"Dánzame. Es un
día de curvas que se prolongan
al fragmentarse mi beso de saliva lluviosa..."
"Modèle"
Robert Henri
Reseña biografica
Poeta española nacida en La
Rambla, Córdoba, en 1956.
Reside en Barcelona desde su infancia.
Es
licenciada en Filología Hispánica, cofundadora del Aula de poesia de
Barcelona y presidenta de la Asociación
Mujeres y Letras.
Ha sido incluida en diversas Antologias y galardonada
con importantes premios, entre los que se destacan:
Premio de poesia Barcarola en 1987 y Jaime Gil de Biedma
en 1994. Fue además finalista de los premios Claraboya
en 1986 y
Ámbito literario
en 1986 y 1987.
Su obra poética está contenida en las siguientes
publicaciones:
«Rabitos de pasas» 1981, «Trasunto», «Por mí no arderán
los quicios ni se quemarán las teas» y «Diálogos de la hetaira»
publicados en 1986, «Otra ley» 1987, «Ya nada es rito» 1988, «Desdén» 1990,
«Pormenor» 1993, «Ayer y calles» 1994,
«Cuántas llaves» 1998 y «Árboles que ya florecerán» 2001. ©
Especial
La obra de Concha García
sobresale con largueza en el panorama de la poesia moderna española.
Dueña de un original estilo poético, ha recibido influencia de poetas
renombrados como Celan, Stevens, Milosz, Ajmatova y otros, sintiendo
la poesia, según su propio concepto, "ligada a la sensación de lo efímero,
todo préstamos de los objetos cotidianos, de pensamientos fugaces y de
experiencias vivas o imaginadas".
Para "A media voz" es motivo de
complacencia compartir con sus lectores los textos enviados por esta
destacada poeta.
Gracias,
Concha.
De "Otra ley" 1987:
1.Cansancio
2.Recuerdo después del diluvio
3.Retrato fingido
4.
Sin pudor
5.Tomando místicamente el amor
De "Ya nada es rito" 1988:
1. Amaneciendo en soledad
2. Cuando aún palpita el pecho
3. Dejando de amar
4. El error
no subyace en la intención sino en el hecho
5. Extraña tristeza
6. La valía de un olvido
7. Un conato de tristeza
8. Vasta sed
De "Desdén" 1990:
Prólogo
Parte primera
1.
El reposo
Parte segunda ( La
dicha no es alegre )
1. Dicha
2. El recuerdo
Parte tercera ( La
mística del vaivén )
1. Te lo ruego
2. Recuelo
Parte cuarta ( Y lo hermoso )
1. Viento, lluvia y un paraguas
2. El aire de un vaivén
3. De cómo
Verónica hace un gesto para ser feliz
De "Pormenor" 1993:
1. Anomalía
2. Bajo
los auspicios
3. Cúspide
4. El hielo de la noche de verano
5 . Empezar
6 . Lo que
se sabe
De "Ayer y calles" 1994:
1. El efecto de un paisaje
2. Heladas por el presente
3. La derrota da
pruebas de que estamos vivos
4.
Lejos de ti todo es moral
5. Leve delicadeza
6.
Sensación en el labio
7. Todos los días son iguales
De "Cuántas llaves" 1998:
1. Brinco de sorpresa
2. Escena en un mar
3. Momento en junio
4. ¿Qué es lo que cae?
5. Sillas
De "Árboles que ya florecerán"
2001:
Desde la sala de estar...
Pequeña placidez del instante...
Repetido en las cajas...
La edad son goznes...
Otros poemas:
Monólogo de César Vallejo
Variaciones
Puedes
escucharla en:
De "Otra ley" 1987:
Cansancio
Sentada es como si bebiera largos tragos de playa,
pócimas de
tonterías y me cortase las uñas,
sin compañía. Es un cuento más, una
residencia
cara. Piso el suelo con bocados de ansiedad
y me lleno
de reliquias el cuerpo, salgo
asustando. Repito en larguísimo
silencio
abulias y taconeo deslizándome sin prisa
por las avenidas
buscando un no sé qué, aquello
que no se nombra porque no se sabe y
acapara
gran parte del día ponerme bajo una sombra.
La que sea, a
estas alturas elijo la que sea.
