Reseña biografica
Poeta, novelista y ensayista
francés, nacido en París en 1897.
Después de sus primeros estudios en el Liceo Carnot , ingresó a la
Universidad de Paris donde estudió Medicina.
Gran amigo de Breton y de Soupoult, fundó con ellos la revista
"Littérature" en 1919, liderando el movimiento dadaísta y
surrealista.
En su primera colección de poemas "Feu de joie" 1920, fomentó el
propósito de los Dadaístas para oponerse a los valores tradicionales
de las instituciones. Su adhesión al Partido Comunista en 1932, le
hizo romper con Bretón y los surrealistas para convertirse en un gran
defensor del realismo socialista. Durante la guerra militó en la resistencia
francesa contra el nazismo, sirvió en el frente como auxiliar médico y
publicó su famoso poema "Liberté" en 1942.
Su obra también encierra el amor por su esposa Elsa y la gran herida de no
haber sido reconocido por su padre.
Desde 1955, desengañado de sus ideales políticos, se dedicó por completo a
la literatura, añorando el tiempo de su juventud surrealista.
Falleció en Paris el 24 de diciembre de 1982. ©
Poemas de Louis Aragon:
Cántico a Elisa
Carlitos místico
Ce
Del poeta a su "estrella"
La rosa y la reseda
Licantropía contemporánea
Lo que dice
Elsa
Los ojos de Elsa
Los viejos puentes
Más bella que las lágrimas
No hay ningún amor feliz
Palabras de Henri Matisse
Persona pálida
Poemas de capa y espada
Que no hay amor feliz
Qué sería sin ti
que viniste a mi encuentro...
Todas las habitaciones de mi
vida...
X... Frances
Cántico a Elisa
(Obertura)
Te toco y veo tu cuerpo y
tú respiras,
ya no es el
tiempo de vivir separados.
Eres tú; vas y vienes y yo sigo tu imperio
para lo mejor y para lo peor.
Y jamás fuiste tan lejana a mi gusto.
Juntos encontramos en el
país de las maravillas
el serio placer color de absoluto.
Pero cuando
vuelvo a vosotros al despertarme
si suspiro a tu oído
como palabras de adiós tú no las oyes.
Ella duerme. Profundamente
la escucho callar.
Ésta es ella presente en mis brazos, y, sin embargo,
más ausente de estar en ellos y más solitaria
de estar cerca de su misterio,
como un jugador que lee en los dados
el punto que le
hace perder.
El día que parecerá arrancarla a la ausencia
me la descubre más
conmovedora y más bella que él.
De la sombra guarda ella el perfume y la
esencia.
Es como un
sueño de los sentidos.
El día que la devuelve es todavía una noche.
Zarzales cotidianos en que nos desgarramos.
La vida habrá pasado como
un viento enfadoso.
Jamás saciado de esos ojos que me dan hambre.
Mi cielo, mi desesperación de mujer,
trece años habré espiado tu silencio
cantando.
Como las madréporas inscriben el mar,
embriagando mi
corazón trece años, trece inviernos,
trece veranos;
habré temblado trece años sobre un suelo de quimeras,
trece años de un miedo dulce amargo,
y conjurado peligros aumentados
trece años.
¡Oh niña mía!, el tiempo no está a nuestra medida
que
mil y una noche son poco para los amantes.
Trece años son como un día y
es fuego de pajas.
El que quema a nuestros pies malla por malla
el mágico tapiz de nuestra
soledad.
Versión de: María
Dolores Sartorio
Carlitos místico
El ascensor descendía siempre hasta perder aliento
y la escalera subía
siempre
Esta dama no entiende lo que se habla
es postiza
Yo que ya
soñaba con hablarle de amor
Oh el dependiente
tan cómico con su bigote
y sus cejas
artificiales
Dio un grito cuando yo tiré de ellos
Qué
raro
Qué veo Esa noble extranjera
Señor yo no soy una mujer liviana
Uh la fea
Por suerte nosotros
tenemos valijas de piel de cerdo
a toda prueba
Ésta
Veinte dólares
Y contiene mil
Siempre el mismo sistema
Ni medida
ni lógica
mal tema
Feu de joie
Versión de Aldo
Pellgrini
Ce
Todo empezará
en el CE,
el puente que yo crucé.
Habla un romance perdido
del buen caballero herido;
de una
rosa en la calzada
y una túnica soltada;
de un castillo misterioso
y albos cisnes en el foso,
y una pradera en que danza
la novia sin esperanza.
