"...He sido nada más una extranjera
asomada al desdén de la sonrisa...."
"Monalisa"
Fernando
Botero
Reseña biografica
Poeta
colombiana de principios de siglo, nacida en Armenia, Quindío.
El punto
de partida de su obra lo constituye Campanas al Alba, publicado cuando se
iniciaba el movimiento
de Piedra y Cielo. Desde entonces, se guió por el sentido crítico innato,
hasta dar hondura a su pensamiento
y tono universal a su poesia. ©
Almas
Balada del recuerdo
Canción
Canción del amor fugaz
Canción para iniciar un olvido
Cancioncilla
Confidencial
Del amor inocente
Esquema del amor en el tiempo
Imágenes del amor
Interpretación de Omar Khayyam
La carta
Los amantes
Los pasados
Los rencorosos
Mar cambiante
Mensaje
Pretéritas
Rosa
roja
Rosa saudade
Soneto romántico
Tu nombre... amor
Vino triste
Almas
Aquellas
almas grandes que tuvimos
y estas de ahora, iguales y distintas,
siguen ardiendo y consumiendo vida.
Ardientes almas nuestras...
ávidas, delirantes, violentas, vengativas,
tenaces, hechizadas,
sedientas,
con sus flamas en rojo, negro y blanco,
en gris, en
amarillo y en violeta,
-iris y fuego-
sometidas al viento ineluctable,
al incendio...
Con cauda de cometas locos,
con colas y con crines de
caballos apocalípticos
para imponer el miedo.
Ah! nuestras almas
jóvenes!
aquellas que tuvimos y tenemos,
fieles a la gran aventura
irreversible de la vida
y al signo irrevocable del acontecimiento,
siguen viviendo
a través de la sangre inextinguible,
en hélices y
elípticas,
en el misterio.
Almas rudas,
flagrantes y filudas
como lanzas de acero.
Nuestras almas de ayer, de nunca y siempre,
ígneas, incandescentes, implacables,
ultravioletas, ultrarrojas,
ultrasolares,
ardiendo...
Balada del recuerdo
Llueve una lluvia fácil... negligente.
Casi sin desazón. Casi sin
ruido...
Y en un sitio del alma... en el olvido
los recuerdos me
asaltan de repente.
Recuerdo cosas... cosas... todavía
como si todavía las viviera.
(Aquel amor que tanto me mintiera
acaso sin saber que me mentía).
Una ciudad tan buena como el trigo
surge de pronto en tierras
desiguales.
Un calendario pulcro... sin señales.
(Voy por las calles
de anteayer contigo).
Nuestras miradas con amor -sin dudas-
redescubrían cosas evidentes:
la tierra con sus árboles, las gentes,
nuestras manos vacías y desnudas.
La lluvia por las calles recorría
con el sol enredado en sus
cristales.
-Noble ciudad de agudas catedrales
(Me cuentan que allí
vives todavía).
Todo nos separaba y nos unía.
Un gesto, una canción, una mirada.
El amor era todo... y era nada...
y era eterno no más porque moría.
Y nadie puede sepultar sus muertos
tan verdaderamente sepultados
que no puedan volver, si recordados,
a los brazos amantes y desiertos.
Las horas no se pueden devolver
ni lo que en ellas fue pasión o
grito.
(Aquí todo es igual porque está escrito
y ya no es cierto
porque está en ayer).
Aquí todo es igual. Nada envejece
al margen de las horas sin fortuna.
El mismo grillo con la misma luna...
y todo como estaba permanece.
Y como en los recuerdos no varía,
el viento lleva aún sobre sus
hombros
de aquella nube grande los escombros.
(Y nunca acaba de pasar
el día).
Nuestros
rostros se miran a través
de la lluvia o la luz recién nacida.
Aquí la
muerte pasa inadvertida
bajo el verde implacable del ciprés.
Los rostros de este sitio no regresan
jamás al ejercicio cotidiano.