1987
* * *
Recuerdo después del diluvio
Maldijo un cayado, ¡qué tonta!
por eso yo la tuve temblando
cinco
noches. Sólo eso. Cinco
vómitos muy continuados,
a medida que la
luz repetía
esa osadía esclarecedora.
Me conmovió tanta escalera,
tanto peldaño.
Y sus tacones.
1987
* * *
Retrato fingido
Algo de gozo, nunca
un latido constante
y la forma de cerrar las ventanas
en un
corredor resentido. Parece liviana.
Cuando surge de broches y
maquetas es aún
silenciosa, turulata y cambiante
en recorridos
viscosos. Parece loable:
sacrifica partículas con un tenaz
balbuceo entre toallas y peines.
Es yerta y fría: poco tocable. Se
siente
masticadora enervante y poco lucrativa
si le deja la lluvia
panorama distinto.
Descorre camino muy punzón si salida
es tener
hipo con asco o si mira,
con un deshilvanado interés, la espalda
de una gruesa mirada comedora
de ornamentados alfajores. Recorre su
tez
con los dedos; es larga la costumbre
de poner intervalos.
Perdona si sabe.
Dice que nunca se exalta y es brava
la forma de
no acentuar en absoluto
las sílabas. Tampoco mora.
Ni habitaría.
1987
* * *
Sin pudor
Combar los pezones un poco
soberanos
no me veta. Tampoco vadeo si surge
la bagatela. Me muero
en pequeño,
casi de mentira, porque después soy como otra,
que se
desarticula oceánica
y queda esparcida a modo de ápice.
1987
* * *
Tomando místicamente el amor
Raro debut de mi calambre.
Me costó la dicha saberla.
Me dijo
panorama muy sancionadora.
Arrastré letargos y huecos días
mirándome las venas entre periódicos
releídos. Bajando la escalera
del bar,
siempre con una enfermedad terrible
en mi soslayo recto.
Entonces
supe desamar con elegancia,
sin diatribas.
Competencia
de rosada quietud.
Dedos onomatopéyicos, o esa sed
tan rara.
1987
De "Ya nada es rito 1988":
Amaneciendo en soledad
Sí que es
ser de día vestirme
cuando no tengo un sosiego enfrente
ni nada en
el costado, chupada
de lástima voy vertiendo el traje
en mis
brazos y lo encajo
como un sueño deseando un desnudo
más
constante. Más siempre.
1988
* * *
Cuando aún palpita el pecho
Esto que me parece flojedad es una oruga
que comprime como un rulo mi
amor
por la distribución, que fuese inactiva
yo, me deja de
parecer artístico. En pleonasmos
me repito siendo insólito el
esquive.
1988
* * *
Dejando de amar
Ya no le
digo te quiero a nadie,
he perdido el sur del vestido y las
costuras se abren, parezco una tela
inflexionada, una rota lana.
Me río de tanta lluvia, a veces
el aliento es iracundo y lunático,
la frescura y el atrevimiento
se han hecho detritus, pondero
por
eso todo amor deshilachado,
me aceito de madrugadas pasivas
y al
mirar por la ventana se va
aquel dramatismo de antaño,
aquella ira
romantica que
ponía un precio a la aventura.
* * *
El error
no subyace en la intención sino en el hecho
Dánzame. Es un día de
curvas que se prolongan
al fragmentarse mi beso de saliva lluviosa
el trajín más artesano de la boca.
1988
* * *
Extraña tristeza
Silenciosa, más
que el polvo de la botica,
enmadejando hacia atrás con insolencia
varias disipaciones, busca el hito de su putaísmo
maltrecho y no goza
con el pensamiento
sino que al quedarse puntuando las gracias
que
le dieron, se le ocurre mirar la gamuza,
y la mira, y la vuelve a
mirar.
1988
* * *
La valía de un olvido
Ese vicio
solitario la va a perder
va a partir los entremeses equivocadamente
para que en la boca naden solos,
y entretendrá su cutis con varias
cremas
mientras pasa el tiempo, y caerá
en la cuenta de su gran
error
mordiéndose al buscar la tarjeta
del autobús que se le
olvidó en
la mesita de noche aquélla, maldita
sea.