Como una noche de hielo,
el lay de
glorias en duelo.
Se van con mis pensamientos
por el Loire los armamentos;
y los
convoyes volcados
y llantos mal enjugados.
¡Oh Francia, mi bien-amada!
¡Oh mi dulce abandonada!
qué sola yo
te dejé
cruzando el puente de CE.
Versión de: Carlos López Narváez
Del poeta a su "Estrella"
Dirá alguien
que un hombre
no debe exponer su amor
en la plaza pública.
Yo responderé
que un hombre
no tiene nada mejor,
más puro y más digno
de ser perpetuado, que su amor...
Versión de: María Dolores Sartorio
La rosa y la reseda
El que en el Cielo creía,
el que no creía en él,
los dos con idolatría
amaban a la rehén.
Uno a mirarla subía,
otro tendíase al pie:
el
que en el Cielo creía,
el que no creía en él.
Nada importa cuál sería
la luz que alumbrando fue;
uno del templo
salía,
otro esquivó su dintel:
el que en el Cielo creía,
el que no
creía en él.
Cuerpo y alma en alegría,
cada cual amante fiel,
que Ella vive se
decía,
y quien viva lo ha de ver:
el que en el Cielo creía,
el que
no creía en él.
Loco pedir cortesía
viendo arrasada la mies,
rumiando melancolía
de la metralla al vaivén:
el que en el Cielo creía,
el que no creía en
él.
Desde lo alto el vigía
tiró una y otra vez;
uno tras otro caía;
¿cuál de ellos muerto fue:
el que en el Cielo creía,
el que no creía
en él?
¿En la prisión cuál sería
el de más duro yacer;
cuál de los dos
prefería
de las ratas el tropel:
el que en el Cielo creía,
el que
no creía en él?
Sollozar de rebeldía,
¿a quién puede conmover?
Dejan la terrena
vía
al rayar el alba cruel
el que en el Cielo creía,
el que no
creía en él.
Al caer, nombrar se oía
a la que adorada fue;
con brillo igual
relucía
la roja sangre al caer
del que en el Cielo creía,
del que no creía en él.
Cárdeno
arroyo teñía
la tierra de su nacer
para que madure un día
vendimias de
moscatel
el que en el Cielo creía,
el que no creía en él.
Corren, vuelan a porfía
el bretón y el lorenés;
vuelve el grillo a
su tonía
en el huerto y el vergel.
Flauta o viola en melodía,
en
doble amor van a arder
las aves entre la umbría,
rosa y reseda
también.
Versión de: Carlos
López Narváez
Licantropía contemporánea
El grado más alto de la tristeza tanto puede ser
un general ciego mendigando a través de las islas
como hacia las 3 de la mañana la avenida de la Ópera
No hay límites para la melancolía humana
Se cuenta siempre con una piedra para colocar sobre la pirámide de las
lágrimas
Estáis seguros de padecer tanto como una mujer estrangulada
en el momento en que ella sabe que todo ha terminado y desea acabar
Estáis seguros de que no valdría más
ser estrangulado si uno piensa en los cuchillos de las horas que se acercan
Desde hace tiempo vivo mi último minuto
La arena que mastico es la de una agonía invisible y perpetua
Las llamas que hago recortar de tiempo en tiempo por el peluquero
son las únicas en delatar el negro infierno interior que me habita
Como cuerpos privados de sepultura
los hombres se pasean por el jardín de mi mirada
Soñadores inexplicables
o soy el único a quien golpea una mano desecada
en este desierto poblado entre estas flores áridas
Amo y soy amado Nada nos separa
Por qué entonces estar triste en el corazón espléndido del amor
El mundo sacude su estúpida cabeza Sabelotodo
Amo aunque la vida sea mortalmente intolerable
Amo aunque luego me vea obligado a aullar
Detrás de mí arrastro el manto fantasmal de las intenciones ocultas
Una cadena de perfeccionamientos del dolor moral
suena a mis pies espantosamente desdichados
Amo y nos amamos pero en medio de un naufragio
pero en la punta de un puñal y no puedo
no puedo soportar el mal que esto ha de hacerte
Tus ojos tus ojos amor mío desorbitados por todo lo que sea placer
Que me arranquen el corazón con tenazas
que terminen con mi cabeza que se despega
Bebo una leche como tinta y la hora del mediodía
se parece al carbón de los pantanos
donde se marchita el Sphagnum al que tomo por mi imagen en los espejos
Yo amo Yo te amo pero
en la cala de un barco en el instante de dar el salto Impaciencia
