En esta página encontrarás un poema por cada autor mencionado en el índice.
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Índice
Abandonada a su dolor
Agustín Acosta ( Cuba,
1887 - 19?? )
Al hombre sin nombre la
mujer eterna
Yolanda Bedregal ( Bolivia,
1916 - 1999)
Aniversario
Ildefonso Manuel Gil ( España, 1912 -
199?)
Astro muerto
Fabio Fiallo ( República
Dominicana, 1866 - 1942 )
Ausencia del unicornio
Elva Macías ( México, 1944 )
Baladas romanticas
Alberto Ureta ( Perú, 1887 -
1966 )
Brindis por un instante
Teresa Berenguer ( España )
CallaFrancisco A. de Icaza
( México, 1863 - 1925 )
Carta de una mujer perfumada
Marjorie Agosin ( España )
Confesión
Joaquín Miró ( España, 1935 )
Cuando te pienso
Clara Díaz Pascual( España )
Definiciones
Leopoldo Marechal ( Argentina, 1900 - 1970 )
Despedida
Luis Zalamea Borda ( Colombia, 1921 )
Después de la despedida
Aurelio Martínez Mutis ( Colombia, 1885 - 1954 )
Digo tu nombre abierto
para el mío
Enrique Badosa ( España, 1927
)
El baño
Emilio Frugoni( Uruguay,1881 - 19?? )
El retorno inefable
Regino Pedroso ( Cuba, 1896 - 1983 )
El sueño
Ana María Fresco( Uruguay )
Elegía
Alfonso Chase( Costa rica, 1944 )
Elegía II
Mirta Aguirre( Cuba, 1912 - 1980 )
En Colonia
Ismael Enrique Arciniegas ( Colombia, 1865 - 1938 )
Epitafio a la rosa
MarianoBrull ( Cuba, 1891 - 1956 )
Espiga taciturna, leve sombra
Lil Picado ( Costa
Rica )
Esta mujer que amo... y no
me ama
Domingo Alfonso ( Cuba, 1935 )
Estoy condenada...
Aleyda Quevedo Rojas ( Ecuador, 1972 )
Fruto del sueño
Arturo Camacho Ramírez ( Colombia, 1910 - 1982 )
Habana
Xavier Oquendo ( Ecuador, 1972 )
He entendido por fin...
Antonio Hernández ( España )
La lluvia no dice nada
Pedro Miguel Obligado ( Argentina, 1892 - 1967 )
La noche azul
Rafael Lasso de la Vega ( España, 1890 - 1959 )
La rosa
José Umaña Bernal ( Colombia, 1899 - 1982
)
La voz sobre el olvido
Carlos Martín ( Colombia, 1921 )
La vuelta al bosque
Luisa Pérez de Zambrana (
Cuba, 1835? - 1932 )
La vuelta del amor
Luis Rosales ( España, 1910 - 1992 )
Lágrimas frescas
Julián Marchena ( Costa Rica, 1941 )
Me da miedo quererte
Pedro Matta ( España, 1875 -
1946 )
Mi poema de abril
Ramón de Almagro( Argentina )
Minuto del beso
Raúl Ferrer ( Cuba, 1915 - 1993 )
Mírala por ahí viene
Eulogio Díaz García ( España, 1935 )
Mis amores
Julián del Casal (Cuba, 1863 - 1893 )
Muchas veces también
Márius Sampere ( España )
Mujeres
Adolfo Menéndez Alberdi ( Cuba, 1906 - 1985 )
No acabarán mis flores
Nezahualcóyotl ( México, 1402 - 1472 )
Nocturno de Vermont
César Calvo ( Perú, 1942 - 2000 )
Nocturno y elegía
Emilio Ballagas ( Cuba, 1908 - 1954 )
Ocio
Gabriel Ferrater ( España, 1922 -
1972 )
Olvídame
Anónimo
Pensaba
Rosana Molla ( Uruguay )
Pienso a veces
José Luis Hidalgo ( España, 1919 - 1947 )
Poema de la distancia
aniquilada
Orlando Tijerino ( Nicaragua, 1930 )
Poema de tus manos
Jesús Orta Ruiz ( Cuba, 1922 )
Preludio de una foto con
regreso
Josela Maturana ( España )
Profecía
Juana Castro ( España )
Puente
Guillermo Gómez Brenes ( Nicaragua, 1930 )
¿Qué es dolor?
José María Rivas Groot ( Colombia, 1865 -
1923 )
Regreso al primer verde
Jaime Fontana ( Honduras )
Renunciamiento
Juan Burghi (Uruguay,
1959 )
Soledad
Carlos Moncada ( Chile )
Soneto imperfecto
Juan Marinello ( Cuba, 1898 - 1977 )
Un buen día escapaste con
los mares
Ana Cecilia Blum ( Ecuador, 1972 )
Un golpe de recuerdos te
modela
Cintio Vitier ( EE.UU. 1921 )
Tu amor es como la
piel de las manzanas
Jorge Carrera Andrade ( Ecuador, 1902 - 19?? )
Víspera de quedarse
Juan Vicente Piqueras ( España, 1960 )
Ya después...
Humberto Garza ( México )
Abandonada a su dolor, un día...
Abandonada a su dolor, un
día
en que la sombra la envolvió en su velo,
me dijo el corazón
que ella vendría
en el milagro espiritual de un vuelo.
Abrí los pabellones solitarios;
iluminé los vastos corredores;
quemé la mirra de los incensarios,
y el frío mármol alfombré de
flores...
Llegó, cansada de volar... Yo dije:
Alma, mujer inspiradora, rige
mi vida entera para siempre. Arde
como la mirra el corazón que inmolo...
¡Amor no llega demasiado
tarde
a quien se siente demasiado solo...!
AGUSTÍN ACOSTA
( Cuba, 1887 - 19?? )
Al hombre sin nombre la mujer
eterna
Me llegaré al altar del hombre
en ofrenda de huída y rebeldía.
Hombre de ahora y de siempre,
abre tu mano a recibirme
y
levántame al cielo como una hostia.
aunque soy sólo pétalo de lágrima.
Hombre nuevo y eterno,
escúchame.
sobre tu pecho roto
llamo y clamo.
Mi
palabra golpea
-obsesionante ala obsesionada-
contra las sienes.
Mi
palabra del grito
te taladra la frente,
sangre de luz de la herida
bautizará
por un instante,
hombre frágil,
a la mujer eterna.
eterna como el sueño
fugaz.
Yo te miro sin ojos desde siempre.
tú me llevas en ti desde
que existes.
Si antes no lo sabías,
ahora
ya no lo puedes olvidar.
Yo he crecido en el mar
sobre una ola que se alargó
para
volverse tallo.
En ese tallo de agua limpia
he subido a mirar a los ojos de
Dios.
Ahora me inclina un hálito a tu mano,
y estoy en ti como la
mujer muerta
por la que todos los hombres han llorado.
Tú también has
llorado
por tu hija, por tu madre,
por la mujer eterna de cuya muerte
vives.
Ya no lo puedes olvidar.
Cuando tus ojos caminen en la
sombra,
sentirás todavía por el cuerpo
una dulzura amarga y tibia:
beso en las palmas juntas
y una paloma que huye de tus dedos.
Con mi cara de piedra
yo estoy en la otra orilla.
Existo para ti en este momento;
y para mí no existo
porque soy más que eterna en cinco letras.
En el altar de Hombre fuerte como la vida,
hombre de hierro
y hielo,
metal, sangre y espíritu,
cae la ofrenda íntegra
de la mujer
lejana.
Mujer de canto y llanto
eterna como el sueño.
YOLANDA BEDREGAL
(Bolivia, 1916 - 1999)
Aniversario
Cada día mi amor ha ido creciendo
enriquecido en tanta confianza.
