"...El coral clava su garra en tu sombra,
tu sangre se desliza, inunda praderas..."
"Die Musik"
Gustav Klimt
Reseña biografica
Poeta peruana nacida en
Lima en 1926.
Muy joven ingresó a la Universidad de San Marcos para
estudiar Letras y Educación trabando amistad con importantes
intelectuales de la época. En 1949 se radicó en Paris donde conoció a
Octavio Paz quien fue determinante en su carrera
literaria, conectándola además al círculo de intelectuales
latinoamericanos y españoles radicados en Francia.
Posteriormente
vivió en Florencia y Washington donde se dedicó a hacer traducciones y
eventuales trabajos periodísticos.
En 1959 publicó su primer libro,
«Ese puerto existe», en 1963 «Luz de día» y en 1971 «Valses y otras
confesiones».
Más tarde, en 1978, realizó la primera recopilación fundamental de su
escritura en «Canto villano». Finalmente apareció
su Antologia de 1949 a 1998 con el título «Como Dios en la nada».
Obtuvo el Premio Octavio Paz de poesia y Ensayo
en el año 2001, el Premio Ciudad de Granada 2006 y los
premios
García Lorca y Reina Sofía de poesia Iberoamericana en 2007.
Falleció en la ciudad de Lima en marzo de 2009 .
©
A lo mejor eres tú mismo el tren que
pita y se mete bajo...
A media voz
Aquella torturada nube parecía tan
firme...
A rose is a rose
Así sea
Auvers-sur-oise
Bodas
Canto
villano
Casa de cuervos
Curriculum vitae
Deseos, piedras, cielo a
jirones...
Despierto...
Destiempo
Ejercicios
El amor es como la música...
El mar pliega las
alas al atardecer...
El rayo ha
perfumado ferozmente nuestra casa...
En lo más negro del verano
Esa fría luz de la memoria...
Escena final
Estréchame las manos...
Fuente
Historia
Hoguera de silencios...
Invierno y fuga
Juego amoroso
La lección
La muerte se escribe sola...
Lección de anatomía
Malevitch en su ventana
Máscara de algún Dios
Monsieur Monod no sabe cantar
Nadie nos dice cómo...
Nadie sabe de mis cosas
Palabras para un canto
Persona
Poema
Porque ya no eres un Angel sino un
hombre solo sobre dos...
Secreto de familia
Sin fecha
Supuestos
Tal vez en primavera...
Toda la palidez
inexplicable es el recuerdo...
Ultimo poema de junio
Una ventana
A lo mejor eres tú mismo el tren que pita y se mete bajo...
A lo mejor eres tú mismo el tren que pita y se mete bajo
tierra rumbo al infierno o la estrella de chatarra que te
lleva frente a otro muro lleno de espejos y de gestos,
endiablados gestos sin dueño y tú tras ellos, solo, feliz
propietario de una boca escarlata que muge.
Pega el oído a la tierra
que insiste en levantarse y respirar.
Acaríciala como si fuera carne,
piel humana capaz de
conmoverte,
capaz de rechazarte.
Acepta la espera que no siempre hay lugar en el
caos.
Acepta la puerta cerrada, el muro cada vez más alto, el
saltito, la imagen que te saca la lengua.
No te trepes sobre los
hombros de los fantasmas que es
ridículo caerse de trasero with music in your soul.
A media voz
la lentitud es belleza
copio estas líneas ajenas
respiro
acepto la luz
bajo el aire ralo de noviembre
bajo la hierba
sin color
bajo el cielo cascado
y gris
acepto el duelo y la fiesta
no he llegado
no llegaré jamás
en el centro de todo
esta el poema intacto
sol ineludible
noche
sin volver la cabeza
merodeo su luz
su sombra animal
de
palabras
husmeo su esplendor
su huella
sus restos
todo para decir
que alguna vez
estuve atenta
desarmada
sola casi
en la muerte
casi en el fuego
Aquella torturada nube parecía tan firme...
V
Aquella torturada nube parecía tan firme,
ambulando,
desgarrando,
chocando con masas de Angeles.
Cóncava,
valva de nieve y soledad,
de trajín y música
constante,
de arena, de resplandor
y fuga,
desierto etiope
en un tutti de gemidos
y sorpresa.
Tan exacta
sobre el laberinto de la pupila,
color perdido
de vieja misiva,
terrible silencio
de quien ha sacudido el aire
y conoce el vado de los sollozos.
Continuaba,
migradora,
llave
del torbellino
como una gota pura
preñada de su propia existencia.
A rose is a rose
inmóvil devora luz
se abre obscenamente roja
es la detestable perfección
de lo
efímero
infesta la poesia
con su arcaico perfume
Así sea
El día queda atrás,
apenas consumido y ya inútil.
Comienza la
gran luz,
todas las puertas ceden ante un hombre
dormido,
el
tiempo es un árbol que no cesa de crecer.
El tiempo,
la gran puerta entreabierta,
el astro que ciega.
No es con los ojos que se ve nacer
esa gota de luz que será,
que fue un día.
Canta abeja, sin prisa,
recorre el laberinto iluminado,
de
fiesta.
Respira y canta.
Donde todo se termina abre las alas.
Eres el
sol,
el aguijón del alba,
el mar que besa las montañas,
la
claridad total,
el sueño.
Auvers-sur-oise
Nadie te va a abrir la
puerta. Sigue golpeando.
