"...Entrando en ti, cabeza con cabeza,
pelo con pelo, boca contra boca..."
"Noon rest
from work"
Vincent Van-Gogh
Reseña biografica
Poeta,
narrador, periodista y crítico de arte y literatura cubano nacido en
Camagüey en 1937.
Después de terminar sus estudios básicos en su
ciudad natal se trasladó a La Habana donde inició estudios de medicina,
los cuales abandonó para dedicarse por completo al campo cultural.
Después de la revolución viajó a Europa para
realizar estudios de Historia del Arte en la Escuela del Louvre y la
Sorbona.
En 1972 obtuvo el premio
Médicis por su novela «Cobra» traducida a varios idiomas. En
1974 publicó «Big Bang»,
en 1980 «Daiquiri» y en 1978 su novela barroca «Maitreya».
Es considerado como uno de los escritores más importantes del panorama
hispanoamericano contemporáneo.
Después de su muerte ocurrida en
Paris en 1993, se publicó su última producción, «Pájaros de la playa»
©
Sonetos:
Aunque ungiste el
umbral y ensalivaste...
El émbolo brillante y
engrasado...
El paso no, del dios,
sino la huella...
El rumor de las máquinas
crecía...
Entrando en ti, cabeza con
cabeza...
La transparente luz del
mediodía...
Las húmedas terrazas
dominaban...
Ni la voz precedida por el
eco...
No por azar, por gusto
del dislate...
Omítemela más que lo omitido...
Pido la canonización
de Virgilio Piñera*
Que se quede el
infinito sin estrellas...
Renuncia a tu cuidado,
bien lo sé...
Otros poemas:
Corta changó, con tu espada...
Cuerpo con cuerpo: las
pieles...
El gamo
El mar con destructora
música invocando la helada quietud...
Flauta. Son. La madrugada...
La letra con sangre entra...
No acudas a linimento...
No porfíes. No rememores...
Se esforzaba. Su jadeo...
Tanto arder, tanto valor...
Tu cuerpo se recortaba...
Ya lo ves, de aquella brasa...
Etapa de vanguardia:
Big
bang
Black and white
Harley red
Isabel la caótica
L'enfant a l'oie
La cuarta noche
Páginas en blanco:
Cuadros de Franz
Kline:
1. wax wing
2. shenandoah wall
3. étude pour crow dancer
4. harley red
5. zinc door
6. black and white
Poema uno
Poema III
¿Qué se hicieron los
cantantes?
Sexteto habanero
Shebabdoah wall
Zinc door
Sonetos:
Aunque ungiste el umbral y ensalivaste...
Aunque ungiste el umbral y ensalivaste
no pudo penetrar, lamida y
suave,
ni siquiera calar tan vasta nave,
por su volumen como por
su lastre.
Burlada mi cautela y en contraste
-linimentos, pudores ni
cuidados-
con exiguos anales olvidados
de golpe y sin aviso te
adentraste.
Nunca más tolerancia ni acogida
hallará en mí tan solapada inerte
que a placeres antípodas convida
y en rigores simétricos se invierte:
muerte que forma parte de la
vida.
Vida que forma parte de la muerte.
El émbolo brillante y
engrasado...
El émbolo brillante y engrasado
embiste jubiloso la ranura
y
derrama su blanca quemadura
más abrasante cuanto más pausado.
Un testigo fugaz y disfrazado
ensaliva y escruta la abertura
que el volumen dilata y que sutura
su propia lava. Y en el ovalado
mercurio tangencial sobre la alfombra
(la torre, embadurnada
penetrando,
chorreando de su miel, saliendo, entrando)
descifra el ideograma de la sombra:
el pensamiento es ilusión:
templando
viene despacio la que no se nombra.
El paso no, del Dios,
sino la huella...
A Gerardo Mello-MourãoEl paso
no, del Dios, sino la huella
escrita entre las líneas de la piedra
verdinegra y porosa. Aún la hiedra
retiene las pisadas, aún destella
de su cuerpo el contorno sobre rojos
sanguíneos o vinosos: en los
vasos
fragmentados, dispersos. No los pasos
del dios, sino las
huellas; no los ojos:
la mirada. Ni el texto, ni la trama
de la voz, sino el mar que
los decanta.
