Reseña biografica
Poeta, novelista y
ensayista español nacido en Orense, en 1938.
Es Licenciado en Filosofía y Letras por la Universidad de Santiago de
Compostela, Doctorado en Filología y Doctor Honoris Causa por la Universidad
de Vigo. Es la figura más representativa de la literatura gallega
contemporánea. Debido a su actividad política de izquierda fue procesado y
encarcelado en tres ocasiones. Es catedrático de Literatura,
columnista destacado, miembro de la Real Academia Gallega y director de la
revista de pensamiento crítico A Trabe de Ouro.
De su obra en poesia y prosa se destacan, "O crepúsculo e as formigas"
en 1961, "Antoloxía Popular" en 1972, "Con pólvora e magnolias"
en 1977, "Bretaña Esmeraldina" en 1987, "Arraianos" en
1991, "Estirpe" en 1994 y "No ventre do silencio" en 1999.
Ha sido galardonado entre otros, con el Premio de la Crítica de Galicia,
Premio de la Crítica española, Premio Eje Atlántico de Narrativa,
Premio Carlos Blanco de Portugal y Premio Losada Diéguez. ©
Poemas
de Xosé Luis Méndez Ferrín:
A Manuel
María
Esta
es la hoja...
Estás como caída...
Estoy con la cabeza
contra el muro...
He aquí la mano alargada...
Isla
Levantad, dijo Safo...
Me sentará bien llorar
esta noche...
Momento
último
Podría llamar ahora
Posturas para copular en
homenaje
Quiero que mis
amigos de hierro y dinamita...
Reclamo la libertad de mi
pueblo
Saludemos a la muerte...
Señoras del pasado
A Manuel María
He aquí el mío,
vientre sin luz donde no vive nada.
He aquí la mañana
de otoño, con ordenadas nieblas sobre
el
Ulla, en tristísima Tierra de Bea.
He aquí a los camaradas
perdiendo una batalla cada día
y
ganando el futuro y el fulgor
en los ojos y en las quijadas de metal.
He aquí al amigo
presente como los montes nativos coronados
de
miedo.
He aquí las manos suyas
perdidas en el incansable dibujo de
letras
como pequeños estandartes
en el destino nacional de piedra.
He aquí sus ojos
de terciopelo rural y deteniendo
el proceso
de lo ruin; un conjuro
vegetativo, lento
como el pasar del Miño,
cosa nuestra.
He aquí su presencia
terrenal, a través
de procesiones
horribles de días como lobos
proclamando dinamita oculta
como
quien silba.
He aquí al poeta
hermano, innecesariamente evocado en otoño
porque hace mil años
que nacimos juntos en la cuna de piedra de
nuestro idioma
y convivimos agrios.
He aquí su tierra
llana, como pecho tras el que combate un
corazón
de pan y de amapolas y de avispas
en aquellos veranos
lúcidos.
He aquí a su esposa
en la que quizás siembra palabras o
estremecimientos
húmedos en el proceso del amor
que nunca acaba.
He aquí nuestra causa,
comunal como un monte o una playa,
que
algunas veces se nos pone entre los dientes
y sólo podemos pedir
patria o clase
sometida, hermano, sometida.
He aquí el granito
de su canto popular y limpio
y la bandera
roja que nos viste
conjuntamente, preludio del sudario.
De "Con pólvora y
magnolias"
Versión de Eloísa Otero y Manuel Outeiriño
Esta es la hoja...
Al giardina spettrale allaura muta
delle verde ghirlande
a la
terra autunnale
un ultima saluta!
Dino Campana
Esta es la hoja
que en la fronda de la
tristeza densa
en Tierra de Bea, proclama en plátanos de la triste
carretera,
en oros opulentos de las vides,
en robles cobrizos como
arcilla estremecida,
el otoño, el otoño que se extiende como una
sierpe
de luz tamizada,
aposentado el otoño en cada uno de mis
dedos,
en cada uno de mis dedos como hojas
muertas y hermosamente
capaces.