Insiste.
Al otro lado se oye música. No.
Es la campanilla del
teléfono.
Te equivocas.
Es un ruido de máquinas, un jadeo
eléctrico, chirridos,
latigazos.
No. Es música.
No. Alguien llora muy despacio.
No.
Es un alarido agudo, una enorme, altísima lengua que
lame el cielo pálido y vacío.
No. Es un incendio.
Todas las riquezas, todas las miserias, todos los hombres,
todas
las cosas desaparecen en esa melodía ardiente.
T ú estás solo, al
otro lado.
No te quieren dejar entrar.
Busca, rebusca, trepa,
chilla. Es inútil.
Sé el gusanito transparente, enroscado,
insignificante.
Con tus ojillos mortales dale la vuelta a la manzana,
mide
con
tu vientre turbio y caliente su inexpugnable
redondez.
Tú, gusanito, gusaboca, gusaoído, dueño de la muerte y
de la vida.
No puedes entrar.
Dicen.
Bodas
Perdidos en la niebla
el colibrí y su amante.
Dos piedras
lanzadas por el deseo
se encuentran en el aire.
La retama está viva,
arde en la
niebla,
habitada.
( dedicatoria)
Canto villano
y de pronto la vida
en mi plato de pobre
un magro trozo de celeste
cerdo
aquí en mi plato
observarme
observarte
o matar una mosca sin malicia
aniquilar la luz
o hacerla
hacerla
como quien abre los ojos y elige
un cielo rebosante
en el plato vacío
rubens cebollas lágrimas
más rubens más cebollas
más lágrimas
tantas historias
negros indigeribles milagros
y la estrella de
oriente
emparedada
y el hueso del amor
tan roído y tan duro
brillando en otro plato
este hambre propio
existe
es la gana del alma
que es el
cuerpo
es la rosa de grasa
que envejece
en su cielo de carne
mea culpa ojo turbio
mea culpa negro bocado
mea culpa divina
náusea
no hay otro aquí
en este plato vacío
sino yo
devorando mis
ojos
y los tuyos
Casa de cuervos
porque te alimenté con esta realidad
mal cocida
por tantas y tan
pobres flores del mal
por este absurdo vuelo a ras de pantano
ego
te absolvo de mí
laberinto hijo mío
no es tuya la culpa
ni mía
pobre pequeño mío
del que hice
este impecable retrato
forzando la oscuridad del día
párpados de
miel
y la mejilla constelada
cerrada a cualquier roce
y la
hermosísima distancia
de tu cuerpo
tu náusea es mía
la
heredaste como heredan los peces
la asfixia
y el color de tus ojos
es también el color de mi ceguera
bajo el que sombras tejen
sombras y tentaciones
y es mía también la huella
de tu talón
estrecho
de arcAngel
apenas pasado en la entreabierta ventana
y
nuestra
para siempre
la música extranjera
de los cielos
batientes
ahora leoncillo
encarnación de mi amor
juegas con mis
huesos
y te ocultas entre tu belleza
ciego sordo irredento
casi
saciado y libre
con tu sangre que ya no deja lugar
para nada ni
nadie
aquí me tienes como siempre
dispuesta a la sorpresa
de tus
pasos
a todas las primaveras que inventas
y destruyes
a
tenderme -nada infinita-
sobre el mundo
hierba ceniza peste fuego
a lo que quieras por una mirada tuya
que ilumine mis restos
porque
así es este amor
que nada comprende
y nada puede
bebes el
filtro y te duermes
en ese abismo lleno de ti
música que no ves
colores dichos
largamente explicados al silencio
mezclados como se
mezclan los sueños
hasta ese torpe gris
que es despertar
en la
gran palma de dios
calva vacía sin extremos
y allí te encuentras
sola y perdida en tu alma
sin más obstáculo que tu cuerpo
sin más
puerta que tu cuerpo
así este amor
uno solo y el mismo
con
tantos nombres
que a ninguno responde
y tú mirándome
como si no
me conocieras
marchándote
como se va la luz del mundo
sin
promesas
y otra vez este prado
este prado de negro fuego
abandonado
otra vez esta casa vacía
que es mi cuerpo
a donde no
has de volver
Curriculum vitae
digamos que ganaste la
carrera
y que el premio
era otra carrera
que no bebiste el vino
de la victoria
sino tu propia sal
que jamás escuchaste vítores
sino ladridos de perros
y que tu sombra
tu propia sombra
fue tu
única
y desleal competidora.
Dama de blanco
el poema es mi cuerpo
esto la poesia
la carne fatigada
el sueño el sol
atravesando desiertos
los extremos del alma se
tocan
y te recuerdo Dickinson
precioso suave fantasma
errando
tiempo y distancia
en la boca del otro habitas
caes al aire eres
el aire
que golpea con invisible sal
mi frente
los extremos del
alma se tocan
se cierran se oye girar la tierra
ese ruido sin luz
arena ciega golpeándonos
así será ojos que
fueron boca
que decía manos que se abren
y se cierran vacías
distante en tu ventana
ves al viento pasar
te ves pasar el rostro
en llamas
póstuma estrella de verano
y caes hecha pájaro
hecha
nieve en la fuente
en la tierra en el olvido
y vuelves con falso
nombre de mujer
con tu ropa de invierno
con tu blanca ropa de
invierno
enlutado
Deseos, piedras, cielo a
jirones...