En su tumba -las islas ideograma
de esa página móvil donde tanta
frase, no bien grabada, se
derrama-,
sumergida, tu estatua ciega, canta.
El rumor de las máquinas
crecía...
El rumor de las máquinas crecía
en la sala contigua: ya mi espera
de un adjetivo -o de tu cuerpo- no era
más que un intento de acortar
el día.
La noche que llegaba y precedía
el viento del desierto, la
certera
luz -o tus pies desnudos en la estera-
del ocaso, su
tiempo suspendía.
No recuerdo el amor sino el deseo:
no la falta de fe, sino la
esfera-
imagen confrontando su espejeo
con la textura blanca, verdadera
página -o tu cuerpo que aún
releo-;
vasto ideograma de la primavera.
Entrando en ti, cabeza con
cabeza...
Entrando en ti, cabeza con cabeza,
pelo con pelo, boca contra
boca:
el aire que respiras -la fijeza
del recuerdo-, respiro y en
la poca
luz de la tarde -rayo que no cesa
entre los huesos abrasados-
toca
los bordes de tu cuerpo; luz que apresa
la forma. Ya su cénit
la convoca
a otro vacío donde su blancura
borra, marca de arena, tu figura.
El día devorando de sonidos
quema, de trecho en trecho, su espesura
y vuelca de ceniza la
textura
en la noche voraz de los sentidos.
La transparente luz del mediodía...
La transparente luz del mediodía
filtraba por los bordes
paralelos
de la ventana, y el contorno de los
frutos -o el de tu
piel- resplandecía.
El sopor de la siesta: lejanía
de la isla. En el cambiante cielo
crepuscular, o en el opaco velo
ante el rojo y naranja aparecía
otro fulgor, otro fulgor. Dormía
en una casa litoral y pobre:
en el aire las lámparas de cobre
trazaban lentas espirales sobre
el blanco mantel, sombra que
urdía
el teorema de la otra geometría.
Las húmedas terrazas
dominaban...
A Octavio PazLas
húmedas terrazas dominaban
el templo, la planicie entre dos mares,
superpuestas, azules, triangulares.
Simétricas estatuas deslizaban
sus fragmentos de mármol por la nieve
-fueron torsos de Apolo,
manos anchas
que el musgo ha devorado con sus manchas-
fresca,
trazando un laberinto breve.
Los cuerpos arrastrados por el río
han quedado en la arena
sepultados
bajo las piedras nítidas del lecho.
En el delta una mano, el globo frío
de unos ojos han sido
rescatados.
y más allá una frente, un brazo, el pecho.
Ni la voz precedida por el eco...
Ni la voz precedida por el eco
ni el reflejo voraz de los
desnudos
cuerpos en el azogue de los mudos
cristales, sino el
trazo escueto, seco:
las frutas en la mesa y el paisaje
colonial. Cuando el tiempo de
la siesta
nos envolvía en lo denso de su oleaje,
o en el rumor de
su apagada fiesta,
cuando de uno en el otro se extinguía
la sed, cuando avanzaba por
la huerta
la luz que el flaboyant enrojecía,
abríamos entonces la gran puerta
al rumor insular del mediodía
y a la puntual naturaleza muerta.
No por azar, por gusto del
dislate...
A Luce López-BaraltNo por
azar, por gusto del dislate
ni por obedecer a una figura,
habló de
una cegante noche oscura.
Que toda exaltación o disparate
aparente, se indague, y no se ciña
-el lenguaje no basta- a un
simple juego:
de granadas y lámparas de fuego
bebió un vino, de
antes de la viña.
No percibió ni forma ni sonido,
mas con la sangre lo irrigó un
sentido
ajeno a la palabra y a la imagen.
Dejemos, de esa heráldica, que viajen
los símbolos, el mudo
abecedario:
agua y sed, brasa y luz, cuerpo y sudario.
Omítemela más que lo omitido...