1988
* * *
Un conato de tristeza
Hora de
ti bajando la escalera. No puede ser
que un labio sienta tanto desdén
cuando mira
lo prieto que está sin quererlo. Me
abruma el rápido
desliz con el que bajo
sintiendo la subida.
1988
* * *
Vasta sed
Me ansía cuando se le seca la
boca
bebiendo tragos, en los genitales le irrumpo
de mentira y se
trajea con la tarde
que nunca vine. Meditando en montañas
de
aguardiente elige cómo olvidarme.
1988De "Desdén 1990":
Prólogo
Me haces daño: chispitas
entre
las tapas de pescado, me dueles
esquivando la hora del cine, los
tejados
lluvia y lluvia, chap-chap, mira
qué triste soy: un tañir
lejos, lejano
albergando el daño, el trocito de fuelle
que ayer
chirriaba.
1990
* * *
Parte primera
1. El reposo
Es suficiente. Acaso se baste a sí misma
para luego
parpadear. No la auguréis
de leve y poco mordaz, es una isla
de
altivez escondida, un lloro breve.
La sabiduría del cabizbajo la
tiene, empieza
tratados esculpiendo la letra y no ama
con destino,
su amor es una sucesión
de sensaciones acunadas en un sueño
que
preconiza.
1990
* * *
Parte segunda (
La dicha no es alegre )
1. Dicha
Tengo todo el instante resumido en un libro
y me abro de piernas para
mentir:
la vida es un puzzle, preparo el potingue
de delicioso
residuo y me congratulo con dios
muchas veces. Todas. A lo mejor me
voy
poco espantada. La veterana de largo sentido
es un poco
triste, le acongoja el desdén
la repulsa, el desprecio, la desdicha.
Nacida para ser pronunciada mientras se arde
con la figura tiritante,
a lo largo de otros
brazos, a lo largo de ellos sólo.
2. El recuerdo
Una pena
repta por su ombligo. Ayer
ayer me dijo oblicuamente amor mío y
hoy, hoy tengo que ser áspera con la memoria,
enlazar las manos con
ansiedad, tomar cafés,
hacerme cueva o nimiedad.
1990
* * *
Parte tercera ( La
mística del vaivén )
1. Te lo ruego
Me encontré tan menuda, tan
encogida, ovillada en eso
que la
taquicardia auguró.
Doce o trece horas de amor desmedido
maldita
sea hoy, cómo avanzaba
la sabandija entre mi letargo
haciéndome
diminuta
el tiempo crecía. Me puso las manos
encima y me queda
ese temblor.
2. Recuelo
Huir. Un vaso roto.
Esquivar
al amigo de la yerba, los platos
de coñac, regalos,
orfebrería
en baúles, tenazas de hierro
abundantes misivas,
amontonar
largos caminos, ser la sed
en las rayas del labio,
nótese
una humareda a lo lejos, una
impenetrable andariega.
1990
* * *
Parte cuarta ( Y lo hermoso )
1. Viento, lluvia
y un paraguas
De negro va, pero llega tardía
como siempre, es una imagen
cotidiana
verla acercarse a las lindes de todo
como si el centro
fuese un lado, y
teme mucho que la contradigan cuando
sin estar
cobijada, el tiempo apremia.
2. El aire de un vaivén
Mirar la maravilla deletreando
un momento de ella, lo demás
ocurre sin sinsabor. Álgido
anochece muy enorme por lo que
tuvo de
bueno. La vida se nombra
a veces. Un olvido también es
un sueño.
El ocultamiento
me hace renacer, el oculto
carácter del brillo que
sólo
se percibe intentando la felicidad.
Brote del brote, ramas
equilibradas
en el aire de un vaivén.
3. De cómo Verónica hace un gesto para ser feliz
En esa,
ciertamente, cansina mirada
un monólogo interior arde quemando los
extremos,
se iza suavemente apagando paradojas
y, al final del
trayecto, apunta una sola forma
la retina. Es brillante su punta,
transparente
el cuerpo del objeto, lo llena de un líquido
blanquecino y lo mira ansiosamente.
1990
De "Pormenor" 1993:
Anomalía
No paseo. Ni ando. Voy a casa.
Cayó del monedero
el bono-bus
y tengo cinco duros. Ni para
cerveza me queda. Te amé
escrupulosamente. Iba
a charcuterías y te invitaba
a cenar. Eso
era una muestra
evidente de mi ternura. No
tengo nada. Nada.