IV
Deseos, piedras,
cielo a jirones,
ni un ave.
Estoy huyendo.
Una nueva montaña,
un río joven, sin ira.
Éste es el mundo que amo.
Quiero un cielo veloz,
la mañana
distinta, sin colores,
para poner mis Angeles,
mis calles donde
siempre hay humo y sorpresa.
Despierto...
VIII
Despierto.
Primera isla de la conciencia:
un árbol.
El temor inventa el vuelo.
El desierto
familiar me acoge.
Alguien me observa con indiferencia.
Destiempo
I
Se fue el día,
las escamas del sueño giran.
Todo desciende,
la noche es el tedio.
En el desierto, a
oscuras,
temerosa del amor
la ostra llora a solas.
Caen las lívidas hojas de tu frente,
Te alejas, negra burbuja sin
destino.
Se abren súbitamente mil calles,
arrecifes en llamas
retienen tu cuerpo helado como una lágrima,
nada te hiere,
el
coral clava su garra en tu sombra,
tu sangre se desliza, inunda praderas,
salta de las ventanas como
un rojo sonido
y todo esto no es sino el otoño.
Ejercicios
I
Un poema
como
una gran batalla
me arroja en esta arena
sin más enemigo que yo
yo
y el gran aire de
las palabras
II
miente la nube
la luz miente
los ojos
los engañados de siempre
no se cansan de
tanta fábula
III
terco azul
ignorancia de estar en la ajena pupila
como dios en la nada
IV
pienso en alas de
fuego en música
pero no
no es eso lo que temo
sino el torvo
juicio de la luz
El amor es como la música...
IX
El amor es como
la música,
me devuelve con las manos vacías,
con el tiempo que se
enciende de golpe
fuera del paraíso.
Conozco una isla,
mis
recuerdos,
y una música futura,
la promesa.
Y voy hacia la muerte que no existe,
que se llama horizonte en mi
pecho.
Siempre la eternidad a destiempo.
El mar pliega las alas al atardecer...
VI
El mar pliega las
alas al atardecer,
tú no eres sino una pálida burbuja
navegando al
golpe del aliento,
un negro trino,
el sol que sale en el centro
del pecho
en mitad de la calle,
un silencio en la música dura
de la ciudad sin límites.
Para atravesar ese océano,
ese golpe de luz en la siesta,
no
bastaría la eternidad.
El rayo ha perfumado ferozmente nuestra casa...
II
El rayo ha perfumado ferozmente nuestra casa.
Tenemos sed,
tenemos prisa por golpear
con el hueso de una flor en la tiniebla.
Hay un árbol talado en
esta historia.
Contemplamos el cielo. No hay señales.
¿Es de día?
¿Es de noche?
Murió la araña que medía el tiempo,
sólo hay un viejo muro y una nueva familia de sombras.
En lo más negro del verano
El agua de tu rostro
en un rincón del jardín,
el más oscuro
del verano,
canta como la luna.
Fantasma.
Terrible a mediodía.
A la altura de los lirios
la
muerte sonríe.
Sobre una pequeñísima charca,
ojo de dios,
un
insecto flota bocarriba.
La miel silba en su vientre
abierto al
dedo del estío.
Todo canta a la altura de tu rostro
suspendido como una luz
eterna
entre la noche y la noche.
Canta el pantano,
arden los árboles,
no hay distancia,
no
hay tiempo.
El verano trae lo perdido,
el mundo es esta calle de fuego
donde todas las rosas caen y vuelven a nacer,
donde los cuerpos se
consumen
enlazados para siempre
en lo más negro del verano.
En un rincón del jardín
bajo una piedra canta el verano.
En lo más negro,
en lo más ciego
y blanco,
donde todas las rosas caen,
allí flota tu rostro,
fantasma,
terrible a mediodía.
Esa fría luz de la memoria...
Es fría la luz de la memoria
lo apenas entrevisto brilla
con
insistencia
gira buscando el casco de botella
o el charco de lluvia
tras cualquier puerta que se abre
está la luna
tan grande y plana
tan fuera de lugar
como
si de un cuadro se tratara
óleo sobre papel
endurecido por el tiempo
así cayeron en
la mente
formas y colores
casualidades
azar que anuda sombras
vuelcos en la negra marmita
donde a borbotones
se cuecen gozo y espanto
crece el
yeso de un cielo
mil veces lastimado
mil veces blanqueado
se borra el mundo y
se vuelve
a escribir
hasta el último aliento
sólo esto
eternidad aparente
mísera astilla de luz en
la entraña
del animal
que
apenas estuvo
Escena final
he dejado la puerta entreabierta
soy un animal que no se resigna a
morir
a eternidad es la oscura bisagra que cede
un pequeño ruido en
la noche de la carne
soy la isla que avanza sostenida por la muerte
o una ciudad
ferozmente cercada por la vida
o tal vez no soy nada
sólo el insomnio y la brillante
indiferencia de los astros
desierto destino
inexorable el sol de los vivos se levanta
reconozco esa puerta
no hay otra
hielo primaveral
y
una espina de sangre
en el ojo de la rosa.
Estréchame las manos...
II
Estréchame las manos,
la única luz que nos queda,
no me
dejes olvidada
en la cima de una ola.
Aléjate
Aparten
ese frío paisaje de cipreses,
escombren esos náufragos que ocultan el
horizonte.
La vida es una noticia
conmovedora.