Innoble impaciencia de saber si eso podrá soportarse
Es probable que todos me juzguen un criminal
guiándose sólo por las debilidades y el aspecto
Ese hombre que según los diarios de la mañana decapitó a su amante
mientras dormía a su lado sollozó en el juzgado
La había asesinado en el cuarto después
en el sótano primero con un cuchillo luego con una sierra
separó la cabeza adorable para poner
el cuerpo en una bolsa lamentablemente algo pequeña
Sollozó en el juzgado
No somos acaso parecidos a las palmas
que crecen unidas florecen y fructifican
para dar una imagen del amor perfecto
El otoño llega con las manos llenas de ilusiones resplandecientes
Qué crimen es ese que me hace sollozar
Mirad mi amor está vivo Muéstrate querida mía
Nada podréis probar La coartada verde como una floresta
Se extiende por el horizonte donde graznan inútilmente los cuervos
Sin embargo en cada árbol hay un ahorcado que se balancea
en cada hoja una mancha de sangre
Qué puede haber peor que el cielo al amanecer o el betún de la tarde
Qué es eso que me impide morder a los paseantes en los bulevares
La amargura que siento crecer en mí puede ser el primer torrente de un
diluvio
a cuyo lado el otro parece un vulgar desborde de cloacas
Recuerdo que en mil quinientos cuarenta y uno
cerca de Pavía
cuando me apresaron en la campiña por donde deambulaba
víctima de los primeros efectos del mal
los campesinos no quisieron creerme cuando les dije la verdad
Rehusaron tomarme por lobo furioso
a causa de mi piel humana y Santos Tomases
eternos de la ciencia experimental
cuando les confesé que mi piel lupina estaba oculta
entre pellejo y carne
con sus puñales me hicieron tajos en los miembros y el cuerpo
para verificar mis melancólicas afirmaciones
no me tocaron la cara
espantados por la atroz poesia de mis rasgos
Qué es eso que me impulsa a aullar en las tumbas
qué es eso que me obliga a escarbar irresistiblemente en el polvo
donde duermen los enamorados en descomposición
Qué vas tú a exhumar como si la luz viviente
no tuviera bastante con las heridas de los vivos
Dadme el lenguaje tenebroso de los ajusticiados en la silla eléctrica
el vocabulario último de los guillotinados
La existencia es un ojo reventado Que se me entienda
bien un ojo que hacen reventar a cada instante
el harakiri sin fin Me enfurezco
al ver la calma idiota con que reciben mis gritos
Por eso quiero sacar de las fosas hipócritas
a los fallecidos de muerte violenta con sus pupilas horrorizadas
quiero desterrar a las víctimas de las catástrofes
cuyos esqueletos conservan las posturas del terror
que se adaptan maravillosamente a estos días que corren
Decía precisamente mi vecina que hay
gentes que se tiran al agua
Si soy una bestia babosa a quien el asco del mundo
hace babear sería muy fácil acabar con todo
amor mío amor mío oyes esta blasfemia
No es la palidez del amor no es la palidez de la muerte
sino la de los lobos ésta que hay en mi rostro
No puedo morir a causa de esta flor inmensa
cuyo cáliz no puedo soportar que se cierre
Se ha logrado un notable progreso en materia de torturas
sobre el cobayo que soy
sobre el cobayo salvaje que soy las dos manos
atrapadas en dos puertas
el amor la muerte
y unos hércules abstractos se apoyan sobre las dos puertas
con la tranquila seguridad de un número de music-hall
ejecutado sin ningún esfuerzo aparente
Cómo nunca notaste que mis besos se parecían a las palabras sacrílegas
que son todo lo que queda por decir a los esclavos descuartizados
Cómo nunca notaste que te amo en el instante mismo en me matan
que es siempre la última vez que gozo abominablemente en tus brazos
Tus brazos tan bellos que ahí está justamente
ahí está lo más terrible
Todo tendrá que acabar de modo salvaje
Yo te perteneceré haré arrojar a tu amante a las fieras
O lo haré examinar con engaños por un médico alienista
o bien lo mataré fríamente
amor mío
durante su sueño mientras yace pálido y desnudo
mientras los lobos surgen en torno de los cementerios donde duermen
los bellos días que pasamos juntos amor mío.
