"...En el verde del agua miraré contigo
cómo mueren los días..."
"Sleeping
woman"
Pablo Picasso
Reseña biografica
Poeta,
novelista y ensayista español nacido en Manzaneda de Torío, León, en 1953.
En 1975 se trasladó a Madrid para comenzar sus estudios universitarios,
estudios que abandonó para dedicarse
por completo al periodismo. Es colaborador de diferentes publicaciones
literarias y director de la colección de
poesia
"La Veleta".
Ha obtenido importantes premios en el campo de la
novela y el ensayo.
Su obra poética se inició con el poemario «Junto al
agua» en 1980, al que siguieron, entre otros, «La vida fácil» 1985,
«Las tradiciones» en 1991, «Acaso una verdad» en 1993 por el que obtuvo el
"Premio Nacional de la Crítica"
y «Para leer a Leopardi» en 1995.
©
A una gota de rocío
Adonde tú por aire claro
vas...
Adoro las ciudades que son viejas...
Al final de la tarde...
E. D
El amor de
las cosas
El árbol de la ciencia
El río
Elegía
En
la sala apagada
En las lluviosas
tardes de noviembre...
En tus mejores años
Endecha
Es esto...
Estudio de piano en ronda
La carta
La ventana de Keats
La vida fácil
Las horas muertas
Las tradiciones
Los triunfos
Me asomo todas las tardes...
Mecina Fondales
Mirador de la enferma
Monólogo
Museo romántico
Nada
Nocturno
Para un combatiente del Ebro
Por los caminos del tedio
Por si un día quedaras...
Preferencias
Quién tuviera todavía...
Soneto
Testamento
Tiempo del aire
Una muchacha
Una ventana al mundo
A una gota de rocío
Van forjando al rocío fondo y forma
en la secreta fragua,
cuando nadie lo ve, para después
dejarlo igual que un vaso en la alacena
de la naturaleza inabarcable,
agua de pozo limpia y sed al mismo
tiempo.
Y cómo estos principios se combinan
para pulir, tal piedra de
diamante,
el silencio y la rosa
de donde nace al fin, como del poro
de
la noche agitada van naciendo
nuestros sueños más íntimos,
esa pequeña gota
destilada en
el tallo de cualquier loca avena.
Luego el sueño también le vence a ella,
y se evapora,
devolviéndole al mundo
su perfume de rosa y su silencio,
y no deja más rastro
que
en nosotros la vida, si morimos.
Y por ello, si fuera dios yo un día,
no cogería arcilla de la
tierra
ni ninguna otra cosa,
sino a ti, mi pequeña Galatea
que en
la avena te meces dulcemente,
y ordenaría al punto: Hágase el hombre
de esta lágrima pura,
y así quizá pudiera ser el hombre,
pleno en su instante único
entre tan bellas nadas,
más
duradero sueño, una leyenda.De "Un
sueño en otro"
Adonde tú por aire claro vas...
Adonde tú por aire claro vas,
en sombra yo, o
en hojarasca breve,
te he seguido. Yo mismo sombra soy
de ti. Y no
puedes tú notar que yo
te siga, yo, callado tras de ti,
lumbre
contigo o nieve de tu mano.
Y veo tu mirar, mas siempre esquivo,
oscuro y amoroso, en huertos altos
que tú para tu amor los cercas.
Fuentes,
aves, la reja de la casa sueño
ser yo, la claridad, su
vuelo limpio,
el aire entre los hierros. Pero tú,
a mi través,
cuando me miras, creo
que estás mirando a otro, de no verme.
Y ya
la fuente, el ave, las espadas
de la verja no son nada. La tarde
su rosa le retira al vaso. Pétalos
sólo, los continentes que parecen
sobre la mesa, a ti te los ofrezco,
te envío su gobierno y yo, la
sombra."Las
tradiciones" 1982
Adoro las ciudades que son viejas...Adoro las
ciudades que son viejas
ciudades de provincia
y los puentes de
piedra y los de hierro
y los puentes en ruinas,
viejos puentes de
piedra solitarios
invadidos de ortigas.
Pero también me cansan esas viejas
ciudades de provincia
y
todo lo que un puente sobre un río
oscuro simboliza.
De "La vida fácil" 1985
Al final de la tarde...
Al final de la tarde
las últimas estelas se detienen
en la pared
de cal,
accidentes, cenizas.
