"Te escalaré en silencio, exhausta de anhelarte
y seremos dos leños nutriendo el mismo fuego"
"Pasión y fuego"
Steve Colles
Reseña biografica
Poeta y
ensayista colombiana nacida en Leticia, Amazonas en 1943.
Es correctora
de estilo en diferentes impresos de circulación nacional y sus escritos han
aparecido en diarios
y revistas nacionales y extranjeros, así como en Antologias poeticas y de
narrativa.
Su obra poética es esencialmente romantica y sensual. Obtuvo
"Mención de honor" con su poema «Erótica»
en el Primer concurso Internacional de poesia Erótica celebrado en
Sao Paulo, Brasil, en 1993.
Ha incursionado con éxito en el cuento
y la novela con títulos destacados como «Nubia y su mercenaria
virginidad»,
«Lecturas de medianoche y «Narraciones eróticas.
Como ensayista, ha publicado, entre otros, «La mujer en la obra
de García Márquez y «La mujer en la obra de
Pablo Neruda».
De su obra poética merecen destacarse «El bailarín negro»
y «Erótica».
Reside actualmente en Bogotá. ©
Amantes
Canción tardía
Capricho
Consejos de Afrodita
Delictia carnis
Derrota
Deseo
Erótica
Evocación
Farsante
Génesis
Germinal
Hastío
La hora
Máscaras
Miedo
Momentos
Narciso
Nostalgia
Paisaje con mar
Poema desolado
Presencia de la tristeza
Suicidio del amor
Una mujer, un hombre
AmantesAscendente
marea creciendo en lenta fiebre
los amantes se buscan y enlazan
dulcemente,
como árboles que avanzan,
cumpliendo su destino de
incendiada epidermis.
De pie son dos espadas que luchan tercamente
por distraer la muerte,
tendidos son dos ríos fluyendo hacia el
instante
que anula la sellada consigna del olvido.Y si el
mundo, impaciente,
se sale de sus goznes, estalla o se disuelve,
los amantes lo ignoran, apenas necesitan
el canto de su sangre,
su
vida recobrada en húmedas batallas
y las pequeñas muertes en cada
despedida.
Canción tardía
"Te amaré siempre, siempre"
Inapelable noria de
las palabras que da vueltas,
al otro lado de la ausencia,
junto al vaciad0 pozo de los sueños.
"Tú y yo por la vida y
por la muerte"
Quién retuerce el cáñamo para tejer la hora
de un
pasado ilusorio.
Rumor que se aproxima, eco en suave curva
donde
la realidad es fuga.
Quién envía señales de humo, palomas mensajeras,
ramas sobre el
agua, almizcle en pos del viento
presagiando caminos de regreso
y
así aniquila
el tráfago irrevocable del olvido.
Canción tardía. Voz de pájaro emigrante
que ha extraviado el
rumbo, su estela monitora
y se abandona al sino de caprichosos
vientos
mientras deplora la prematura llegada del invierno.
CaprichoHoy he
besado a un hombre hechura de la tierra,
elemental,
agreste,
sin linaje ni aroma.
Capricho en el desgaste de una tarde cualquiera.¡Dura
carne de cobre para mi carne ardía.Y
aconteció, tan cierto, el regreso a la orilla
donde todo comienza:
la tierra, su inocencia,
y dos seres que aprenden el estupor de un
niño
cruzando el lento abismo.Obediencia
de arcilla perpleja y clamorosa
horneada en el oscuro
resplandor
del deseo.
El mundo en perspectiva, y el ojo de los astros
miro,
visión del Génesis, los cuerpos anudados.Y mientras
Dios gestaba
la rosa, los metales,
la curva de los montes, los
ríos iniciales,
un gemido y un canto de agonía deleitosa
diseñaron
los sauces y el primer ruiseñor,
e inmersa en la fragante destilación
del sexo
halló el mar tumultuoso
su vocación salina.
Consejos de AfroditaA la hora
del amor llega desnudo,
desnudo y puro,
como quien vive su muerte
y resucita.
Besa
hasta que sean de piedra tus labios
y tu lengua.
Acaricia
hasta que palidezcan los tigres camorreros.
Entrégate
con la avidez del sediento en la taberna,
con fervor, con pavor,
no retrocedas.Y en la
batalla de labios y de huesos,
en la apretada urdimbre de dos cuerpos
baja cantando, como un minero iluminado,
para cavar muy hondo entre
dos muslos.
Delictia carnisVoy por tu
cuerpo
con la avidez
gozosa
de un lobo que demarca
su nuevo
territorio,
preciso tu latido,
tu miel,
tu levadura,
el
tacto que me brinda
paraísos contrarios.