Esta es la soledad
en la que descanso la cabeza como en un
edredón bordado
en amarillos maíces desteñidos
que en Tierra de
Bea aguardan la ruina,
bien abiertos, estando los hórreos y los
alpendres
bajo un querido sol elíptico.
Este es el esplendor
en el que puedo bañarme como un Dionisos
y reproducir la valiente destrucción de las hojas,
en Tierra de Bea,
en cada fatiga de mi pasar antiguo
por los brazos del terror y de la
alegría.
Esta es la presencia
de la muerte coronada de laureles,
verde de prados de esmeralda, que
entran
en mi pecho como en Valle de Bea
entran en el otoño pleno
displicentes
y displicente estoy ante los matices
de la muerte, en
este otoño que trae muerte
para mí en Bea.
De "Con pólvora y
magnolias"
Versión de Eloísa Otero y Manuel Outeiriño
Estás como caída...
Estás como caída,
depresión o lobos
azules y lejos despeñándose antiguos.
Estás, amor, perdida,
alegremente enzarzada en ti, alegremente
acompasada a la muerte que se acerca con tatuajes de fiesta.
Estás, oh castaño de verano,
cobijando tropas de saltamontes y
chupameles mustios.
Estás de vientre abierto
y una procesión de acerbos gritos,
mariposas,
te eructan las entrañas y adentros sin luz.
Estás, huidiza,
aquí y no estás, porque sabes el arte
de ser
tú simultánea y galopar con los ojos tus trigos nativos,
poderosamente colmada de sol y de amapolas.
Estás en mí, como quien tiene, sin nombre,
un mirlo o una hoz
para conquistar los días
en los que tú no estás, en los que tú no
estás, en los que tú no estás.
De "Con pólvora y
magnolias"
Versión de Eloísa Otero y Manuel Outeiriño
Estoy con la cabeza
contra el muro...
Estoy con la cabeza contra
el muro.
Me convoco a mí mismo como quien mira un pozo.
Vuelve un
niño perdido
por calles de humo, por pasillos blancos,
trágico,
con las mejillas tatuadas
y fuegos pequeñitos en cada dedo.
Vuelven tiempos erizo de rapiña y disparos,
de angustias decoradas
por curas y trompetas,
estampas y desfiles. Y todo que se para.
Lucen asombros, se hacen estallidos, se redondean lomos,
y mamá me
dice algo tremendamente piedra
ue me pone en mi sitio.
Retorna ahora el día de la ira, el tremendo momento
en que perdí
los ojos y me hice azabache, cactus y piedra
alumbre.
Y me quedé en Ourense
mirando con horror este río del
tiempo.
De "Con pólvora y
magnolias"
Versión de Eloísa Otero y Manuel Outeiriño
He aquí la mano alargada...
He aquí la mano
alargada en la
dirección del tiempo y los ojos reptando como
un
río que discurre en amplios
anuncios de la final derrota en el
mar
y he aquí la mano concentrada de
siempre, cerciorando la condición
imposible
de cada cosa y he aquí los ojos que
capaces serían de
poner punto final a la
dirección del tiempo y declaro formalmente que
cada intento de acercar la mano -he aquí
la mano tendida a ti ya
vosotros- se ahoga en las
turbias aguas de mis vencidos
ojos, a la
espera de una población más fiera
y alegre, y he aquí el fin del
vivir, tantos y tantos años retrasado.
De "Con pólvora y
magnolias"
Versión de Eloísa Otero y Manuel Outeiriño
Isla
Estrecharé tu cintura
ligera
con miedo de perder cosas de vidrio
Vacías estancias del
crepúsculo
infiernan rojos rubis de espumas
y toda temblorosa
fúlgida plata
me convoca la encarnada concha lisa
Esta isla de
piedra sobre la lámina
del mar de Lapamán en quieto instante
detiene el color cesura de infinito
o absorta suspensión de tránsitos
Bocinas incendiadas de silencio
prorrumpen en estrépito callado
La
ola no revienta está inmóvil
detenida en el proceso de cogerte
Monumento de sí mismo el sol se detiene
y su fulgor de fuego que
llamea
se fija en brasa o moneda estática
Quedó quieta la gaviota
la dorna absorta
Naufragó en mi verso tanto instante
Por qué he de
rasgar este aire de mármoles
ceñiré tu talle y en un asombro
de
carnes todo volverá a ser móvil.