En los ojos entonces los paisajes
suenan como lacados
y hasta parecen lágrimas,
tan suavemente
llegan.
Hablo de mí porque temo a la muerte
desnuda de las cosas
y que
la muerte venga a esta azotea
a quedarse en la calma y el silencioso
valle.
Como en su vaso el té moruno y verde
o el viejo libro que abierto
está a su lado
han conseguido ser dueños de su quietud,
y en su
quietud
igualarse a los astros que van en vastas órbitas,
como ese viejo libro y ese vaso de té,
recuerda este lugar y este
momento.Un día
llegará en que te preguntes
¿de ti, de mí, qué fue de todo
aquello?,
y de los ojos
ya no vendrán palabras."Junto
al agua" 1980E. D
Mírame aún. Creció musgo en mis labios
y en los inviernos crudos me visita la nieve.
Siéntate, viajero, a mi
lado.
Cuando la lluvia arranca plateadas
coronas de la piedra y
silenciosa
en el ciprés muere la tarde, sólo
de ti me acuerdo.
Pero tú estás lejos.
Pasa tu mano por mi nombre y quita
las hojas
amarillas que lo cubren,
y los pétalos secos de esas flores
antiguas. Llámame después y dime
si el viento de esos campos lo ha
borrado
o si tiembla en el aire todavía
como el romero verde."La
vida fácil" 1985
El amor de las cosas
Y me senté por descansar del día
junto al gran ventanal
y estuve
allí no sé qué largo rato.
Cansado estaba y triste y sin propósito
viendo correr el agua de la fuente.
Los del jardín eran colores
foscos,
verdes que se enlutaban y unas rosas
al pie de una
escalera por la lluvia
gastados. Y allí mismo, en un rincón,
bajo
el naranjo agrio,
las viejas herramientas
que dejó el jardinero,
la esterilla de esparto y el hocino
de primitivo aspecto, curvo y
negro.
Se deshacía el día en fino polvo
de oro, el agua por el
canalillo
de barro apenas se atrevía al ruido
y a su torre volvían
las palomas.
No era de noche aún, sino de azul,
de un azul muy
intenso.
Vino el amor entonces
a mi lado a quedarse,
el amor de
las cosas del huerto,
parte del cual estaba ya sembrado
y esperaba
su fruto.
Pero de pronto una blanca lechuza
se desplomó del cielo
y me asustó su majestad al verla
detrás de unos laureles remontando;
hasta escuché sus fantasmales alas.
no era de noche aún,
el aire
de azucenas perfumado,
y cerré la ventana
y ya no pude recorrer
mi corazón del todo."El
mismo libro" 1989
El árbol de la ciencia
Dicen, mi amor, que es imposible hacer
versos de amor feliz, de
enamorado,
que sólo lo perdido o no alcanzado
se canta en la
poesia, el padecer
olvido o el sufrimiento de volver
al recuerdo de todo lo pasado.
Unas veces la sed de lo vedado;
otras, el vino del amargo ayer.
No hagas caso, mi amor, habladurías.
Contigo todas mis
melancolías
son ramas escarchadas en anís
donde se posa un pájaro de nieve.
Escúchale cantar tan hondo y
breve.
Que no te engañe su plumaje gris."Acaso
una verdad" 1993
El río
Para mí qué encanto tiene un río
con barcas en la orilla.
Estarse
junto al agua y ver correr
voluptuosas nubes en su ancho caudal.
Hacerse un sitio allí, en la maleza
azulada, un hueco donde ver
cómo es cosa de poco nuestra vida
y no ser vistos. Y mirar las barcas
tensando y destensando
una cuerda de esparto en la verde
corriente, con el agua de la lluvia
pudriéndose en sus tablas.
Esperar
la tormenta y contemplar el cielo
vagabundo y morado. Oír
el ruido
de gotas en el río, sus castillos
como timbales
delicados.
Y pensar, si se puede,
en quien amamos mucho
o si
entonces no amamos, no pensar,
no pensar, no pensar.
Y volver
nuestros ojos
a ese mudo transcurso, y vacíos
quedar sin que
sepamos
cuánto tiene de sueño
el frío y el dolor
y esas barcas
sin gente
chocando unas con otras
o si podemos despertar un día.De "La
vida fácil" 1985
Elegía
A Miriam
Recuerdas aquel tiempo en que oler una rosa,
una
rosa tan sólo, ni siquiera perfecta,
te arrancaba las lágrimas? Te
acercabas despacio
al rosal preferido y, a resguardo del mundo,
como quien lleva dentro el tesoro más hondo
podías estar horas a su
lado esperando
sin atreverte apenas a confesar tu dicha,
sabedor
de que nadie te igualaba en fortuna.