Si clausuró su cuenta la esperanza,
más de lo prometido va
cumpliendo.
La juventud se fue desvaneciendo
y no el amor que día a día
avanza
hacia más perfección y más la alcanza
cuando en el corazón
va atardeciendo.
Hay un triste placer, una hermosura
que sosiega el vivir y lo
engrandece
viendo el tiempo en el rostro de la amada,
cada arruga tornándola más pura,
más bella en la medida que
envejece,
más amorosamente codiciada.
ILDEFONSO MANUEL GIL
( España, 1912 - 199?)
Astro muerto
la luna, anoche, como
en otro tiempo,
como una nueva amada me encontró;
también anoche,
como en otro tiempo,
cantaba el ruiseñor.
Si como en otro tiempo, hasta la luna
hablábame de amor,
¿por qué la luna, anoche, no alumbraba
dentro de mi corazón?
Fabio Fiallo
( República Dominicana, 1866 - 1942 )
Ausencia del unicornio
Dulce bien,
¿cómo acordarse para no herir?
¿a qué costado?
Las
ventanas
se vuelven un coloquio.
Las paredes escuchan.
No acierto a contemplarme.
Y aquí estoy
guardando de nuevo
las reliquias.
Soy una tejedora que urde y trama
a su solo deseo,
la
guirnalda, la música,
las joyas, el fruto, el asta erguida,
el
espejo vacío:
el sol de los amantes.
Y aquí estoy
guardando de nuevo las reliquias.
Soy una
tejedora que urde y trama
a su solo deseo,
la guirnalda, la
música,
las joyas, el fruto, el asta erguida,
el espejo vacío:
el sol de los amantes.
ELVA MACÍAS
( México, 1944 )
Baladas romanticas
Hoy he tenido la visión
de mi niñez.
Tú tenías un corazón
blanco de ensueño y candidez.
Al encontrarnos otra vez,
hoy he
tenido la visión
de mi niñez.
Después de tantos años, hoy
te he vuelto a ver.
Tú eres
idéntica y yo soy
una ironía de mi ayer.
En mí yo siento un otro
ser.
Después de tantos años, hoy
te he vuelto a ver.
Entonces era el porvenir
encantador.
Los dos queríamos vivir,
porque la vida era el amor.
Y aunque entrevimos el dolor,
entonces
era el porvenir
encantador.
Por un momento nada más
tengamos fe.
¿Por qué no han de volver
jamás
aquellos días en que amé?
ALBERTO J. URETA
( Perú, 1887 - 1966 )
Brindis por un instante
Voy a bordar de tibias
lentejuelas
este instante que es mío,
a tapizar de fresas y
esperanzas
su borde inmaculado.
Mientras mañana, o
todos los momentos
que velan tras el muro de las horas
permanezcan
ocultos,
voy a tomar alegre de la mano
el sol que ya comienza a
besar mi butaca,
el vaivén de las hojas
que sobrepasan libres los
últimos balcones,
el perro que dormita confiado.
Voy a beber la
copa del silencio
que siembra paz y amor en el ambiente
para
elevar un brindis de ternura
por el dulce recuerdo
de todos mis
amigos.
Ahora, cuando el pájaro
del sueño
revolotea lejos de mis cuatro paredes,
voy a gustar el
vino sorbo a sorbo
de este instante de luz que me acompaña.
TERESA BERENGUER
( España )
Calla
En otros tiempos,
tiempos mejores,
los dos cumplimos nuestro deseo,
y sin querernos,
de unos amores
urdimos ambos el fantaseo.
Los dos mentimos:
¡dulce mentira!
Yo te escuchaba con calma absorta
y, habla, te
dije, que amor te inspira;
miente y soñemos, la vida es corta.
Hoy, fatigado de la
comedia,
porque la ruda verdad amarga,
y con engaños no se
remedia,
pienso al oírte: la vida es larga.
¿A qué las frases que
me dijiste?
Mimos gastados, suspiros viejos...
¡Estoy tan solo, y
estoy tan triste!
Los que me quieren están muy lejos.
FRANCISCO A. DE ICAZA
( México, 1863 - 1925 )
Carta de una mujer perfumada
Para escribir cartas de amor
no es necesaria
la cautela
ni el
orden
ni encontrar la perfecta esquela
tan sólo encender la
lámpara
como se enciende el cuerpo del amor.
Untarse toda,
perfumarse toda
de mieles y sortilegios
elegir la caligrafía más
desvelada,
la más humilde.
Entonces, se extiende
se acaricia el
empeine de sus plumajes
y comienzan a recogerse las palabras
como
el deseo del amor.
II
Para escribir cartas de amor
es necesario estar
reposada
elegir las palabras como si fueran banquetes clandestinos
vestirse toda de rojo, color deseo, color relámpago
y decir: en esta
tarde arrodillada de luz
yo te amo, te entrego un manojo de suaves
palabras
como la llave de mi alma
III
Me ilumino toda al nombrarte
nada se pierde
con
llamarte en el bosque fallido
con escribirte como sonámbula como
maga toda vestida
de verde
escribir
más que una carta de amor
basta con extender mi mano hacia la tuya
es esa la
vigencia
del
perfume.
MARJORIE AGOSIN
( España )
Confesión
¿Es verdad que hubiera sido posible aquella noche?
Cada vez que recuerdo se me cierran los ojos.
Bebimos la ginebra
hasta el amanecer.
Acariciando sus cabellos, junto a aquel ventanal,
hablamos, por fin, de nuestras cosas
(esto lleva el camino de
convertirse en un poema
romántico o en una confesión).
Había como
celos flotando en el ambiente,
celos de tanta realidad.
¿Es verdad que hubiera sido posible aquella noche?
Todo
estaba en su punto: el amor,
las ganas de gozar, el verano y cierta
admiración.
Así que (como siempre las cosas se pasan de vulgares)
creí portarme bien prescindiendo de ti, amor,
de la noche, de aquella
libertad.
Y quedamos citados para el día siguiente
(aquello fue
una trampa).
Fue un error por mi parte el decirte
que podía
esperar, porque necesitaba
sentirte junto a mí, ya para siempre, para
siempre jamás.
EL HOMBRE -como dicen los verdaderos chinos-
ES UN ASNO QUE
VUELVE A TROPEZAR
EN LAS PIEDRAS DE LOS MISMOS CAMINOS
JOAQUÍN MARCO
( España, 1935 )
Cuando te pienso
Cuando te pienso
tan
lejos,
se amontonan, revueltas,
las nubes en mis ojos.
Dejo el llanto y te recuerdo
bebiendo en mis manos
como un pájaro sediento.
Y a pesar del dolor
y aunque no me queda
nada más que esta
tristeza,
me pregunto
qué podría ofrecerle a la vida
a cambio de tu
vuelta.
CLARA DÍAZ PASCUAL
( España )
Definiciones
Te propongo, con ánimo docente,
Varias definiciones de tu cuerpo.
La viajera: “Es un traje de turismo,
entre los muchos que ha de
usar tu ser
cumpliendo su moción helicoidal”.
La tenebrosa: “Es el cajón de muerte
o el ataúd grosero en que tu
alma
yace y espera su liberación”.
La hotelera: “Tu cuerpo es una
casa
que has de habitar un día y una noche”.
La fabril: “Es un útil de trabajo,
una herramienta noble
(martillo, escoplo, arado)
con que realiza el alma sus oficios
terrestres”.
Sea un útil o un traje, sea chalet o féretro,
cuidarás ese poco
de tierra necesaria.
Ni adores a tu cuerpo ni le des latigazos:
es
un buey de ojos tristes, pero muy obediente
si no lo abruma el yugo,
ni le sobra la alfalfa.
LEOPOLDO MARECHAL ( Argentina, 1900 - 1970 )
Despedida
"...es tan corto el amor
y es tan largo el olvido... "
Pablo Neruda
Te fuiste.
