Reseña biografica
Poeta, novelista, cineasta, dramaturgo y ensayista italiano nacido en
Bolonia en 1922.
Hijo de un militar fascista y una madre profundamente católica,
sus ideas siempre fueron de izquierda, llegando incluso a unirse por algún
tiempo al partido comunista. A los diecisiete años se matriculó en la
Universidad de Bolonia para estudiar Filosofía y Letras, y cinco años
después publicó el primer libro de poemas.
Una etapa muy importante de su producción literaria se produjo entre 1954 y
1966, cuando publicó "Las cenizas de Gramsci", "El ruiseñor
de la Iglesia católica", "poesia en forma de rosa", y los ensayos
"Pasión e ideología", y "La religión de mi tiempo".
Fue además un gran guionista y director de cine. Sus escritos sobre crítica
social alcanzaron gran brillo con uno de sus últimos trabajos, "Cartas
luteranas", en las que analizó la situación decadente de la sociedad
italiana.
Fue asesinado el 2 de noviembre de 1975, en la ciudad de Roma.©
Poemas de Pier Paolo Pasolini:
A algunos radicales
A los críticos católicos
Abro la mañana de un blanco lunes...
Al
muchacho Codignola
Al príncipe
Análisis
tardío
Cercana a los ojos y a los cabellos sueltos...
Danza
de Narciso
Danza de Narciso II
David
Ladrones
Muerte
A algunos radicales
El espíritu, la dignidad mundana,
el arribismo inteligente, la elegancia,
el traje a la inglesa y el chiste francés,
el juicio tanto más duro cuanto más liberal,
la sustitución de la razón por la piedad,
la vida como apuesta para perder como señores,
os han impedido saber quiénes sois:
conciencias siervas de la norma y del capital.
A los críticos católicos
A menudo un poeta se acusa y se calumnia,
exagera, por amor, su propio desamor,
exagera, para castigarse, su propia ingenuidad,
es puritano y tierno, duro y alejandrino.
Es incluso demasiado agudo en los análisis de los signos
de las herencias, de las supervivencias:
tiene también un pudor excesivo en concederles
algo a la razón y a la esperanza.
Pues bien, ¡ay de él! ¡No hay un instante
de vacilación: basta con mencionarlo!
Abro a la mañana de un blanco
lunes...
Abro a la mañana
de un blanco lunes
la ventana, y la calle indiferente
roba entre su luz y sus rumores
mi presencia infrecuente entre
las hojas.
Este moverme... en días totalmente
fuera del tiempo que parecía
consagrado
a mí, sin regresos ni paradas,
espacio lleno todo de mi estado,
casi prolongación de la existencia
mía, de mi calor, del cuerpo
mío...
y se ha truncado... Estoy en otro tiempo,
un tiempo que dispone
sus mañanas
en esta calle que yo miro, ignoto,
en esta gente fruto de otra
historia
Versión de Delfina Muschietti
Al muchacho Codignola
Querido muchacho, sí, claro, encontrémonos,
pero no esperes nada de
este encuentro.
Si acaso, una nueva desilusión, un nuevo
vacío: de
aquellos que hacen bien
a la dignidad narcisista, como un dolor.
A
los cuarenta años yo estoy como a los diecisiete.
Frustrados, el de
cuarenta y el de diecisiete
pueden, claro, encontrarse, balbuceando
ideas convergentes, sobre problemas
entre los que se abren dos
décadas, toda una vida,
y que, sin embargo, aparentemente son los
mismos.
Hasta que una palabra, salida de las gargantas inseguras,
aridecida de llanto y deseo de estar solos,
revela su irremediable
diferencia.
Y, además, tendré que hacer de poeta
padre, y entonces
me replegaré sobre la ironía,
que te incomodará: al ser el de
cuarenta
más alegre y joven que el de diecisiete,
él, ya dueño de
la vida.
Más allá de esta apariencia, de este aspecto,
no tengo
nada que decirte.
Soy avaro, lo poco que poseo
me lo guardo
apretado en el corazón diabólico.
Y los dos palmos de piel entre
pómulo y mentón,
bajo la boca torcida a furia de sonrisas
de
timidez, y los ojos que han perdido
su dulzura, como un higo agrio,
te parecerían el retrato
precisamente de esa madurez que te hace
daño,
madurez no fraterna. ¿De qué puede servirte
un coetáneo,
simplemente entristecido
en la delgadez que le devora la carne?
Cuanto ha dado ya lo ha dado, el resto
es árida piedad.
Versión
de Carlos Vitale
De poesia en forma de rosa, 1964
Al príncipe
Si regresa el sol, si cae la tarde,
si la noche tiene un sabor de noches futuras,
si una siesta de lluvia parece regresar
de tiempos demasiado amados y jamás poseídos del todo,
ya no encuentro felicidad ni en gozar ni en sufrir por ello:
ya no siento delante de mí toda la vida...