Ibas buscando ávido los temblores simbólicos,
la estrella que
caía de lo negro en lo negro,
o sus ojos oscuros o el ruido que en la
noche
trenzaban los insectos en el astro bombilla
mientras de la
majada volvían los acordes
truncos de las esquilas a su caja de
música,
todo lo que temblando nacía o se acostaba.
Mientras atardecía ibais por las callejas.
¿Recuerdas el olor del
hinojo y la menta?
¿Recuerdas que decías «como puñal lo noto
que
me abrasara aquí», y el vientre señalabas?
Apenas si podíais articular palabra
por temor a estropear
aquellos sentimientos
nombrándolos en alto, y habríais escogido
disolveros entonces en el aire anisado,
conscientes de que nunca
estaríais tan cerca.
Cuando pienso que yo de joven cultivaba
momentos melancólicos
cual gusanos de seda,
qué lejos me encontraba de sospechar que alguno
nacería deforme y me devoraría
justo cuando añorase la alegría de
entonces,
la juventud perdida, aquel sutil talento
para hablar de
la muerte al tiempo que llenaba
de caricias un cuerpo ceñido por la
gracia.
Quién podía decirte que aquellas que trenzabas
guirnaldas
primitivas se te marchitarían
tan pronto entre las manos. Hablabas de
finales,
de viejos caserones y de ruinosas casas,
de sonidos
oscuros y nidos de otro tiempo,
de calles provinciales y sonatas de
Czerny,
pero eran entonces palabras solamente,
la muerte y la
desdicha palabras nada más,
como lo fueran sombra, ruiseñor o ciprés.
Han pasado los años y ya nada es igual.
A tu rosal el tiempo le
dio un tronco leñoso,
pero sus rosas siempre en cada primavera
vuelven a florecer. Sólo tú te haces viejo
de veras, sólo tú has oído
hace un rato
delante de esa rosa un silencio inhumano
y has
sentido miedo, y te has puesto a llorar,
no lágrimas estéticas como
aquellas antiguas,
sino un lloro dañino, pues todo cuanto entonces
pensabas que sería como ruina armoniosa,
con su bonita yedra y su
viejo jardín,
no es más que un trozo informe de mineral silencio,
el dolor de ser piedra suelta por un camino."Acaso
una verdad" 1993
En la sala apagada
Ha quedado todo al fin
recogido: vida, sueño.
Hasta la carcoma
duerme
con sus monólogos secos.
El reloj en la pared
y en el tic-tac mi miedo
como pisadas que
vienen
a marcar más los silencios.
Lo mismo todas las noches.
En voz baja por el precio
de mi
muerte con la muerte
discuto. Nunca hay acuerdo.
Y al despuntar, como amigos
nos deseamos los buenos
días y
para esa misma
noche quedamos en vernos.
Silencio de los pianos
y de los sonidos negros."La
vida fácil" 1985
En las lluviosas tardes de noviembre...
En las lluviosas tardes de noviembre
de pesadumbre llenas,
con
un libro de romanticas rimas
que habla de hojas secas
me siento a
ver el fuego
junto a la chimenea.
En esas cortas tardes otoñales,
poca la luz de perla
en el salón, a solas, sin testigo,
las cosas
se sombrean
con azulado tedio
de indefinible esencia.
¡Veladas
de borroso calendario
y avara somnolencia,
de vacíos laureles y
jardines,
agrias tardes eternas
que tienen del olvido
la
misteriosa rueca!"La
vida fácil" 1985
En tus mejores años
Cuando te veo ahora en tus mejores años
con toda la belleza de una
copa de vino,
brillándote en los ojos el deseo y las noches
estrelladas de agosto, imagino ese invierno
en que, vieja y cansada,
te entregues al recuerdo.
He querido llegar antes que tú a ese día.
Y revivir los tiempos
en que tú levantaste
de esta ruina una casa, plantaste en ella
higueras,
y alimentaste fuegos que a todos nos hicieron
imaginar
la vida muy lejos de los muertos.
Ya ves que ahora han llegado, siniestros, silenciosos.