Omítemela más que lo omitido
cuando alcanza y define su aporía,
enciende en el reverso de su día
un planeta en la noche del sentido.
A pulso no: que no disfruta herido,
por flecha berniniana o por
manía
de brusquedad, el templo humedecido
(de Venus, el segundo).
Ya algún día
lubricantes o medios naturales
pondrás entre los bordes con
taimada
prudencia, o con cautela ensalivada
que atenúen la quema de tu entrada:
pues de amor y de ardor en
los anales
de la historia la nupcia está cifrada.
Pido la canonización de Virgilio
Piñera*
Poco
interés presentan estas cosas
para un Concilio, que otras más
urgentes
-la talla de los Angeles, las fuentes
del Edén-, y sin
duda, más valiosas
apremian sin cesar. Insisto empero
para que tenga sitio en los
altares
este mártir de arenas insulares.
Por textual, su milagro
verdadero
dio presa fácil a los cabecillas
y a los sarcasmos que, de tanto
en tanto,
interrumpen las furias amarillas,
las madres del exilio y del espanto.
Es por eso que a Roma, y de
rodillas,
iré a exigir que lo proclamen santo.
*Poeta, dramaturgo y narrador cubano nacido en Cárdenas
en 1912 y
fallecido en 1979.
Renuncia a tu cuidado, bien lo
sé...Renuncia a
tu cuidado, bien lo sé: tras
ese dolor que tu embestida aqueja,
en
alivio y placer muda la queja,
más sosegada cuanto más penetras.
Cerveza transmutada o sidra añeja,
del oro tibio la furiosa recta
su apagado licor suma y proyecta
sobre el cuerpo deseoso que festeja
tanto derrame. A bálsamos o ardides
que atenúen la quema de tu
entrada
nunca recurras. Mientras menos cuides,
unjas, prevengas, o envaselinada
disimules, mejor. Para que
olvides
el mudo simulacro de la nada.
Que se quede el infinito sin
estrellas...
Que se quede el infinito sin estrellas,
que la curva del tiempo se
enderece.
Y pierda su fulgor, cuando se mece
un planeta en su
abismo y en las huellas
del estallido primordial. Aquellas
noticias recibidas del
comienzo
de las galaxias, del vacío inmenso,
hoy son luz fósil.
Paradojas bellas
que anuncian por venir lo transcurrido
y postulan pasado lo
futuro.
Universo del pensamiento puro:
un espacio que fluye como un río
y un tiempo sin presente, opaco
y frío.
El tiempo de la espera y del olvido.
Otros poemas:
Corta, Changó con tu espada...Corta,
Changó con tu espada
el alcohol, y haz que ese río
crecido, no
bien vacío,
vuelva a su cauce y, saciada
tanta sed, halle morada
el nadador a la orilla
de tu fuente y en tu arcilla.
Que la sangre
que consagras
dé su fuerza a las bisagras
del puño y de la
rodilla.
Cuerpo con cuerpo: las pieles...Cuerpo con
cuerpo: las pieles
se aproximan y se alejan
entre espejos que
reflejan
su deseo. No develes
la imagen -esos laureles
fenecen-; no te aconsejo
confiar en ese reflejo,
porque ese doble
perverso
te revelará el reverso:
hueso con hueso, pellejo.
El mar con destructora música invocando la helada quietud...
El mar con destructora música invocando la helada quietud, la ciudad que
la luz
redescubre jubilosa. El ave gritando toscamente hacia un círculo que el
agua desdibuja.
Todo su amplia vigilia lo gobierna -a tientas sus señales conjuro, sus
palabras invoco-
menos el agua amenazando desde un duro jardín, menos el agua.
El hombre está solo frente a la luz soñada por Dios. Los gritos de los
Angeles, las aguas
de la tierra por él han sido nombradas. He aquí que él se descubre
soñado y acepta su señal:
la furia de los Angeles, la nada, el olvido de Dios.
El gamo
El
gamo, contra el naranja
del bosque, pasa mojado,
veloz. El aire
cuajado
añade al bosque una franja
de aros dispersos. En esos
Cartílagos de paisaje
se divide, o
en el oleaje,
o en el jardín de sus huesos.