Como se va la primavera.
Como
se van todas las cosas.
Como se pierden en el mar las velas.
Y yo
me quedé solo,
con las uñas clavadas en la arena,
viendo como se
alejan las mareas.
Te fuiste.
Ni tu nombre recuerdo,
ni el color de tus ojos.
Sólo que por las tardes leíamos a Neruda;
aún me llega el timbre de
tu voz profunda,
y el alarido de tu dicha, suelto,
huyendo a
medianoche por la playa.
Te fuiste.
Irremediablemente huiste de mi vida.
Fue el océano
tu cómplice fortuito:
zarpaste al borde de un balandro cualquiera
una tarde cualquiera.
Yo me quedé sobre la playa dilatada,
salpicado de ocaso, solitario en la arena.
Te fuiste.
Nos habíamos
amado con la furia de los 25 años.
Todo fue cerca al mar:
besos de
sal y yodo,
mordiscos de medusa enloquecida,
saltos de delfines en
celo,
abrazos hasta brotar la sangre marinera.
Te fuiste.
Como se fueron también la rada familiar,
las velas
madrugadoras de los camaroneros,
el lecho duro de nuestros combates
clandestinos.
Hasta el mar cambió de rostro y de fragancia;
la
codicia del hombre corrompió las aguas.
El aire mismo se llenó de
venenos y de miasmas.
Te fuiste.
Como se van todas las cosas.
Y yo me quedé solo,
con las uñas clavadas en la arena,
viendo como se alejaban las
mareas.
LUIS ZALAMEA BORDA
( Colombia, 1921 )
Después de la despedida
El momento llegó de la partida.
Es hora ya de que el viajero ande.
Lloras y eres más bella entristecida:
yo estoy triste también, y amo
mi herida
pues sé que es el dolor lo único grande
que hay en medio
del barro de la vida.
Estamos juntos, sin
decirnos nada.
Tu amor perfuma, mi pasión florece;
tiembla el
llanto encendido en tu mirada,
pálida sombra en tus ojeras viste.
Lloras; y en tanto que el silencio crece,
yo me pongo a mirar cómo
anochece
en tu mirada luminosa y triste...!
La calle, el libro, el
oro del poniente
te hablarán al oído del ausente.
Oye: fija los
ojos en la altura;
y mientras yo por el erial me pierdo,
sé buena,
humilde y pura,
y calienta el jardín de tu ternura
con el rayo del
sol de mi recuerdo!
* * *
Así te dije. Al fin
llegóse el día
de marchar. La mañana estaba fría,
trivial e
indiferente.
Las campanas sonaban.
Era el día de Ceniza.
Lentamente
iban los transeúntes, y llevaban
la cruz de plomo en lo
alto de la frente.
Nosotros con el rito no cumplimos
pues la
ceniza en nuestro ser ya estaba.
Casi serenos, la
piqueta oímos
que hora por hora en le olvido excava:
¿Qué importa
una existencia que es mentira?
se agranda el sol cuando la tarde
expira...
¡como el amor cuando el placer se acaba!
Juntas las manos en
estrecho nudo,
te di el último beso, largo y mudo,
que fue como un
sarcasmo de la suerte:
pues él me pareció, ya enlutecido
por la
ausencia, a la hora de perderte,
¡un banquete de púrpura servido
en la misma antesala de la muerte!
Maldije, como farsa y
como escoria,
nombre y esfuerzo, juventud y gloria,
nulos ante
este idilio hecho pedazos...
Y dándote el adiós de despedida,
crucifiqué los sueños de mi vida
sobre la cruz de mármol de tus
brazos.
AURELIO MARTÍNEZ MUTIS
( Colombia, 1885 - 1954 )
Digo tu nombre abierto para el
mío...
Digo tu nombre abierto para el mío,
me ciño con tu nombre,
penetro por tu nombre,
me reposo en tu nombre, lo repito
en mi
vocabulario de quererte,
y repetir tu nombre,
modelarlo con voz de
amorosa costumbre,
es recoger palabras de sonrisa,
es recibir
palabras de colores,
es aceptar palabras de flor nueva,
de
complacencia,
y prosigo en tu nombre
en donde todo es bueno y es
de amor,
en donde abro ventanas de buen tiempo
y de noches
desnudas para vivir en ti.
Tu nombre es de piel tibia y pensamiento
claro.
Yo persisto en tu nombre. Soy tu nombre.
ENRIQUE BADOSA
( España, 1927 )
El baño
Hoy he vuelto del baño
con las carnes tostadas por el aire y el sol;
con los cabellos polvoreados de arena.
A mis oídos traigo pegado un
caracol
donde la mar resuena
con su perenne arrastre de zumbidos.
Traigo toda la mar en los oídos...
Al salir a la playa,
obstinada la mar me perseguía
con el
blanco mordisco de su espuma.
De su seno emergía
desnudándome de
agua y arrastrando
detrás de mí jirones de la fría
túnica de sus
ondas. Cuando
un nuevo paso hacia la orilla daba,
parecía que tras
de mí tiraba
de todo el mar que me siguió bramando.
Se desprendía de mis carnes, roto
en gotas que bañaban las arenas
y evaporaba el sol con el castigo
de sus irradiaciones,
inyecciones de vértigo en mis venas ;
pero el hecho es que el mar
salió conmigo
y aquí lo traigo en las palpitaciones
de mis carnes
morenas.
Siento en mis labios el sabor salobre
de sus besos, y sobre
mi
piel velluda el enconado diente
del sol; y además siento
rozar la
tibia comba de mi frente
el aletazo rítmico del viento.
El mar me ha perseguido con su aliento.
Lo siento a mis cabellos
adherido;
de todo el mar se penetró mi vida;
por mi epidermis su
contacto pasa,
y siento a ese contacto renacida
mi fuerza
espiritual, como una brasa.
Su clamor, su clamor muerde mi oído...
Es que el mar me ha seguido
como un perro fantástico hasta casa.
EMILIO FRUGONI
( Uruguay, 1881- 19??)
El retorno inefable
Yo te pensé olvidada
para siempre, o ya muerta;
sin vida en el recuerdo de mi existencia
incierta,
sin ningún débil lazo que me ligara a ti,
y hoy veo que,
más fuerte que nunca, estás en mí.
¿Qué asociaciones
psíquicas, qué vaga sugerencia
hacen que en esta tarde vuelvas a mi
existencia?
Me acuerdo como antes
te amara, en el pasado,
allá abajo los árboles del campo perfumado;
ebrios de luz, de oro y ensueños, cual de un vino,
cruzábamos el
bello paisaje campesino;
tú alegre y sonriente, soñando tus anhelos
de amor bajo la clara belleza de los cielos.
Morían los crepúsculos
en las tardes tranquilas
con un deslumbramiento genial en tus
pupilas,
y el ansia de un deseo clamaba en tu mirar
hondo, como el
supremo misterio de la mar...
¡Cómo te he recordado,
después, solo en la vida!
Aunque ya sin aquella fuerza desconocida
de la emoción pasada... poco a poco, lejana,
te vi perderte a modo de
estrella en la mañana.
Fulgor sólo de un astro que se oculta en la
sombra,
palabra azul que luego ya el labio nunca nombra.
¿Por qué en mi vida
-estancia muda y abandonada-
enciendes hoy de nuevo la lámpara
apagada...?
Estaba hoy solo y mudo,
solo frente al destino.
Los cielos eran diáfanos, límpido mi camino.
Nada turbaba la honda serenidad del alma;
ni inquietud ni deseo
alteraban la calma
total de mis arterias; la paz fluía en las cosas
vitales; en sutiles corrientes misteriosas,
en fluídicas ondas de luz
y de armonía
el alma de los mundos a los seres se unía...
