, autor de la novela «De sobremesa», perdió
parte de su obra literaria en un naufragio,
un año antes de su trágica muerte.
Se quitó la vida en 1896. ©
A Ariana
Adriana
Al oído del lector
Asómate a mi alma...
Aurora
Crepúsculo
Edenia
Idilio
Juntos los
dos
Luz de luna
(Primera versión corregida de "Intimidades")
Luz de luna (Segunda versión
corregida)
Madrigal
Mariposas
Melancolía
Midnight dreams
Nocturno
Nocturno I
Nocturno II
Nocturno III
Notas perdidas
Realidad
¿Recuerdas?
Sub-umbra
Suspiro
A Adriana
Mientras que acaso
piensa tu tristeza
En la patria distante y sientes frío
Al mirar donde estás, y el
desvarío
De la fiebre conmueve tu cabeza,
Yo soñando en tu amor y
en tu belleza,
Amor jamás por mi desgracia mío
De la profundidad de mi alma,
envío
A la pena un saludo de terneza.
Si cuando va mi
pensamiento errante
A buscarte en parejas de otro mundo
Con la nostalgia se
encontrara a solas
Sobre las aguas de la
mar gigante
Entre el cielo purísimo y profundo
Y el vaivén infinito de las
olas.
Abril 11de 1883
Adriana
"Double virginité
Corps où rien n'est immonde
Ame où rien n'est impure" .
Victor Hugo ( Feuilles d'automne )
Noble como la cándida adorada
Del inmortal poeta florentino,
Corona de la frente inmaculada
El dorado cabello
Que sobre el hombro flota en blondos rizos,
Perdida en el espacio la mirada
Como se pierde en su conjunto
bello
La de aquél que contempla sus hechizos.
Hay infinita luz que
reverbera
En el azul de sus divinos ojos
Cual de limpio zafiro en los
cristales.
Una expresión de majestad serena
De pudor y recato virginales
Vela la gracia de sus labios rojos,
Y es a la vez misterioso
encanto,
Lumbre, murmullo, vibración y canto!
Su voz tiene las notas
armoniosas
De la del ave que en blando nido
de su impotencia de volar se
queja,
Llena de suavidad, llena de calma
Su cariñosa frase siempre deja
Una estela de perlas en el alma.
Tiene la delicada
transparencia
De las húmedas hojas de las lilas
Y ni una leve mancha en la
conciencia
Y ni una leve sombra en las pupilas.
Es una reunión
encantadora
De lo más dulce que la vida encierra
A los rosados rayos de la
aurora
Hecha, del aire en los azules velos,
Con lo más delicado de la
tierra
Y lo más delicado de los cielos!
Septiembre de 1882
Al oído del lector
No fue pasión aquello,
Fue una ternura vaga
Lo que inspiran los niños enfermizos,
Los tiempos idos y las noches pálidas.
El espíritu solo
Al conmoverse canta:
Cuando el amor lo agita poderoso
Tiembla, medita, se recoge y
calla.
Pasión hubiera sido
En verdad; estas páginas
En otro tiempo más
feliz escritas
No tuvieran estrofas sino lágrimas.
Asómate a mi alma...
De G. A. Bécquer
Asómate a mi alma
En momentos de calma,
Y tu imagen verás, sueño divino,
Temblar allí como en el fondo
oscuro
De un lago cristalino.
Junio 28 de 1883
Aurora
Cuando en las noches pálidas de luna
Cerca de tu ventana -una por
una-
Me cuentas tus hermosas ilusiones,
Cuando de tu mirada
soñadora
El rayo como lumbre de una aurora
Ahuyenta mis enjambres de
visiones;
Cuando reclinas blanda la cabeza
En mi hombro y disipas mi
tristeza
Y me acompañas en mis locos sueños,
Cuando de la ventura en el exceso
Sellas mi dicha con ardiente beso
De tus labios rosados y risueños-
Entonces como el náufrago -que asido
De una frágil tablilla- va
perdido
Y recuerda la plácida ribera
Mientras la oscura noche
negra y fría
Y la inmensa extensión muda y sombría
Y el
tempestuoso mar halla doquiera
Y que ve serenarse el horizonte
Y destacarse el azulado monte
Sobre la claridad de áureo celaje
Y aparecer -en vaga lontananza
Lleno de luz de vida y de bonanza-
Primaveral, bellísimo paisaje,
Entre las sombras de la vida mía
Se levanta la luz de un nuevo
día
Sin albor ni crepúsculo indeciso...
¿En la mirada de tus
negros ojos,
En el aliento de tus labios rojos,
Quién no sabrá
forjarse un paraíso?
Julio 26 de 1882
Crepúsculo
Junto a la cuna aún no está encendida
La lámpara tibia, que alegra y reposa,
Y se filtra opaca, por entre cortinas
De la tarde triste la luz azulosa.
Los niños cansados suspenden los juegos,
De la calle vienen extraños ruïdos,
En estos momentos, en todos los cuartos,
Se van despertando los duendes dormidos.
La sombra que sube por los cortinajes,
Para los hermosos oyentes pueriles,
Se puebla y se llena con los personajes
De los tenebrosos cuentos infantiles.