1993
* * *
Bajo los auspicios
La cosa más
profunda que he vivido
ya la he olvidado. Ahora sólo me importa
arreglar la ventana si se rompiera, o
limpiar los cristales. Todas
las verdades
han sido un largo pronunciamiento sin fecha,
de
pronto no recuerdo ninguna. Se confunden
encaramadas bajo los
auspicios de mi necedad
que tampoco se precia. A mí me gusta
el
encantamiento de ciertas tardes, cuando
lo evidente no es real.
1993
* * *
Cúspide
U olvidar. Hacia atrás sueño.
La rareza de un bosque en un póster
sobre la aguja del reloj. Te tuve
cuando no te tenía, corre brisa
tanto corre que ventea. Un libro
y
dos páginas leídas, qué cuerpo
tienes. Ya no te quiero, qué hermoso:
ya no te quiero. Me da perplejidad
tomarte de la mano, y tus rayas
qué largas, no te vas a morir nunca.
Paseo de invierno. Es verano
fue trescientos sesenta y cinco días antes
más o menos, me miraba en
el espejo
para peinarme y no amanecía.
Proyectaba aunamientos con
nadie
más sola que tú. Conoces
el estertor y el declive.
Yo de
fatiga, cuánto te quise.
1993
* * *
El hielo de la noche de verano
Alcanzar
el absoluto tedio: designio y arcada
todo junto, los que sueñan son
más astrales
que yo, no es preciso intuir ni saber, sólo
con el
desliz de la mano hacia su cintura
me basta. Terquedad, frío, el
hielo de la
noche de verano.
* * *
Empezar
Todavía no he bebido lo suficiente.
No digo mucho, digo lo suficiente.
Así que ahórrate la otra vez
y
próximas. Nunca dije: atada soy.
Ni me horroricé por un beso
en
cualquier parte. Adoro
sólo lo adorable. Un día, u otro
siempre
puede asomarse una
a la ventana y ver tejados.
Adoro los tejados y
beber.
Bebo para la tirria, para
comprender. No te entiendo,
me
levanto, está bien,
no me quedo.
1993
* * *
Lo que se sabe
Toda mi vida la
pasión soterrada
en el bajo fondo de la placidez.
La idea de la
pericia escapa. Un lento
proceso al amanecer. La quinta vez
que
reescribo. Te lo dije. No creo.
La fe ha resbalado como la resina
joven,
como el trazo de una oruga,
la fe se ha derretido en la
baba
de varios caracoles. Toda tu vida
escapa o huye. No negué lo
que vi.
No vi nada. Sombra en un pacto
toda mi vida: la ventana,
arrullando
el más puro sonido del silencio, un crac
rompe la
desidia, un sonido leve de rotura
precipita el único acontecimiento
imposible
e indeseable. Soy tu túnica, tu vajilla
y tu despecho.
Me voy irritada. Sé que ahora
el velo del día es un espeso manto,
una capa del rey Recaredo. Una enagua.
1993
De "Ayer y calles" 1994
Alegoría del tiempo
Somos
moderadamente felices,
los dos vivíamos en una afinidad
absoluta:
las palabras
no pueden expresar la experiencia.
Yo tampoco.
1994
* * *
El efecto de un paisaje
Es la
una y treinta
medio cuerpo asomado
a la vida entera. Desapercibo
un raro calambreo que nace
en las piernas. Brilla lo que
queda de
luna. Mis oquedades
buscan ritos, mis soledades
están sobre los
zapatos
que he deshebillado
porque me ladeaba su presión.
Estoy
entera como la vida que miro
como la vida que me deja
me deja
medio cuerpo asomado
a ella.
1994
* * *
Heladas por el presente
Soy
una mujer que se alejó del mar.
El pequeño fin, como dije.
Ponerse
la toalla, el pequeño
trozo de pared, pon la mano
y échate sobre
mí, un poco lejos,
el pecho es piedra. Sobre mí
deja la cal un
rastro de tres dedos,
debió apretar más con el pulgar
que con el
índice. Luego esa porquería
de libro y la camarera que nos trajo
la bandeja oxidada el amor
no cabe en fuente alguna tumbas
tierra
adentro ondulaciones
de tierra raíces secas brotes
de ramas
retorcida hiedra
tierra adentro la mano, la cal,
la bandeja, la
camarera,
el mar.