(Aquí mi mano vive entre tu mano.
Aquí los corazones no nos pesan).
Eres. Soy. Cuánta soledad en torno.
Aún vivo y vives. Sorprendente
llama.
Viajamos bajo el sol. Sobre la grama.
(Aquí en el calendario no
hay retorno).
Canción
Iba mi corazón
-caracol sin lamento-
impulsando, sangriento,
su pequeña canción...
Y luego la
ilusión...
engaño...
ensueño...
La muerte grande...
lo demás,
pequeño.
Ah qué inútil empeño
Corazón! Corazón!
Canción del amor fugaz
Envío:
A ti de alma profunda como un bosque de pinos.
Cómo adoré tu gesto ilusionario,
tu gesto sin igual,
tu gesto de
ceniza y de metal
cómo adoré...
Tú y yo en la vida, en la muerte,
en la tormenta,
entre la
tempestad.
Yo sedienta
y hambrienta
y arrecida.
(S.O.S. de soledad a soledad)
Cómo no haber amado tu gesto
iIusionario,
si hacía tempestad
y la noche en tu gesto estaba
confundida
ilusoria y tenaz como la vida?
Este recuerdo... Aurora boreal
este recuerdo...
hoja que al polvo
vuelve
y del polvo retorna irreductible...
abisal...
Así el amor
que fue.
Tu gesto de metal
cómo adoré!
( S.O.S. de
tempestad a tempestad )
Mentira!
Como la hoja que en el viento
gira
y torna
y vaga
y treme
y vencida y fugaz
victoriosa y
vencida
el viento vengativo
en su brazo robusto la levanta,
así el
amor que fue...
ilusorio
vario
vano
banal
imaginario
como
en espejo ustorio repetido,
así el amor que fue...
(tu gesto de metal
cómo adoré)
Tu gesto distraído,
tu
dinástico gesto
y el olvido
que en tu gesto venía confundido.
Tu gesto era tu voz que transcurría
fl como un agua cantando
hacia el olvido.
(y yo adoré tu gesto distraído)
Y era la eternidad!
La del momento...
eterno en su ansiedad
y
su osadía.
-Oyes el S.O.S. hambriento
que da mi soledad
en la iracunda noche
de tu noche y la mía?
(Alegría... Alegría!
Ya todo lo perdimos.
Podemos ir sin miedo
entre la tempestad)
Canción para iniciar un olvido
¿Y para qué quieres un tesoro sino para perderlo?
¿Y si no es
para perderlo, para qué quieres un tesoro?
Todo al ayer uncido.
Lo único que tengo es lo perdido.
Propiedad absoluta del pasado.
Conciencia de haber sido
y no ser más
que aquel instante bello y preterido.
Yo soy aquella tan feliz criatura
que sintió la infinita quemadura
de tu caricia inmensa y generosa
y el aire de tu voz triste y amiga.
(Yo... yo... que soy tan pequeña
lo mismo que una hormiga)
Y si pasa la fuente rumorosa
lo mismo que un espejo que camina
y
en el jardín la rosa con su espina,
arde aún más constante y más hermosa,
me digo: cuando muera...
la fuente seguirá
diciendo su mentira
verdadera
y la rosa arderá
con más ardor quizá
que en la nuestra
dorada primavera.
Otros días vendrán sin dejar huella,
sin ton ni son, sin gracia sin
sentido.
Pero tú y yo vivimos. Vivimos sólo un día
y aquel que vive un
día ya todo lo ha vívido.
(Larga vida tenemos como la mariposa
y una
historia tenaz como la rosa).
La fuente pasa sin pasar. La fuente
a su desnudo espejo caminante
uncida va, sedienta y delirante,
de su gran albedrío prisionera
diciendo su mentira verdadera.
(Sólo me quedas tú, como la fuente
presa de su albedrío).