Flota en ella el pobre Rin Rin Renacuajo,
Corre y huye el triste Ratoncito Pérez,
Y la entenebrece la forma del trágico
Barba Azul, que mata sus siete mujeres.
En unas distancias enormes e ignotas,
Que por los rincones oscuros suscita,
Andan por los prados el Gato con Botas,
Y el Lobo que marcha con Caperucita.
Y, ágil caballero, cruzando la selva,
Do vibra el ladrido fúnebre de un gozque,
A escape tendido va el Príncipe Rubio
A ver a la Hermosa Durmiente del Bosque.
Del infantil grupo se levanta leve
Argentada y pura, una vocecilla,
Que comienza: «Entonces se fueron al baile
Y dejaron sola a la Cenicientilla!
Se quedó la pobre triste en la cocina,
De llanto de pena nublados los ojos,
Mirando los juegos extraños que hacían
En las sombras negras los carbones rojos.
Pero vino el Hada que era su madrina,
Le trajo un vestido de encaje y crespones,
Le hizo un coche de oro de una calabaza,
Convirtió en caballos unos seis ratones,
Le dio un ramo enorme de magnolias húmedas,
Unos zapaticos de vidrio, brillantes,
Y de un solo golpe de la vara mágica
Las cenizas grises convirtió en diamantes!»
...
Con atento oído las niñas la escuchan,
Las muñecas duermen, en la blanda alfombra
Medio abandonadas, y en el aposento
La luz disminuye, se aumenta la sombra!
...
¡Fantásticos cuentos de duendes y hadas,
Llenos de paisajes y de sugestiones,
Que abrís a lo lejos amplias perspectivas
A las infantiles imaginaciones!
Cuentos que nacisteis en ignotos tiempos
Y que vais, volando, por entre lo oscuro,
Desde los potentes Arios primitivos,
Hasta las enclenques razas del futuro.
Cuentos que repiten sencillas nodrizas
Muy paso, a los niños, cuando no se duermen,
Y que en sí atesoran del sueño poético
El íntimo encanto, la esencia y el germen.
Cuentos más durables que las convicciones
De graves filósofos y sabias escuelas,
Y que rodeasteis con vuestras ficciones,
Las cunas doradas de las bisabuelas.
¡Fantásticos cuentos de duendes y hadas
Que pobláis los sueños confusos del niño,
El tiempo os sepulta por siempre en el alma
Y el hombre os evoca, con hondo cariño!
Edenia
Melancólica y dulce cual la huella
Que un sol poniente deja en el
azul
Cuando baña a lo lejos los espacios
Con los últimos rayos de su
luz
Mientras tiende la noche por los cielos
De la penumbra el
misterioso tul.
Süave como el canto que el poeta
En un suspiro involuntario
da,
Pura como las flores entreabiertas
De la selva en la agreste
oscuridad
Do detenido en las musgosas ramas
No filtra un rayo de la luz
solar.
Mujer, toda mujer ardiente, casta
Alumbrada con luz de lo
ideal...
Radiante de virtud y de belleza
Como mi alma la llegó a soñar,
¿En sus sueños de cándida ternura
Así la encontrará?
Julio de 1882
Idilio
-Ella lo idolatró y Él la adoraba...
-Se casaron al fin?
-No, señor, Ella se casó con otro
-¿Y murió de sufrir?
-No, señor, de un aborto.
-¿Y Él, el pobre, puso a su vida fin?
-No, señor, se casó seis meses antes
del matrimonio de Ella, y
es feliz.
Juntos los dos
Juntos los dos reímos cierto día...
¡Ay, y reímos tanto
Que toda aquella
risa bulliciosa
Se tornó pronto en llanto!
Después, juntos los dos, alguna noche,
Reímos mucho, tanto,
Que quedó como huella de las lágrimas
Un misterioso encanto!
Nacen hondos suspiros, de la orgía
Entre las copas cálidas
Y en el agua salobre de los mares,
Se forjan perlas pálidas!
Luz de luna
(Primera versión corregida de "Intimidades")Ella
estaba con él... A su frente
Pensativa y pálida,
Penetrando al través de las rejas
De antigua ventana
De la luna naciente venían
Los rayos de plata,
Él estaba a sus pies, de rodillas,
Perdido en las vagas
Visiones que cruzan en horas felices
Los cielos del alma!
Con las trémulas manos asidas,
Con el mudo fervor de los que aman,
Palpitando en los labios los besos,
Entrambos hablaban
El lenguaje mudo
Sin voz ni palabras
Que en momentos de dicha suprema,
Tembloroso el espíritu habla...
El silencio que crece... la brisa
Que besa las ramas,
De seres que tiemblan, la luz de la luna
Que el paisaje baña,
¡Amor, un instante detén allí el vuelo,
Murmura tus himnos de triunfo y recoge las alas!
...Unos meses
después, él dormía
Bajo de una lápida
El último sueño de que nadie vuelve
El último sueño de paz y de calma...
Anoche, una fiesta
Con su grato bullicio animaba
De ese amor el tranquilo escenario.
