Ave
En un libro guardada está
El pasajero
Garrote vil
La rosa del reloj
Rosa de Belial
Rosa del sanatorio
Rosa en Job
Rosa hiperbólica
Ave
¡Oh, lejanas memorias de la tierra lejana,
olorosas a yerbas frescas
por la mañana!
¡Tierra de maizales húmedos y sonoros
donde cantan
del viento los invisibles coros,
cuando deshoja el sol la rosa de sus
oros,
en la cima del monte que estremecen los toros!
¡Oh, los hondos caminos con cruces y consejas,
por donde
atardecido van tranqueando las viejas,
cargadas con la leña robada en
los pinares,
la leña que de noche ha de alumbrar en los llares,
mientras cuenta una voz los cuentos seculares,
y a lo lejos los
perros ladran en los pajares!
¡Oh, tierra de la fabla antigua, hija de Roma,
que tiene
campesinos arrullos de paloma!
El lago de mi alma, yo lo siento
ondular
como la seda verde de un naciente linar,
cuando tú pasas,
vieja alma de mi lugar,
en la música de algún viejo cantar.
¡Oh, tierra, pobre abuela olvidada y mendiga,
bésame con tu alma
ingenua de cantiga!
Y que aromen mis versos como aquellas manzanas
que otra abuela solía poner en las ventanas,
donde el sol del
invierno daba por las mañanas.
¡Oh las viejas abuelas, las memorias
lejanas!
El
pasajero
¡Tengo rota la
vida! En el combate
de tantos años ya mi aliento cede,
y
al orgulloso pensamiento abate
la idea de la muerte, que lo obsede.
Quisiera entrar
en mí, vivir conmigo,
poder hacer la cruz sobre mi frente,
y sin
saber de amigo ni enemigo,
apartado, vivir devotamente.
¿Dónde la verde
quiebra de la altura
con rebaños y músicos pastores?
¿Dónde
gozar de la visión tan pura
que hace
hermanas las almas y las flores?
¿Dónde cavar en paz la sepultura
y hacer místico pan con mis dolores?
En un libro guardada está...
En el espejo
mágico aparece
toda mi vida, y bajo su misterio
aquel amor lejano
se florece
como un arcAngel en un cautiverio.
Llega por un
camino nunca andado,
ya no son sus verdades tenebrosas,
desgarrada
la sien, triste, aromado,
llega por el camino de las rosas.
Vibró tan duro
en contra de la suerte
aquel viejo dolor, que aún se hace nuevo,
está batido como el hierro fuerte,
tiene la gracia noble de un
mancebo.
Reza, alma
triste, en su devota huella,
los ecos de los muertos son sagrados,
como dicen que alumbran las estrellas,
alumbran los amores apagados.
Este amor tan
lejano, ahora vestido
de sombra de la tarde, en el sendero
muestra
como un arcAngel, el sentido
inmortal de la vida al pasajero.
Yo iba perdido
por la selva oscura,
sólo oía el quebrar de mi cadena,
y vi
encenderse con medrosa albura,
en la selva, una luz de ánima en pena.
Tuve
conciencia. Vi la sombra mía
negra, sobre el camino de la muerte,
y vi tu sombra blanca que decía
su oración a los tigres de mi suerte.
Garrote vil
¡Tan ! ¡Tan! ¡Tan! Canta el martillo,
el garrote alzando están,
canta en el campo un cuclillo,
y
las estrellas se van
al compás del estribillo
con que repica el martillo:
¡Tan!
¡Tan! ¡Tan!
El patíbulo destaca
trágico, nocturno y gris;
la ronda
de la petaca
sigue a la ronda de anís,
pica tabaco la faca
y el patíbulo
destaca
sobre el alba flor de lis.
Áspera copla remota
que rasguea
un guitarrón
se escucha. Grito de jota
del morapio peleón.
El cabileño
patriota
canta la canción remota
de las glorias de Aragón.
Apicarada
pelambre
al pie del garrote vil
se solaza muerta de hambre.
Da vayas
al alguacil
y, con un rumor de enjambre,
acoge hostil la pelambre
a la
hostil Guardia Civil.
Un gitano vende churros
al socaire de un corral,
asoman
flautistas burros
las orejas al bardal
y en el corro de baturros,
el gitano de
los churros
beatifica al criminal.
El reo espera en capilla,
reza un
clérigo en latín,
llora una vela amarilla
y el sentenciado da fin
a la
amarilla tortilla
de yerbas. Fue a la capilla
la cena del cafetín.
Canta en la
plaza el martillo,
el verdugo gana el pan,
un paño enluta el banquillo.
Como el
paño es catalán
se está volviendo amarillo
al son que canta el martillo:
¡Tan! ¡Tan! ¡Tan!
La rosa del reloj
Es la hora de los enigmas,
cuando la tarde del verano,
de las
nubes mandó un milano
sobre las palomas benignas.
¡Es la hora de
los enigmas!
Es la hora de la paloma:
sigue los vuelos la mirada
de una
niña. Tarde rosada,
musical y divina coma.
¡Es la hora de la
paloma!
Es la hora de la culebra:
el diablo se arranca una cana,
cae
del árbol la manzana
y el cristal de un sueño se quiebra.