¿Qué vibración del éter
unió nuestra existencia
de pronto, en luminosa, mutua
correspondencia?
¿Qué esencia de las cosas, qué ley desconocida?
La paz era en mi
espíritu y era en mi corazón.
Pero vibraste al ritmo de lo eterno en
mi vida...
¡Y he temblado en la tarde con humana emoción!
REGINO PEDROSO
( Cuba, 1896 - 1983 )
El sueño
He recorrido espacios contigo
y ahuecado la mano
paloma y nido
a la vez
para otra mano.
Y sobre tu hombro
como lo hace la luna sobre la ladera
lentamente he rodado mi cabeza.
Hemos ido caminos de
cristal
hacia dentro del cielo
del alma.
A veces tu voz me roza
con la ternura de un ave sobre mi mejilla.
Otras , me aprieta el
vuelo
Cuando esto sucede
le cierro los ojos a la tarde
y
prefiero abrir mi mediodía
dentro del sueño.
ANA MARÍA FRESCO
( Uruguay )
Elegía
Cuando dos que se han
amado se separan
-para siempre-
algo se quiebra en el orden interno
de la
noche.
Una mano llama al guante ya perdido
y un hálito
se posa
tibiamente en la heredad
del árbol.
Cuando dos se dicen adiós ante el espejo
-sin
tocarse-
apoyando los dedos en las sombras
la forma detiene el tiempo,
y en el agua
la luz adquiere imagen de ventana.
Puede ser
que esa luz
en forma deslumbrante se haga ancha
como el mundo
y un
pájaro multicolor caiga desplomado,
herido por la sed
que media en el instante
de esos dos que
alguna vez se amaron para siempre.
Cuando dos que se aman todavía
-se separan-
algo los cubre
suavemente
y un lenguaje tácito se nace
en el sitio en que esos dos dejaron
la recíproca tortura de olvidarse.
Algo envejece para siempre
sobre el aire.
Posiblemente se suicide un ángel de tristeza
al mirar cuando
esos dos desaparecen
-separados por pasos y por besos-
inventando historias y
cantando,
mojados y oscuros de una lluvia
que refleja el rumor de sus
palabras.
Cuando dos que se amaron se separan,
el verano sube sobre las
alas de la noche
y una hoja, sobre el azul del cielo,
abre los ojos y oculta su
estupor
con un conjuro.
Cuando dos que se aman se separan
-sin
rencores o espadas-
un fantasma encantado cobra vida
y se inclina a recoger
a
esos dos labios,
desnudos para siempre de lenguajes.
ALFONSO CHASE
( Costa Rica, 1944 )
Elegía II
Yo me acostumbro, amor,
yo me acostumbro.
Yo me acostumbro a estar sin ti. ¿Lo entiendes?
Quiere decir, amor, que no amanece;
quiere decir que aprendo a abrir
los ojos sin tu beso.
quiere decir que olvido, amor, que yo te
olvido.
Como un morirse lento,
implacable, a pedazos,
yo me acostumbro, amor, yo me acostumbro.
Y
acostumbrarse es una cosa oscura,
es una cosa eterna, sin caminos,
como un caer caer en el vacío.
Yo me acostumbro, amor,
yo me acostumbro.
Y un día y otro pasan.
Y un día triste no es día sino un cortejo inmenso.
Y dos días de
tristeza ya no pueden decirse.
Y acostumbrarse es una palabra
irremediable
que ojalá nunca sepas.
Una criatura tiene su
tamaño,
tiene su borde estrecho, su medida.
Y ha de haber para
todos la pequeña alegría,
esa mínima dicha que es un derecho humano.
ser feliz, amor mío, es como el aire, el agua,
algo para la vida.
Yo me acostumbro, amor,
yo me acostumbro.
Lejos, tu mano corta el
pan para otra boca.
Lejos, suenan tus pasos y como yo sé que suenan.
Lejos, amor, muy lejos.
Y allí, donde mi angustia está sin ecos,
tú sonríes, tú eres,
y no sabes, amor, con cuánta sangre,
con qué
amarga paciencia,
con cuánta fuerza para ahogar, yo olvido,
yo
deshago mi sueño
y me acostumbro, amor, y me acostumbro.
MIRTA AGUIRRE
( Cuba, 1912 - 1980 )
En
Colonia
En
la vieja Colonia, en el oscuro
rincón de una
taberna,
tres estudiantes de Alemania un día
bebíamos cerveza.
Cerca, el Rhin murmuraba entre la bruma,
evocando leyendas,
y sobre el muerto campo y en las almas
flotaba la tristeza.
Hablamos del amor, y Frank, el triste,
el soñador poeta,
de versos enfermizos cual las hadas
de sus vagos poemas:
"Yo brindo -dijo- por la amada mía,
la que vive en las nieblas,
en los viejos castillos y en las sombras
de las mudas iglesias;
por mi pálida Musa de ojos castos
y rubia cabellera,
que cuando entro de noche en mi buhardilla
en la frente me besa."
Y Kari, el de las rimas aceradas,
el de la lira enérgica,
cantor del Sol, de los azules cielos
y de las hondas selvas;
el poeta del pueblo, el que ha narrado
sus campestres faenas,
el de los versos que en las almas vibran
cual músicas guerreras:
"Yo brindo -dijo- por la Musa mía,
la hermosa lorenesa
de ojos ardientes, de encendidos labios
y riza cabellera;
por la mujer de besos ardorosos,
que espera ya mi vuelta
en los verdes viñedos donde arrastra
sus aguas el Mosela."
"Brinda tú" -me dijeron. Yo callaba,
de codos en la mesa,
y ocultando una lágrima, alcé el vaso
y dije con voz trémula:
"Brindo por el amor que nunca acaba!",
y apuré la cerveza;
y entre risas y gritos, exclamamos:
"¡Por la pasión eterna!",
y seguimos risueños, charladores,
en nuestra alegre fiesta. ..
y allí mi corazón se me moría,
se moría de frío y de tristeza.
ISMAEL ENRIQUE
ARCINIEGAS ( Colombia, 1865 - 1938 )
Epitafio a la rosa
Rompo una rosa y no te
encuentro.
Al viento, así, columnas deshojadas,
palacio de la rosa
en ruinas.
Ahora -rosa imposible- empiezas:
por agujas de aire
entretejida
al mar de la delicia intacta,
donde todas las rosas
-antes que rosa-
belleza son sin cárcel de belleza.
MARIANO BRULL
( Cuba, 1891 - 1956 )
Espiga taciturna, leve sombra
Espiga taciturna, leve
sombra,
pequeña alondra ciega,
te miraste en las aguas del que
amabas
y sólo pudiste ver, flotando en ellas
-entre ínsulas de
musgo y lentas ramas-
el pálido cadáver de tu rosa.
LIL PICADO
(Costa Rica )
Esta mujer que amo... y no me ama...
Esta mujer que amo... y
no me ama,
por amar a quien nunca la ha querido,
este humo que
tanto he perseguido
y que escapa de mí cual de la llama.
Esta agua de azucena
que derrama
en la sed que por ella nunca ha ardido,
ni arderá
alguna vez, y no ha podido
derramar en la boca que se inflama.
Esta mujer que me
persigue huyendo
y en vano el horizonte persiguiendo;
este cielo
distante de mi senda,
este juego de amor, que
no comprendo,
esta mujer a quien la vida ofrendo
y que acaso no
valga ni la ofrenda...
DOMINGO ALFONSO
( Cuba, 1935 )
Estoy condenada...