De Persécuté Persécuteur
Versión de Aldo Pellegrini
Lo que dice Elsa
Me dices que estos versos son oscuros, y acaso
lo son, sin embargo, menos
de lo que he querido.
Cerremos nuestra ventana sobre la felicidad robada,
por miedo a que entre el día,
y vele para siempre la foto que deseaste.
Me dices nuestro amor si es que inaugura un mundo,
es un mundo en el
que la gente gusta de hablar
sencillamente.
Deja allá a Lancelot, deja la Tabla Redonda,
Ireo Virnana Esclarnionda,
que por espejo tenía una espada deformadora.
Lee el amor en mis ojos y no en las sombras.
No trastornes tu corazón
con sus antiguos filtros.
Las ruinas a mediodía son solamente escombros.
Ésa es la hora en que tenemos dos sombras
para mejor estorbar el arte de
los románticos.
Tendría acaso la noche más encanto que el día.
Vergüenza para aquellos que ante el puro cielo no
suspiran.
Vergüenza para aquellos que, un niño de golpe no
desarma.
Vergüenza para aquellos que no tienen lágrimas
para un canto
callejero una flor en los prados.
Tú me dices si tú quieres que te ame y te ame.
Es preciso que ese
retrato que vas a pintarme
tenga como un verde nido sobre fondo de
crisantemo.
Un tema escondido en su tema.
Y une al amor el sol que ha de venir.
Versión de: María
Dolores Sartorio
Los ojos de Elsa
Inclinando a tus ojos los míos sitibundos
en su fondo vi todos los soles
reflejados,
y el salto hacia la muerte de los desesperados,
como el de
mis recuerdos a tus ojos profundos.
Es un mar en tinieblas bajo el palio de un vuelo;
de pronto el día
plácido de tus pupilas sube;
en los linos del Angel recorta el sol la
nube
y sobre las espigas se azula más el cielo.
Vuelve al azul la bruma del viento perseguida;
-más diáfanos tus ojos
abiertos bajo el llanto;
ni aún tras de la lluvia los cielos fulgen
tanto;
el vaso azul no es tan azul como en la herida.
Madona de Dolores, humedecida lumbre,
siete espadas rompieron el
prisma de colores;
el día es más punzante nacido entre clamores,
y el
nocturno relente, más azul en quejumbre.
De las melancolías en la plácida fiebre
reabres con tus ojos sendas
de epifanía.
Latiendo el corazón, el manto de María
al tiempo los Tres
Magos vieron en el pesebre.
Al Mayo de las voces basta con un salterio
para todos los ayes y
todas las canciones;
guarda un trozo de cielo luceros por millones,
donde faltan tus ojos con su doble misterio.
El infante absorbido por miríficos viajes
desmesuradamente menos
asombro espacia
que si agrandas tus ojos -insoluble falacia-
como
racha que abriera dos capullos salvajes.
¿Escondes tus relámpagos en medio del espliego
donde el insecto vive
su voluptuoso instante?
Preso estoy en el lazo de la estrella filante,
como ahogado marino bajo estival sosiego.
Yo extraje ese metal sutil de su pechblenda;
yo calciné mis dedos en
su fuego prohibido;
paraíso mil veces recobrado y perdido,
tus ojos mi
Golconda, mi dorada leyenda.
Y sucedió que el mundo bajo la tarde excelsa
rompiose en arrecifes de
pérfidos fanales,
en tanto yo veía desde los litorales
sobre lívidas
ondas brillar los ojos de Elsa.
Versión de: Carlos
López Narváez
Los viejos puentes
Yo pasé por los viejos puentes
Todo allí comenzó después
Una canción del tiempo ido
Habla de un herido doncel
De un
traje que fué desceñido
Y de un desangrado clavel
Del castillo de un duque loco
De los negros cisnes de un rey
De la pradera donde canta
La eterna novia del ayer
Yo bebí el canto de las glorias
Falsas como una helada miel
El
Loira arrastra mis recuerdos
Con el ejército francés
Con las armas ya disparadas
Y el llanto sin borrar también
Oh
abandonada oh Francia mía!
Yo los viejos puentes pasé
Versión
de: Andrés Holguín
Más bella que las lágrimas
Mi respiro perturba la vida a cierta gente:
como vago reproche los
mantiene despiertos;
tal vez porque mi canto cual un cobre estridente
pudiera despertar con su clangor los muertos.