¡Es la
hora de la culebra!
Es la hora de la gallina:
el cementerio tiene luces,
se
santiguan ante las cruces
las beatas, el viento agorina.
¡Es la
hora de la gallina!
Es la hora de la doncella:
lágrimas, cartas y cantares,
el
aire pleno de azahares,
la tarde azul, sólo una estrella.
¡Es la
hora de la doncella !
Es la hora de la lechuza:
descifra escrituras el viejo,
se
quiebra de pronto el espejo,
sale la vieja con la alcuza.
¡Es la
hora de la lechuza!
Es la hora de la raposa:
ronda la calle una vihuela,
porta la
vieja a la mozuela
Un anillo con una rosa.
¡Es la hora de la raposa!
Es la hora del alma en pena:
una
bruja en la encrucijada,
con la oración excomulgada
le pide al
muerto su cadena
¡Es la hora del alma en pena!
Es la hora del. lubricán:
acecha el mochuelo en el pino,
el
bandolero en el camino,
y en el prostíbulo Satán.
¡Es la hora del
lubricán!
Rosa de Belial
Soy aquel amante
que nunca se muestra,
muda en cada instante
mi
sombra siniestra.
Con el viento llego,
y paso con él,
soy rojo lostrego
del
Angel Luzbel.
Mi sombra nocturna
hace en ti guarida,
mi larva soturna
te
goza dormida.
A tu lindo ceño
llevo la obsesión,
en tu blanco sueño
soy
la Tentación.
Soy aquel amante
que la voz no nombra,
mi sombra va errante
en pos de tu sombra.
¡Turbulenta avispa
que vuela en tu flor,
soy la roja chispa
del yunque de Thor!
De tu clara frente
me oculto en el muro,
como la serpiente
del enigma oscuro.
Soy en tu conciencia
la interrogación
a la triste ciencia
del rey Salomón.
Sobre tu blancura,
paloma benigna,
de mi mordedura
dejaré
el estigma.
El pecado encarna
mi testa. El laurel
del mundo es mi llama,
soy luz de Luzbel.
Mi frente sañuda
sostiene el abismo,
el tiempo me muda,
y
soy siempre el mismo.
Cabalgo en el viento,
con el viento voy,
ya tu pensamiento
mi forma le doy.
Profano lascivo
tu virgen entraña,
soy el negro chivo
y tú
mi montaña.
Apaga mi aliento
tu roca de luz,
está su cimiento
sobre mi
testuz.
Soy el negro dueño
de la abracadabra,
y trisca en tu sueño
mi pata de cabra.
Como el enemigo
en tu sueño estoy,
te gozas conmigo...
¡Soy
el que no Soy!
Rosa del sanatorio
Bajo la
sensación del cloroformo
me hacen temblar con alarido interno
la
luz de acuario de un jardín moderno,
y el amarillo olor del
yodoformo.
Cubista,
futurista y estridente,
por el caos febril de la modorra
vuela la
sensación, que al fin se borra,
verde mosca, zumbándome en la frente.
pasa mis
nervios, con gozoso frío,
el arco de lunático violín;
de un sí
bemol el transparente pío
tiembla en la
luz acuaria del jardín,
y va mi barca por el ancho río
que separa
un confín de otro confín.
Rosa en Job
¡Todo hacia la muerte avanza
de concierto,
toda la vida es mudanza
hasta ser muerto!
¡Quién vio por tierra rodado
el almenar
y tan alto levantado
el muladar!
¡Mi existir se cambia y muda
todo entero,
como árbol que se desnuda
en el enero!
¡Fueron mis goces auroras
de alegrías,
más fugaces que las horas
de los días!
¡Y más que la lanzadera
en el telar,
y la alondra, tan ligera
en el volar!
¡AIma, en tu recinto acoge
al dolor,
mmo la espiga en la troje
el labrador!
¡Levántate, corazón,
que estás muerto!
¡Esqueleto de león
en el desierto!
¡Pide a la muerte posada,
peregrino,
como espiga que granada
va al molino!
¡La vida!... Polvo en el viento
volador.
¡Solo no muda el cimiento
del dolor!
Rosa hiperbólica
Va la carreta bamboleante
por el camino, sobre una foz,
el can al
flanco va jadeante,
dentro de una sombra canta sin voz:
-Soñé laureles, no los espero,
y tengo
el alma libre de hiel.
¡No envidio nada, si no es dinero!
¡Ya no
me llama ningún laurel!
Pulsan las
penas en la ventana,
vienen de noche con su oración,
más aún
alegran en la mañana
los gorriones de mi balcón.
Echéme al mundo de un salto loco,
fui peregrino sobre la mar ,
y
en todas partes pecando un poco,
dejé mi vida como un cantar.
No tuve miedo, fui turbulento,
miré en las almas como en la luz.
Di mi palabra con mi alma al viento,
como una espada llevo mi cruz.
Yo marcho solo con mis leones
y la certeza de ser quien soy.
El
diablo escucha mis oraciones.
Canta mi pecho: ¡Mañana es hoy!
Va la carreta bamboleante,
por el camino, sobre una foz,
el can al
flanco va jadeante
dentro una sombra canta sin voz.