-Tu piel,
con su fragancia
de tierra
lloviznada,
transpira como un niño
que juega entre la niebla-.
Con manos
como olas,
con labios
como insectos,
con el
abrasado viento
de mínimas palabras
me aferro
a tus costados,
deambulo
por tu cuerpo,
convoco en tus fronteras
el solapado fuego.
Y,
así,
de toque a beso,
de humedad a silencio
te creces en
ternura,
te viertes
en codicia,
aprendo de tus manos
mi
resplandor más hondo,
y bebo
en tu saliva
mis sales y mi aroma.
Derrota
Anuncio mi regreso al límite marcado.
Al reloj con sus rígidas
señales,
a las siglas convenidas y ese rictus
que amedrenta
los
símbolos vitales.
Sí, ya estoy aquí, vedme desnuda
de toda
rebelión, de todo intento,
del fuego primordial de la esperanza,
fracción de vida
con su perfil anónimo.
Ya enjaulé mis ensueños migratorios,
exilié mis verdades
insurgentes,
ahuyenté mis fantasmas libertarios
y renegué de
mis locuras esenciales.
Ya soy de nuevo la cifra en el rebaño,
la postulante de toda
cobardía,
os invito, sin rencor, al gran evento,
de mis
remordimientos
y nostalgias.
DeseoLa noche
traficante de eróticas consignas.
Los amantes transcurren hacia el
éxtasis.
Un almizcle ritual de miel salobre
impregna el aire y su
fervor me ubica
en el puntual laberinto del deseo.
Servidumbre
de labios suplicantes,
obstinada ambición que
discrimina
todo gesto vital que no aproxime
la hoguera de otra
piel, y el denso musgo.Qué
mercenario puñal,
qué ultrasonido,
qué atroz felicidad, qué fiera
subterránea
podrá desvertebrar esta codicia,
este monstruo de
sedas y pezuñas,
lengua en acecho, famélica pantera
que desoye la
hora del que sufre,
el paso de la furia y sus escombros,
la
complicidad
del aire en los violines,
y absorta en mi delirio sólo
imploro
un cuerpo de varón, elemental, desnudo
que exorcice mis
lúbricos fantasmas
mientras preso en mi vientre muere y vive.
EróticaPon en
guardia tu cuerpo y el ritmo de tus sueños.
Desde la médula del
tiempo busco tu paraíso,
la mezcla de tu sangre,
el crisol de tu
sexo
donde el futuro ensaya su cósmica simiente.Estoy
desnuda como el eco de la primer mañana,
con mi sed disparada como
una bala al cosmos,
acechando tus manos, el cielo de tu boca,
la
genital presencia entre tus muslos firmes.Ah, pero
mi amor no altera tus sólidos baluartes,
te sellas castamente para
esquivar mi asedio,
estás sordo a mi grito,
al fragor de mi
sangre,
a la insomne ternura que para ti alimento.Déjame ser
el vértigo que apura tu caída,
el vino que amedrenta tus íntimos
pudores,
la hoguera donde crujan
tus huesos uno a uno,
el amor
que aniquile tu párvula indolencia.Dame tu
luz, tu risa, la fuerza que te escuda,
el clima de arrogancia que
yergue tu estatura,
tus ojos invasores
y esa vital delicia
que
se aferra a tu cuerpo y dora tu epidermis.Entrégame
tu enigma, la descifrada clave
que me guíe al prohibido torreón donde
sueñas.
Te escalaré en silencio,
exhausta de anhelarte
y
seremos dos leños nutriendo el mismo fuego.
EvocaciónEn dónde
estarás ahora, dulce amigo,
qué luz desatará de ti mi sombra,
qué
boca lapidará lo que antes fuimos,
qué piel me exilará
de tu
memoria.En dónde
estarás ahora, mientras bebe
su postrer arrebol un viejo cuervo
y
cae la plomada del silencio
señalando al rencor
su dura lágrima.En dónde
ya sin mí, sin nuestro tiempo,
nuestro pacto de amor tras la batalla,
en dónde y hacia dónde tu deseo
y su terco llamear
en cada
encuentro.En dónde
la respuesta mientras sumo
otra piel, otro vino y la certeza
de no
poder ser ya por haber sido.
¡Terca es la pena
y es vano el
simulacro!
Farsante
¡Oh, deseado!
Cuánto amor profanado para hallarte,
cuánta fábula
escrita sobre ruinas,
y el dolor clausurado en roca viva
para
sellar tu fuga innumerable.
Pero fuiste
huella en el viento,
mediodía de tinieblas,
en
el centro de la hoguera lodo y ceniza,
en la súplica del agua prólogo
de fuego,
a la hora del dolor
medianoche de lobos.
