Reseña biografica
Poeta y ensayista francés nacido en Paris en 1923.
Desde pequeño manifestó gran interés por diversas disciplinas intelectuales.
Una vez terminada su educación universitaria trabajó desde 1950 en las
Prensas Universitarias de Francia. A partir 1953 alternó la publicación de
novelas, ensayos, poemas y aforismos, entre los que sobresalen "Les fêtes
solaires ", "Dédicace d'un navire", "Les poisons
délectables", "Les Châteaux de millions d'années", "Icare et
autres poèmes", "L'oiseau de demain"
y "Les Masques et le Miroir". Además es autor de la "Historia de
la poesia francesa" en nueve volúmenes.
Hace parte de la Academia Goncourt desde 1971, así como de la
Academia Mallarmé. ©
Poemas de Robert Sabatier:
Aprendo el mundo. Él va afilando mi hoja...
El esqueleto y la rosa
Estoy herido por un ser y sé...
La eternidad va a ser un
poco larga
La invasión
La tierra del verano
Las voces profundas
Oír
Aprendo el mundo. Él va afilando mi hoja...
Aprendo el mundo. Él va afilando mi hoja.
Soy la guadaña del vagar
culpable,
acero contra acero y llama contra llama.
Siempre la sucesión y el nacimiento,
siempre la voz, siempre la
vena abierta,
la sangre antigua que renueva el canto,
¿Quién tendrá la victoria? A la puerta del tiempo
oigo llamar a
gentes invisibles.
Todos son yo a edades diferentes.
Aprendo el mundo. Me presenta rostros.
Los más enamorados son
sombras para mí.
Mi mano va quitándoles sus máscaras.
Cuando en lo más lejano, después de la prehistoria
me vea tal y
como soy en sueños,
arrancaré mis falsas evidencias.
Aprendo el
mundo en ásperos estudios.
Yo soy mudo, recibo la palabra.
Amo a
veces la hoja que me hiere.
De "Lectura"
Versión de
Enrique Moreno Castillo
El esqueleto y la rosa
Le puse entre los dientes unas rosas,
le puse un candelabro de plata
sobre el cráneo.
Me creía romántico, mas no,
yo era un hombre y
lloraba sobre un cuerpo.
Interrogaba a todo lo que queda de un ser
cuando el pájaro,
huyendo de su nido,
busca amparo -oh, las flores de la muerte
sólo
pueden brotar en plena tierra.
De rodillas, el rey pone sus labios
sobre una piedra. Y oye que
palpita, palpita
lo que él cree que está vivo más allá de los muros
pero no es más que el eco de antiguas soledades
que le recuerdan una
mujer, una mujer.
¿Es que acaso sabía que dentro de la piedra
se alimentaba un sapo
de ese tiempo inviolado?
En féretro de estaño negro viaja
mi
precioso esqueleto prendado de una rosa.
De "Los venenos deleitados"
Versión de Enrique Moreno Castillo
Estoy herido por un ser
y sé...
Estoy herido por un ser y sé
que su herida es hermana de la mía.
Sólo puedo esperar y subsistir
sin cuidarlo pues yo soy su veneno.
No podremos ya nunca liberarnos
de una amenaza absurda que nos une.
Yo soy amor y hago surgir su odio,
y si yo fuera odio él también lo sería.
Con este malvivir tengo que contentarme
y buscar mi socorro en las palabras,
esperar, esperar y guardar mi tristeza
como un impedimento a mi ardiente suicidio.
De "Los venenos deleitados"
Versión de Enrique Moreno Castillo
La eternidad va a ser un poco larga
A menudo entro y salgo de mí mismo
y alguna vez me solicito
audiencia.
Topo conmigo en largos corredores
y pongo cara de que
no me asombro
o bien me ignoro.
Un breve llanto oscuro
rompe un espejo. Vamos de viaje,
nos
dejamos, jugamos a escondernos,
mi cuerpo y yo, esposos de la aurora.
¿Soy yo sin ser? ¿Y no es soñar vivir
fuera de sí, de los muros,
la duda,
donde el cuerpo no llega, porque pesa
más que el bronce y
el plomo del cerebro?
Y me voy por lugares musicales
para olvidar el sitio donde
habito:
la arcilla densa de donde entro y salgo
ya vivir me
resigno sin mis alas.
-Entrad en mí, pues tengo mil alcobas
para vosotros, salas e
invernáculos.
Mas nadie viene, el único invitado
soy yo, en la
casa demasiado grande.
De "El ave de la mañana"
Versión de
Enrique Moreno Castillo
La invasión
Estoy
lleno de gritos como un tigre de garras.
Estoy lleno de ti -mis
labios son tus labios
y en mis ojos cerrados lloras tú con mis
lágrimas.