Sólo
me quedas... porque te he perdido
y los duros espejos, blandamente,
con azogadas lunas rememoran tu frente
y te salvan del tiempo y del
olvido.
(Indefinido
indefinidamente
tu rostro con mi verso
confundido).
Que soy la misma. La feliz criatura
que sintió la absoluta quemadura
de tu caricia inmensa y generosa...
como quien dice: toda la dulzura,
la razón de la espina y de la rosa.
Cancioncilla
Cuando dejé de
verte era verano.
En la sangre caliente renacía
un racimo de besos, y
corría
un viento....un claro viento por el llano.
(Bien lo
recuerdo amor...era verano)
Y quise retenerte.
¿Con qué lazo
había
de atarte para no perderte?
( Cuerpo de agua en el cristal de un vaso )
Acaso...si te amarras mi lazo fue más fuerte....
que siendo tú la
ausencia ibas cercano
como vida en el pulso de la muerte.
Al fin estoy
contenta y tú lejano.
Tan lejano de nieblas y de olvido
que mueres en
un verso arrepentido
en un tiempo de amor y de verano.
(Quizá no era
el amor ni era verano).
Confidencial
Para mi amor yo quiero cada día
el pan sin odio, el vino sin pesares.
La voz cordial. La vida sin azares
y si se puede un poco de alegría.
Unos tuvieron el amor que pasa.
Otros tuvieron el amor que dura.
Yo tuve la canción. Sed y ternura.
(Pero quién por sus dones se solaza?)
Yo traía mi tiempo. El tiempo mío,
con atávicos sueños realizado.
y de él el corazón me fue colmado
como a un golfo de amor un mar sombrío.
Ni un minuto le queda al calendario
de lo que pudo ser y no fue
nunca.
Mi historia en el pasar se queda trunca
y trunco queda el
tiempo del himnario.
Transito por la pávida ceniza
que otros dejaron porque yo viviera.
He sido nada más una extranjera
asomada al desdén de la sonrisa.
Quise vivir mi vida en cada hora
exactamente, sin mayor alarde
y
dije: ya me voy porque es muy tarde
y en ese instante despuntó la aurora.
El aire no alcanzó para mi aliento
de agraz ternura. Campo renadío.
Pues yo he vivido como vive el río
con limo, con estrella, con lamento.
Cómo volver el rostro de este olvido
que la lámpara anuncia sin
recelo.
Si en cada atardecer fui contra el cielo
y contra el viento
las palabras mido?
No disculpo mi nombre ni mi frente.
No me hago perdonar esta
presencia.
Mi rostro es nada más el de la ausencia
y mi ausencia es mi
rostro solamente.
Sin permiso de nadie, pienso y vivo
y paso por la vida que pasaba.
La vida no me pesa y me pesaba
con su juego pesado y agresivo.
Inauguro el instante en acto puro
con el oscuro cotidiano esfuerzo.
El verso no es trabajo pero es verso.
Vivir no es necesario y es muy
duro.
Bajo la luz del sol, fiera y filante
-la que mide mi tiempo con
cuidado-
yo voy pasando sin haber pasado
pues no pasa el pasado en un
instante.
Del amor inocente
Por ti es la
vida diáfana y ligera
y el dulzor en el fruto diluido
y es el trino y
el viento en la pradera
y el perfume en el nardo preferido.
Por ti tiene
razón la primavera
y la luz y la tarde y el sonido.
Y por ti el
corazón arrepentido
vuelve desnudo y casto hasta su vera.
Por ti saben
los ríos el camino
que conduce otra vez hacia la nube
y el viñedo la
sangre para el vino.
Y hasta el
lirio, sin índice ni huella,
por línea recta, sin saberlo, sube
su
fiel aroma a la lejana estrella.
Esquema del amor en el tiempo
Estabas sin luceros en mi aurora de niebla
o en ansias marineras por
mis playas salobres?
O en los caminos ásperos? O en arrecifes duros?