Por eso tu
poeta ha venido contigo
a recorrer de nuevo nuestras amadas ruinas,
y si ayer fue tu risa, hoy será tu silencio,
cuando, vieja y cansada,
de nada sirve el sueño."Acaso
una verdad" 1993
EndechaLa falda,
un blanco balneario,
desaparece en el recodo
verde, al finaldel
paseo.
Enarenado trecho de los bojes
donde tú caes de ese lado de
la sombra,
como durmiendo cambias
de sitio, para siempre
en
otros brazos
que los míos despiertos."Las
tradiciones" 1982
Es esto...Es esto
la temible muerte.
Ha llegado el final
y no tienes respuesta.
el vaso de cristal,
la flor sobre la mesa,
el dolor de partir
sin que tu corazón conozca
una sola razón
de estas tres cosas
sencillas."Las
tradiciones" 1982
Estudio de piano en ronda
Un mundo empieza a retornar
por la reja abierta.
Aplazados
sonidos, yunques
de platero por el claro
callejón de luna.
Aún imperfectos, la noche
de vosotros se llena,
haciéndose
más honda.
Poco a poco, el tableteo
de un lejano simón
va alcanzando
las notas.
Cuando se han perdido
los pasos del caballo,
suena la tapa
del piano,
cerrando un empedrado
que alguien riega.
De "Las tradiciones" 1982
La carta
He encontrado la casa
donde te llevaré a vivir. Es grande,
como
las casas viejas. Tiene altos
los techos y en el suelo,
de tarima
de enebro, duerme siempre
un rumor de hojas secas
que los pasos
avivan. A los ocres
de las paredes nada ya parece
retenerles aquí.
Igual que frágiles
pétalos, largo tiempo olvidados
en un libro,
amarillean todos.
Entre rejas, trenzado,
un rosal sin podar.
En
el jardín pequeño, una fuente
y un fauno. Y me dicen
que también unos mirlos.
Cuando en los meses fríos de otoño,
al escuchar sus silbos
cobren vida tus ojos, en el verde
del agua
miraré contigo
cómo mueren los días.
Cómo se vuelve polvo en los
muebles
oscuros tu silencio
que azotará la lluvia
allí donde te
encuentres."La
vida fácil" 1985
La ventana de Keats
Para Manuel Borrás
Apartado de todo, vuelto a mí
en silencio egoísta, en soledad
de campos y de encinas y callejas
que el otoño volvió más taciturnas;
asilado a esta sombra y sin más patria
que una vieja edición de tus poemas;
sentado en berroqueña piedra
gris
y leyendo tus versos, oigo cómo
de pronto un ruiseñor se eleva y
canta.
Todo lo dejo entonces, mi lectura,
mis leves pensamientos, mi
silencio.
Todo por escucharle. Es él, él mismo.
El dulce ruiseñor que tú
supiste
distinguir entre todas las demás
criaturas, por ser no
melodioso,
que lo era, sino por ser el tuyo,
el a ti destinado desde
siempre,
desde el día en que Dios de mansas fieras
ocupó el
Paraíso y dijo: «hágase
también el ruiseñor, para que Keats,
en la
umbría Inglaterra, al escucharlo
embelesado, alcance esta verdad:
que el canto es sólo uno, siempre el mismo,
y que la rama cambia y
cambia el pájaro,
mas no la melodía. Esta será
de país a país
siempre la misma,
de un continente a otro y desde un siglo
a otro
siglo, la misma melodía,
igual que en el estanque van las ondas
cuando alguien en él escribió un nombre».
Pues bien. Conmigo está,
frente a este Gredos,
el ruiseñor menudo de tus versos,
frente a
ese abstracto Gredos, calmo y duro
y hecho de pura abstracta lejanía.
y están también los prados y colinas
por los que tú anduviste. Están
comigo
ahora, aquí. Y las viejas mansiones
que el campo inglés
conoce, venerables,
cubiertas por la yedra, iluminadas
con
quinqués y bujías cuya luz
llenaba las ventanas de dorada
quietud
e invitación al sueño,
de modo que de lejos, si pasaba
un viajero,
se decía: «¡Quién
pudiera estar allí, junto a esa lámpara,
dentro
de aquella casa, allí sentado
en cómodo sillón leyendo un libro
o
bebiendo los vinos de Madeira
y escuchando un piano, o ni siquiera,
sólo como esa sombra que es el tiempo!
¡Sólo como la sombra de aquel
hombre
que se asoma al balcón para mirarme!