1994
* * *
La derrota
da pruebas de que estamos vivos
Recuerdo dos horas seguidas.
Luego un abatimiento. Se filtraba
la luz, pero anochecía. Yo era
otra.
¿Dónde estará aquella ropa?
Era la misma que soy ahora.
Menos cosas que recordar
menos vida, o más vida, o poca
vida. O
ninguna vida por delante
ni hacia atrás. Mi vida. ¿Qué es mi vida?
Estaba sentada en otra silla: lo recuerdo,
estructura de madera
recubierta de lona.
Sobre una mesa con el cristal resquebrajado
escribí un poema, ¿o era el mismo
poema? Un ansia de recordar
lo
invade todo y decido escribir
cinco o seis poemas más. Me llevan
a
raros lugares donde estuve. No sufro.
Sufría. ¿Mejor o peor?
Abatimiento
porque recuerdo la misma soledad.
La misma soledad no
me convierte en otra persona.
Será ése el hilo, mi fantasma, mi amor,
el que me eleva y me deshace, pero no
me perturba. Sería cuestión
de sentir distintas soledades. Varias soledades.
Que muchas soledades
se agolpasen de pronto
para ir al supermercado, o sintiendo
deseos
de ir al mar. Que todas las soledades
se dispersaran para confundir
ésta: tan real.
Y al ser tantas, podría elegir matices,
colores,
estelas: varios poemas para varios estados
y no escribiría el mismo
poema
al repetir esta exhalación que sólo oyen
ciertas solitarias
al chafar la colilla
con la punta del zapato.
1994
* * *
Lejos de ti todo es moral
Da igual que vivas en un primer piso
también cae sin deseo
especial.
Lo sé todo de ti, pero no te siento.
Se dobló delante
mío, como si no
estuviese, me indicó su presencia
con el lenguaje
del que lo ha perdido todo.
Has traído mi vieja ropa no sé por qué
últimamente me falla la incoherencia.
Dejó el algodón en una silla.
Se levantó
siendo otro hombre. Su gesto me dijo en clave
que ya no
era necesaria. Quédate
con el deseo de los que ya no están
quizá
crezca en ti la armonía de alguno.
Yo me voy, la tierra me ha
tragado.
Te apresuraste encontrando el amor
entre los muertos. Da
igual que estés
localizable. Cogió su jeringuilla con placidez.
Tú
no lo viste, no viste cómo
la miraba atentamente ocultando su punta.
Digamos que mi origen es provinciano.
No veo por qué dar consejos
prefiero internarme entre los cortinajes.
1994
* * *
Leve delicadeza
No sé. Abro el
buzón. Llegan
aquellas cosas mal puestas
en una silla o sobre
ella.
Aturdirme de letras,
vivir tardíamente dos pasos
lo justo
para intransitar lo cotidiano.
Verme en el espejo: sí, otro día.
Sí, son varios. Sí, fueron muchos.
No sé. Llegar, doblar la ropa
otear la casa, el interior de la casa,
de soslayo, y a veces de
frente
sin dejar de examinarme. Es eso.
Sí es eso. La felicidad no
tiene temblores
ni arquea días. Es eso. Fíjate
qué cotidiano. Qué
leve delicadeza
casi a solas.
1994
* * *
Sensación en el labio
Me da
sorpresa bajar
por la ventura de mis emociones
porque para qué
haber estado alta
si la fiebre la produce el recorrido.
Tengo un
beso junto a la boca
y un tiempo para que dure
la sensación del
beso que recibo
y la inscripción de la sinceridad.
Otro tiempo no
lloraré sin saberlo
que es como ahora que por encima
de la
conciencia está la voluntad
de sentir un beso junto a la boca.
Si
ese beso se parte y va al labio
una senda del beso que se fue
se
irá sin mí también
y no será simétrico.
Por eso es gran cosa.
1994
* * *
Todos los días son iguales
Mecánicamente asiste a donde debe ir
logra inclinar la
cabeza, luego vuelve
una resaca, un pánico
ciertas bellezas.
1994
De "Cuántas llaves" 1998
Brinco de sorpresa
Podríamos incluso contemplar sin fastidio
ese amontonamiento de lo
que ahora está bien.