O
en el tendido anhelo y el dolor de los hombres?
Porque en el día entusiasta de zumbidos remotos
ya presentí caricias
de miel desprevenida.
Yo llenaría de risas infantiles la tarde
y de
llanto creciendo mi confidencia ardida.
Estabas sin luceros -planeta soterrado-
amor puesto a la orilla de mi
voz en el tiempo.
(Ya todos los caminos eran tan familiares
que hasta
sabías la muerte de enredadera al sueño)
Transitabas confiado y yo te presentía
en las oscuras llamas de todas
las pupilas.
El tacto de tu aliento apenas me llegaba
-anzuelo al pez
de sangre por mis aguas tranquilas-
Dónde estarás ahora, raíz desenterrada:
detrás del metal trémulo de
mi silencio frío?
te dolerá en la sangre mi oscura cabellera ?
te
dolerá en los ojos este recuerdo mío?
En dónde estará ahora tu voz fija creciendo
sin que la pena viva de
mi canción la cante?
Te manchará los labios mi ausencia como un vino?
Te dolerá en los huesos mi oscura voz distante?
O cruzaré tus aires como oscura paloma
con su muerte de cielo, de
nube y de rocío?
Te doleré en los hombros como una enredadera
o
seguirás pendiente de mi sed como un río?
Imágenes del amor
Yo te amo....
Yo te amo y lo digo así sencillamente
como si ya el recuerdo transitara
tus años.
Como si ya mis ojos lloraran por tu ausencia
y como si tus
besos ya supieran mis labios.
Yo te amo...
Yo te amo con crueles tiburones de sangre
entre cristales duros vigilando
tu cuerpo.
Yo te amo en los arroyos calientes de mi vida
y en mis
poemas trémulos.
Yo te amo...
Yo te amo con violetas espirales azules
en donde hay mariposas de amor en
cautiverio.
En la frontera exacta que la caricia asume,
en el preciso
límite donde el gemido es beso.
Yo te amo...
Yo te amo con un suave sabor a miel anclada
en donde hay golondrinas
clausurando recuerdos.
En donde sabe
el aire a atmósferas de frutos,
donde las manos corren caminos del
deseo...
Yo te amo...
Yo te amo por mil voces de venas enemigas.
Por el grito lejano de mi
sangre en el tiempo.
Por la ardorosa llama que se esconde en la nieve.
Por las hondas palabras que están en mi silencio.
Yo te amo...
Yo te
amo por la rosa que guarda en sí la espina.
Por la muerte que apaga con
sus ojos mi sueño.
Por las rebeldes lianas que las voces me anudan.
Por mi carne entusiasta, por mi vida y mis nervios.
Yo te amo...
Sufriendo...
Interpretación de los motivos del barro de Omar Khayyam
I
De pronto dijo un vaso con insólito impulso:
-De mí todos se
burlan porque nací torcido.
Pues fue que al alfarero le tembló un poco el
pulso
y por tanto quien ría, primero se ha reído
de aquél que soy
substancia, medida y contenido.
II
-Hay un vaso torcido que se siente perfecto.
A mí me ven
correcto, pero me sé torcido.
Falla del alfarero? Salí favorecido
porque puedo mirar más allá del aspecto
y saber mi defecto por más que
esté escondido.
III
-Soy barro o alfarero? Se pregunta otro vaso.
-Soy barro
algunas veces? Soy otras alfarero?
-Cuál de entre tantos vasos soy:
último? primero?
-Soy igual? Soy distinto? Soy obra del acaso?
IV
-Yo sé que no soy vaso perfecto, ni imperfecto.
Pues voy
torcido a veces por otras tantas recto.
V
Otro vaso reseco, sin ningún contenido,
escucha rencoroso los
diálogos y exclama:
-Yo fui feliz tan solo cuando no había nacido.
Pues para ser un vaso, primero fui una llama.