De "El fin de un canto"
Versión de Eloísa Otero y Manuel Outeiriño
Levantad, dijo Safo...
Levantad, dijo Safo,
más alto el techo para mí, el esposo,
porque
voy a entrar a caballo en el tálamo y en lo oscuro
y necesito
espacios como cuadras de ganado muy grandísimo
para contar todos los
dientes, el estremecer lunar, las carantoñas,
el caer de la mañana
sobre los ojos de mi esposa odiada.
Ven, Cipria, dijo Safo,
y el amor me conturbó el mismo hígado
casi como el viento retumba por el monte en el olivar
y quiero que
padezcas mi vientre sin luz
y me mantengas amado, armado, yerto, azul
por el secreto del agotamiento, espada.
El frío, dijo Safo,
entró en el corazón de algunos pájaros como
muerte o lienzo
de perecer, y me volví palomo,
crisantemo de
piedra o ausencia tuya, estando.
Más blanca que la leche, dijo Safo,
y dejó que te viese esbelta
como una yegua
porque cada mañana me diste un hijo de fuego y
desespero
y gran erizo.
Éstas son, dijo Safo,
tus cenizas, oh muerta antes de las bodas,
y en los encarnados lechos
del crepúsculo yacen jacintos,
borona, duros, dulces
camelios derrotados para siempre.
De "Con pólvora y
magnolias"
Versión de Eloísa Otero y Manuel Outeiriño
Me sentará bien llorar esta noche...
Me sentará bien llorar esta noche
pondré
irlanda vilanova dos infantes dos rosas en el ferrol de
hierro
y tus ojos infieles en el filo del crepúsculo
intentaré
ponerme delante de mí por una vez
y dejar en las puertas banderas
desgarradas pimentel y sedas rotas
me sentará muy bien llorar y una
pipa
me dará ese tono o'casey cuando hijos de carne mía y no de
piedra pómez
se deshacen en abalorios entre los dedos
me sentará
muy bien un escalofrío en lecho de metal y solo
sé considero entiendo
y sin embargo
la botella de dulcísimo aguardiente de no ser hombre
junto a
la mano
me sentará muy bien un descargar horror y cierta insania
porque tengo un caballo que nunca tuve y este crepúsculo
me sentarán
muy bien delante de los ojos culebras y detalles
de azabache
que digan soy yo solo me pierdo entre ceniza desesperado
viento harija
me sentará bien llorar por mi pasado yo como alabastro
erguido en los amaneceres isla alabada de cristal cunqueiro
naturalmente naturalmente me sentarán bien pipa y alcohol
dulces
entregadas cosas chinas enquistadas lacas y como sedas
y cerezos
y el negro fondo del vino que perdimos ayer
me sentará
de azul lo que no digo
llorar y contemplar en el techo horrendo que
se comba y quiebra
la presencia impar de partes tuyas que jamás me
diste
y súbito tremendamente macstiofain junto a mi aldea y los
amigos
o cualquier cosa rota y muy vecina
reclamando quizá madre o
patria celta o simplemente piedra
without usura ciertos mediodías
cualquier cosa de lo que no tiene sombra
digo que hermanos no tengo
en esta noche
digo que estoy llorando solo como quien canta
y
ciego el canto contra el gran silencio que estalla y trae un tiro
en el estómago.
De "Con pólvora y magnolias"
Versión de Eloísa Otero y Manuel Outeiriño
Momento último
«-miña Señor amada?»
Cunqueiro
¿Sientes, Señora mía amada, en este instante de
las trompetas
del adiós,
cómo la magnolia cobra un matiz espantoso
y viene toda
la tristeza del mundo a ponérseme en el pubis ?