Atravieso el desierto,
la terrible fiesta en el centro de un cielo derribado.
Estoy casi
olvidando.
Fuente
Junto al pozo llegué,
mi ojo pequeño y triste
se hizo hondo,
interior.
Estuve junto a mí,
llena de mí, ascendente y profunda,
mi alma
contra mí,
golpeando mi piel,
hundiéndola en el aire,
hasta el
fin.
La oscura charca abierta por la luz.
Éramos una sola
criatura,
perfecta, ilimitada,
sin extremos para que el amor
pudiera asirse.
Sin nidos y sin tierra para el mando
Historia
puedes contarme cualquier cosa
creer no es importante
lo que
importa es que al aire mueva tus labios
o que tus labios muevan el aire
que fabules tu historia tu
cuerpo
a toda hora sin tregua
como una llama que a nada se parece
sino a una llama
Hoguera de silencios...
hoguera de silencios
crepitar de lamentos
por el camino
de la carne
sangre en vilo
se llega al mundo
así alumbra su blanco
la tiniebla
así nace la interminable coda
así la mosca desova en el hilo de
luz
la tierra gira
el ojo de dios no se detiene
qué haríamos pregunto
sin esta enorme oscuridad
Invierno y fuga
Nieve, labios rojos,
una gota de fuego,
un grito que nadie escucha.
Éste es el
día en que llega
la ácida primavera,
en que es dulce la herida
de estar
vivos.
Alto horno del cielo,
fulgor de plumas,
adiós que el aire
quema
en pleno vuelo.
En aire, tierra y cielo,
en mi, en ti,
en nosotros muere el
invierno.
Diamantino estertor,
irritada claridad,
lágrimas que la luz
arrebata y fecunda.
Muerte llena de oro.
Todo es posible
en ese activo sueño.
Juego amoroso
Las manos a la altura del aire
a dos o tres centímetros del vacío
no se mirará nada preciso
la polvareda que pasa
el inesperado cortejo de plumas
arrancadas al vuelo
la
nubecilla rosada y tonta
que ya no es
el cierraojos y el ábrelos
en la breve opacidad
de una luz que no se ve
y el sueño pies de goma
y azules y
brillantes
las estrellas
rientes
párpado sobre párpado
labio contra
labio
piel demorada sobre otra
llagada y reluciente
hogueras
eso haremos a solas
La lección
Como una moneda
te apretaré entre mis manos
y todas las puertas cederán
y lo veré
todo
y la sorpresa
no quemará mi lengua
y comprenderé entonces el
crecimiento de las plantas
y el cambio de pelaje en las pequeñas
crías.
Hallaré la señal
y la caída de los astros
me probará la
existencia de otros caminos
y que cada movimiento engendra dos criaturas,
una abatida y otra
triunfante,
y en cada mirada morirá la apariencia
y desnudo y bello
te arrojará la fábrica entre nosotros.
La muerte se escribe sola...
la muerte se escribe sola
una raya negra es una raya blanca
el sol es un agujero en el cielo
la plenitud del ojo
fatigado cabrío
aprender a ver en el doblez
entresaca espulga
trilla
estrella casa alga
madre madera mar
se escriben solos
en el hollín de la almohada
trozo de pan en el zaguán
abre la puerta
baja la escalera
el corazón se deshoja
la pobre niña sigue encerrada
en la torre de
granizo
el oro el violeta el azul
enrejados
no se borran
no
se borran
no se borran
Lección de anatomía
más allá del dolor y del placer la carne
inescrutable
balbuceando
su lenguaje de sombras y brumosos
colores
la carne convertida en paisaje
en tierra en tregua en
acontecimiento
en pan inesperado y en miel
en orina en leche en
abrasadora sospecha
en océano
en animal castigado
en evidencia
y en olvido
viendo la carne tan cerrada y distante
me pregunto
qué hace
allí la vida simulando
el cabello a veces tan cercano
que extravía alojo en su espesura
las bisagras silenciosas cediendo
lagrimeando tornasol
y esa otra
fronda inexplorada
en donde el tacto confunde
el día con la noche
fresca hermosa muerte a la mitad del lecho
donde los miembros
mutilados retoñan
mientras la lengua gira como una estrella
flor
de carne carnívora
entre los dientes de carbón
ah la voz gangosa entrecortada dulcísima del amor
saciándote
saciándose saboreando el ciego bocado
los mondos los frágiles huesecillos del amor
ese fracaso ese
hambre
esa tristeza futura
como el cielo de una jaula
la tierra
gira
la carne permanece
cambia el paisaje
las horas se deshojan
es el mismo río que se aleja o se acerca
tedioso espejo con la misma
gastada luna de yeso
que se esponja hasta llenar el horizonte
con
su roñosa palidez
merodean las bestias del amor en esa ruina
florece la gangrena
del amor
todavía se agitan las tenazas elásticas
los pliegues
insondables laten
reino de ventosas nacaradas
osario de mínimos pájaros
primavera de suaves gusanos agrios
como la bilis materna
más allá del dolor y del placer
la negra estirpe
el rojo
prestigio
la mortal victoria de la carne
Malevitch en su ventana
1
ah mon maitre
me has engañado como el sol a sus criaturas
prometiéndome un día eterno todos los días
de lo inexacto me alimento
y toda el agua de los cielos es
incapaz de lavar
esta ínfima y rebelde herida de tiempo que soy
polvo rebelde sí
con los cabellos de polvo desordenado
para
siempre jamás por un peregrino pensamiento
persigo toda sagrada inexactitud
suave violencia del sueño
palabra escrita palabra borrada
palabra desterrada
voz arrojada del paraíso
catástrofe en el
cielo de la página
hinchada de silencios
aquí el ojo comienza a desteñirse
a no ser
y la voz se
quiebra inaudita
( alguien ha perdido definitivamente su balsa )
a la deriva sobre
el océano
sopla el viento de la indiferencia
por la puerta entreabierta
llega la aurora
más silenciosa y pálida que nunca