Ah! si os hiere mi verso con su tonada bélica
-rugir que a vuestro
oído no queréis que se acerque-
es que en el arpa el treno mató la voz
angélica
y resurgen los ecos pávidos de Dunkerque.
Verdad: en recordarlo mi mal gusto compendio...
Así somos algunos: en
sus cuerpos quizás
perduran los mordiscos del infernal incendio
que
los faros del Norte contemplaran jamás.
Si te nombro, Amor mío, burla y odio concitas;
si alabo el sol,
vosotros el invernal derroche;
decís que en mi pradera sobran las
margarita,
azules en mi cielo y estrellas en mi noche.
Buscáis en mis palabras a ver qué se descubre,
como fino escalpelo
que escarba un corazón...
Tal vez me fuera poco perder Pont-neuf y el
Louvre,
que aún vuestra venganza pide satisfacción.
De alados cancioneros podréis hacer galeotes;
ahuyentar al poeta
podrá vuestra elegancia;
pero nunca podrán vuestros serviles brotes
arrebatar el don de nuestro amor a Francia.
Oye tú, pasajera que vas de puerta en puerta:
tal vez yo soy el
hombre que vuelve de tu olvido;
colma tu delantal la primavera muerta,
y de un color de parvas tus ojos se han teñido.
¿Mintió nuestro embeleso? ¿Mintió nuestra ternura?
Mirad aquesta
frente nublada por el sol...
Pero el ansia renace cual se ve en la
llanura
por entre las espigas surgir el ababol.
¿Y no son estos brazos los de las Afroditas
que entre la mies dorada
coronan el peñón?
Plenitud encantada que eterna resucitas
la sombra de
Racine en la Ferté-Milón.
La sonrisa de Reims con sus labios perfectos
es el sol que se apaga
sobre una tarde eximia;
y para perdición de profetas y electos
sus
trenzas de champaña trascienden a vendimia.
Ingres de Montalbán trazó la arquitectura
y el cuenco de esos hombros
donde para tranquilo
el ansiado tesoro .de la linfa más pura
filtrada
en las raíces del álamo y el tilo.
Oh Laura! como a ti, Petrarca habría cantado
a esta Francia que
sangra por nuestro corazón;
sangrante corza en fuga que lleva en el
costado
la jabalina de los monteros de Aviñón.
Invoca el espejismo de mil y una grandezas
que sosieguen fantasmas,
donde el gemir acalles:
Brantome, San Juan de Acre -cavas y fortalezas,
laderas y gargantas- Vercors y Roncesvalles.
Con el viento que llega de Arlés vuelven los sueños
-el corazón
apenas los nombra en un rumor-.
En Aunis y en Saintonge los marjales
trigueños
muestran aún el surco brutal del invasor.
Alta ronda de urbes, de villas y comarcas,
erguidas como flores de un
esplendor rival,
y en pos de la galante huella de los monarcas
Razón y
Sueño cifran en un solo ideal.
Oh cautiva Durance, oh cielo encadenado.
Suelo pastor vestido de
racimos maduros;
país con cuyo nombre tan dulcemente amado
marcaba el
Rey de Francia los sarracenos muros.
Como tú misma es dulce la locura en desvelo
porque te reconozcan de
mi canto a la luz;
y pues entre dos mares vacila nuestro duelo,
detenga nuestros pasos el umbral de Naurouze.
¡Mas, no! Tornas al vuelo, clamor insosegable...
¿A dónde vas?
asado Mont-Ventoux, allá el Sena
en lo hondo se fuga, y entre un deleitable
manzanar, Lamartine sueña
en la Magdalena.
Mujer, vinos fragantes, madrigales, montaña:
¿cuáles pintaré? ¿cuáles
más vivamente adoro?
¿Son esos los pomares de tu seno, Bretaña,
y esas
gemas tus pinos en ponientes de oro?
Alba gorguera donde los labios abrasados
mendigan cidra y leche.
Plenitud que suspira,
Normandía secreta, por ti los desterrados
caballeros poblaron las ruinas de Palmira.
En verdad ya no sé dónde empieza el encanto...
Hay nombres que son
carne como los de Andelyz.
Oh rostro que te vuelves por no mostrar el llanto,
pliega tus labios.
..Cálla, oh París, mi Parísl
París de las canciones, París de la Bastilla;
hoy sólo tus albercas
están embanderadas...