Estoy condenada
a
amar a un ojo gris
a punto de quemarme
quemarme la lengua
con
la saliva bendita por tus dedos
que hechizan mi espacio
cada vez
que humedeces el goce
Es imposible no
sepultarme
en esta angustia
de no verte pegado a mi almohada
Visto de negro
porque me siento poseída
por tu sombra
alrededor
de mi sexo
Tu sexo haciendo
circuito
con este tejido difuso
donde he aprendido
a susurrar
acertijos
que son tu nombre
de grillo húmedo
Soy la esclava perfecta
perfecto
este instante
No se parece a ti
ni
el mar más salado
ése que me hunde en el lunar
negrísimo de tu
pecho
Te muerdo los labios
perro blanco
amor mío
no llegas a ser mío
para ser mío
hay
que alborotar
la danza nocturna de mis sábanas
poner de cabeza
mi colegio
encontrarte hasta en la sopa
sopa remojada por la gente
que nos mira
mira lo que pienso para atraparte
ALEYDA QUEVEDO ROJAS
( Ecuador, 1972 )
Fruto del sueño
A paloma de nieve
condenado
a flor de llama al viento sometido,
a lluvia desgajada
estatuido
fruto del sueño, ciervo degollado;
te meces en el aire,
vulnerado
fantasma de los ojos desprendido,
carbón en cuyo rostro
se ha encendido
lo que la muerte tiene anticipado.
Vienes con pasos
turbios de cautela,
en las frondas del sordo duermevela,
como las
huellas del asesinado
amor que ayer nos
entregó la suerte
un minuto no más y que hoy se vierte
sobre el
fulgor del pecho derramado.
ARTURO CAMACHO RAMÍREZ
( Colombia, 1910 - 1982 )
Habana
"Tú me recuerdas el prado de los soñadores,
el muro que nos separa del mar si es de noche..."
Silvio Rodríguez
Ya me dormí
en tu
perfume,
en la espuma
de tu pecho líquido.
He soñado
en el sonido
de tu fosa de misterios,
en la Antologia de tus lágrimas,
las mías...
Ya he dormido en tu figura
en tu escoria
en tu
regazo derritiéndose
con mis voces de monasterio.
Ya te soñé conmigo, en
mi cama,
con toda La Habana que te suda.
XAVIER OQUENDO
( Ecuador, 1972 )
He entendido por fin...
He entendido por fin
que escribir es amar
sin amor que te bese.
Comprendo que la luz
solamente se enciende
cuando se va apagando.
He entendido que
el sueño
es la vida
como el misterio al rito.
Y, por eso, he
aceptado
que no hay que buscar temas
para hablar
sino dejar que hablen
nuestras sombras.
ANTONIO HERNÁNDEZ
( España )
La lluvia no dice nada
Mientras muere el día,
llueve.
Es un agonía
breve.
La ciudad
se queda abrumada
con la tristeza de la hora.
La lluvia no dice
nada,
y llora.
Ciérranse puertas y vidrieras,
huye la gente
como de un mal,
por las aceras;
y un hombre mira, indiferente.
La lluvia parece cansada
cual un rosal que se desflora;
no
dice nada, nada, nada,
y llora...
Viene mandada por el río,
soltando besos de frescura,
deshace
en gotas el envío,
para que alcance su ternura.
Pero al sentirse
rechazada,
se vuelve un poco más sonora:
Va a hablar... y, al fin,
no dice nada,
y llora...
La lluvia tiene algo de loca:
gime un recuerdo de canción;
todo la irrita, en todo choca
su vagorosa obstinación.
Ve la
ciudad atormentada,
y la campiña verde añora;
no dice nada,
y
llora...
¿Mira en el pueblo tanta pena,
que no hace más que lagrimear?
¿O forma un lienzo de tan buena,
porque nos quiere consolar?
¿Es
que se sabe desdeñada,
y que su inútil fin deplora?
No dice nada,
nada, nada,
y llora...
Sobre el muerto día,
llueve
una melodía
leve.
La ciudad
se queda encantada
bajo una luz que se evapora...
La lluvia no
dice nada,
y llora...
PEDRO MIGUEL OBLIGADO
( Argentina, 1892 - 1967 )
La noche azul
¡La noche azul
intensamente dice
llanto a mi corazón, paz a mi alma!
Los luceros
tranquilos parpadean;
vierte su luz la luna solitaria.
En el balcón abierto ronda el aire
y se desliza hasta la oscura
estancia.
Y es un prodigio de constelaciones
el cielo azul entre
la risa clara
que esparce de su seno la alba luna...
La brisa
viene fresca y perfumada.
-No sé qué pasa en mí... La noche tiene
para mi corazón todas las
lágrimas...
¡Y yo siento un vacío sobre el pecho
y una paz
infinita sobre el alma!
Íntimamente se han abierto todas
mis amarguras y mis esperanzas,
como las flores que a la brisa pura
esparcen bajo el cielo su
fragancia.
RAFAEL LASSO DE LA VEGA
( España, 1890 - 1959 )
La rosa
Esta rosa en el cielo,
inmóvil, pura;
y este aire, que la cerca, y la convida:
y ella, en
su propio sueño suspendida,
serena, en su voluble arquitectura.
Es casi de cristal, en
la segura
presencia de su línea estremecida:
tan perfecta, en el
tono, y la medida,
exactos, de su tedio y su hermosura.
El aire pasa, y ella,
sola, queda,
embriagada en su tácito perfume,
oculta entre su
tálamo de seda.
Y en la alta noche su virtud resume
trémula gota
que, en la sombra rueda,
y en estéril silencio se consume!
JOSÉ UMAÑA BERNAL (
Colombia, 1899 - 1982 )
La voz sobre el olvido
Soy la oscura mitad de
tu existencia.
Fruto de llanto abierto en la penumbra,
alondra
vegetal que se acostumbra
a la rama con sangre de tu ausencia.
Sombra de una memoria
sin presencia
bajo la noche que tu llanto alumbra,
abierto corazón
que no vislumbra
su cielo derrumbado a tu sentencia.
Colmena de ceniza,
dispersado
palomar de la nostalgia, voz tardía
de nocturno rumor,
atribulado
fuego de soledad y de
agonía
donde la muerte con su musgo helado
cubre la rama de la
ausencia fría.
CARLOS MARTÍN
Colombia, 1914
La vuelta al bosque
Después de la muerte de mi esposo
«Vuelves por fin, ¡oh dulce desterrada!,
Con tu lira y tus
sueños,
Y la fuente plateada
Con bullicioso júbilo te nombra,
y
te besan los céfiros risueños
Bajo mi undoso pabellón de sombra».
Así, al verme, dulcísimo gemía
El bosque de mis dichas confidente;
¡Oh bosque! ¡oh bosque!, sollocé sombría,
Mira esta mustia frente,
Y el triste acento dolorido sella,
Siglos de llanto ardiente
y
oscuridad de muerte traigo en ella.
Mira esta mano pura
¡Ay! que ayer ostentó, resplandeciendo,
El cáliz del amor y la
ventura,
Hoy viene sobre el seno comprimiendo
Una herida mortal...
¡Bosque querido!
¡Tétricas hojas! ¡lago solitario!
¡Estrella que
en el cielo oscurecido
Rutilas como un cirio funerario!
¡Lúgubres
brisas y desierta alfombra!
Alzad eterno y funeral gemido,
Que el
mirto de mi amor estremecido
Cerró su flor y se cubrió de sombra!
Sobre la frente pálida y querida
Que el genio coronaba esplendoroso,
y la virtud con su inefable calma,
Sobre la frente ¡oh Dios! del
dulce esposo,
Y la virtud con su inefable calma,
Sobre la frente
¡oh Dios! del dulce esposo,
Ídolo de mi alma,
Y altar de humanidad
y de dulzura,
Alzó la muerte oscura
La pavorosa noche de sus alas;
Y cual la tierna alondra que en su vuelo,
Atraviesan las balas
Y expirante y herida
Baja, bañada cn
sangrc desde el cielo,
Y queda yerta y rígida en el suelo
Con el ala extendida,
Así
mi corazón de espanto frío
Quedó al golpe ¡Dios mío!