Hasta que fui anulando tus escapes,
tus pasos hacia atrás,
tus
negaciones,
levantando piedra a piedra la mazmorra
donde amurar la
obsesión de tu vigilia.
Y ahora que,
total ya mi albedrío,
deshaces tu falacia de
imposibles,
farsante de la hora qué poca cosa entregas:
desolación
y hastío bajo ensayada máscara.
Tendrás que regresar a la nada,
cuando eras
apenas bella fábula
y enigma de algún sueño.
Génesis
Entonces era el caos,
la sombra en desmesura. Apenas el vacío
al
borde de la nada. Sopor de los abismos.
¡Soledad! ¡Soledad!
Y tú en el umbral empujaste las sombras,
milenios de silencio, baldías soledades.
Anulaste la nada.
Buscaron las galaxias posibles horizontes
y hallaron los planetas sus órbitas precisas.
Después comenzó el amor
y surgió el alfabeto, el Angel de la
música
la flauta de los vientos.
El beso inventó unos labios
y fue posible la miel en los panales,
los ritos de la zafra, las uvas moscateles.
El deseo se hizo carne
y el fuego ardió en asombro ritual sobre
la tierra,
fecundó los volcanes, habitó cada estrella.Y, ya a
merced del gozo,
desplegado oleaje de piel salobre y húmeda,
inventaste los mares, sus crestas, sus abismos,
y juntos navegamos el
altamar del éxtasis.Todo lo
fue creando el germen de tu aliento,
toso edé, fue posible a partir
de tu tacto.
Después dijiste: olvídame,
Y creaste tus mitos y
leyendas.
GerminalHoy
contiene mi cuerpo avidez de parcela.
Tendida, alegre,
abierta
bajo el sol llameante,
por los cuatro costados me recorre la vida
y destila en mi boca sus ardientes resinas.
Trasciende poro a poro mi
desnudez propicia
pujante olor a tierra
blanda y recién volcada,
soy toda como un surco palpitante y ansioso,
un terreno baldío
que
se vierte en promesa
y domina el primero que lo quiera sembrarEl sol,
hoguera y lámpara, me dora e ilumina,
y cae sobre mi cuerpo
rotunda la mañana.
Y grito, danzo y giro,
y canto ennoblecida
por la suprema dicha
de reflejar la espiga
que tiembla en el
fragante regazo de la tierra.
HastíoLlega el
hastío,
presencia inapelable,
paciente jornalero del olvido,
y
murmura al oído del amante:
es hora de partir
tu copa está vacía
Y el mirlo del deseo ya no canta.
Alza tu cuerpo,
¡libéralo!
Edifica
un nuevo sueño
en el vino de otra copa.¡Ávida
piel, desata tus amarras!Y,
obedientes,
atónitos, mutables,
el labio trémulo y la pisada en
vilo,
los amantes olvidan sus promesas,
dejan el lecho
y se
yerguen anhelantes,
como jóvenes caballos desbocados,
a la
búsqueda de innúmero espejismo.
La
horaHombre
mío,
es la hora
de la pasión unánime,
la conjunción perfecta
que nos brinda el instante.
¡Oh, pura incandescencia de cuerpos que
se
buscan
y esperan anhelantes la dúplice ventura!Tus brazos
que me anudan,
tu boca
empuja y desordena la sangre en mis
arterias.La hora
del festejo para mis manos ávidas
que entre risas y besos
persiguen tu epidermis,
su límpida tersura trigueña, aire-soleada.
Sobre el dorado raso de tu piel-maravilla
desciende mi ternura
cual bandada de pájaros,
te palpo,
te conozco,
y aprendo de
memoria llanuras y declives,
boscajes infinitos,
tu sexo hebra por
hebra, fragancia por fragancia.La hora de
tus manos, palomas y tigresas,
marcando fuego a fuego su lento
itinerario,
avanzan y regresan,
escalan y descienden
por suaves
territorios y recodos salobres
izando en cada poro banderines de
gozo.Amor mío,
es la hora
de la ternura unánime,
una mujer y un hombre, de nuevo
el paraíso.
Miedo
Suicidio de amorSe suicidó
el amor esta mañana
Máscaras
Nos
sabíamos convidados a la fiesta
de la dicha perfecta.
La fiesta es
legado de los dioses
para los seres puros.
Lo sabíamos
desde el prodigio inicial de las miradas,
desde el
asombro de todas las palabras,
desde la mañana anterior a los
recuerdos
y su parvo acontecer de la nostalgia,
desde el prestigio
inviolable de los sueños
y su densa espiral de irrealidades.