¿Notas cómo la caída
del verano sobre las islas
y sobre las corrientes del mar que había
sido limpio me arrincona
con fuerza
y desfigura el jilguero, oh Señora mía dejada?
¿Aprecias, Señora mía odiada, cómo se pierde el viento
entre mis
pestañas y cómo se me abren pozas verdes en las manos
y se pueden ver
en ellas petroglifos de muerte?
¿Te das cuenta de que la tristeza de
la despedida era antes de
la despedida
y que tengo ojos de no tener ojos y de que lo pierdo
todo,
Señora mía perdida antes de ser perdida?
¿Ves, Señora mía de
humo, Señora mía de viento,
Señora mía de ceniza, cómo sedas y vasos
y piedras
de silencio y libros que no hubo y sonrisas mentidas
atraviesan el espléndido aire de este crepúsculo,
nos convocan a
luto?
Porque muero a cada instante y mueres, Señora
!;mía de
rápidos instantes también perdidos,
señalo alguna cosa en el fondo de
tus ojos,
piedra quizás o rosa, y en el avance de las sombras
me
pierdo en mí y te pierdo, y te declaro
mía, y un tiempo nuevo
empieza.
¿Te das cuenta, Señora
mía querida,
que un tiempo nuevo nos mata y que mi cuerpo entero
navegará en las turbias aguas de tu recuerdo?
De "Con pólvora y
magnolias"
Versión de Eloísa Otero y Manuel Outeiriño
Podría llamar ahora
Podría llamar ahora
por Kerouac
porque entre los dos hay un río
de tristísimo otoño
pero
prefiero contemplar
las criaturas preciosas
-ya sabéis: perlas,
oro,
cuando en el cristal luciente y mármol-
de Bembo
y miro
atentamente
lo más estéril,
-gema, libro, lámpara-
que denote
las propias
bases o pies de barro
de mi palabra
y presagie
hermosamente
la cosa la cosa
el objeto formal
e inerte
en
que me voy erigiendo cuidadosa y artificiosamente
podría llamar ahora
por Kerouac
o a la juventud perdida
porque entre las olas discurre
el río
de la muerte.
De "Con pólvora y
magnolias"
Versión de Eloísa Otero y Manuel Outeiriño
Posturas para copular en
homenaje
Ponte de luz,
carbón, pólvora y ojos
negros de niños muertos clavados en las salas
del pazo.
Ponte de corazón, ladrillo, fósforo
con quinientas
espirales para llegarle a la verde cumbre y
ocultadas sedas.
Ponte de mar, estruendo, primavera
y manos
estremeciendo el vaso, amante, en el que cantan las
sedes de otro tiempo.
Ponte de contemplar, amor, antiguamente
y
dulcísimamente y perder como vidas viejas y tirar la chaqueta
cada día.
Ponte de puente; ponte, amiga, en puente
estrangulando
el río en el que mujo y bramo con robles, hojas.
Ponte para salir la
falda nueva
y, tan cursi por el jardín, te nacerán en los ojos lunas,
avispas
y una jarrita de miel.
Ponte de espaldas, natural y fuego
negro
por los bajos conmoverá tus dentros con gruñido vivo
sin vivir en mí.
Ponte de piel de nuca, de guijarro, de hombro,
peñasco del crepúsculo, al igual que una caja de música o
cerezos.
Ponte de frío, ponte estatuaria
y cada embate será
líquido inmóvil, abril de jade, estigma de
alabastro.
Ponte de recurrir, ponte de lengua
y unión, tormenta,
carne por el discurso, palabras como pasto
lloviznado.
Ponte de vino, en fin, y calabaza
y tengamos, amor,
amor, una hogaza candeal y ojos para mirar
el buen fuego y la muerte.
De "Con pólvora y
magnolias"
Versión de Eloísa Otero y Manuel Outeiriño
Quiero que mis amigos de hierro y dinamita...