Que mi vida
cubrió de eterno duelo.
Cuando volvió a la luz el alma inerte,
La
tierra, la montaña, el mar, el cielo,
No eran más que el sudario de
la muerte.
¡Oh bosque! ¡oh caro bosque! todavía
De este dolor la
tempestad sombría
Ruge en mi corazón estremecido,
y gira el
pensamiento desolado
Como un astro eclipsado
Entre tinieblas
lóbregas perdido.
Y aquí estoy otra vez... ¡oh qué tristeza
Me
rompe cl corazón...! Sola y errante
vago cn tu melancólica maleza,
Por todas partes con dolor tendiendo
El mirar vacilante;
Ya me
detengo trémula, sintiendo
El próximo rumor de un paso amante;
Ora
hago palpitante
Ademán de silencio a bosque y prado,
Para escuchar
temblando y sin aliento,
Un eco conocido que ha pasado
En las alas
del viento;
Ora ¡oh Dios! de la luna entristecida
A los rayos
tranquilos,
Miro cruzar su idolatrada sombra
Por detrás de los
tilos:
Y la llamo y la busco estremecida
Entre el ramaje umbrío,
En el terso cristal de la laguna,
Bajo las ramas del abeto escaso,
Mas en parte alguna
Hallo señal ni huella de su paso.
¡Triste y
gimiente río
Que los pies de estos árboles plateas!
¿Por qué no
retuviste
y en tus urnas de hielo no esculpiste
Su fugitiva
imagen? ¡Aura triste
Que entre las hojas tu querella exhalas!
¿Por
qué no aprisionastes en tus alas
El eco tanto tiempo no escuchado
De su adorada voz? ¡Oh bosque amado!
¡Oh gemebundo bosque! ya no
pidas
Sonrisas a estos labios sin colores
Que con dolor agito:
Pues no pueden nacer hojas y flores
Sobre un tallo marchito.
Que
ya en el mundo, mis inciertos ojos
Sólo ven un sepulcro que engalana
Flor macilenta con cerrado broche,
y allí me encuentran pálida y de
hinojos
Las lágrimas de luz de la mañana
y los insomnes astros de
la noche.
Otras veces aquí ¡cuán diferente
Vagué en su cariñosa
compañía!
El arroyo luciente
Como un velo de luz se estremecía
Sobre la yerba humedecida y grata,
Allá el movible mar desenvolvía
Encajes brillantísimos de plata,
y tembladoras, pálidas y bellas
En el éter azul asemejaban
Abiertos lirios de oro las estrellas.
Él con mi mano entre su mano pura
Bajo flores que alegres sonreían,
Me hablaba de sus sueños de ternura;
Mientras con movimiento dulce y
blando,
Las copas de los álamos gemían
Nuestras unidas frentes
sombreando.
¡Oh vida de mi vida! ¡oh caro esposo!
¡Amante, tierno,
incomparable amigo!
¿Dónde, dónde está el mundo
De luz y amor que
respiré contigo?
¿Dónde están ¡ay! aquellas
Noches de encanto y de
placer profundo
En que estudié contigo las estrellas,
O escuchamos
los trinos
De las tórtolas bellas
Que cerraban las alas en los
pinos?
¿Y nuestras dulces confidencias puras
En estas rocas áridas
sentados?
¿Dónde están nuestras íntimas lecturas
Sobre la misma
página inclinados?
¿Nuestra plática tierna
Al eco triste de la mar
en calma?
¿Y dónde la dulcísima y eterna
Comunión de tu alma y de
mi alma?
¡Lágrima de dolor abrasadora
Que corres por mi pálida
mejilla!
Ya no hay flores ni aromas en el suelo,
Ya el ruiseñor no
llora,
Ya la luna no brilla,
Y en la desierta lividez del cielo
Se borraron los astros y la aurora.
Que ya todo pasó, pasó ¡Dios mío!
Para jamás volver; ¿adónde ¡oh cielo!
A dónde iré sin él, por el
vacío
De esta noche sin fin? ¡Fúnebre bosque!
Hoy todo es muerte
para mí en la tierra,
En la llanura con inmenso duelo
Se elevan
los cipreses desolados
Como espectros umbríos,
Las brumas en la
frente de la sierra
Crespones son que pasan enlutados,
Van en las
nubes féretros sombríos,
El mar gimiendo azota la ribera,
Con
sollozo de muerte el viento zumba,
Y es, ante mí, la creación entera
La gigantesca sobra de una tumba.
LUISA PÉREZ DE ZAMBRANA
( Cuba, 1835? - 1922 )
La vuelta del amor
Sentí que
se desgajaba
tu corazón lentamente
como la rama que al peso
de
la nevada se vence;
sentí en tu mano un desfile
de golondrinas que
vuelven,
y vi llenando tus ojos
aquella locura alegre
de los
pájaros que cumplen
su fiesta sobre la nieve.
LUIS ROSALES ( España, 1910 - 1992 )
Lágrimas frescas
En recuerdo de Victoria,
mi compañera desaparecida...
Rosa que el fuego de mi amor consume,
ave que llora con
mi propio llanto;
fugóse el ave y me dejó su canto,
murió la rosa
y me dejó el perfume.
Y es que ese aroma y esa melodía
que me hicieron alegre y sano y
fuerte
serán incienso y fúnebre armonía.
Así, a fuerza de amante sin fortuna
que intenta huir a su destino
adverso,
voy a forjar un amoroso verso
a la memoria de Rosario
Luna,
aquella que me dio todo lo suyo,
aquella a quien le di todo lo
mío,
la que tuvo calor para mi frío,
la que no supo hablar si no
en arrullo,
la que para aliviar en su partida
mi carga de dolor y
desconsuelo,
a cambio de mis noches de desvelo
me mostraba su faz
agradecida.
Cuando vencido por la desventura
palpé el horror de mi existencia
vana,
tendiome al punto, como buena hermana,
el mullido plumón de
su ternura.
Si en cada poro me clavaba espinas
el dolor en que estoy
crucificado,
ella sobre mi cuerpo lacerado
hizo lo que a Jesús las
golondrinas.
Al reposar de la habitual lectura
que nuestro pensamiento
fatigaba,
mi corazón sumiso se extasiaba
en la piedad de su mirada
oscura.
Corría el tiempo desapercibido
sin que nuestro silencio se
turbara,
lo mismo que una mano que pasara
por sobre el lomo de un
lebrel dormido.
A veces, al relato de algún cuento,
mientras alzaba por temor el
hombro,
parpadeaban sus ojos en asombro
como dos mariposas contra
el viento.
Y si el amor que urdió la fantasía
tras el punto final quedaba
ileso,
me pagaba el relato con un beso
por compartir conmigo su
alegría.
JULIÁN MARCHENA
( Costa Rica, 1941 )
Me da miedo quererte.
Es mi amor tan violento...
Me da miedo
quererte. Es mi amor tan violento
que yo mismo me asusto de mi modo
de amar;
de tal forma me espanto mi propio pensamiento
que hay
noches que no quiero dormir por soñar.
No sé lo que me pasa. Pero hay veces que siento
unos
irresistibles deseos de matar:
respiro olor a sangre y luego me
arrepiento
y me entran unas ganas muy grandes de llorar.
¡Oh, si en estos momentos pudiera contemplarte
dormida entre mis
brazos!..., si pudiera besarte
como nunca hombre alguno a una mujer
besó...
después rodear tu cuello con un cordón de seda
y apretar bien el
nudo, ¡para que nadie pueda
poner los labios donde feliz los puse yo!