¡Oh burbujas del rubio champaña!
¡Oh perfume de flores abiertas!
¡Oh girar de desnudas espaldas!
¡Oh cadencias del valse que mueve
Torbellinos de tules y gasas!
Allí estuvo, más linda que nunca,
Por el baile tal vez agitada
Se apoyó levemente en mi brazo,
Dejamos las salas
Y un instante después penetramos
En la misma estancia
Que un año antes no más la había visto
Temblando callada,
Cerca de él!...
...Amorosos recuerdos,
Tristezas lejanas,
Cariñosas memorias que vibran,
Como sones de arpa,
Tristezas profundas
Del amor, que en sollozos estallan,
Presión de sus manos,
Són de sus palabras,
Calor de sus besos,
¿Porqué no volvisteis a su alma?...
...A su pecho no vino un suspiro
A sus ojos no vino una lágrima
Ni una nube nubló aquella frente
Pensativa y pálida
Y mirando los rayos de luna
Que al través de la reja llegaban,
Murmuró con su voz donde vibran,
Como notas y cantos y músicas de campanas vibrantes de plata:
Qué valses tan lindos!
¡Qué noche tan clara!
Luz de luna
(Segunda versión)
(Pérfida como la onda)
ShakespeareElla
estaba con él... A su frente
Tan bella
y tan pálida,
Penetrando a través de los vidrios
De la antigua ventana
De la luna distante venían
Los rayos de plata.
El estaba a sus pies. De rodillas
Mirando las vagas
Visiones que cruzan en horas felices
Los cielos del alma.
Con las trémulas manos asidas,
Con el mudo
fervor de quien ama,
Palpitando en los labios los besos,
Entrambos hablaban
El mudo lenguaje
Sin voz ni palabras
En que, en horas de dicha suprema,
Tembloroso el espíritu habla...El
silencio que crece... la brisa
Que besa las
ramas
Dos seres que tiemblan... la luz de la luna
Que el paisaje baña.
¡Amor, un momento, detén allá el vuelo,
Murmura tus himnos y pliega las alas!Unos meses
después él dormía
Bajo de una lápida
Ese sueño del cual nadie vuelve
El sueño postrero de paz y de calma.
Anoche una fiesta
Con su grato rumor animaba
De ese amor el tranquilo escenario
En la risueña casa
Que escuchó sus promesas de amores
Promesas sagradas!
Allí estuvo cual nunca de bella...
Por el baile tal vez agitada
Se apoyó levemente en mi brazo,
Dejamos las salas
Y un momento después penetramos
En la misma estancia
Que un año antes no más la había visto
Temblando callada
En los brazos de un hombre querido...
Las nocturnas auras
Con los rayos de luna venían
Y al través de la reja llegaban
Entre vasos de niebla trayendo
Los perfumes de flores lejanas.
En un vidrio de la hoja entreabierta
Muy cerca brillaban
Con trémula luz diamantina
Unas líneas raras...
Miré lentamente
Las cifras extrañas!
Aún me parece
En aquella actitud contemplarla!
Las cifras aquellas... sus nombres
En letras grabados
Por la mano de aquél que hace un año
De la tierra en el seno descansa,
Por la mano de aquél que hace un año
En el mismo lugar la besara...
Aroma de nardos,
Risueñas canciones lejanas,
Cariñosos recuerdos que vibran
Cual sones de un arpa
Rumores perdidos,
Del amor que en sollozos estalla,
Calor de sus besos,
¿Porqué no volvisteis a su alma?...
A su pecho no vino un suspiro,
A sus ojos no vino una lágrima,
Ni una nube cruzó aquella frente
tan bella y tan pálida,
Y mirando los rayos de luna
Que al través del follaje filtraba
Murmuró con su voz argentina
¡Qué noche tan clara!
Junio 6 de 1883
MadrigalTu tez
rosada y pura, tu formas gráciles
De estatuas de Tanagra, tu olor de
lilas,
El carmín de tu boca, de labios tersos;
Las miradas ardientes de tus pupilas,
El ritmo de tu paso, tu voz
velada,
Tus cabellos que suelen, si los despeina
Tu mano blanca y fina toda
hoyuelada,
Cubrirte como fino manto de reina;
Tu voz, tus ademanes, tú... no te
asombres;
Todo eso está ya a gritos pidiendo un hombre.
Mariposas
En tu aposento tienes,
En urna frágil,
Clavadas mariposas,
Que, si brillante
Rayo de sol las toca,
Parecen nácares
O pedazos de cielo,
Cielos de tarde,
O brillos opalinos
De alas
suaves;
Y allí están las azules
Hijas del aire,
Fijas ya para siempre
Las alas ágiles,
Las alas, peregrinas
De ignotos valles,
Que como los deseos
De
tu alma amante
A la aurora parecen
Resucitarse,
Cuando de tus ventanas
Las
hojas abres
Y da el sol en tus ojos
Y en los cristales!
Melancolía
De todo lo velado,
Tenue, lejana y misteriosa surge
Vaga melancolía
Que del ideal al cielo nos conduce.
He mirado reflejos de
ese cielo
En la brillante lumbre
Con que ahuyenta las sombras, la mirada
De sus ojos azules.