Quiero que mis amigos de
hierro y dinamita,
no cogidos, que pierden los ojos y el pubis muchas
noches,
detengan un instante paso y puño como mi señor confucio
heráclito
atravesándose entre los dientes del Pastor del Este.
Mis
amigos poseedores del hierro junto al pubis
detengan el valeroso puño
como mi Señor Nadador
y digan, derramando los ojos en el Padre Miño:
"Así pasan todas las cosas". Y después
mis amigos con rostros y
cuerpos afilados de hoz
sobre los lentos ríos pretendan acelerar
mundo para nosotros
y vuelvan sobre su pecho y se concentren en
núcleo oscuro y puño.
La determinación de llorar no impida la hoz
y el puño de mis amigos inclinados sobre los ríos
con los delgados
cuerpos como hoces. Navíos sean ojos deslizantes
en el Padre Miño,
que brilla confucio heráclito atravesado
jen los dientes del Pastor
del Este y quiero que mis amigos
!De hierro no cogido disparen
dinamita sobre el río
en una fiesta que celebre el paso dialéctico de
todas las cosas
del mundo
con el corazón del hombre, amigo mío, que contempla el río
sin fin y sin principio. Algunos, sin nombre, algunos o dinamita
pongan fe como hoces de Fonmiñá hasta A Guardia.
De "Con pólvora y magnolias"
Versión de Eloísa Otero y Manuel Outeiriño
Reclamo la libertad de mi
pueblo
En el viento de manzana que se despeña
en los riscos y guijo solar
de cabo de Home y Punta do Cabalo de Fora
reclamo la libertad de mi pueblo.
En el niño que duerme
en el edredón de tus ojos
reclamo la libertad de mi pueblo.
En las viejas manos agrarias
en la alondra amorosa de los estíos
reclamo la libertad de mi pueblo.
En los besos muy ácidos y tiernos
de mis hijos inmensos
reclamo la libertad de mi pueblo.
En las sangres artesanas que tengo ardiendo
en cada dedo mío;
en los finos labradores que aparecen ahora en el papel
llevando sombreros pardos, paños de sede y zuecos remontados
reclamo la libertad de mi pueblo.
En los crepúsculos de anís
en los que se erige la familia naval de Manoel Antonio
y pone, a babor y a estribor, pequeñitos
fuegos azules y blancos de San Telmo
reclamo la libertad de mi pueblo.
En la angustia de arandela que te cerca,
en los mojones, puertas, cierres, en los durísimos y sin luz
alambres, no me tuerzo y
reclamo la libertad de mi pueblo.
En los tibios infiernos de tu boca, herida
de comunión al sol y al vino más adentro,
diapasón de la verdad de pan de trigo,
cumbre de calabaza y de buena alborada
reclamo la libertad de mi pueblo.
En la cizaña, composición, falsía, mal dibujo
de cada ceremonia de convenio colectivo
cegando nuestro fuego matalúrgico
reclamo la libertad de mi pueblo.
En una niña de seis años que nació en Basilea
y cantó para mí la Internacional en idioma gallego y no
pude retener el llanto y fue en mil novecientos
setenta y cuatro, y por ella
reclamo la libertad de mi pueblo.
En los muros de la ombliguera y de la violeta,
en las honduras del musgo y de los helechos,
en los castros, calzadas y rutas muertas
(piedra del más allá) abandonadas para siempre
reclamo la libertad de mi pueblo.
En los caminos cerrados, en los abiertos
en los que llevan a las casas de los hombres nuestros de cada día,
en los trasportes por ferrocarril,
en los hermanos que gobiernan las máquinas del mar
y en los camiones de la alta noche,
reclamo la libertad de mi pueblo.
En las hogueras de Londonderry, en cada palabra,
en cada palabra de nuestro tío Ho Chi Minh, como una oropéndola
llenando la tarde de luz nacionalista y líquidos
reclamo la libertad de mi pueblo.