El alma virginal
tallada en cristal vivo,
el cuerpo
ennoblecido de erótico linaje
llegamos a la fiesta de la dicha
perfecta.
pero nos fue vedada,
no se admitían máscaras.
A veces pienso que tú y yo
es lo único que nos queda.
La gente
se ha ido a la deriva buscando sus valores
extraviados,
cada
espalda se ajusta, contra un muro eludiendo el saqueo
de la sombra,
y se palpan a tientas el costado, y ,preparan sus uñas
como espadas,
y rastrean sus venas pulso a pulso para saberse
vivos de repente.
Hay un viento que acosa toda llama, una ojera creciendo
en cada rama,
ya la espina se esconde de la rosa y la fe se ha exiliado
de sí
misma.
Nadie inventa su vida sueño a sueño ni prepara taller
para
el futuro,
cada quien recoge su cosecha y la traga de un golpe
o
la destruye.
Fugitivos de todos los espejos donde aguarda el reverso
de la máscara,
acarrean ataúdes como cestos y vigilan la orilla
del sepulcro,
por si acaso la muerte los sorprende confirmando la
farsa
de estar vivos.
MomentosICuando
llega el amor nada es distinto.
La lluvia cae y su agrietada lámina
nos señala el relámpago inconstante.
El ebrio,
de tan siempre,
va más ebrio,
por la calle que conoce sus monólogos.Pero
ellos, la pareja, inician su deriva
buscando el arcoiris y la flor de
las colmenas.
Anulan el pasado. Se declaran
recién nacidos en
paños de ternura,
saben
que el minuto
es semilla de lo eterno
y parcelan el amor en íntimos instantes.IICuando
llega el rencor nada es distinto.
Los días transcurren hacia el año,
la tierra gira en exacta servidumbre,
y el perro
vagabundo
fiel
aguarda
la hora del mendrugo o la pedrada.Pero
ellos, la pareja, ahora desasidos,
sin escala de luz y sin colmena,
e miran como si jamás, como si nunca
hubieran dicho:
¡Ven,
nosotros,
te amo tanto!Ella hurga
con su mano y saca
de su entraña una muerte pequeñita.
Él se palpa
el costado y allí encuentra
su dolor en trance de alimaña.
Los dos
toman el vacío por las dos puntas,
se cubren
las espaldas,
se
vigilan,
y agobiados por pautas evasivas
cumplen la cita que les
da el hastío.
Narciso¡Te dije
que te amaba!
Mi grito pasional cubrió la tierra
y escaló galaxia
tras galaxia
para trizar tu impavidez remota.
Pero tú,
inalienable,
auscultabas el eco de tus pasos.¡Te dije
que sufría!
Oprobioso el dolor, mi fe precaria,
te mostré sin
pudor mis ataduras,
mi crujiente avidez siempre burlada.
Pero tú,
insobornable,
recreabas tu cuerpo en el verano.¡Te dije
que lloraba!
La salobre marea de mis lágrimas
fue sitiando
implacable tu existencia
embargando tus diques y murallas.
pero
tú, impenetrable,
perseguías tu sombra en los espejos.¡Te dije
que te odiaba!
Tu estéril vanidad y tu indolencia
lanzaron sus
brigadas pordioseras
a mendigar lo que antes despreciabas.
Pero
yo, inexorable,
desdeñé tus espléndidos escombros.
Nostalgia
Regresa un viejo aroma y soy de nuevo
la niña solitaria y su paisaje:
los árboles,
riberas cenagosas,
y el río que traslada sus aguas sin premura.
La casa inagotable mimando aquel fantasma
materno, y nunca su
presencia.
El Angel tutelar,
una canción antigua
cavando miel a miel en los futuros años.
Edad en transparencia, tiempo del fabulario
sazonando los frutos
de párvula cosecha,
el cielo se volcaba en la selva de noche
y convertía en hormigas
las estrellas fugaces.
Un clima adolescente va trasegando el canto,
qué fácil la
quimera,
la dicha qué improbable.
Crecer es ir rodando hasta el último
acento
para cegar las lámparas
que encendió el fabulario.
Imperfecta costumbre de bordear el abismo
eludiendo el hechizo de su
oscura llamada.
Paisaje con marPardo lecho de arena,
playa inerte,
plural surtidor
de toda raza,
cauce donde lo vital fluye y palpita.
La luz
divide el mundo
en hemisferios:
separa un duro azul bruñido luz
arriba,
abajo el otro agita sus líquidos metales.