Leve cadena de oro
Que una alma a otra alma con sus hilos une
Oculta simpatía,
Que en lo profundo de lo ignoto bulle,
Y que en las realidades
de la vida
Se pierde y se consume
Cual se pierde una gota de rocío
Sobre las yerbas que el sepulcro cubren.
Abril 24 de 1883
Midnight dreams
Anoche, estando solo y
ya medio dormido,
Mis sueños de otras épocas se me han aparecido.
Los sueños de
esperanzas, de glorias, de alegrías
Y de felicidades que nunca han
sido mías,
Se fueron acercando en
lentas procesiones
Y de la alcoba oscura poblaron los rincones
Hubo un silencio grave
en todo el aposento
Y en el reloj la péndola detúvose al momento.
La fragancia indecisa
de un olor olvidado,
Llegó como un fantasma y me habló del pasado.
Vi caras que la tumba
desde hace tiempo esconde,
Y oí voces oídas ya no recuerdo dónde.
Los sueños se acercaron y me vieron dormido,
Se fueron alejando, sin hacerme ruido
Y sin pisar los hilos
sedosos de la alfombra
Y fueron deshaciéndose y hundiéndose en la
sombra.
NocturnoOh dulce
niña pálida, que como un montón de oro
de tu inocencia cándida
conservas el tesoro;
a quien los más
audaces, en locos devaneos,
jamás se han
acercado con carnales deseos;
tú, que adivinar dejas inocencias
extrañas
en tus ojos velados por sedosas pestañas,
y en cuyos dulces labios -abiertos sólo al rezo-
jamás se habrá posado ni la sombra de un beso...
Dime quedo, en
secreto, al oído, muy paso,
con esa voz que tiene suavidades de raso:
si entrevieras dormida a aquel con quien tú sueñas,
tras las horas de baile rápidas y risueñas,
y sintieras sus labios
anidarse en tu boca
y recorrer tu cuerpo, y en tu lascivia loca
besar tus pliegues de tibio aroma llenos
y
las rígidas puntas rosadas de tus senos;
si en los locos, ardientes y
profundos abrazos
agonizar soñar de placer en sus brazos,
por aquel de quien eres todas las alegrías,
¡Oh dulce niña pálida!, di, ¿te resistirías?
Nocturno IA veces,
cuando en alta noche tranquila,
Sobre las teclas vuela tu mano blanca,
Como una mariposa sobre una lila
Y al teclado sonoro notas arranca,
Cruzando del espacio la negra sombra
Filtran por la ventana rayos de luna,
Que trazan luces largas sobre la alfombra,
Y en alas de las notas a otros lugares,
Vuelan mis pensamientos, cruzan los mares,
Y en gótico castillo donde en las piedras
Musgosas por los siglos, crecen las yedras,
Puestos de codos ambos en tu ventana
Miramos en las sombras morir el día
Y subir de los valles la noche umbría
Y soy tu paje rubio, mi castellana,
Y cuando en los espacios la noche cierra,
El fuego de tu estancia los muebles dora,
Y los dos nos miramos y sonreímos
Mientras que el viento afuera suspira y llora!
¡Cómo tendéis las alas, ensueños vanos,
cuando sobre las teclas vuelan tus manos!
Nocturno IIPoeta!, di
paso
Los furtivos besos!...
¡La sombra! Los recuerdos! La luna no vertía
Allí ni un solo rayo... Temblabas y eras mía.
Temblabas y eras mía bajo el follaje espeso,
Una errante luciérnaga alumbró nuestro beso,
El contacto furtivo de tus labios de seda...
La selva negra y mística fue la alcoba sombría...
En aquel sitio el musgo tiene olor de reseda...
Filtró luz por las ramas cual si llegara el día,
Entre las nieblas pálidas la luna aparecía...
Poeta, di paso
Los íntimos besos!
¡Ah, de las noches dulces me acuerdo todavía!
En señorial alcoba, do la tapicería
Amortiguaba el ruido con sus hilos espesos
Desnuda tú en mis brazos fueron míos tus besos;
Tu cuerpo de veinte años entre la roja seda,
Tus cabellos dorados y tu melancolía
Tus frescuras de virgen y tu olor de reseda...
Apenas alumbraba la lámpara sombría
Los desteñidos hilos de la tapicería.
Poeta, di paso
El último beso!
¡Ah, de la noche trágica me acuerdo todavía!
El ataúd heráldico en el salón yacía,
Mi oído fatigado por vigilias y excesos,
Sintió como a distancia los monótonos rezos!
Tú mustia yerta y pálida entre la negra seda,
La llama de los cirios temblaba y se movía,
Perfumaba la atmósfera un olor de reseda,
Un crucifijo pálido los brazos extendía
Y estaba helada y cárdena tu boca fue mía!* * *Ronda(Versión
original de "Poeta, di paso")Poeta, di
paso
Los furtivos besos...
La ronda... Los recuerdos... La luna no vertía
Allí ni un solo rayo, temblabas y eras mía
El aire estaba tibio bajo el follaje espeso,
Una errante luciérnaga alumbró nuestro beso...