Volver al deleite, anticiparse una vez más
a
una especie de pérdida bajo las hojas
de papeles, en la cocina, los
diarios,
la publicidad en el buzón, las hojas del campo,
y qué
solos estamos cuando todo está bien,
qué pereza subir la escalera,
qué rencor
de peldaños.
1998
* * *
Escena en un mar
Todo lo que dice
bordea el asunto.
Habla de tierra rara, de un hotel,
de varios
obstáculos. Una mirada
complaciente casi le abraza. Llega
de un
remoto trazo de letra. A cualquiera
no le escriben. Tengo miedo
de
abrir los regalos, los dejo a la sombra
del mueble. Si hubiese en
ellos
esa señal acabaría tirándome por la ventana.
Es mucho mejor
que las habitaciones
de ese hotel... y después, fíjate,
resulta un
desencanto el envoltorio.
Quiere lo que esconde la arena
ese
vaivén que sólo el viento
es capaz de insinuar con su fuerza.
Me
dice: Transcurren los días encerrada
todavía no he acabado la novela
me cuesta dejar la casa que no tuve
sueño con habitaciones sin
puertas
hoy ha llovido. Me duele la cabeza.
A veces me eclipsa el
tarot y me decido.
Aquel viejo ajuste de cuentas me preocupa
en
sus melodías borrosas. Ya no es
la que era. ¿Quién es la que era?
Un trío de jóvenes afina la garganta
van a cantar y el ruido es
espantoso.
Habla a borbotones y cae de su cabeza
un péndulo
justiciero, una cana
que ha dejado henchido su corazón.
Mis planes
están lejos
nadie ha oído nunca lo que dije.
Cuando llega la
serpiente yo me enrosco
y construyo el hotel con soledades.
¿Quién
lo habita? le pregunto.
Un camarero sesentón lee la prensa
tiene
espalda de camionero y ojos
de haber visto pocas cosas. No nos mira.
Por fortuna todavía me queda tiempo
lo sueño en los libros. Estará
lleno de poetas. ¿Poetas?
Tu hombre antiguo está reproducido
en la
caída de tu labio. Predices
un porvenir que sólo es concedido a los
extraños.
¿Y por qué poetas? Porque están solos
y desayunaremos
juntos. ¡Ah, cuánto
he amado! Qué hipócrita confesión
y qué
sincera. Veo tu fingir estar despierta,
una voz que corre por la
terraza
de una casa que tuve. Una barriga
indispuesta. Un ¿quién
lo ha hecho?
¿A estas horas cómo pude haberlo hecho?
Pero qué
hiciste. Sumisas decisiones
en el fondo. Y me repite: Todavía
soy
hermosa, me dijo el ginecólogo
que se puede hasta los cuarenta y
cinco.
Mis madrugadas son terribles
pongo música y recuerdo
canciones
no te puedes imaginar lo que me pesa
el estribillo de
las de cuna.
Todavía no hemos muerto. Otra cerveza.
Durante media
hora se callan los músicos.
Me voy hacia atrás con ella,
nos
percatamos de una vieja deuda
porque nos hemos equivocado de vaso.
Te quise tanto. ¿A mí? ¿A mí me quisiste?
¿Qué hora es? Tu deseo es
confuso.
Fíjate, es una tierra sola que da al mar
llena de poetas
desayunando conmigo.
Yo sé que tu ex amante desapareció entonces,
quería la gloria y se hizo famoso e inaccesible.
¿Cómo puedes
reprochármelo?
Los misterios insondables no existen
si no se adora
un cuerpo. Esta escena
de pasión me parece muy sórdida.
Es una
tierra llena de rabia. Yo salgo
de una ventana y contemplo un mar
desgajado del paisaje.
Anula las huellas y pone pisadas.
Estamos
rodeadas de ropa tendida
bamboleándose. Crecen arbustos
y se
encaraman en una mesa plegable.
Veo restos de un desayuno entre
varios,
la imaginación de los que estuvieron
ha formado una nube
de pensamientos
que se deshace, como un recuerdo helado
sobre el
cubo de fregar.
El agua estancada formula paradojas.
Tú tiras su
contenido a la tierra,
la tierra llena de rabia desgaja los poemas
se traga los silencios, las muecas y los gestos
de los que aquí
estuvieron.