¡Quién pudiera
quedarse en esa casa
y no tener, cerrada ya la noche,
que andar
por estos fúnebres caminos
y exponerse a morir en soledades
que
harían de la muerte algo aún más triste»...
Eso diría el viajero
errante,
eso mismo diría al contemplar
la vieja casa solitaria y
grande.
Y luego seguiría su camino
sin dejar de mirar de vez en
cuando
atrás, hasta perder aquella luz,
aquel temblor de oro entre
las ramas
oscuras de los tejos, sin haber
siquiera sospechado que
eras tú,
John Keats, la sombra.
Y que le viste
llegar por el camino, y que dijiste:
«Al Sur
marcha ese hombre.
¡Quién pudiera con él perderse lejos!
Ahora
mismo. Sin equipaje alguno.
¡Cómo envidio su suerte y qué tristeza
languidecer aquí llevando una
vida que ni siquiera de infeliz
puedo calificarla! Mira, parte
de nuevo, se va. Empieza ya la luna
a vadear el río. ¡Cuánto debe
compadecer mis años!»...
Y que luego,
para apagar la sed de tu acedía,
tomaste una vez más
un papel nuevo
sin dejar de pensar en aquel hombre
que viste
peregrino. Quizás ese
fue el día en que escribiste aquel poema
que
empieza así: «Feliz es Inglaterra..."
¿Quién podría saberlo? Ahora
otra vez
lo leo en este viejo libro tuyo,
y al leer me parece que
tu otoño
es este otoño mío y que también
es mío el ruiseñor que ya
ha callado,
y me confundo y creo
que aquellos claros ríos entre
hayales
son nuestro pedregal, cuna de víboras.
Y así, miro estos
bíblicos olivos
y alcornoques ascéticos, la tierra
de la que
brotan zarzas sólo, ortigas,
pestilente cenizo o amargas hierbas,
y ebrio de gratitud, no siento ya
ni abrasador el sol ni amargo el
aire
ni severos los pardos y los negros,
que son colores nuestros
metafísicos,
sino que cierro el libro y miro lejos,
porque tus
versos hacen que yo vea
este lugar como lugar del alma,
y vuelto a
mí, comienzo a recorrer
de nuevo este paisaje silencioso
y a verlo
de otro modo ya sentirlo
y a desear también la dulce muerte,
hermana zarza, hermanos alcornoques,
ortigas, alimañas, sequedades.
De "Acaso una verdad" 1993
La vida fácil
Qué fácil es vagar los días grises,
creer que nuestra vida
rebosa
de la vida de otros.
Incluso suponer
que nosotros seremos
el
alto mundo lleno
que vivirán mañana los que vengan.
A tal extremo
incita un buque, un árbol,
alguien que oigamos al piano
o esas
perspectivas de un paseo
con gentes que también van suponiendo.
El
cielo anubarrado y negro
o los gorriones
saltando entre los coches
saben que vamos
y no nos desengañan."La
vida fácil" 1985
Las horas muertas
Violeta de la tarde,
abejorro amarillo
que zumba en el espejo
de la poza del río.
Las horas verdenegras
las pasan los mosquitos
haciendo y
deshaciendo
sobre el agua su ovillo.
Todo parece hecho
por obra del Destino,
lo que se pierde en
flautas,
lo que se pierde en pitos.
En el manzano juzga
un abejorro fino."La
vida fácil" 1985
Las tradiciones
Un régimen antiguo en sus ojos insomnes
de jardines y alanos aparece.
Cuando su mano alcanza la llave
de la lámpara y la vuelve, apagándola,
sobre el lino de la mesa se derrama,
y en su cuello, un dudoso
azul
del alba, tibio latido que se inicia.
Y ese mirar cansado
vale más
que cualquier siglo presente."Las
tradiciones" 1982
Los triunfos
En toda victoria un dolor
tiene su origen. El estío,
cuando se
abre el alto ventanuco,
se desgarra sobre los chopos que clarean.
La traza de aire fresco
que entra entonces, levanta
de la madera
un fresco olor a lejía
de suelos muy fregados.
Y algo que fue
sombra y vigilia
en la pensión, cobra forma
con la ligera luz del
alba.
En el vasar, sobre blanca labor
de lienzo y almidón,
unos
cuantos jazmines, aún lozanos.
Y quien lo ve, añora
ese
privilegiado amor que impulsa
a quien obtuvo la prodigiosa flor,
al abrigo de la fría Segovia."Las
tradiciones" 1982
Me asomo todas las tardes...