El contacto amoroso de tus labios de seda...
La selva oscura y mística fue la alcoba sombría
El musgo, en ese sitio tiene olor de reseda...
Filtró luz por las ramas cual si llegara el día
Entre las nieblas pálidas la luna aparecía.
Poeta di paso
Los íntimos besos.
¿De las noches más dulces te acuerdas, todavía?
En señorial alcoba, do la tapicería
Amortiguaba el ruido, con sus hilos espesos,
Desnuda tú en mis brazos, fueron míos tus besos,
Tu cuerpo de veinte años sobre la roja seda,
Tus cabellos dorados y tu melancolía
Tus caricias de virgen y tu olor de reseda...Apenas
alumbraba la lámpara sombría
Las desteñidas sedas de la tapicería
Poeta di paso
El último beso...
De la trágica noche me acuerdo todavía
El ataúd heráldico en el salón yacía,
Fatigado mi cuerpo por vigilias y excesos
Oí, como a distancia, los monótonos rezos,
Tú, mustia, yerta y rígida entre la negra seda,
La llama de los cirios temblaba y se movía,
Perfumaba la atmósfera un olor de reseda...
Un crucifijo pálido, los brazos extendía,
Y estaba helada y cárdena la boca que fue mía.
Poeta, a las sombras
Temblando me vuelvo.
24/12/89
Nocturno III
Una noche
Una noche toda llena de perfumes, de murmullos y de músicas de alas,
Una noche
En que ardían en la sombra nupcial y húmeda las luciérnagas fantásticas,
A mi lado lentamente, contra mí ceñida, toda,
Muda y pálida
Como si un presentimiento de amarguras infinitas,
Hasta el más secreto fondo de las fibras te agitara,
Por la senda florecida que atraviesa la llanura florecida
Caminabas,
Y la luna llena
Por los cielos azulosos, infinitos y profundos esparcía su luz blanca,
Y tu sombra
Fina y lánguida,
Y mi sombra
Por los rayos de la luna proyectada
Sobre las arenas tristes
De la senda se juntaban
Y eran una
Y eran una
Y eran una sola sombra larga!
Y eran una sola sombra larga!
Y eran una sola sombra larga!
Esta noche
Solo, el alma
Llena de las infinitas amarguras y agonías de tu muerte,
Separado de ti misma, por la sombra, por el tiempo y la distancia,
Por el infinito negro
Donde nuestra voz no
alcanza,
Solo y mudo
Por la senda caminaba,
Y se oían los ladridos de los perros a la luna,
A la luna pálida,
Y el chillido
De las ranas,
Sentí frío, era el frío que tenían en la alcoba
Tus mejillas y tus sienes y tus manos adoradas,
Entre las blancuras
níveas
De las mortüorias
sábanas!
Era el frío del sepulcro, era el frío de la muerte
Era el frío de la nada...
Y mi sombra
Por los rayos de la luna proyectada,
Iba sola,
Iba sola
¡Iba sola por la estepa
solitaria!
Y tu sombra esbelta y
ágil
Fina y lánguida,
Como en esa noche tibia de la muerta primavera,
Como en esa noche llena de murmullos de perfumes y de músicas de alas,
Se acercó y marchó con
ella
Se acercó y marchó con
ella,
Se acercó y marchó con ella... ¡Oh las sombras enlazadas!
¡Oh las sombras que se buscan en las noches de negruras y de
lágrimas!... * * *Primera
versión de "Una noche"(Inédita,
para la Lectura)
I
Una noche,
Una noche toda llena de murmullos, de perfumes y de músicas de alas,
Una noche
En que ardían en la sombra nupcial y húmeda, las luciérnagas
fantásticas,
A mi lado lentamente, contra mí ceñida toda, muda y pálida,
Como si un presentimiento de amarguras infinitas
Hasta el más secreto fondo de las fibras te agitara,
Por la senda florecida que atraviesa la llanura
Caminabas.
Y la luna llena
Por los cielos azulosos, infinitos y profundos esparcía su luz blanca,
Y tu sombra
Fina y lánguida,
Y mi sombra
Por los rayos de la luna proyectadas,
Sobre las arenas tristes
De la senda se juntaban,
Y eran una,
Y eran una,
Y eran una sola sombra larga
Y eran una sola sombra larga
Y eran una sola sombra larga...
II
Esta noche
Solo, el alma
Llena de las infinitas amarguras y agonías de tu muerte,
Separado de ti misma por el tiempo, por la tumba y la distancia,
Por el infinito negro
Donde nuestra voz no alcanza,
Mudo y solo
Por la senda caminaba...
Y se oían los ladridos de los perros a la luna,
A la luna pálida,
Y el chillido
De las ranas...
Sentí frío; era el frío que tenían en tu alcoba
Tus mejillas y tus sienes y tus manos adoradas,
Entre las blancuras níveas
De las mortuorias sábanas,
Era el frío del sepulcro, era el hielo de la muerte
Era el frío de la nada,
Y mi sombra,
Por los rayos de la luna proyectada,
Iba sola,
Iba sola,
Iba sola por la estepa solitaria,
Y tu sombra esbelta y ágil
Fina y lánguida,
Como en esa noche tibia de la muerta primavera,
Como en esa noche llena de murmullos, de perfumes, y de músicas de alas,
Se acercó y marchó con ella
Se acercó y marchó con ella...