* * *
Momento en junio
Se van.
Hacen
cloc clac, como si chocaran.
Crujen dentro y fuera del agua,
están
en otra parte: vuelan.
No hay números infinitos
sólo los que
dividen unidades.
Mi mejor chaqueta para el espectáculo.
Tú
estabas más vieja. No es la edad,
sino las señales. ¿Averiguaste
dónde
en qué lugar se forman?
Una dentro de otra, como gemelas,
son agujeros en una vida llana
que pretende altibajos sin emociones.
Parecías una laguna sin vida interior
cuyas ondas te daban un
semblante
de ninfa poco aureolada.
Yo me convertí en la pesadilla
y hacía ruido cuando me movía,
hacía clong-clong, y se alejaba
todo lo que tenía ganas de acercarse.
Formé una ladera de restos
como cuando subes a una loma
y encuentras una incineradora de basura
cuyas cimas se dibujan
porque varias gaviotas te inquietan
alineadas sobre los plásticos.
Recordé cómo llegué aquí
y mis pies
crecieron. Cómo
no haber llegado. Me fui acercando
a un presente
que estuvo presente.
1998
* * *
¿Qué es lo que cae?
Cada año me
convierto en un grupo de personas
que se disuelven en una calle
peatonal,
los días dos de enero veo esparcirse
un trozo de mi alma
que yo contemplo apostada en una esquina
buscando en las grietas de
la pared
una especie de recuerdo como de ventana
caída. También
veo
la disolución de una edad y me observo
con una mueca sin días
previos
que se lleva parte de mi ser
y es entonces cuando me
distraigo
y entran a mi casa las cartas, resuenan
en los párrafos,
en los trozos de frases.
¿Y aquel encuentro? Ahora que no estás yo.
No te... viajaremos
este verano.
Vayamos al lugar. Árboles frutales,
tú la fru... te
vivo en la azotea.
Cuando quebró. ¿Quién creería?
Tu compañía me
endul... me rompe
el mar.
1998
* * *
Sillas
Días en los que vivir parece una tabla
que apuntala una
ciudad, y luego
querer tomar café. Qué clase de correcta
inarmonía
duele al desechar los azucarillos.
Un mundo en los dedos y un mundo
más hondo y desgajado que no late
en la mirada de nadie. Momentos así
son todo alrededor de tantas sillas.
Me gustaría emborracharme pero
son las diez
y calculo que dentro de ocho horas
estaré perdida.
Come algo.
No, porque no tengo apetito. Deseo fumar
y hacer
malabarismos con el instante
éste. ¿Sabes que no eres adorable?
Busco echarme en el suelo y tener libertad
para mojarme. Son cosas
que comienzan
cuando apuntalas el mundo un lunes.
Si se está
realmente quieta
notas el humo del tabaco
en el espejo y te ves
irreal
para poder pasar el brazo
por encima de una imagen
que
apuntala cinco años de vida.
¿Tienes grietas cuando sales a la calle?
Tres o cuatro. Y me empujas para no entrar
donde hasta las piedras
sienten la lejanía.
Son bares en habitaciones,
pósters iluminados
de artificiales ratos
que invitan a morirse de risa
ante una
silla. La gente ofrece dicha
con la lengua pastosa, demanda roces
imperecederos apurando una copa,
son brechas de diminutas felicidades
enjuagadas en alcohol. Yo me río
porque me encuentro cobarde,
quiero aferrarme a algo, a una silla,
hacer una prueba de fuego sobre
un taburete
dejándome llevar de la mirada
del personaje que pone
los discos y me veo
extendida en una biblioteca irreal,
la
sabiduría pide demasiado poco.
Es tan temprano. Te quiero acompañar
y derrumbar contigo el puente de la salvación
que nos lleva de esta
casa a los vientos
y a las salidas de mar.
Tienes la voz de un
gran amor
y una presencia de escondite
que enturbia planes, que
sale de dudas
y entra en ciudades donde no hay un local
para
abrazarte. Yo te veo en la 315
asomada hacia la calle para ver si
llego.
Llega una bandeja con café sobre una silla
que apuntalo al
borde de la cama.
Y después yo, que soy las aberturas,
el grifo
goteando, el tic-tac, las voces
de la gente que chilla que se quiere
morir
de una rabia hecha jirones.