VI
Otro replica al punto: -Yo espero un vino claro
con el cual me
colmaron en un lejano estío.
Desde entonces me llenan y siempre estoy
vacío
y estoy siempre sediento del dulce vino avaro.
VII
-Y si a mí me colmaran con un nuevo licor
fuera vaso perfecto.
Vaso de maravilla.
Vaso dilecto y puro de amor, no de rencor
y mi
virtual esencia pudiera ser semilla
de una arcilla más triste, pero mucho
mejor.
VIII
-Según los que me miran, yo soy como ellos quieren,
No como yo me siento
por dentro ni por fuera.
Si beben de mi vino, les sabe al que prefieren
y así cada cual toma mi gusto a su manera.
IX
-A mí
muchos me juzgan medida y sentimiento,
capacidad y peso, calidad y
presencia.
Lo que son o aparentan, presumen que aparento.
Será que soy
un poco de todo en la apariencia?
X
-Llegó el
amo una tarde que estaba haciendo frío
y me llenó hasta el borde de vino
generoso
y al beber muy despacio, fue recobrando brío
y yo me fui
sintiendo liviano y luminoso.
Así por muchas veces me escanció con anhelo
hasta que al fin los dos rodamos por el suelo.
Después volvió a llevarme
con torpe movimiento
a los labios resecos y yo estaba vacío.
Me arrojó
de su lado con qué modo violento
y desde entonces, siempre, de todo
desconfío.
(No sé que
gusto obtiene quien quiebra el vaso hermoso
donde hasta ayer bebiera del
vino generoso).
La carta
No he
muerto.
Vivo!
Vivir es maravilloso.
(Puede ser hasta inútil, pero
es bello)
Es ocupar un sitio bajo el sol...
Un sitio...
y esto del
sitio bajo el sol, no es poco.
Vivir es una pasión.
Una pasión tremenda.
Toda ilusión se pierde,
se abate, se diluye.
Sólo el hambre y la sed de vivir nos acompañan,
llama voraz, sedienta, inútil.
Única ilusión.
Única lámpara
de
nuestra noche irreductible.
En el naufragio... sólo su latido...
en la noche su flama turbadora.
Su fuerza. Su posibilidad definitiva.
Crucial. Única.
Vivo!
Esta
verdad me exalta y me conturba.
Es septiembre... Y yo... vivo.
Porque vivir no es solamente el hecho
de tener un amigo o un hermano
ni haber el pan con nuestro sacrificio.
Vivir es un esfuerzo apasionado.
Arduo juego. Brutal ejercicio.
Vivir no es sólo la palabra: Vivo.
Ni el pequeño rencor de cada
instante.
Ni haber el trigo sin claudicaciones.
Ni sufrir el oprobio
con paciencia.
Vivir es muy distinto.
Es sentir la certeza, la confianza,
el ejercicio, la vigencia
irrevocable,
la fuerza activa de ser
en acto puro... unísono...
inefable.
Sentir el aletazo en flamas
de nuestra propia sangre vengativa
en
nuestro corazón indefenso.
Arder... en suma
y dejar que la llama nos
consuma.
Y resistirlo con valor,
con dignidad y con dolor,
con sed, con
ansia, con ternura,
con amor,
con denuedo
y... y... con miedo.
Puede ser todo esto
o algo más o algo menos.
Puede ser nuestro
grito frustrado,
repetido, perdido, sin sentido.
No importa!
Sólo
importa estar vivo
en cada instante, en cada movimiento.
(Acto vital
de júbilo y lamento)
P.D.
Te recuerdo.
No has muerto. Qué alegría!
Sientes el
son del tiempo,
sobre la piel su mordedura fresca,
en la raíz del ser
su sedimento,
su rasguño infalible?
Te recuerdo!
Te recuerdo!
Sufres? Trabajas? Luchas? Te entristeces?
Te recuerdo.