Se acercó y marchó con ella... ¡Oh las sombras enlazadas!
¡Oh las sombras de los cuerpos que se juntan con las sombras de las
almas...
¡Oh las sombras que se buscan en las noches de tristezas y de
lágrimas!...
Notas perdidas
I
Es media noche. –Duerme el mundo ahora
Bajo el ala de niebla
del silencio
Vagos rayos de luna
Y el fulgor incierto
De lámpara velada
Alumbran su aposento.
En las teclas del piano
Vagan aún sus marfilinos dedos,
Errante la mirada
Dice algo que no
alcanza el pensamiento.
¡Cómo perfuma el aire el blanco ramo
Marchito en el florero,
Cuán suave es el suspiro
Que vaga entre sus labios entreabiertos!
¡Adriana! ¡Adriana! de tan dulces horas
Guardarán el secreto
Tu estancia, el rayo de la luna, el vago
Ruido de tus besos,
La noche silenciosa,
Y en mi alma el recuerdo!...
II
Si en vosotras algún día
Se fijan sus ojos bellos,
¡Pobres estrofas! habladle
Con rumor suave
y ledo
Como notas de una música
Que oímos ha mucho tiempo,
Y que impregnada
de aromas
Torna en las alas del viento.
Alzada cual leve brisa
Besad sus blondos
cabellos
Y penetrad en su alma
Y en los espacios perdeos
Como en la santa
capilla
Las espirales de incienso!...
III
Como recuerdo
de su amor sincero,
Recuerdo dulce y único
De aquel amor
suave y melancólico
Cual la luz del
crepúsculo,
Guardo en un cofrecito plateado
Unas
rosas de musgo
Las contemplo en mis horas de alegría,
Las beso cuando sufro,
¡Aún guardan el
perfume penetrante
De los cabellos suyos!
Cuando bajo la tierra muda y fría
Duerma, lejos del mundo,
Cuando el ramaje de movible sauce
Cobije mi sepulcro,
Sobre la piedra que mis restos vele
Poned el ramo mustio!
IV
La noche en que
al dulce beso
Del amor, se abrió su alma
Caminando lentamente
Iba, en mi
brazo apoyada.
No había luna. Las estrellas
Vertían su luz escasa,
Y sobre
el cielo profundo
Nuestros ojos contemplaban
Como una bruma ligera,
La
brillante vía láctea,... suspiró.
Con voz muy queda
-dime, le
dije, ¡te cansas!
Alzó la hermosa cabeza,
Se iluminó su mirada
Y murmuró. Mira
dicen
Que es grande, inmensa la vaga
Bruma que brilla a lo lejos
Como una niebla de plata,
Que la forman otros mundos
Que están a inmensa distancia,
Que la luz solar invierte
Siglos en atravesarla,
Y si Dios quisiera un día
A ti y a mí
darnos alas
Esa distancia infinita
Feliz, contigo cruzara!
Bajo la
noble cabeza
Desvió la viva mirada
Y dijo paso –de nuevo
Me preguntabas
"te cansas"!
V
¡Pobre! junto del hombre aquel, su vida
Fue como un rayo del estivo sol,
Que se pierde en un caos de neblinas
Sin forma ni color.
Las veces en que, en horas de tristeza,
Las sombras de otros tiempos evocó
y el recuerdo feliz y sonriente
De su primer amor,
Las veces en que al beso de la pena
Quizá lanzó un ¡ay! y murmuró
Cabe la cuna del dormido niño
Una dulce canción,
Las veces en que en luchas interiores
Del sentimiento el grito sofocó
Como el [humilde] aroma de las rosas
Lo sabe sólo Dios!
VI
Encontrarás poesia
Dijo entonces, sonriendo
En el recinto sagrado
De los cristianos templos,
En los lugares que nunca
Humanos pies recorrieron,
En los bosques seculares
Donde se oculta el silencio,
En los murmullos sonoros
De las ondas y del viento,
En la voz de los follajes
Del amor en los recuerdos,
De las niñas de quince años
En los blancos aposentos,
En las tristezas profundas
Como el Cristo
En las noches estrelladas,
...Jamás en los malos versos!
VII
Como tú sobre la dura
Roca nativa, parásita
También he visto en la vida
Sobre las rocas más áridas
Criaturas tristes y buenas
Embellecer...
VIII
¡La visteis! dulce y serena
Su faz retrata su calma
Y aunque de visiones llena
Aún está virgen su alma.
Tiene la piel suave y pura
Cual las hojas de las lilas,
Ensueños de honda ternura
Rebosan en sus pupilas.
Pequeño y la forma arqueada
El pie nervioso y breve
y pálida y hoyuelada
La blanca mano de nieve.
La mirada traviesa
Con lumbre vívida brilla
Bajo de la blonda espesa
De la española mantilla.