es el día sobreviviente con su carreta vacía
sigue brillando la
lámpara penitente
pero no creo en su luz
ni compro la muerte con
nombre de pez
ni es cierto que bajo su escama mortecina
dios nos contempla
2
sí señores
este es otro día inevitable
en que me
alimento de lo inexacto
de la monstruosa fruta que aletea
de la
huella en el aire
del recuerdo
del azogue perdido en alguna
alcantarilla
de lo irrecuperable que se acumula y agiganta
en afiebrados cristales
y cruza el aire como una llama
recién
nacida
flamante cuerpo en pugna con el sol
la farsa diaria
desaparece tras una mano
que enciende y apaga a voluntad
su propia
luz
penitente claridad
arde el oscuro aceite de la conciencia
sobre esta mesa que es
todo el mundo
al otro lado de la ventana
alguien ha resuelto el enigma
para
entrar en la vida basta un puerta
el otro lado sigue igual
nada que la luz no atraviese y oculte
nada que no sea la antigua y sagrada inexactitud
que golpea maderos bate alas
e incendia gargantas y corazones
3
hoy me despierta
con su delgado resplandor abstracto la
esperanza
la oscuridad del naufragio
se escapa como un gato por la
ventana
y alguien vuelve
sí
alguien vuelve desvelado y sin
prisa
con un pequeño rectángulo de eternidad entre las manos
Máscara de algún Dios
Frente a mí ese rostro lunar.
Nariz de plata, pájaros en la frente.
¿Pájaros en la frente?
Y luego hay rojo
y todo lo que la
tierra olvida.
Humedad con poderes de fuego
floreciendo tras las
negras pestañas.
Un rostro en la pared.
Detrás del muro, más allá
de toda voluntad,
más lejos todavía que mirar y callar:
¿qué?
¿Siempre hay algo que romper, abolir o temer?
¿Y al otro lado?
¿Al revés?
Vuela la mano, nace la ínea,
vibrante destino, negro destino.
Por un instante la melodía es clara,
parece eterna la tarde,
purísima la sombra del cielo.
Vuelvo otra vez . Pregunto.
Tal vez ese silencio dice algo,
es
una inmensa letra que nos nombra y contiene
en su aire profundo.
Tal vez la muerte detrás de esa sonrisa
sea amor, un gigantesco amor
en cuyo centro ardemos.
Tal vez el otro lado existe
y es también la mirada
y todo esto
es lo otro
y aquello esto
y somos una forma que cambia con la luz
hasta ser sólo luz, sólo sombra.
Monsieur Monod no sabe cantar
querido mío
te recuerdo como la mejor canción
esa apoteosis de
gallos y estrellas que ya no eres
que ya no soy que ya no seremos
y sin embargo muy bien sabemos ambos
que hablo por la boca pintada
del silencio
con agonía de mosca
al final del verano
y por
todas las puertas mal cerradas
conjurando o llamando ese viento
alevoso de la memoria
ese disco rayado antes de usarse
teñido
según el humor del tiempo
y sus viejas enfermedades
o de rojo
o
de negro
como un rey en desgracia frente al espejo
el día de la
víspera
y mañana y pasado y siempre
noche que te precipitas
(así debe decir la canción)
cargada de
presagios
perra insaciable ( un peu fort)
madre espléndida (plus
doux)
paridora y descalza siempre
para no ser oída por el necio
que en ti cree
para mejor aplastar el corazón
del desvelado
que
se atreve a oír el arrastrado paso
de la vida
a la muerte
un
cuesco de zancudo un torrente de plumas
una tempestad en un vaso de
vino
un tango
el orden altera el producto
error del maquinista
podrida
técnica seguir viviendo tu historia
al revés como en el cine
un
sueño grueso
y misterioso que se adelgaza
the end is the beginning
una lucecita vacilante como la esperanza
color clara de huevo
con
olor a pescado y mala leche
oscura boca de lobo que te lleva
de
Cluny al Parque Salazar
tapiz rodante tan veloz y tan negro
que ya
no sabes
si eres o te haces el vivo
o el muerto
y sí una flor
de hierro
como un último bocado torcido y sucio y lento
para mejor
devorarte
querido mío
adoro todo lo que no es mío
tú por ejemplo
con
tu piel de asno sobre el alma
y esas alas de cera que te regalé
y
que jamás te atreviste a usar
no sabes cómo me arrepiento de mis
virtudes
ya no sé qué hacer con mi colección de ganzúas
y mentiras
con mi indecencia de niño que debe terminar este cuento
ahora ya es
tarde
porque el recuerdo como las canciones
la peor la que quieras
la única
no resiste otra página en blanco
y no tiene sentido que
yo esté aquí
destruyendo
lo que no existe
querido mío
a pesar de eso
todo sigue igual
el cosquilleo
filosófico después de la ducha
el café frío el cigarrillo amargo el
Cieno Verde
en el Montecarlo
sigue apta para todos la vida
perdurable
intacta la estupidez de las nubes
intacta la obscenidad
de los geranios
intacta la vergüenza del ajo
los gorrioncitos
cagándose divinamente en pleno cielo
de abril
Mandrake criando
conejos en algún círculo
del infierno
y siempre la patita de
cangrejo atrapada
en la trampa del ser
o del no ser
o de no
quiero esto sino lo otro
tú sabes
esas cosas que nos suceden
y
que deben olvidarse para que existan
verbigracia la mano con alas
y sin mano
la historia del canguro -aquella de la bolsa o la vida-
o la del capitán encerrado en la botella
para siempre vacía
y el
vientre vacío pero con alas
y sin vientre
tú sabes
la pasión
la obsesión
la poesia la prosa
el sexo
el éxito
o viceversa
el vacío congénito
el huevecillo moteado
entre millones y millones de huevecillos moteados
tú y yo
you and
me
toi et moi
tea for two en la inmensidad del silencio
en el
mar intemporal
en el horizonte de la historia
porque ácido
ribonucleico somos
pero ácido ribonucleico enamorado siempre
Nadie nos dice cómo...