Yo pienso en ti y me pasa por la mente
como una nube grande el
pensamiento.
(Nadie puede sentir lo que yo siento)
Vives.
Esta sola
palabra me conforta.
Ah... y no me olvides
que estoy aún sobre la tierra hermosa.
Los amantes
Los que se amaron deben quedar ciegos.
Porque sus gestos sean sin
sentido.
Porque sus brazos giren sin gracia ni provecho.
Como las
tempestades...
ciegos.
Ciegos como banderas después de la victoria
o como las espadas
que
están siempre desnudas y gloriosas.
Qué rencor por los ciegos
y por las tempestades.
Y por los que
creen que el amor es la hartura.
Oídlo bien: El amor es el hambre.
Los pasados
Si el pasado
pasara.
Cuánta edad la del río y la pradera?
Si la pena acabara...
descansara, muriera.
Y revientan canciones como estrellas
en la
callada noche montesina.
Olor de azahar, de pino, de resina.
Oscuros
aldeanos que aún defienden su predio.
Yo vi nacer sus hijos con dolor y
con tedio
en sus tierras saladas.
Y las fuertes maderas sometidas
a
la soberanía de sus manos.
Y mis ojos resecos y lejanos
vieron segar
sus vidas.
Los rencorosos
Ahí te dejo
las últimas monedas
y el vino que cobraste y no probé, por nada.
En
los remates y las almonedas,
ganarás todo cuanto yo he perdido...
y yo
nunca he perdido, porque cuando he perdido,
pues tan sólo he perdido unas
monedas.
Qué son unas monedas ante el milagro de la vida!
Me voy. No
sé hacia dónde... hacia la noche bella,
con mi secreto destino, con mi
estrella
y mi campo en agraz.
Pues todo va conmigo:
amor y canto y
trigo...
Siempre. Nunca. jamás.
Este afán de vivir ya no se cura
ni con vino.
Este afán de vivir ya no se calma
ni con vino de
palma.
Sólo el anhelo de vivir perdura.
Quiero vino no más
pero no
en demasía.
Mañana? pues mañana es otro día
y este afán de vivir ya no
se calma
y este afán de vivir ya no se cura
ni con vino de palma.
Mar cambiante
En piélagos amargos, anteayer,
yo quieta, yo desventurada.
Después, en
hondos limos, alimañas odiosas.
Los ciegos peces y las altas rosas
victoriosas, sombrías
y los días, sus albas temblorosas.
(Todo tan
lejos de las manos mías)
Mares hondos. Secretos. Azules. Desvelados y crueles.
Voces extrañas.
Cósmicos lebreles.
Las olas como uñas ferales
atacando seguido el
litoral.
Yo, deslumbrada
y en mis lágrimas vivas, la sal
y en sus
yodos trementes, agotada, mezquina
y las olas violentas arañando la costa
diamantina
como un gato furioso, endemoniado.
(Yo le echo tierra a
todo lo pasado)
Mensaje
Esta palabra
azul, clavel al viento,
al llegar al país de tu sonrisa,
será una
mariposa, sólo brisa,
mecida por el aire de tu aliento.
Se nutrirá del
néctar de tu acento
y del clima sonoro de tu risa.
Su vuelo musical
cortará aprisa
el aire manso de tu pensamiento.
Será forma
perfecta y deseada
que diga todo sin saber de nada....
lo mismo que el
clamor de la campana
que da su voz
e ignora que el sonido
ha dejado un momento estremecido
el rosado
cristal de la mañana.
Pretéritas
Hacia atrás en los siglos,
mis abuelas tranquilas
amables, amorosas, lejanas y señeras.
Las
pardas cabelleras al cuello recogidas.
Las pardas cabelleras...
Mujeres que rindieron sus cabezas maduras
-trigal auri-moreno cuando el
otoño llega-.
Alguna va en mi sangre repitiendo su infancia,
rencorosa
y callada como una niña ciega.