1998
"Árboles que ya florecerán"
2001
Desde la sala de estar
porque en algún lugar tiene que situarse una
o en alguna parte, a veces
en la sala, otras en un recuento
de
días y noches como bolas mágicas
sin contenido especial
bolas
redondas y chatas en los extremos.
* * *
Pequeña placidez del
instante
ya pasado Y tú qué clase
de amor buscas siempre.
* * *
Repetido en las cajas de las
repeticiones, mis vacíos
martini,
otra vez el sol.
* * *
La edad son goznes
mirar hacia
abajo
ver un fondo donde ardes,
sentimientos de pena
para
alcanzar algo mejorable
sin que se sepa definir
esto de aquello, y
lo otro,
no cabe así. El día bruto
la luz era maléfica
una
religión era necesaria.
Voy a mi extremo
que no tuviera miedo de
la noche
ni de repetir la escena.
Desvié mis ojos hacia la cama
no estaba yo tampoco. Treinta años
condensados en el gesto
indefinible, cercano, inalcanzable,
enroscando la cafetera
junto a
ningún ser aquí cerca.
Sólo tus muslos húmedos
alcanzan un arco de
48 horas
sin determinar bien
qué emoción antecede a otra
o cuál
es el lugar
donde poner las manos ahora.
Tus muslos ardían
dentro del arco
en el que me muevo a tientas,
regalo del tiempo,
el acto,
alguien me lo dio todo
en una pensión. La botella
la
lámpara, la colcha verde,
recuerdo eso y la luz recogida
tras las
cortinas, recuerdo eso,
la televisión, un sutil movimiento
para
entrar en cavernas de ansia,
y el trabajo de los días,
de los
años, de lo prieto.
Que el amor perdure -decías-
largo instante
inscrito aquí
y ahora mismo
en la divisibilidad.
Parece ser que
se origina
lo perdurable en el instante
dispersando el escalofrío.
Yo, para ti, tú, para mí.
Resplandor y música
alguien golpeó la
pared.
* * *
Ser tantas contigo
y bailar los
raros pasos
que conducen a la cueva
donde recuerdo mi rostro.
* * *
Tu niebla de mujer
trae enseres a mi creencia
yo, que casi sola
he creado el mundo.
* * *
Una especie de mi que no soy yo
deja perpleja la estela de la tarde
en esos extraños recorridos
donde el labio estanca su decir.
Otros poemas:
Monólogo de César Vallejo
Soy César: Un traje gastado, dos corbatas,
va a llegar noviembre
como dije
en un poema. Un tragaluz
me pone sombras y soy una
mancha
que nació sobre una silla. «Me
doy contra todas las
contras», un día
me gustó el olor a manteca, el
dormitorio usado,
la palangana sin brillar
y se metió una mosca en mi cuarto
mientras buscaba el origen de
mi felicidad.
Caí azulado, estrepitoso y bello
como un soldado joven, sobre mi
cama.
El aleteo sin zumbido del insecto me
recordó que soy poeta, que
morí
cuando hilaba en los versos frases
como «hembra es el alma
mía»,
y en una tahona me estremecí invisible
pues me chupaba los dedos,
me elaboraba goloso mientras yacía
y tomaba migas de bizcocho, sorbos
de leche, tratados de amor debajo
del brazo yendo hacia muchos otros cuartos.
Variaciones
Hemos conocido vicisitudes de doble filo
aguas donde bañarse era imposible
tiempos de amor con un fondo blanco
y una ternura por mirarlo todo
que nos daba respuestas equivocadas
por eso me dirijo a ti. La mujer
que hoy piensa y siente a la vez
parece perturbada por la situación
y resbala entre recuerdos donde el amor
era la invención sublime de ser dos.
Pero no todo pasa.
Me hinco en mi cama y soy una
con la conciencia escindida, con la virtud
de quererme marear involucrada
en sensaciones que no transpiran
porque te necesitaría para sudar,
y como estoy sola lo canto
porque siempre hubo un tiempo
y habrá más tiempos ya sin dolor
sin esperar que un faro de coche
alumbre la esquina donde fijo la mirada.
Me siento agotada, como si la sensación
de ser yo misma me golpease
en un centro conocido pero ignorado.