Nadie nos dice cómo
voltear la cara contra la pared
y
morirnos sencillamente
así como lo hicieron el gato
o el perro de la casa
o el elefante
que caminó en pos de su agonía
como quien va
a una impostergable ceremonia
batiendo orejas
al compás
del cadencioso resuello
de su trompa
sólo en el reino animal
hay ejemplares de tal
comportamiento
cambiar el paso
acercarse
y oler lo ya vivido
y dar la vuelta
sencillamente
dar la vuelta
Nadie sabe de mis cosas
( dedicatoria)
1
a ti capaz de
desaparecer
de ser atormentado por el fuego
luminoso opaco ruin
divino
a ti
fantasma de cada hora
mil veces muerto recién nacido
siempre
a ti capaz de hacer girar la llave
de inventar el sol en
un cuarto vacío
a ti ahogado en un océano de semejanza
náufrago de cada mañana
esclavo propietario de zapatos periódicos
algunos libros
tal vez
padre o hijo
guardián de resecos jardines de aves de paso
a ti
observador de la tarde
infatigable lector del reloj del
sueño
de la fatiga del tedio de la esposa
a nadie sino a ti
2
(cualquier hora del día)
en una hoguera extinguida
esa mujer sacrificada
cerraba los ojos y nos negaba la dicha de su
agonía
3
y un perro una gota de lluvia una familia de paseo
como en
un cuadro entraban para siempre en la memoria
una vuelta de tuerca y
otra y otra un peldaño que cruje
siempre a la misma altura de la
oscuridad
la dicha puede ser este brebaje oscuro el neón de las cinco
de la tarde la más esplendorosa verdad
así casi ciegos encontrando
generosa como nadie la miseria
cruzando el muro invisibles
manos
tan pálidas no han existido jamás en otras manos
ni tanto calor en
tanto frío ni ojos tan llenos de otros
ojos contemplaron la tarde
y frente al mar negra ruina y portentosos círculos de
bruma
rodeándonos
y el rojo lengua río perro mosca y la tarde la reina de
desnudos
malvados brazos en su balcón de ceniza
4
(noche y descontento)
pitada cruel canción de ciego
la noche comienza a respirar
todo se aleja
todo se pierde
cárcel cine amarilla luna de farmacia
a las ocho a las nueve a
las diez
convertido en un fantasma cruel besas a mil mujeres
acaricias sus senos para los otros
me das asco
y es esta náusea lo
mejor de mi vida
5
(conversaciones insidiosas)
alguien dice tu nombre
-es un libro interesante y habla de un héroe
anónimo por cierto
hay una estrella azul al fondo de mi vaso
inagotable estrella
debe
brillar en tus ojos cada vez que la miro
cómo debes reír para los
otros
tú cordero disfrazado de cordero
tú lobo a solas
tú
atrozmente niño
-los bellos pensamientos señores
no ocultan el
perfume de la carne
hemos de transpirar en los museos como bestias
sumisas bestias en su rincón de terciopelo
-Picasso por ejemplo...
6
( tell me the truth)
dime
¿durará este asombro?
¿esta letra carnal
loco círculo de dolor atado al labio
esta
diaria catástrofe
esta maloliente dorada callejuela sin comienzo ni
fin
este mercado donde la muerte enjoya las esquinas
con plata
corrompida y estériles estrellas?
7
hila su imposible claridad nuevamente la envenenada
sonrisa
solar
¿sientes el divino salivazo sobre la bestia sientes el
hedor
de la rosa sientes mi corazón sobre el tuyo?
más tarde será tarde
cuando la soledad invente lo mejor
nuevamente tus labios tus ojos las
ruinas de tus caricias
el mar de mi pecho
la soledad «estrella de
mis noches»
nadie sabe de mis cosas
8
(pobres
matemáticas)
cuando nada quede de ti y de mí
habrá agua y sol
y un día que
abra las puertas más secretas
más oscuras más tristes
y ventanas
vivas como grandes ojos
despiertos sobre la dicha
y no habrá sido
en vano que tú y yo
sólo hayamos pensado lo que otros hacen
porque
alguien tiene que pensar la vida
Palabras para un canto
¿Cómo fue ayer aquí?