Para ser poetas, hay que tener mucho tiempo:
horas y horas de soledad son el único modo
para que se forme algo, que es fuerza, abandono,
vicio, libertad, para dar estilo al caos.
Yo, ahora, tengo poco tiempo: por culpa de la muerte
que se viene encima, en el ocaso de la juventud.
Pero por culpa también de este nuestro mundo humano
que quita el pan a los pobres, y a los poetas la paz.
De "La religión de mi tiempo" 1961
Versión de Delfina Muschietti
Análisis tardío
(Fin de
los años sesenta)
Sé bien, sé bien que estoy en el fondo de la fosa;
que todo aquello que toco ya lo he tocado;
que soy prisionero de
un interés indecente;
que cada convalecencia es una recaída;
que las aguas están
estancadas y todo tiene sabor a viejo;
que también el humorismo forma parte del bloque inamovible;
que
no hago otra cosa que reducir lo nuevo a lo antiguo;
que no intento todavía reconocer quién soy;
que he perdido hasta
la antigua paciencia de orfebre;
que la vejez hace resaltar por impaciencia sólo las miserias;
que no saldré nunca de aquí por más que sonría;
que doy vueltas de un lado a otro por la tierra como una bestia
enjaulada;
que de tantas cuerdas que tengo he terminado por tirar de una sola;
que me gusta embarrarme porque el barro es materia pobre y por lo
tanto pura;
que adoro la luz sólo si no ofrece esperanza.
Versión de Hugo Beccacece
Cercana a los ojos y a los cabellos sueltos
...
Cercana a los ojos y a los cabellos sueltos
sobre la frente, tú, pequeña luz,
absorta enrojeces mis papeles.
De adolescente ardía hasta el anochecer
junto a tu demacrada claridad, y eran extraños
los rumores del viento y el canto de los grillos solitarios.
Entonces en las estancias sin memoria
dormían los parientes, y mi hermano,
tras un delgado muro, estaba inmóvil.
Ahora tú, luz rojiza, no nos dices en dónde está
y, sin embargo, iluminas y suspira
el grillo en los campos desiertos;
mi madre se peina ante el espejo,
con un gesto tan antiguo como tu luz,
y piensa en aquel hijo ya sin vida.
Danza de Narciso
Estoy negro de amor,
ni ruiseñor ni muchacho,
todo entero como una flor
deseando sin deseo.
Me he levantado entre las violetas
mientras aclaraba
cantando
un canto olvidado
en la noche serena.
Me dije: «¡Narciso!»,
y un
espíritu
con mi rostro
oscurecía la hierba
al claro de sus rizos.
De "La mejor juventud" 1941-1953
Versión de Delfina Muschietti
Danza de Narciso II
Yo soy una violeta y un aliso,
lo oscuro y lo pálido en la carne.
Espío con mi ojo alegre
el aliso de mi pecho amargo
y de mis
rizos que brillan negligentes
en el sol de la orilla.
Yo soy una violeta y un aliso,
el negro y el rosa en la carne.
Y miro la violeta que resplandece
grave y tierna en el claro
de mi cara de terciopelo
bajo la sombra de una morera.
Yo soy una violeta y un aliso,
lo seco y lo mórbido en la
carne.
La violeta retuerce su luz
sobre los flancos duros del aliso,
y se reflejan en el humo azul
del agua de mi corazón avaro.
Yo soy una violeta y un aliso,
lo frío y lo tibio en la carne.
De "La mejor juventud" 1941-1953
Versión de Delfina Muschietti
David
Apoyado en el pozo, pobre joven,
vuelves hacia mí tu cabeza gentil,
con una risa grave en los ojos
Tú eres, David, como un toro en un día de abril,
que de la mano de un muchacho que ríe
va dulce a la muerte.
De "La mejor juventud" 1941-1953
Versión de Delfina Muschietti
Ladrones
Una
vez regresado a tu madre
¿sentirás todavía
sobre los labios
los
besos que te he dado como un ladrón?
¡Ah, ladrones los dos!
¿No estaba oscuro en el prado?
¿No
robábamos a los chopos
la sombra en tu bolsa?
Los conejos se han quedado
sin hierba esta tarde,
y tus labios
robados
besan la primera estrella...
De "La mejor juventud" 1941-1953
Versión de Delfina
Muschietti
Muerte
Vuelvo a ti, como vuelve
un emigrado a su país y lo redescubre:
he hecho fortuna (en el intelecto)
y soy feliz, tanto
como hace tiempo lo era, destituido por norma.
Una rabia negra de poesia en el pecho.
Una loca vejez de jovencito.
Antes tu alegría se confundía
con el terror, es verdad, y ahora
casi con otra alegría
lívida, árida: mi pasión decepcionada.
Ahora me das miedo de verdad,
porque estás de verdad cerca, incluida
en mi estado de rabia, de oscura
hambre, de ansia casi de criatura nueva.
De "La
religione del mio tempo" 1961
Versión de Delfina Muschietti