Como estrella polar no ya tu frente brilla:
París lo eres tan sólo formando barricadas.
París de nuestros bienes, París de nuestros males;
París del
Cours-la-Reine, Corte de Flor-de-lys;
de suburbio en suburbio por todos
los umbrales,
tu nombre, más que un grito nos desgarra, PARIS.
Huyamos de este sitio donde la atroz germina;
la vida aún aguarda su
amanecer incierto;
del Oise y el Marne falta la epopeya leonina;
y
Sylvia ya no cruza por el Valois desierto.
Almenar del recuerdo donde alzaran sus llamas
los sueños de veinte
años a un cielo que mintió;
y en vez de amor, el negro Camino de las
Damas,
y el crepitar del rojo molino de Laffaux.
Atraviesa la ruta polvorienta y famosa
de país en país persiguiendo
incansada
por la selva de Argonne y en los Altos del Mosa
que renazca
perenne tu gloria traicionada.
Como ciervo flechado que trémulo agoniza,
bajo el bosque se azulan
los ojos de la charca...
Descanso de destierro que va camino a Suiza,
la que amara Courbet, la plácida comarca.
Te he perdido, Alsacia, donde si el Rhin desborda,
faisanes
deslumbrados caen de los encinos;
donde Werther su treno por un instante
asorda,
compasándolo al júbilo de coros campesinos.
De Port~Vendre a Dunkerque la tromba de tortura
no podrá enmudecer la
voz de nuestras venas;
nadie podrá romper la mágica armadura
que Aymon
forjó en el rojo cubil de las Ardenas.
A los férvidos labios no habrá quien arrebate
la flauta que a los
siglos entrega su raudal;
tras la siega de lauros, aún llama al combate,
hermanos en la espiga, la hierba y el rosal.
Se oye entre las hojas un galopar que avanza...
Hilandera, suspénde:
mi pecho va a estallar.
Hablan en voz de fuente la noche y la
esperanza...
Si fuera Duguesclin volviendo a batallar...
Qué importa que yo muera sin que la veneranda
faz mire dibujarse bajo
el solar fulgor.
Dancemos, hijo mío, la loca zarabanda.
Mi patria es
la Miseria y el Hambre y el Amor.
Versión
de: Carlos López Narváez
No hay ningún amor feliz
El hombre nada adquiere jamás Ni su ternura
Ni su amor ni su fuerza
Y cuando abre los brazos
La sombra que proyecta es una cruz oscura
Y
si abraza su dicha la destroza en pedazos
Su vida es una extraña y
espantable locura
No hay ningún amor feliz
Su vida se
parece a un inerme soldado
Que para otra estrategia ha sido preparado
Que madruga y de noche sufre de hambre y de sed
Y que en la tarde tiembla
deshecho y desarmado
Decid «mi pobre vida» y el llanto contened
No hay ningún amor feliz
Mi bello amor mi dulce amor mi
amor perdido
Dentro de mí te llevo como un pájaro yerto
Y aquellos que
de lejos nos vieron no han sabido
Que mis propios poemas tras de mí han
repetido
Y que ya por tus ojos varias veces han muerto
No hay ningún amor feliz
El tiempo de aprender a vivir ya
ha pasado
Que lloren en la noche nuestros dos corazones
Por el dolor
que esconde cada recuerdo amado
Las tragedias que nutren el éxtasis
soñado
Los sollozos que impregnan las menores canciones
No hay ningún amor feliz
No hay amor que no aflija al par
que desespera
No hay amor que no se halle mezclado a su dolor
No hay
amor que no espante No hay amor que no hiera
No hay amor que no viva de
lágrimas y espera
Y el amor de la patria lo mismo que tu amor
No hay ningún amor feliz
Pero este es nuestro amor
Versión
de: Andrés Holguín
Palabras de Henri Matisse
Mil manos entreabren todas las cabelleras,
de mis manos recoge sus
colores el día;
un suspiro es la brisa de mis barcas veleras;
del
sueño que perdura parte mi lejanía.
Toda flor por desnuda parece una cautiva
que hace temblar el tacto
con su esplendor celeste;
escucho, miro y pienso, y el cielo a la deriva
es para mi sencillo como quitada veste.
Explico mis palabras al paso de la ronda;
aplico el pie desnudo por
el viento borrado;
desvelo para el mundo lo que el instante ahonda,
y
el sol que se levanta del hombro deseado.