Sólo hemos alcanzado estos restos,
el vaso
que ilumina con su lejano y obstinado silencio,
el pájaro herido en
el esmalte al alcanzar el fruto.
Llegamos con la puntual indiferencia del nuevo día
saltando sobre
la desgracia con precisión de atletas.
Hemos dormido bajo las
estrellas
hemos perdido el tiempo.
Parcas, Ancon,Chavín de Huantar.
Esas son las palabras del canto.
¿Cómo fue ayer aquí?
No hablemos de dolor entre ruinas.
Es más
que la palabra,
en el aire de todas las palabras,
el aliento
humano hecho golpe en la piedra,
sangre en la tierra,
color en el
vacío.
Yace aquí,
entre tumbas sin nombre,
escrito en el harapo
deslumbrante,
roja estrella en el fondo del cántaro.
Por el mismo camino del árbol y la nube,
ambulando en el círculo
roído por la luz y el tiempo.
¿De qué perdida claridad venimos?
Persona
el querido animal
cuyos huesos son un recuerdo
una señal en el aire
jamás tuvo sombra ni lugar
desde la
cabeza de un alfiler
pensaba
él era el brillo ínfimo
el grano de tierra sobre el grano
de tierra
el autoeclipse
el querido animal
jamás cesa de
pasar
me da la
vuelta
Poema
Hoy estás en los brazos
de mi feroz imaginación
brazos que han matado
brazos con que tapo mis ojos
con un gesto de lobo
para buscarte un hogar
un lento y suave infierno
donde todo calor
provenga
de una furtiva lágrima
oh líquido mundillo
oh jadeante fantasma
no eres
sino el ojo que estalla
y que deja caer
como si no ocurriera
sus mejores colores
en mi entraña
ojo que hociquea
que peino con la más pura saliva
aquí en mis brazos
entre mis torpes alas de mamífero
la muy compuesta y perdurable nada
para siempre te guarde
y el buen mal ojo salta
y se eleva en el oscuro cielo de mi lecho
y ese cielo
es el marco impreciso de una frente
que ya no reconozco
esa sombra ese objeto esa cosa
con boca con nariz y con oídos
Porque ya no eres un Angel sino un hombre solo sobre dos...
Porque ya no eres un
Angel sino un hombre solo sobre dos
pies cansados sobre esta tierra que gira y es terriblemente
joven todas las mañanas.
Porque sólo tú sabes que hay música, jadeos,
incendios,
máquinas que escupen
verdades y mentiras a los cuatro
vientos, vientos que te empujan al otro lado, a tu hueco
en el vacío, a la informe felicidad del ojo ciego, del oído
sordo, de la muda lengua, del muñón angélico.
Porque tú gusano, ave,
simio, viajero, lo único que no sabes
es morir ni creer en la muerte,
ni aceptar que eres tú
mismo tu vientre turbio y caliente, tu lengua
colorada,
tus lágrimas y esa música loca que se escapa de tu oreja
desgarrada.
Secreto de familia
soñé con un perro
con un perro desollado
cantaba su cuerpo su cuerpo rojo silbaba
pregunté al otro
al que apaga la luz al carnicero
qué ha sucedido
por qué estamos a oscuras
es un sueño estás sola
no hay otro
la luz no existe
tú eres el perro tú eres la flor que ladra
afila dulcemente tu lengua
tu dulce negra lengua de cuatro patas
la piel del hombre se quema con el sueño
arde desaparece la piel humana
sólo la roja pulpa del can es limpia
la verdadera luz habita su legaña
tú eres el perro
tú eres el desollado can de cada noche
sueña contigo misma y basta
Sin fecha
a Kafka
Suficientes razones, suficientes razones para
colocar primero
un
pie y luego otro.
Bajo ellos, no más grande que ellos ni más pequeña,
la
inevitable sombra
que se adelanta y voltea la esquina, a
tientas.
Suficientes razones, suficientes razones para desandar,
descaer, desvolar.
Suficientes razones para mirar por la ventana.
Para observar
la mano que cuenta a oscuras los dedos de otra mano.
Poderosas razones para antes y después. Poderosas razones
durante.
La hoja de afeitar enmohecida es el límite.
Lasciate ogni
speranza voi ch'entrate.
No se retorna de ningún lugar. Y la regla
torcida lo confirma
sobre el aire totalmente recto, como un cadáver.
Y hay otras.
Palidez, sobresalto, algo de náusea.
Misterioso, obsceno chasquido
del vientre que canta lo que
no sabe.
La luz a pleno cuerpo, como un portazo. Adentro y afuera.
No se sabe dónde.
Y las demás. ¿Existen?
Infinitas para la duda, evidentes para la sospecha.
Dejarse
arrastrar contra la corriente, como un perro.
Aprender a caminar
sobre la viga podrida.
En la punta de los pies. Sobre la propia
sombra.
No más grande que ellos ni más pequeña.
Uno, dos, uno, dos, uno, dos, uno.
Uno atrás, otro adelante.
Contra la pared, boca abajo, en un rincón.
Temblando, con un lívido
resplandor bajo los pies, no más
grande que ellos ni más pequeño.
Tal vez, tal vez la estancada
eternidad que algún alma
inocente confunde con su propio excremento.
Malolientes razones
en la boca del túnel.
Y a la salida.
A la postre tantas razones
como cuellos existen.