Lentas palmeras
en el sopor creciendo,
el viento en cada giro las despierta
y son
penumbra
sobre
las pieles húmedas.El sol,
sensual hermanfrodita,
husmea los cuerpos tan mansos e indolentes,
hornea la oscura cosecha entre los muslos,
penetra cada pliegue,
lento asedio,
y los cuerpos se entreabren
como frutos.El mar,
ensalmador de
sueños y de viajes,
va por la playa con la lengua de sus olas,
lame un vientre, un labio, un pezón de plácida
escarlata,
una
barba de miel, la fina espada
y el sellado pubis
de un muchacho.Múltiple
lengua de mar,
tibia saliva
que deja en largos besos salitrosos
lodo continental, residuos cósmicos,
itinerante resaca de los barcos,
la baba seminal de los mariscos
y el llanto liminar de
los
ahogados.Los
cuerpos,
desalojados del ensueño,
van hacia el mar, patria de la
nostalgia,
buscando su raíz de oscura ciencia,
cordón umbilical de
la inocencia,
forma que vuelve al agua,
agua que la rescata.
Poema desolado
Ya se que existen otras penas
con más pavura y más complejidad,
pero este es mi dolor y a él me aferro,
no pregunten por qué.
Hace tanto que olvidé mi cédula de arraigo,
extravié mi equipaje,
el principio de lo que no pude ser.
Hoy vigilo este dolor de medio tiempo,
esta alegría de fiesta
equivocada,
este lamento que engendró la mascarada.
Esta pena mía, tan estricta y honda,
se adiestra en lo nocturno y
allí azuza
cabal remordimiento, hora perdida,
y alimenta la mítica
alimaña de mis miedos.
Presencia de la tristeza
Nos toma sin un porqué,
sin hora señalada,
sin un tímido ademán
sobre la espalda;
franquea el instante su presencia advenediza,
pálida huésped
con su viudez de fiesta.
Y se asila en silencio,
fibra a fibra
se instala en nuestro
lecho y nuestra mesa,
trasgrede todo muro, toda puerta
donde el
alma se defiende
en pro y en contra.
¡Ah, tristeza!
¡Tristeza!
Parásita insaciable,
necrófaga
voraz,
te nutres de pretérito, revuelcas viejas ruinas.
Exhumas,
siempre exhumas
las desoladas momias
que celan y vigilan batallas
y naufragios,
soberbios esqueletos
de fracasadas fugas.
Engulles los despojos, cadáveres de sueños.
una pena extraviada, un
rencor que no te atañe.
Entonces
lloramos la certeza
de un río
subterráneo
que crece entre los huesos
y mucho más adentro.
Y
el río se vuelve mar, y el mar se torna eco
que repite honda tras
honda
idéntico lamento.
porque a la libertad la encarcelaron.
Pierde
el amor su escudo y su gardenia
cuando la libertad no es su legado.
Desanduvo esquelas y
fragancias,
la breve sinrazón de los suspiros,
crepúsculos y citas
clandestinas,
la oferta propicia de los lechos
donde el placer
derrumba su cascada.
Al sur como visillos la
nostalgia,
al norte hubo un degüello de palomas,
por oriente nevó
el sol sobre los montes,
al occidente hizo guiños la tristeza.
La
música su ritmo ha silenciado
y en la boca de todos los amantes
el
beso deambuló desorientado.
¿Y qué haréis, ahora,
enamorados,
si murió el arquitecto de los sueños,
para qué
vuestras torres y castillos
en azules comarcas levantados?
¿Qué
destino daréis a la sonrisa,
que fue para el amor puente y divisa
y en tiernas lides su mejor soldado?Y la
víscera roja del costado,
que llaman corazón, forja de ensueños,
¿detendrá su palpitar desamparado?Ojos para
el deseo iluminados,
desnudos cuerpos, sazonada fruta,
roja
vendimia y deleitosa culpa,
perderán su irrevocable postulado?Se suicidó
el amor, jazmín y hoguera.
Una mujer, un hombreUna mujer,
desnuda ante el espejo,
acaricia dulcemente su cintura,
la vital
insurgencia de sus pechos,
la encendida penumbra de su sexo,
baja
al río enlunado de sus muslos
y actualiza el edén su aroma claro.
Se sabe
para el hombre destinada.Un hombre
se mira ante el espejo,
desnudo como un Angel se acaricia
-imagen
que se mima en su reflejo-,
sus manos obedientes van soñando
el
lento florecer de su estatura,
asedio memorioso, móvil fuego
fluyendo de los pies hasta la frente.
Se sabe
para la mujer
predestinado.Pero
antes,
cuántos arcos triunfales por el suelo,
cuánta piedra hecha
polvo en el mortero.