PEDRO MATTA
( España, 1875 - 1946 )
Mi poema de abril
Picoteando la cáscara
de algún viejo recuerdo
con la
lluvia de Abril
nacerá mi poema
le pondré mis colores
los más puros y claros,
una música tenue
y un perfume
de nardos.
Como una luciérnaga
brillará titilando
subirá por
los aires
escapando de mi alma
se estirarán mis manos
sin poder alcanzarlo,
se quedarán mis labios
como
siempre rogando:
Que una estrella lo guíe
que lo acerque a tu lado,
pues si tú lo encontraras,
y llegas a escucharlo
mi
poema de Abril
quizá viva... hasta Mayo.
RAMÓN DE
ALMAGRO ( Argentina )
Minuto del beso
Con el
tiempo de amarte tan escaso
el tiempo de esperarte me devora,
si
estoy amenazado por la aurora
mientras ardo en las llamas del ocaso.
Mira,
tiemblan las rosas en el vaso
y un gallo en el reloj gasta la hora,
para quererte no me sobra ahora
ni un suspiro, ni un átomo, ni un
paso.
Hay un amor que no se sabe dónde
el minuto del beso nos esconde
cuando su
sed a liquidarnos entra.
Y hay un
tiempo del hombre que se gasta
que aunque un segundo de ese
amor le basta,
se cansa de buscarlo y no lo encuentra!
RAÚL
FERRER ( Cuba, 1915 - 1993 )
Mírala por ahí viene
Mírala por ahí viene
la primavera nos llama,
salió del naciente sol,
descalza, sin
esperarla!
Su cuerpo, delgado
junco,
su pecho, verde manzana,
blanca luna son sus ojos,
su
tierra, luz alfombrada.
¡Ay, de sus labios,
colores,
inundan rojo escarlata,
en su sangre de amapolas,
se
abraza naciendo el alba!
Aún despierto, y en mis
sueños,
no me canso de mirarla,
sus aguas son de arco iris,
sus
olas, roja granada.
¡Primavera, ven
conmigo,
quédate, nunca te vayas!
los dos soñaremos juntos,
deja que tarde el mañana!
EULOGIO DÍAZ GARCÍA
( España, 1935 )
Mis
amores
(Soneto Pompadour)
Amo el bronce, el cristal, las porcelanas,
las vidrieras de
múltiples colores,
los tapices pintados de oro y flores
y las
brillantes lunas venecianas.
Amo también las bellas castellanas,
la canción de los viejos
trovadores,
los árabes corceles voladores,
las flébiles baladas
alemanas,
el rico piano de marfil sonoro,
el sonido del cuerno en la
espesura,
del pebetero la fragante esencia
y el lecho de marfil, sándalo y oro,
en que deja la virgen
hermosura
la ensangrentada flor de la inocencia.
JULIÁN DEL CASAL
( Cuba, 1863 - 1893 )
Muchas veces también...
Muchas veces también,
por no decir que casi todas,
el amor se
halla en las cosas más simples,
un botón desabrochado, un pañuelo
con indicios de alguien, la
adivinanza
de una frase incompleta, o decir dos lo mismo
cuando no
sabíamos qué decir, o un punto de sal
en la piel, o una raya
de
plomo en una pierna. Todo aquello
que no esperábamos del amor, y que
viene de él.
Entonces,
alargamos las manos, palpamos el objeto
deseado, nos
lo quedamos, y no queremos
otro reino.
MÁRIUS SAMPERE ( España )
Mujeres
Yo tenía sueños que las mujeres
desparramaban con sus caricias
para poseerme en su sombra...
Paul Éluard Yo aprendí
la embriaguez del beso impuro.
La emoción de las citas
breves y
tempestuosas
procuraba.
Las mujeres sin fechas perdurables,
sus pasos
inexactos,
sus vestidos,
eran los visitantes de mis noches,
la
compañía de mis soledades.
Por eso
nuestro encuentro fue el
retorno
sencillo
hacia el comienzo,
al sendero de música y
latidos
donde nos aguardaba
la propia claridad inadvertida,
la
simple unión que forman dos mitades.
Por eso he comprendido
-comprendemos- ahora
la razón de la existencia.
Por eso
desde
entonces -desde ahora-
amándonos queremos a los que aman
la vida
cotidiana y sus quehaceres.
Por eso, compañera,
los corazones con
que amanecemos
salen a trabajar por la alegría
del mundo,
unidos,
como dos obreros.
ADOLFO
MENÉNDEZ ALBERDI ( Cuba, 1906 - 1985 )
No acabarán mis flores
No acabarán mis flores,
No cesarán mis cantos.
Yo cantor los
elevo,
Se reparten, se esparcen.
Aun cuando las flores
Se
marchitan y amarillecen,
Serán llevadas allá,
Al interior de la
casa
Del ave de plumas de oro.
Nezahualcóyotl ( México, 1402 - 1472 )
Nocturno de Vermont
Me han
contado también que allá las noches
tienen ojos azules
y lavan sus
cabellos en ginebra.
¿Es cierto
que allá en Vermont, cuando sueñas,
el silencio es un viento de jazz
sobre la hierba?
¿Y es
cierto que allá en Vermont los geranios
inclinan al crepúsculo,
y
en tu voz, a la hora de mi nombre,
en tu voz, las tristezas?
O tal vez,
desde Vermont enjoyado de otoño,
besada tarde a tarde por un idioma
pálido
sumerges en olvido la cabeza.
Porque en barcos de nieve,
diariamente,
tus cartas
no me llegan.
Y como el prisionero que
sostiene
con su frente lejana
las estrellas:
chamuscadas las
manos, diariamente
te busco entre la niebla.
Ni el
galope del mar; atrás quedaron
inmóviles sus cascos de diamante en la
arena.
Pero un
viento más bello
amanece en mi cuarto,
un viento más cargado de
naufragios que el mar.
(Qué luna
inalcanzable
desmadejan tus manos
en tanto el tiempo temporal
golpeando
como una puerta de silencio suena.)
Desde el
viento te escribo.
Y es cual si navegaran mis palabras
en los
frascos de nácar que los sobrevivientes
encargan al vaivén de las
sirenas.
A lo lejos
escucho
el estrujado celofán del río
bajar por la ladera.
(un
silencio de jazz sobre la hierba.)
Y pregunto
y pregunto:
¿Es cierto que allá en Vermont
las noches tienen ojos
azules
y lavan sus cabellos en ginebra?
¿Es cierto
que allá en Vermont los geranios
otoñan las tristezas?
¿Es cierto
que allá en Vermont es agosto
y en este mar, ausencia...?
CÉSAR CALVO
( Perú, 1942 - 2000 )
Nocturno y elegía
Si
pregunta por mí, traza en el suelo
una cruz de silencio y de ceniza
sobre el impuro nombre que padezco.
Si pregunta por mí, di que me he
muerto
y que me pudro bajo las hormigas.
Dile que soy la rama de
un naranjo,
la sencilla veleta de una torre.
No le
digas que lloro todavía
acariciando el hueco de su ausencia
donde
su ciega estatua quedó impresa
siempre al acecho de que el cuerpo
vuelva.
La carne es un laurel que canta y sufre
y yo en vano
esperé bajo su sombra.
Ya es tarde. Soy un mudo pececillo.
Si
pregunta por mí dale estos ojos,
estas grises palabras, estos dedos:
y la gota de sangre en el pañuelo.
Dile que me he perdido, que me he
vuelto
una oscura perdiz, un falso anillo
a una orilla de juncos
olvidados;
dile que voy del azafrán al lirio.
Dile que
quise perpetuar sus labios,
habitar el palacio de su frente.
Navegar una noche en sus cabellos.
Aprender el color de sus pupilas
y apagarme en su pecho suavemente,
nocturnamente hundido, aletargado
en un rumor de venas y sordina.