Flauta. Son. La madrugada...
Flauta. Son. La madrugada
se descompone en su prisma
de grises
donde se abisma
el gris de tu voz rajada.
Blanco. La línea borrada
de una guitarra. Lo sabes:
corresponden con los graves
las
diferentes texturas
del tres. El color sutura
y da el compás de
las claves.
La letra con sangre entra...
A Arturo CarreraLa letra
con sangre entra
como el amor. Mas no dura
en el cuerpo la
escritura,
ni con esa herida encuentra
paz el amante. Se adentra
en el cuerpo deseoso
y más aumenta su gozo
con su mal. Alegoría
de nuestra postrimería:
jeroglífico morboso.
No acudas a linimento...No acudas
a linimento,
alcanfor, miel o saliva,
que atenúen el momento
de
más ardor. No se esquiva
con ardid, ni se deriva
esa quema: se
convierte
en su contrario. Divierte
el placer así obtenido
por
el sendero invertido:
más vida cuanto más muerte
No porfíes. No rememores...No
porfíes. No rememores
que no se olvida el olvido
ni su embriaguez:
lo que ha sido,
es y será. Sinsabores,
dramas discretos y amores
sin nombre, van a la quema
final, como un torpe emblema
de
eternidad. No perdura
más que el goce y la textura
de un instante:
ése es mi lema.
Se esforzaba. Su jadeo...Se
esforzaba. Su jadeo
ante el jardín clausurado
era el de un ciervo
asustado.
La furia -más que el deseo-
de penetrar, era el reo
que lo impedía... Que ejerza,
según la torre se tuerza,
jaque
anexo, desviada,
y cifre, en esa morada:
"más vale maña que
fuerza".
Tanto arder, tanto valor...Tanto
arder, tanto valor
tanto ataque y retirada
ante ese umbral en que
nada
alivia más el dolor
que su incremento. O mejor:
hay un
punto en que el exceso
-y que mediten en eso
los mesurados-
bascula
en su contrario. Calcula:
ir más allá es un regreso.
Tu cuerpo se recortaba...Tu cuerpo
se recortaba
contra la persiana oscura
trazando una línea pura
-la del torso- que ondulaba
con tus gestos. La chilaba
-una línea
paralela-
en el espejo, una vela
y la curva de una fruta
eran
la doble voluta
que estructuraba la tela.
Ya lo ves, de aquella brasa...Ya lo ves,
de aquella brasa
cuyo ardor te calcinó,
saciado, sólo quedó
dispersa ceniza escasa.
Muda inconstancia que abraza
el aparente
sentido
del cuerpo obscuro y prohibido
-o del tuyo en el espejo
de la otra piel-. No me quejo
de arder. Ni de haber ardido.
Etapa de vanguardia:
Big bangLas
galaxias parecen alejarse unas de otras a velocidades
considerables.
Las más lejanas huyen con la aceleración de doscientos
treinta mil kilómetros por segundo,
próxima a la de la luz.
el
universo se hincha.
Asistimos al resultado de una gigantesca
explosión.
Black and white
La raya negra y el batello,
el monte siamo tutti,
el barco blanco
sobre el agua blanca
y la fijeza
de los pájaros sobre la Salute.
Pase,
il fait beau del otro lado
del otro lado, digo,
del río.
Estamos todos
Harley Red
El sueño no:
la pérdida.
El blanco roedor,
que ciega.
Pierdo
pie. Todo es compuerta.
Mira:
el muro sangra.
Isabel La Católica
El coro de sopranos pintarrajeados
entona tu loa:
"Te comiste un Zohar
te comiste un Corán."
Y de tu mano de azogue
bendijiste las
cabezas cortadas con tu mano de azufre
y plantaste jazmines en ellas.
Te goteaba la rodilla de San Ignacio,
diste el zapatazo de Santa
Teresa.
Te retorciste toda, te rompiste los huesos,
pintada de oro,
incrustada tu piel de joyas diminutas
para formar la inicial de un
evangelio.