Explico la silueta que enmarca la ventana;
doy la clave de árboles,
pájaros y estaciones,
la del sellado júbilo de la planta lozana,
la
del sigilo extraño que habita los rincones.
Explico en infinitos negrura y transparencia;
descifro el destellante
roce de las mujeres,
y en la cósmica cifra la individual presencia,
y
la razón que aúna las cosas y los seres.
Me entregan su perfume las formas pasajeras,
y la página en blanco su
musical acento;
y explico lo que hace las hojas más ligeras,
y de la
rama un brazo levemente más lento.
Innoble en la tormenta de la época gris;
avasalla mi norma la lumbre
justiciera;
yo pinto la esperanza... Yo soy Henri Matisse
que le
anticipa al mundo lo que del tiempo espera.
Versión de: Carlos
López Narváez
Persona pálida
Más mísero que las piedras
triste a más no poder
el hombre escuálido
el atril hubiera querido aniquilarse
Qué frío el
viento me penetra en el sitio
de las hojas
de las orejas muertas
Solo cómo patalear para ahuyentar el frío
con qué pie iniciar la semana
Un silencio que nunca acaba
Ni una palabra tierna para engañar al
invierno
La sombra del alma del amigo La escritura
Tan sólo las señas
Mi sangre daría una sola vuelta
Los sonidos se pierden en el espacio,
como dedos congelados.
Nada más
que un patín abandonado en el hielo
El fulano
A través de él se ve el día
De Feu de
joie
Versión de
Aldo Pellegrini
Poemas de capa y espada
Los caballeros del huracán se enganchan en los postigos de los comercios
Vuelcan los jarros de leche como simples alfeñiques
Giran alrededor de las cabezas
Van a apoyarse con nostalgia en la bola pilosa de los peluqueros
Caballeros del huracán
qué habéis hecho de vuestros guantes
Al azar por los barrios que ellos perturban
Suben entre las casas
Hacia arriba
hacia abajo hacia arriba hacia arriba
Suspiran en las buhardillas
Suspiran en los respiraderos
Caballeros del huracán
Pero dónde pero dónde dejasteis vuestros guantes
Uno se aleja otro se aproxima
son dos bien lo veo
El que se aleja es San Sebastián
El que se aproxima es un pagano
Caballeros del huracán
Qué intrigantes que sois
San Sebastián se arranca algunas flechas
El pagano las recoge y las lame
San Sebastián lleva el reloj en la muñeca
Las tres y diez
Caballeros del huracán
Dónde dónde dónde dejasteis vuestros guantes
Uh Uh en las chimeneas
Las tres y once actualmente
Hace rato que no hay trenes subterráneos
Qué vais a buscar en los sótanos
Caballeros del huracán
Quizás hayáis perdido vuestros guantes
Aquí dejé mi corbata
Me responde San Sebastián
El pagano nada dice
Sin duda ha extraviado su corbata
Caballeros del huracán
Los guantes han caído a la alcantarilla
Uno observa el
momento actual
El otro tiene recuerdos en los oídos
Uno alza vuelo y el otro muere
La noche se abre y muestra las piernas
Caballeros del huracán
Caballeros extravagantes
De "Le
mouvement perpétuel"
Versión de Aldo
Pellegrini
Que no hay amor feliz
Nada tiene seguro
El hombre ni flaqueza
Ni fuerza ni corazón
Si
cree abrir los brazos
Una cruz es su sombra
Cuando quiere ceñir
Su
vida la destruye
Es su vida un extraño
Doloroso divorcio
Que no hay
amor feliz
Se parece su vida
A soldados sin armas
Que se hubiera vestido
Para muy otro fin
De qué puede servirles
Alzarse de mañana
Para
hallarse a la tarde
Desarmados sin fe
Repetid «vida mía»
Y contened
el llanto
Que no hay amor feliz
Amor mi bello amor
Desgarradura mía
Yo te llevo en mi ser
Como
pájaro herido
y aquéllos sin saber
Miran cómo pasamos
Diciendo tras
de mí
Palabras que he trenzado
y por tus grandes ojos
Murieron sin
vivir
Que no hay amor feliz
De aprender a vivir
No hay tiempo es tarde
Lloremos en la noche
Nuestro llanto al unísono
Con cuántas pesadumbres
Pagamos un temblor
Y con cuántos dolores
La mínima canción
Por un son de guitarra
Cuánto hay que gemir
Que no hay amor feliz
Que no hay nunca amor
Que no sea un dolor
Que no hay nunca amor
Que no nos llegue a herir
Que no hay nunca amor
Que no pueda humillar
Ni el amor a la patria
Más que el amor a ti
Que no hay nunca amor
Que no haga llorar
Que no hay amor feliz
Nuestro amor es así
Versión de: José Angel Valente
Qué sería sin
ti que viniste a mi encuentro...