Y al meditar en sus besos
Perdiéndose en sus miradas
Se sueñan locos excesos
De frescas carnes rosada [s].
Su alegre estancia risueña
Medio-templo, medio-nido,
Conversa al alma que sueña
Con un lenguaje escondido.
Hacia sus grandes ventanas
Que velan leves cortinas
Tienden las Oscuras ramas
Las madreselvas vecinas.
De noche mis pensamientos
Allí van -ruido importuno
En las alas de los vientos
Con los rayos de la luna.
Y al penetrar, a la mesa
Vuelan -do lee o delira-
O hacia el Cristo al cual le reza,
O al espejo do se mira.
Y cual una visión vana
Que evaporándose crece
Se salen por la ventana
Cuando la aurora amanece!
IX
Bajad a la pobre niña,
Bajad la con mano trémula,
Y con cuidadoso esmero
Entre la fosa ponedla
Y arrojad sobre su tumba
Frías puñadas de tierra!
Aún sobre sus labios rojos
La sonrisa postrimera,
Tan joven y tan hermosa
Y descansa helada, yerta,
Y está marchito el tesoro
De su dulce adolescencia!
Bajad a la pobre niña,
¡Bajadla con mano trémula
Y con cuidadoso esmero
Entre la fosa ponedla
Y arrojad sobre su tumba
Frías puñadas de tierra!
Cavad ahora otra fosa,
Cavad la con mano trémula,
De la sonriente niña
Del triste sepulcro cerca,
Para que lejos del mundo
Su sueño postrero duerman
Mis recuerdos de cariño
Y mis memorias más tiernas.
Bajadlos desde mi alma
Bajadlos con mano trémula
Y arrojad sobre su fosa
Frías puñadas de tierra
X
A Natalia Tanco A.
¿Has visto, cuando amanece
Los velos conque la escarcha
Los vidrios de los balcones
Cubre en la noche callada?
Deja que el rayo primero
De la luz de la mañana
Los hiera, y verás entonces
Formarse figuras vagas
En la superficie fría
Helechos de formas raras,
Paisajes de sol y niebla
De perspectivas lejanas
Por donde van los ensueños
A la tierra de las hadas
Y al fin un caos confuso
De luz y gotas de agua
De ramazones inciertas
Y perspectivas lejanas
Que al deshacerse semeja [n]
El vago esbozo de un alma.
Las neblinas que el espíritu
Llenan en horas amargas,
Como a los rayos del sol
De los cristales la escarcha
Si las hiere tu sonrisa
Se vuelven visiones blancas.
XI
Cabe el remanso sombrío
Del arroyo transparente
Palpita y tiembla de frío
Y la copia la corriente.
El tronco del árbol viejo
Y las verdeoscuras frondas,
Como en ve necia no espejo
Se retratan en las ondas,
Suelto el cabello abundoso
Sobre el hombro alabastrino
Su cuerpo esbelto y airoso
Vela sólo el blanco lino.
¡Un rayo de sol!... El tul
De las nieblas rompe el día
¡Aguas, yerbas, cielo azul
Todo respira alegría!
¡Llegó el momento! El cendal
Que la cubre deja huir
Del arroyo en el cristal
El cuerpo va a sumergir.
¿Mas porqué vuelve asustada
Los ojos y busca llena
De afán?... Una carcajada
Aún en los aires resuena,
Es que al ir escondido
Arroyo donde se baña
Despertó a un silfo dormido
En una tela de araña.
14 de agosto de 1883
Realidad
Para M...
En el dulce reposo de
la tarde
Cuando al ponerse el sol en occidente
Su luz dorada, de la vida fuente,
Como una hoguera en los espacios arde,
O de la noche en el silencio umbrío
Cuando la luna con fulgor de plata
Alumbra a trechos el sonante río
Y en sus límpidas ondas se retrata,
Entre las sombras de la vida hay horas
En que la realidad que nos circuye
A detener el ímpetu no alcanza
De nuestra alma que a lo lejos huye
Y a la región de lo ideal se lanza...
Y entonces cuando pienso en tus amores
Nuestras dos vidas deslizarse veo
No cual la realidad que aja sus flores
Sino cual la ilusión de tu deseo.
No por las conveniencias separados,
Soñando tú conmigo, yo en tus sueños,
Sino juntos los dos en los collados
De la Arcadia risueños;
Asidos por las manos a lo lejos
Buscando el fin de la campiña amena
A los pálidos rayos de la luna.
O del ardiente sol a los reflejos,
Dejando transcurrir una por una
Las no contadas horas venturosas
Que no mancha la sombra de una pena
Libando amor... y deshojando rosas...
Del verdor y del musgo en lo sombrío
Ocultos en lo ignoto del boscaje
Radiante aún de gotas de rocío
De virgen fuerza y de vigor salvaje;
Sentados a la orilla del torrente
Tú escuchando los ecos del follaje
Yo acariciando -trémula la mano-
Tus rizos al caer sobre tu frente...
Otras veces trayendo a la memoria
Los fantasmas de un tiempo ya pasado
Junto con ellos cual sencilla historia
Los ideales de tu amor soñado.