Me asomo todas las tardes
a este jardín soleado
a escuchar las
soledades
que hablan entre sí callando:
Todo es igual y distinto.
¿Crepuscular?, ¿machadiano?
Quién sabe dónde está el hilo
de un
laberinto tan largo.
La tarde desaparece
y en el jardín encantado
oigo una distinta fuente
soñar en el mismo caño."La
vida fácil" 1985
Mecina Fondales
En esta inmensidad
la voz oscura y misteriosa
de las aves
nocturnas
tiene un temblor de sombras
y su cantar se funde
con
el profundo discurrir del río.
En el silencio verdeoscuro y fresco,
el agua de una fuente, los rumores y el eco,
el calor de una noche de
verano.
Europa queda lejos
de estas blancas adelfas, de esta luna,
de
la radio que oímos no sé dónde,
de la lejana música que mueve,
como visillo, el viento.
Una turbia falena se quema en la bombilla
y su chinesca sombra anima la terraza
y una estrella fugaz
cruza
después el cielo y un deseo:
-Quédate entre nosotros y no vuelvas."Junto
al agua" 1980
Mirador de la enferma
En qué lejanos días te me muestras.
Navío, almendra o armador de
cielos,
todo eso en un punto conseguías
reunir, si levantabas el
semblante.
La luna y su bastón probaban pasos
nuevos, abiertos los balcones,
sobre
tus pómulos. Vara de nardos, cortos
saludos que duraban la
mañana.
Fría fuente de ciervos era el pulso
de las hojas desde el jardín
cayendo,
un surtidor los ruidos en la grava.
Y en cada mano siempre una sonata
que acortara la espera de la
muerte.
Tu sombra hará la eternidad más breve."Las
tradiciones" 1982
Monólogo
Como una niña habla para sí
misma, sentada sola al tocador
de su
madre, con rouge en las mejillas.
Habla de aquel que la amará y llora
de contento, a pesar del maquillaje
excesivo. Las lágrimas le
anuncian
un Angel, pero también la muerte
que ella ignora,
aturdida en esas sedas.
El ruido del cepillo en el cristal
le
asusta de repente.
Levanta su mirada hasta el espejo
y se
contempla en unos ojos que son suyos,
pero después de muchos años."Las
tradiciones" 1982
Museo romántico
La penumbra vacía de esa pequeña sala
guarda las campanadas de un
reloj de pared.
Como un juguete antiguo suena su mecanismo,
la
cuerda de hojalata entre nácares negros.
Poco a poco la tarde asoma encapotada
a las vitrinas, triste. Las
encuadernaciones
con el oro cansado y las viejas granadas
de los
lomos ya crujen de carcoma y polilla.
Abiertos sobre la mesa, pesada como un barco,
hay un montón de
libros. Y estampas militares
que al rozarlas el aire desprenden un
perfume
de caudaloso Sena, de cueva y humedades.
Éste es sitio tranquilo con algo galdosiano:
mecedoras que
suenan, candelabros, espejos
con azogues leprosos y en el vitral
pintado
un jardín erudito de fuente con Cupido.Ya hace
falta encender unas bombillas pobres
para ver aquí dentro. Pega fuera
la lluvia.
Y cuando vuelve a oírse la hora en el reloj,
por estas
mismas sombras han pasado cien años."La
vida fácil" 1985
Nada
Te imagino, lector, dentro de muchos años
leyendo estas palabras. En tu mesa
una luz de bujía y una rosa
anunciarán el sueño, un cuerpo, nada.
Es inútil que busques. En la ceniza hay brasas
que podrías tener entre tus manos
sin quemarte. En tu pulso,
avisos, aprensiones, también nada.
Debes saber que, entonces, quiero decir, ahora,
volvían cada año vencejos
y este viejo Madrid ya era viejo
con sus ciegas veletas y sus jardines muertos.
¿Qué buscas, pues, aquí? ¿Algo distinto?
¿Una forma tan sólo? ¿Esa nueva manera
de traer el ingenio, rimas, nada?
¿Buscas tal vez aliento,
saber que ha de morir contigo el mundo,
el hálito más puro de la vida,
el cantar de los pájaros
y los ríos de susurrar oscuro?
Yo mismo cuántas noches
fui devanando el tiempo
y cuántas, como tú, miré a los ojos
de esa hermosa figura cuyo nombre variaba,
primero amor, luego silencio, nada.