Qué sería sin ti que
viniste a mi encuentro.
Qué sería sin ti sino un corazón durmiente.
Sino esta hora parada en la esfera del reloj
Qué sería sin ti sino ese balbuceo.
De ti aprendí todo sobre las cosas humanas.
Y vi desde entonces el mundo a tu manera.
De ti aprendí como se bebe de las fuentes
Como del transeúnte que canta, se toma la canción.
De ti aprendí hasta el sentido del estremecimiento.
En cuanto a lo que me concierne, lo aprendí todo de ti.
Que es de día a mediodía, que un cielo puede ser azul
Que la felicidad no es un quinqué de taberna.
Me tomaste de la mano en este infierno moderno
Donde el hombre ya no sabe lo que es ser dos.
Me tomaste de la mano como un amante feliz.
El que habla de felicidad a menudo tiene los ojos tristes.
El desengaño no es acaso un sollozo
Una cuerda rota bajo los dedos del guitarrista
Y sin embargo les digo que la felicidad existe
En otra parte que en el sueño, en otra parte que en las nubes.
Tierra, tierra, he aquí sus ensenadas desconocidas.
Versión de Claire Deloupy
Todas las habitaciones de mi vida...
Todas las habitaciones de mi vida
Me habrán estrangulado con sus
paredes
Aquí los murmullos se ahogan
Los gritos se rompen
Aquellas en las que viví solo
Con grandes pasos vacíos
Aquellas
Que guardaban sus espectros antiguos
Las habitaciones de
indiferencia
Las habitaciones de la fiebre y aquella que
Había yo instalado
para ahí fríamente morir
El placer alquilado Las noches extranjeras
Hay habitaciones más hermosas que las heridas
Hay habitaciones
que os parecerán banales
Hay habitaciones de súplicas
Habitaciones
de luz baja
Habitaciones dispuestas a todo excepto a la felicidad
Hay habitaciones para mí de mi sangre para siempre
salpicadas
En todas las habitaciones viene un día en que el hombre
se
despelleja vivo
En que cae de rodillas que pide piedad
Que
balbucea y se vuelca como un vaso
Y padece el suplicio espantoso del
tiempo
Derviche lento es redondo el tiempo que gira sobre sí mismo
Que mira con ojo circular
El descuartizamiento de su destino
Y el
pequeño ruido de angustia antes de las
Horas antes de las medias
No sé nunca si eso va a sonar por mi muerte
Todas las habitaciones
son habitaciones de justicia
Aquí conozco mi medida y el espejo
No
me perdona
Todas las habitaciones cuando por fin me he dormido
Han lanzado
sobre mí el castigo de los sueños
Porque no sé de los dos lo peor soñar o vivir.
Versión de: Claire
Deloupy
X... Francés
Un nombre como sangre de trivial cortadura
sencillo por demás para
ser retenido;
se dice sin pensarlo cual se bebe agua pura;
lo
pudiera llevar cualquier desconocido.
Un nombre, corazón isócrono en que radie
la quietud de las horas
si de pronto se altera;
un nombre que no haría volver el rostro a
nadie:
como el que los soldados llevan en la pulsera.
Un nombre como tantos que destiñen los vientos
en las tablas, las
tumbas y las actas civiles;
un nombre y apellido -punzantes y
sangrientos
zuecos donde se estrujan unos pies infantiles.
Ayer como nosotros era un adolescente
aquel cuyos verdugos
llegaron con el día;
decían las mujeres su nombre dulcemente
sin
saber que al nombrarlo la gloria sonreía.
Ese nombre trivial como tierra sin amos,
con devoción ahora
nuestra gente lo nombra:
sobre el asfalto, al pie de su escritura hay
ramos
y damas de rodillas ataviadas de sombra.
Nombre bello, incoloro: como se dan en Francia
para cruzar la
turba y morir sin reproche;
un nombre silencioso como la vigilancia;
nombre como las luces de una aldea en la noche.
Versión de Carlos López Narváez