¿Y de dónde venían? Oh montaña de
Antioquia
por ellas abonada para el gusto del trigo.
Por montañas de
Antioquia su oración y su canto.
Sus sombras capitales para siempre
conmigo.
Suaves niñas lejanas, hacia atrás, mis abuelas.
El cordón de
mi sangre gira en sus huecas manos
como inocente lino...
retorcido en
la rueca del tiempo.
(Patios hay con claveles y patios hay lejanos
como en las rojas tierras de Castilla).
¡Júbilo de mi sangre!
Mis
manos inocentes
jugaron con las flores de sedosa mantilla.
Retrocedo en el tiempo centurias para verlas
por detrás de mis
hombros en adorables filas.
Mujeres silenciosas, saudadosas, austeras,
entre linos y espliegos para siempre tranquilas.
Por detrás de mis años,
sus ojos de violeta
escrutan mi destino.
Rosa roja
Eres
la sangre en breve arquitectura
de corazón al viento acostumbrado.
Amor en rojo y en aroma pura
nostalgias de gorrión enamorado.
Quién te hizo rosa-fuego en la verdura
esperanzada y férvida del
prado?
Y ese sufrir de espinas y dulzura
y jardín por alondras
clausurado?
En tu clara bondad de miel caliente,
sombra casi de fruto sugerente
entre nubes y pájaros soñando.
Y en tu llama de sangre perseguida,
indefinidamente indefinida,
sigues por tu perfume caminando.
Rosa saudade
Siempre la rosa. Siempre agonizante.
Inclinada o erguida, turbadora.
Al filo de la tarde o de fa aurora,
coronada en sereno de diamante.
Estancia del amor, rosa fragante.
El fango no la ve y ella lo ignora.
Estancia triste donde apenas mora
la rosa silenciosa y el instante.
Aquí vivió la rosa. Noche y día
en la saudade del recuerdo crece
y
se copia y dilata en su perfume.
y sigue prolongando su agonía
por el mal de la espina que padece
y
fa llama de amor que la consume.
Soneto romántico
Esta rosa que pongo entre tu mano
es una breve rosa sin espina.
Y esta
canción de oscura golondrina,
como la flor, es un presente vano.
Porque un día, este día de verano
con su sol y su tarde diamantina,
se tornará frontera de neblina
y yo estaré lejana y tú lejano.
Apenas de la rosa por su huella
de perfume, dirás: cómo era ella
que así me duele de invisible espina?
Y yo al fin en el verso recordando,
sin comprenderlo bien, iré
olvidando
entre rosa, perfume y golondrina.
Tu nombre... amor
Yo no te
reconozco porque estoy en tus manos
y yo llegué a tus manos sin saberlo
siquiera.
Por eso, si te nombro, me sabe a primavera
porque tu nombre
es fiesta de trigos y manzanas.
Tu nombre sabe
a mieses y al pan que busco y quiero
cotidiano y difícil... y al sol y a
manzanilla.
Tu nombre sabe a tierra generosa y sencilla
y a septiembre
y semillas y a navidad y a enero.
Por eso tú no
puedes llamarte de otro modo
sino como te llama mi voz de cada día
que
si te llamo, amor, se me ilumina todo.
Y tengo patria
y sueños y ensueños y alegría
y anhelos y esperanzas y glorias y
acomodo....
pues tengo todo... todo... lo que yo no tenía.
Vino triste
Dame del vino
triste y amargo pero cierto
donde el sol no se oculta ni se empaña
con
sombra pasajera de nube o de montaña.
Dorado en el silencio,
sin
garrular de ríos ni navíos.
Desierto...
como los sueños míos.
Qué alma
mía...
y la tuya qué tacaña.
Cómo será la mía
que hasta comprendo
tu tacañería,
tu entraña, tu saña.
Aquí de tu
posada soy la dueña.
¡Qué alma tuya!
¡Y la mía qué pequeña!