Saltaban a tu alrededor
-cofias de ojillos verdosos-
tus
hidrocéfalos, tus mongoles,
tus negros y eunucos:
"Te comiste un Zohar
te comiste un Corán."Que ardas
per secula seculorum,
con tus biblias y tus brújulas.
L'enfant a l'oie
La menta y las alhajas funerarias, el gallo blanco y
los últimos children pets. Combate cernido:
la música del río
respirante, arrastrando hierros;
de las grúas mohosas el estrépito y
el verde de la herrumbre
van creciendo entre cacharros y laterío.
Ya donde el sueño de
los hermafroditas y el coro.
El niño le retuerce el cuello. El agua
sube.
Cada uno en su río.
La cuarta noche
Oye, qué acordeones falsos.
La lucidez, el muro blanco,
(la voz gangosa del disco)
rayado, un leopardo arisco
preso
entre los hilos rojos.
(las agujas de sus ojos
me miran). La hoja en blanco,
la mano que escribe, temblandoPáginas
en blanco
Cuadros de Franz Kline:
1. wax wing
No hay silencio
sino
cuando el Otro
habla
(Blanco no:
colores que se escapan
por los bordes).
Ahora
que el poema está escrito.
La página vacía.
2. shenandoah wall
La pared cruje.
Grieta en lo blanco.
Allá va, desunido,
el cuarto.
Detrás del tragaluz
un rostro, otro,
mirándose,
mirándonos.
3. étude pour crow dancer
Un cubo despegado.
Pegada la oreja a la pared.
Oye.
Algo va a romperse. Algo
crece.
Lo que en el muro
hierve.
4. harley red
El sueño no:
la pérdida.
El blanco roedor,
que ciega.
Pierdo pie. Todo es compuerta.
Mira:
el muro sangra.
5. zinc door
Abierta, no,
entrejunta.
Esa ranura mira.
Detrás de lo blanco,
blanco.
Ahora el silencio.
Las paredes se cuartean.
El cuarto desmoronado,
navega. Y ese brillo.
La puerta transparente.
6. black and white
La raya negra y el battello,
el monte siamo tutti,
el barco blanco sobre el agua blanca
y la fijeza
de los pájaros sobre la Salute.
Pase,
il fait beau del otro lado
del otro lado, digo,
del río.
Estamos todos.
Poema uno
Escritos en el suelo han quedado los signos de la muerte.
Y en los
mosaicos de piedra roja
el estampido de los rostros de oro.
La humedad ha cubierto los frescos.
En la escalera
las manchas
de los pies rajados.
El polvo ennegrece el resto.
La ventana está abierta.
La
ciudad saqueada.
Poema 3
Incrustarte cascabeles en las mejillas
con cal escribirte en la
frente
con rayas espirales pintarte el sexo
las nalgas con discos
fluorescentes
líneas de puntos blancas
agrimensor de tu cuerpo negro
firmarte la cabeza
cubrirte los pies de yeso
flores de oro en las
manos
ojos egipcios en el pecho
ideogramas blancos
un mapa negro tu cuerpo
¿Qué se hicieron los cantantes?
¿Qué se hicieron los cantantes,
los reyes, los Matamoros
de
dril nevado y los oros
de las barajas de antes?
¿Quién las tardes
del Cervantes
recuerda, y aquel grabado
del Diario, desdibujado,
y los bailables de Sagua?
(Las guitarras llenas de agua
están, y el tambor rajado.)
Sexteto habanero
¿Los dioses
se fueron, se quedaron,
murieron con Beny Moré
ellos que con él alucinaban,
o habitan aún las orquestas habaneras,
las trompetas como dos lluvias de flechas,
los cascabeles roncos,
y las tardes de músicos y monos?
Shebabdoah wall
La pared cruje.
Grieta en lo blanco.
Allá va, desunido,
el
cuarto.
Detrás del tragaluz
un rostro, otro,
mirándose,
mirándonos.
Zinc door
Abierta, no,
entrejunta.
Esa ranura mira.
Detrás de lo blanco,
blanco.
Ahora el silencio.
Las paredes se cuartean.
El cuarto
desmoronado,
navega. Y ese brillo.
la puerta transparente.