Defenderse del incendio con un hacha. Del demonio con
un hacha, de dios con un hacha.
Del espíritu y la carne con un hacha.
No habrá testigos.
Se nos ha advertido que el cielo es mudo.
A la más se escribirá, se borrará. Será olvidado.
Y ya no
existirán razones suficientes para volver a colocar
un pie y luego el otro.
No obstante, bajo ellos, no más grande que
ellos ni más
pequeña, la inevitable sombra se adelantará.
Y volteará la misma
esquina. A tientas.
Supuestos
el deseo es un lugar que se abandona
la verdad desaparece con la luz
corre-ve-y-dile
es tan aguda la voz del deseo
que es imposible oírla
es tan
callada la voz de la verdad
que es imposible oírla
calor de fuego ido
seno de estuco
vientre de piedra
ojos de
agua estancada
eso eres
me arrodillo y en tu nombre
cuento los dedos de mi mano derecha
que te escribe
me aferro a ti
me desgarra tu garfio carnicero
de arriba abajo
me abre como a una res
y estos dedos recién contados
te atraviesan
en el aire y te tocan
y suenas suenas suenas
gran badajo
en el sagrado vacío de mi
cráneo.
Tal vez en primavera...
Tal vez en primavera.
Deja que pase esta sucia estación de hollín y
lágrimas
hipócritas.
Hazte fuerte. Guarda
miga sobre miga. Haz una fortaleza
de toda
la corrupción y el dolor.
Llegado el tiempo tendrás alas y un rabo
fuerte de toro o
de elefante para liquidar
todas las dudas, todas las
moscas, todas las
desgracias.
Baja del árbol.
Mírate en el agua. Aprende a odiarte
como a ti mismo.
Eres tú. Rudo, pelado, primero en cuatro patas,
luego en
dos, después en ninguna.
Arrástrate hasta el muro, escucha la música entre las
piedrecitas.
Llámalas siglos, huesos, cebollas.
Da lo mismo.
Las palabras, los nombres, no tienen importancia.
Escucha la música.
Sólo la música.
Toda la palidez inexplicable es el recuerdo...
VII
Toda la palidez
inexplicable es el recuerdo.
Travesía de muralla a muralla,
el abismo es el párpado,
allí
naufraga el mundo
arrasado por una lágrima.
Último poema de junio
Pienso en esa flor que se enciende en mi cuerpo. La
hermosa, la
violenta flor del ridículo. Pétalo de carne
y hueso. ¿Pétalos? ¿Flores?
Preciosismobienvestido,
muertodehambre, vaderretro.
Se trata simplemente de heridas
congénitas y
felizmente mortales.
Luz alta. Bermellón súbito bajo el que
despiertas
de pie, caminando a ninguna parte. Pies, absurdas
criaturas sin ojos. No se parecen sino a otros pies.
Y además estas
manos y estos dientes, para mostrar-
los estúpidamente sin haber
aprendido nada de ellos.
Y encima de todo y todas las cosas, sobre tu propia
cabeza, la
aterciopelada corona del escarnio: un som-
brero de fiesta, inglés y
alto, listo para saludar lo
invisible.
Rojos, divinos, celestes rojos de mi sangre y de mi
corazón.
Siena, cadmio, magenta, púrpuras, carmi-
nes, cinabrios. Peligrosos,
envenenados círculos de
fuego irreconciliable.
¿Adónde te conducen? ¿A la vida o a la muerte?
¿Al único sueño?
La flor de sangre sobre el sombrero de fiesta (inglés
y alto) es una
falsa noticia.
Revelación. Soy tu hija, tu agónica niña, flamante
y negra como
una aguja que atraviesa un collar de
ojos recién abiertos. Todos
míos, todos ciegos, todos
creados en un abrir y cerrar de ojos.
El dolor es una maravillosa cerradura.
Arte negra: mirar sin
ser visto a quien nos mira
mirar.
Arte blanca: cerrar los ojos y vernos.
Ver: cerrar los ojos.
Abrir los ojos: dormir.
Facilidades de la noche y de la
palabra. Obscenidades
de la luz y del tiempo.
Y así, la flor que fue grande y violenta se deshoja y
el otoño es
una torpe caricia que mutila el rostro
más amado.
Fuera, fuera ojos, nariz y boca. Y en polvo te con-
viertes y, a
veces, en imprudente y oscuro recuerdo.
Dulce animal, tiernísima bestia que te repliegas en
el olvido
para asaltarme siempre. Eres la esfinge
que finge, que sueña en voz
alta, que me despierta.
Una ventana
Vuelvo a contar mis dedos.
(La flor helada, la desconocida cabeza
que me acecha se
descuelga y da voces.)
Yo miro las paredes y sus frutos redondos y
veloces,
hago cálculos, sumo piedras, cenizas, nubes
y árboles que
persiguen a los hombres
y perlas arrancadas de malignos estanques
o de negros pulmones
sepultados
y horriblemente vivos.
La araña que desciende a paso humano me conoce,
dueña es de un
rincón de mi rostro,
allá anida, allí canta hinchada y dulce
entre su seda verde y sus
racimos.
Afuera, región donde la noche crece,
yo le temo,
donde la
noche crece
y cae en gruesas gotas,
en mortales relámpagos.
Afuera, el pesado aliento del buey,
la vieja fiebre de alas rojas,
la noche que cae
como un resorte
oscuro sobre un pecho.