Te imagino, lector, dentro de muchos años.
Sigues aquí conmigo
sin que sepas tú mismo
que aquello que aquí buscas
es tu propio dolor, este Madrid,
el volar de un vencejo,
un tiempo igual al tuyo,
el bálsamo en el alma
de un aire limpio y puro.
Que buscas un misterio, vida, nada.
Nocturno
Para Carlos Pujol
Como el llover doblaba aquel piano
mi soledad y en su cristal
caía.
Eran lentas las notas que llegaban
hasta el torpe temblor de
la hojarasca.
Sonaba a sombras frías esa tarde,
el laurel y la yedra, el pozo,
el aire,
pero más dulce que el paisaje era
aquella melodía para
nadie.
Yo la escuchaba atento y nada oía
salvo las gotas repicar
monótonas.
Penumbrosa canción que en sí encerraba
al rosal, al
mastín, al que naufraga.
Al que va peregrino no sabiendo
y a aquel que recorrió todo el
camino
y ya nada le queda. Misteriosa
canción de viento, de
hojarasca y miedo.[...]Lo que era
jardín en la ventana
es noche al fin, espesa y negra noche,
y este
silencio un eco también negro
de lo que no sonaba."El
mismo libro" 1989
Para un combatiente del Ebro
¿Qué sabemos nosotros
de los viejos caminos llenos de barro y lodo?
¿Qué podemos nosotros recordar
de la pasada guerra,
de esos pueblos pequeños rodeados de viñas?
¿De esos bailes de pueblo
sobre las verdes eras y a la luz del carburo,
cuando el sagrado azul, el azul del crepúsculo
se queda entre las tumbas, viejas y abandonadas?
Otoño, otoño mío,
¿Qué sabemos nosotros de la guerra?
Dime por qué el azul, sagrado azul,
es el color de los que nunca vuelven,
de aquellos que partieron
una mañana antigua
por los viejos caminos llenos de barro y lodo.
Por los caminos del tedio
La vida necesita de ese siglo anterior
que la haga soportable. Aquel
momento
en que la luz dorada sobre el bosque
ardía en el quinqué
prendido dentro.
Y debió ser hermoso ese pensar
de los viejos
románticos en palacios barrocos.
Vivir con la mirada puesta atrás,
como el que sigue amando. Nunca
aquellos hombres supusieron
que su
dolor sería, con los años,
el sueño venidero en un perdido otoño."Las
tradiciones" 1982
Por si un día quedaras...
Por si un día quedaras
del lado de la noche,
en su fría frontera
un no sé qué
esperando del horizonte vasto,
yo recuerdo tu voz
limpia como una almendra
y ese cantar con distraído acento
y todo
cuanto ardía sin que tú lo supieses.
Como pasa la luz por una copa
de Oporto, así acaba la tarde.
Si algo deseara ahora,
que fueran
como semillas que arraigaran seguras
estas pocas palabras. Como grana
de salvia que en cada primavera
llevase sus raíces, un poco más allá,
a donde cierra tus párpados
de eternidad la tierra."La
vida fácil" 1985
Preferencias
Ni las cumbres sublimes ni los ríos
que no han sido ensuciados por
los hombres;
ni los palacios ni las blancas ruinas
de los templos
antiguos, ni los dioses
de mármol o bronce, iguales todos,
ni la
alada victoria ni un bugatti,
y menos aún la música y el baile,
con sus amanerados sacerdotes:
ninguna de esas cosas y de otras
tan admiradas por los más sensibles
y que tienen que ver con el buen
gusto
me proporciona una emoción profunda.
Si acaso, los hangares
en desuso,
las estaciones fuera de servicio,
el laberinto de las
fundiciones,
el brumoso extrarradio, un descampado
en el que sólo
puede comprenderse
la perpleja tristeza de los hombres,
y los ríos
que arrastran su miseria,
oscuros, majestuosos y solemnes,
y las
descomunales escombreras.
Quién tuviera todavía...
Quién tuviera todavía
aquella suave elegancia
de rimar Francia y
fragancia
como Lamartine hacía.