En la sindical reconstrucción diaria
de cada cosa rota y vuelta a enderezar
en la unión mínima de los hombres alrededor de un problema sórdido,
en cada petición en grupo
en cada contubernio en que se dan las manos
reclamo la libertad de mi pueblo.
En la casa de mis abuelos olorosa
a sí misma, singular en el mundo;
en los caballos de la sierra y en los mineros
de Lousame aquel veinte de julio,
reclamo la libertad de mi pueblo.
En el estremecido bramar de las mareas en guerra,
en el quejido del amor y en la muchacha
perdida sin que fuera nunca nuestra
reclamo la libertad de mi pueblo.
En el comer y en el beber
en torno a la olla de la camaradería,
en el sagrado secreto en torno a la perla de luz clandestina,
en el miedo y en el tenaz tesón contra lo adverso
reclamo la libertad de mi pueblo.
En los luchadores de azufre y fuego ácido,
en los difuntos jamás vencidos,
en los que vendrán y son aún suave brisa y voz de mirlo
y portarán el hierro y darán la muerte clara
reclamo la libertad de mi pueblo.
En los ríos, en las huelgas, en las romerías,
en las protestas de los muros, en los escritos,
en las gaitas, en las arenas de Espesante acaso
reclamo la libertad de mi pueblo.
En los emigrados, en los perdidos, en los presos, en los explotados,
en los que contemplan el correr de las aguas
sin fin, en los que confían en mi partido (tuba de despertar
o camino que nunca se desanda),
en los que combaten y han de ser el rayo
arrasador, en ellos pongo mi lengua y descanso mis ojos
y reclamo la libertad de mi pueblo.
y reclamo la libertad de mi pueblo.
De "Con pólvora y magnolias"
Versión de Eloísa Otero y Manuel Outeiriño
Saludemos a la muerte...
Saludemos a la muerte;
en la palma de la mano no sostengamos
ónices.
Llamémosle:
libro de silencio,
pórtico terminal de la
esclavitud,
escritura feliz de la opacidad,
luz que desata y
nombre de la alegría.
Saludemos a la muerte;
no les demos cobijo a Bach ni a Joplin.
Contemplemos
su hermoso rostro a nuestro lado.
De "Con pólvora y
magnolias"
Versión de Eloísa Otero y Manuel Outeiriño
Señoras del pasado
Mon prince on a les dam's du temps jadis qu'on peut
Georges Brassens
Y os quise muy tristemente a todas
las
que habíais sido rápidamente yo (un poco).
Una luz en los lugares del
estremecimiento
y tardes como ruedas de bronce, interminables.
Poderosas mañanas de renacimiento y ojos en el suelo, de amor
logrado.
Y os quise muy escasamente a todas
porque en las rendijas
de yo caben erizos y sufrir es amor
y nada para el tiempo que
destruye los erizos.
y os quise ( queriéndome) como un río que fuese
de mis ojos a vosotras, tenidas y perdidas,
limítrofes del amor,
olvidadas para siempre.
Y os quise auténtico, y casi no os quise
entre tanto artefacto, construcción, mala piedra,
que nos tiene
enfangados
en las cosas, como lentos navíos de deslizar suave.
Os
llamo, nombres apenas tatuados
en el vacío y el humo, y reclamo ese
espacio
que dejasteis y que quizás es globo (de fuego y desespero ).
Señoras del pasado, damas investigadas a través del ensueño
clobre caballos nítidos, inmóviles en el otoño de antaño,
sin brisa
incluso,
merci por un crepúsculo, por algún beso acaso,
o por los
poderosos alzamientos de sangre,
o por sonrisas líquidas al pie de la
magnolia.
Os quise suavemente, e
incluso fuisteis
capaces de la captura de un pedazo de sombra de mí,
y quedé en menos.
Inútil esta mirada por
encima del tiempo que me otorga silencio,
escamas, ruinas, ceniza,
mis estelas.
Os quise huidizo, oh amigas de anteayer,
espejo mío
espantoso en este atardecer que vence.
De "Con pólvora y magnolias"
Versión de Eloísa Otero y Manuel Outeiriño