Y es entonces un gótico castillo
De altivas torres de musgosas piedras
En cuyo muro gris crecen las hiedras
Teatro de nuestro amor santificado.
Y en reducida y perfumada estancia
Cuyos tapices abrillanta y dora
El fuego de la antigua chimenea,
Juntos los dos oímos a distancia
Diciéndonos protestas de ternura
La voz del agua que al perderse llora
Y el viento que en los árboles cimbrea
Entre el silencio de la noche oscura.
O en frágil barca en plácida mañana
De lago azul flotando en los cristales
Con la mirada errantes contemplamos
El cielo, la ribera, los juncales,
Y las nieblas que inciertas, vaporosas,
Van a perderse en la región lejana
Como se pierde la esperanza humana
O el postrimer aroma de las rosas.
Mas cuando el alma en sus ensueños flota,
La realidad asoma de improviso
No más resuena la encanta nota...
Brotan espinas do la rosa brota,
Y en crüel se torna el paraíso.
Vuelvo a mirar... y pienso que nacimos
Para vivir por siempre separados,
Que no es una la senda que seguimos
Y que la lumbre que cercana vimos
Fue visión de tu amor y tus cuidados.
Y al comparar la realidad penosa
Con los paisajes de ideal que miro
En el fondo del alma lastimosa
Para tu dulce amor -niña piadosa-
Para tu dulce amor surge un suspiro.
Octubre 24 de 1882
¿Recuerdas?
¿Recuerdas?.... Tú no
recuerdas
Aquellas tardes tranquilas
En que en la vereda angosta
Que conduce
a tu casita
Plegaban a tu contacto
Sus hojas las sensitivas
Como al poder
misterioso
Del amor tu alma de niña...
En la oscuridad pasaban
Las
luciérnagas cual chispas
Que bajo la yerba espesa
Nuestros dedos perseguían
¡Así también en
las horas
De mis años de desdicha
Cruzaban por entre sombras
Mis esperanzas
perdidas!...
¿Recuerdas?... Tú no
recuerdas
La cruz de mayo que hicimos
Con violetas silvestres
Y con
sonrosados lirios
Bajo el frondoso ramaje
De tu árbol favorito.
Como una lluvia de
perlas
Sobre blanco raso níveo
Brillaba por los [...]
En las hojas del
rocío!
Y los pájaros cantores
Hicieron cerca sus nidos...
Después pasé una mañana
Y vi tu ramo
marchito
Como mi pasión ardiente
Por tu infamia y tus desvíos.
¿Recuerdas?... Tú no
recuerdas
Más de esa noche amorosa,
La lumbre de tus pupilas,
El aliento de
tu boca
Entreabierta y perfumada
Como un botón de magnolia,
Los murmullos
argentinos
Del agua bajo las frondas,
El brillo de las estrellas
Y las
esencias ignotas
Que derramaron los genios
En las brisas cariñosas,
Quedaron como
una huella
Que el tiempo aleve no borra
¡Ay! para toda la vida
¡Escritas en
la memoria!
¿Recuerdas?... Tú no
recuerdas
Pero yo, cuando levanta
El crepúsculo sombrío
Del fondo de las
cañadas
Y las tristezas inmensas
De lo profundo del alma
Al pasado
fugitivo
Tiendo la vista cansada
Y nuestra historia de amores
Hacia mí
tiende las alas.
¡Cuando en las horas nocturnas
Cabe el esposo que te ama
Tu agitado pensamiento
Tenga segundos de
calma
De aquella pasión extinta
¡Jamás te acuerdes, ingrata!
¿Recuerdas?... Tú no
recuerdas
La tarde aquella en que juntos
Bajamos de la colina,
Tus grandes
ojos oscuros
Se anegaban en los rayos
Sonrosados del crepúsculo
Y tu voz
trémula y triste
Como un lejano murmullo
Me hablaba de los temores
De tu cuerpo
moribundo!
Si hubieras entonces muerto
Cómo amara tu sepulcro
Ahora, cuando te veo
Feliz gozar de tus
triunfos
Tan sólo asoma a mis labios
Una sonrisa de orgullo!
Abril 18 de 1884
Sub-umbra
a A. de W.Tú no lo
sabes... mas yo he soñado
Entre mis sueños color de armiño,
Horas de dicha con tus amores,
Besos ardientes, quedos suspiros...
Cuando la tarde tiñe de oro
Esos espacios que juntos vimos,
Cuando mi alma su vuelo emprende
A las regiones de lo infinito,
Aunque me olvides, aunque no me ames,
Aunque me odies, sueño contigo!Mayo de
1881
Suspiro
a A. de W.
Si en tus recuerdos ves
algún día
Entre la niebla de lo pasado
Surgir la triste memoria mía
Medio borrada ya por los años,
Piensa que fuiste siempre mi anhelo
Y si el recuerdo de amor tan
santo
Mueve tu pecho, nubla tu cielo,
Llena de lágrimas tus ojos
garzos;
¡Ah, no me busques aquí en la tierra
Donde he vivido, donde he
luchado,
Sino en el reino de los sepulcros
Donde se encuentran paz y
descanso!
Junio 2 de 1881