Quién tuviera todavía
en el cristal de los ojos
un bergantín
viajero
con el amor verdadero
de los crepúsculos rojos.La vieja
melancolía
de cerrados caserones
junto a abandonados huertos
y
de los sonidos muertos
que tienen los esquilones
la muerta
melancolía.Quién
pudiera todavía
vagar como los vilanos
en deriva silenciosa
hasta la fosa
y si estuviera en mis manos,
quién pudiera todavía
morir de melancolía."La
vida fácil" 1985
Soneto
Ahora es noviembre. Un mes tranquilo. Llueve.
Acaso sea para mí la
vida
este solo llover y esta dormida
parte del mundo eternamente
leve.
Las sombras del camino que se aleja,
la iglesia y el zarzal, las
telarañas
y este pensar en ínsulas extrañas
tan sólo por libar,
como la abeja.
Dulce es la vida así, la miel amarga.
Es casi equivocarse estar
seguro.
El arte es breve, mas la muerte larga.
Quizá me he confundido de pasado,
de presente tal vez y de
futuro.
Quizá ya sólo sea lo soñado."El
mismo libro" 1989
Testamento
He muerto ya, paisaje que yo he amado
tantas veces aquí, rincón del
alma.
Una vez más vengo por verte. A un lado,
encinares y olivos,
y la calma
de ver, al otro, olivos y encinares.
Algunos caserones con
jardines
llenos de ortigas ya, viejos lagares
con aspecto de
viejos polvorines.
Un camino con olmos en hilera,
una majada, una almazara en
ruinas,
musical, perezosa, la palmera,
y un Gredos azulado entre
neblinas.
Nada de cuanto miro está en mis ojos
ni el olor del jazmín lo
lleva el viento.
He muerto ya. Contempla mis despojos:
te dejo
este paisaje en testamento."Acaso
una verdad" 1993Tiempo del aire
Miro pasar los barcos
y oigo el ruido
de sus viejos motores
como tu corazón, lejano.
Oscilan las linternas de los mástiles,
son líneas en el agua
las rosas de los vientos.
Nada deseo sino
ver la costa
que se pierde a lo lejos.
Nada sentir, sino sentir
los ácidos olores de este mar,
el amarillo yodo y el brillar de las
algas
mezclados por la noche.
Nada amar,
cegar hasta cegarse
de oscuridad los ojos y de amor.
Pasan los viejos barcos,
brama el tiempo del aire
y las torres
que pueden
ver desde el otro lado,
sombrías, solitarias, se
asemejan
a las que vemos allí,
perdidas flores,
semillas de luz
aventadas en el mar.Todos los
puertos son el mismo,
uno y el mismo,
donde cantan las brumas
y
una ciudad se apaga y un estrecho,
sin que nunca sepamos
si vamos,
si venimos
o si estaremos siempre."Junto
al agua" 1980
Una muchacha
(Sobre de un tema de Anacreonte)
Pienso que tú, y el sueño
me envanece,
una muchacha sólo,
vendrás hacia mi encuentro
preguntando por mí.
Juegas con una rama de mirto y da tu pelo,
como rosa, leve sombra a tu espalda.
Mas yo, después de tanto tiempo solo,
¿cómo sabré besarte sin que
dejes
de jugar con tu rama,
sin que mis manos borren
la sombra
de esos pétalos?
Es, pues, mejor que sigas
vagando por mi sueño.
No quieras ser
real
ni vengas hasta mí. Vete, muchacha.
Hay todo un mar enfrente
de las ruinas."Acaso
una verdad" 1993
Una ventana al mundo
Para mi hotel de noche un cielo sube
del estuario lentaniente. Arde
un tremedal de estrellas y esta plaza
solitaria se queda y en
silencio.
Sin las luces insomnes del tranvía,
sin su fruto
amarillo y sin su estruendo
se adormecen las empinadas calles,
se
vacían de niños, y las tiendas
y las botillerías van cerrando.
Es
suave la colina y son los verdes
una quinta arruinada, unas palmeras,
un aire colonial triste y seguro,
testigos de que el Tajo llega al
mar
y al puerto negros buques con bombillas.
¡Es ronca su sirena
como el humo!
¡Hermosos animales de la noche,
funerales carrozas
por el agua!
Viejas ciudades donde siempre hay gente
asomada al
balcón y en las ventanas.
Si yo pudiera estar en esa altura,
miraría en silencio y duraría siempre:
todo el azul, el río y la
memoria.
Baja esta calle allí donde no llego
a ver, mi hotel,
final donde me miro
y otro por mí deja mi nombre en un
nombre de
otra ciudad y de otro río.
De "Las tradiciones" 1991