¿Quién me liberará? El tiempo y el espacio
ya no hablan.
Espero. Miro cómo te escapas
y rompe mis pisadas esa nada en tu voz
que ha dejado de hablarme. Invoco tu fantasma,
me responde sin ti con
palabras de plomo
y tus mil otras voces en mis venas me hieren.
Era como una fiesta. Giraban los tiovivos
y este amor arrojaba la
llama de Bengala
que nos quemaba el cuerpo. Cuando un volcán se
extingue,
otro volcán renueva sus torrentes de lava.
Sólo guardé
ceniza, mis lágrimas son negras,
soy un muro de pie entre tantas
ruinas.
Padecer así. Escucha. En tus nuevos viajes
¿olvidarás la
voz que se pierde en el tiempo?
Por ti quiero morir, brotar y disolverme,
ser el alba y la flor,
ser la bruma en el alba,
despertar como un sol que calienta tu
cuerpo.
Por ti quiero ser libro y razón de ese libro,
el lector y
la hoguera para mi auto de fe,
quiero ser la morada de tu voz, de tus
frases,
y en mí sólo hay silencio y renglones agónicos
para llenar
un fárrago cuya tinta se borra.
Me alimento de ti como un tigre de carne,
pero en la remembranza,
mientras que un astro aúlla
en el presente y ruge al borde del
futuro,
yo sólo canto mi hambre, devoro aquellas horas
que tanto nos mecieron, y desgarro esa otra,
ese rostro
extranjero que cierra sus fronteras
y muere sólo en mí que tanto
ansío su vida.
No tengo otra virtud que la de amar el árbol
en el que fui
injertado. ¿No ves la rama muerta
que mira en otras ramas los frutos
en sazón?
Ha llegado el momento de amarla más que a otra,
de ser
deshecha en vida enlazada a su cuerpo.
Al sol de primavera no opongo
sino otoños,
con nada viviría y todo me consume
en la savia que
gimen los labios de mi herida.
De "El ave de mañana"
Versión de
Enrique Moreno Castillo
La tierra del verano
Caballo, buen caballo que te acercas
tú no verás jamás lo que yo veo
A acariciar el pelo de la infancia
vine con una llama en cada dedo.
Digo palabras, luz me da su aceite
y arde sin consumirse mi
mirada
La ciudad que se incendia llevo en mí
y en ella una mujer
que hay que salvar
Una alondra, una antorcha sosegada
hija de
fuego que insiste en soñar.
El aire está repleto de soldados,
de muros, de caballos que se
espantan
de galopes furiosos una chispa
bajo los cascos de la
tempestad
y mi pecho revienta de metralla
y sólo con mi aliento
abraso el bosque.
Hablo para la nutria y el visón
hablo para la sed y la laguna
hablo entre mí para apartar las vigas
y el pelo de la frente de mi
niño
mi niño más azul que mil caminos
más puro en mí que el árbol
en el viento.
Caballo, buen caballo que me escuchas
dime que me comprendes,
buen caballo.
De
"Las fiestas solares"
Versión de Enrique Moreno Castillo
Las voces profundas
Oigo crecer mis uñas.
Pienso en unos amigos
fuertes como bisontes
luchando contra el tiempo.
Voy traduciendo el poema
de una lengua ignorada.
En lo alto de
mi ser
una voz quiere hablar.
Que los muchos presentes
del cielo y de la tierra,
juntos en
esta página,
entreguen sus secretos.
Si tuviera el saber
del bello analfabeto,
viviría en colores
en una región negra.
¿Qué dios corta su barba
para más parecérsete,
oh rostro mío,
liso
como la piel del mar?
Yo nunca digo nada
sin escuchar mi cuerpo.
El canta como rosas
en el verano ardiente.
De mi piel los amigos
no necesitan labios.
Son músicos igual
que el sol y que la luna.
De "El ave de la mañana"
Versión de
Enrique Moreno Castillo
Oír
La
llamada a la vida aparta los rumores
del tiempo sin ribera. Oye quien
calla.
Habla en él tal espacio de existencia
que el árbol muerto
empieza a verdecer.
Las plantas encerradas en nosotros,
tan discretas en su obra
silenciosa,
están en el olvido. Feliz el que las vive
y las oye en
la noche de su cuerpo.
¿Mas quién recibe el canto sino la hoja
arrojada en el viento,
prometida
a la hoguera del tiempo?
Con los ojos vendados, las orejas de cera
y el pensamiento
abierto como gruta,
la mano fiel que sirve y que recoge
y que se
burla al apartar la rama.
Escucha mi canción: crece musical
y mis cabellos hacen un
murmullo de bosque.
¿Quién habló de la niebla soledad?
Yo llamo
muerte a aquello que no existe.
De "Ícaro y otros poemas"
Versión de
Enrique Moreno Castillo