
Apuro sediento tu tierno gemido, tu intimidad que me embriaga y ardiente, la lengua del dulce deseo, pasión cuyo vino no sacia...
Al molino del amorAlamicos del prado...
Yo os prometí, mi
libertad querida...
Al molino del amor
Al molino del amor
alegre la niña va
a moler sus esperanzas;
quiera Dios que vuelva en paz;
en la rueda de los celos
el amor
muele su pan,
que desmenuzan la harina,
y la sacan candeal.
Río
con sus pensamientos,
que unos vienen y otros van,
y apenas llego
a la orilla,
cuando ansí escucho cantar:
Borbollicos hacen las aguas
cuando ven a mi bien pasar;
cantan,
brinca, bullen, corren
entre conchas de coral;
y los pájaros dejan
sus nidos,
y en las ramas del arrayán
vuelan, cruzan, saltan,
pican
toronjil, murta y azahar.
Los bueyes de las sospechas
el río agotando van;
que donde ellas
se confirman,
pocas esperanzas hay;
y viendo que a falta de agua
parado el molino está,
desta suerte le pregunta
la niña que
empieza a amar:
-Molinico, ¿por qué no mueles?
-Porque me beben el agua los bueyes.
Vió el amor lleno de harina
moliendo la libertad
de las almas que
atormenta,
y ansí le cantó al llegar:
-Molinero sois, amor,
y sois moledor.
-Sí lo soy, apártense,
que le enharinaré.
Alamicos del prado...
Alamicos del prado,
fuentes del Duque,
despertad a mi niña
porque me escuche;
y decid que compare
con sus arenas
sus
desdenes y gracias,
mi amor y penas;
y pues vuestros arroyos
saltan y bullen,
despertad a mi niña
porque me escuche.
Yo os prometí mi libertad
querida...
Yo os prometí mi libertad querida,
no cautivaros más, ni daros pena;
pero promesa en potestad ajena,
¿cómo puede obligar a ser cumplida?
Quien promete no amar toda la vida
Y en la ocasión la voluntad
enfrena,
saque el agua del mar, sume su arena,
los vientos pare,
lo infinito mida.
Hasta ahora con noble resistencia
las plumas corto a leves
pensamientos
por más que la ocasión su vuelo ampare.
Pupila soy de amor; sin su licencia
no pueden obligarme juramentos.
Perdonad, voluntad, si los quebrare.
Apuro sediento tu tierno gemido, tu intimidad que me embriaga y ardiente, la lengua del dulce deseo, pasión cuyo vino no sacia...