Ahora no
puedo ver aunque suplique
el cuerpo que vestí de mi cariño,
me
quedé fijo, roto, desprendido.
Y si dudáis de mi creed al viento,
mirad al norte, preguntad al cielo.
Y os dirán si aún espero o si
anochezco.¡
Ah! Si
pregunta dile lo que sabes.
De mí hablarán un día los olivos
cuando yo sea el ojo de la luna,
impar sobre la frente de la noche,
adivinando conchas de la arena,
el ruiseñor suspenso de un lucero
y el hipnótico amor de las mareas.
Es verdad
que estoy triste, pero tengo
sembrada una sonrisa en el tomillo,
otra sonrisa la escondí en Saturno
y he perdido la otra no sé donde.
Mejor será que espere a medianoche,
y a la vigilia del tejado fría.
No me
recuerdes su entregada sangre
ni que yo puse espinas y gusanos
a
morder su amistad de nube y brisa.
No soy el ogro que escupió en su
agua
ni el que un cansado amor paga en monedas.
¡No soy el que
frecuenta aquella casa
presidida por una sanguijuela!
( Allí se
va con un ramo de lirio
a que lo estruje un ángel de alas turbias.)
No soy el que traiciona a las palomas,
a los niños, a las
constelaciones...
Soy una verde luz desamparada
que su inocencia
busca y solicita
con dulce silbo de pastor herido.
Soy un
árbol, la punta de una aguja,
un alto gesto encuentre en equilibrio:
la golondrina en cruz, el aceitado
vuelo de un búho, el susto de una
ardilla.
Soy todo, menos eso que dibuja
un índice con cieno en las
paredes
de los burdeles y los cementerios.
Todo,
menos aquello que se oculta
bajo una seca máscara de esparto.
Todo, menos la carne que procura
voluptuosos anillos de serpiente
ciñendo en espiral viscosa y lenta.
Soy lo que me destines, lo que
inventes
para enterrar mi llanto en la neblina.
Si
pregunta por mí, dile que habito
en la hoja del acanto y en la
acacia.
O dile, si prefieres, que me he muerto.
Dale el suspiro
mío, mi pañuelo;
mi fantasma en la nave del espejo.
Tal vez me
llore en el laurel o buque
mi recuerdo en la forma de una estrella.
EMILIO
BALLAGAS ( Cuba, 1908 - 1954 )
Ocio
Ella duerme. La hora en que los hombres
ya se han despertado, y poca
luz
entra todavía para herirlos.
Con muy poco tenemos bastante. Solo
el sentimiento de dos cosas:
la tierra gira y las mujeres duermen.
Conciliados, caminemos
hacia el fin del mundo. No necesitamos
hacer nada para ayudarlo.
GABRIEL FERRATER (
España, 1922 - 1972 )
Olvídame
Olvídame.
Es mejor. Comprende, amado,
lo que ella sufriría siempre triste,
viviendo de un recuerdo, de un pasado
por el terrible daño que le
hiciste.
Ella te quiere más, es
más sincera
y más buena que yo, porque te ofrece
una dicha real,
más duradera.
Bendícela como ella se merece.
Tú la has querido
mucho. ¿Acaso olvidas
las horas de ilusión, de dicha henchidas
que
a su lado pasaste? No lo creo.
No podrás olvidarla
fácilmente.
Vuelve a su lado humilde, mansamente,
y ella te hará
feliz. ¡Es mi deseo!
ANÓNIMO
Pensaba
Pensaba
si pudiera
tocar
cada mañana
tu presencia
en las cosas
cotidianas.
Entonces,
el vaso, el cantar,
o esta almohada,
mutables,
casi nada serían trascendidos;
los dedos
jugando torpemente
recorriendo
de las uñas
las aristas.
Tan sólo
la ternura
del gesto imprevisible.
Tan sólo
natural, querido,
tu ser allí
presente.
ROSANA MOLLA
( Uruguay )
Pienso a veces
Pienso a
veces que el mar es la nostalgia
de lo que siempre está: nostalgia de
nostalgia,
de un irse de sí mismo a su recuerdo
más azul, más
hondo, más eterno...
Y pienso en nuestro amor que algunas veces
sueña con la idea de no serlo,
en huir de sí mismo y contemplarse
aún más alto, más puro, más sereno...
JOSÉ LUIS
HIDALGO ( España, 1919 - 1947 )
Poema de la distancia
aniquilada
Extiende tú la mano
y mira como alcanzas la mía en la distancia;
si pareciera casi
que
un volcán de kilómetros, en erupción fantástica,
se transformara en
nube de cenizas,
se convirtiera en nada.
Tan cerca estás... tan
lejos,
que casi siento encima tu fragancia;
que casi tacto el
viento que surgía
de tus manos abiertas, como pampas!
Vuelve tus ojos como quien no quiere
y encontrarás los míos en
cada madrugada;
en el temblor que deja el horizonte
con cada sol
que se alza;
en cada nubarrón que trasnochó en la selva
y llevó
apenas una gota de agua
hasta la cara misma de la tierra
donde
dejé una lágrima...
quizá dirás entonces
que amaneció llorando la
tierra abandonada!
Lanza un grito hacia el
cielo
y espera... La lejana
oquedad del abismo
le hará nacer un
eco a tu llamada,
multiplicada en el vacío inmenso
que habita en
mi garganta...
No será más el eco de tu grito
sino el alma del eco
del grito de mi alma!
Ya ves, estamos
lejos... Estamos cerca... Estamos juntos...
¡En medio de una enorme
distancia aniquilada!
ORLANDO TIJERINO
( Nicaragua, 1930
Poema de tus manos
Tus manos son dos
nardos que mi boca
ensortija de besos. En tus manos,
transformose
el manojo de mis penas
en manojos de cantos.
Cuando acarician mi
cabeza negra
hay en mi frente pensamientos blancos.
Surgieron en el mar de
mi agonía
y se tendieron en mi sueño náufrago.
Y no son manos
consteladas -iris
de zafiros, diamantes y topacios-:
son manos que
adornaron las virtudes
con las ásperas joyas del trabajo.
Deja verlas, Amada. Que
mis besos
endulcen el dolor de su cansancio
y déjame anunciarte
que el mañana
es una blanca redención de nardos.
JESÚS ORTA RUIZ
( Cuba, 1922 )
Preludio de una foto con regreso
Ellos están allí, sobre
la borda.
El buque lento arriba a mi ciudad;
en marzo, el mar de
la mañana
sube una brisa helada hacia el futuro.
Ella lleva un
abrigo y un pañuelo,
él parece un actor americano,
es primavera
fría sobre el mundo,
muy cerca los parientes esperan en el puerto.
Yo los miro llegar desde la foto,
el tiempo ha detenido su espuma en
el paisaje,
el horizonte vive detrás de los susurros,
y el mar no
es una tarde con campanas.
Muy cerca de sus ojos los nombres de sus
hijos,
el mío, fue el tercero, será de algún poeta,
delfines y
palabras tocando la muralla
y el tiempo de nosotros presentido sin
serlo.
Están mirando el agua que salpica,
las olas levantadas del
sueño de la vida,
la orilla de otra patria de luz de mi futuro
llegando ya mis padres a tierras de regreso.
JOSELA MATURANA
( España )
Profecía
Algún día vendrás,
sabes que miento,
que no puedo ya más tender la seda
lunar de la
esperanza. Algún día
vendrás como una horca, el fiero
corazón
guardando la armadura
y los labios en flor como limones
sangrados
para el beso.
Peregrino lo sé, sé que algún día
recabarás aquí tu
singladura
y yo te aguardaré, aguardaré
tu oído del vacío, sé que
miento,
que no oiré nunca más
tu caracola niña. Puede ser
que
vengas algún día
de otoño o una noche
de fuego en las ventanas,
algún día
puede ser, pero sabes
que miento, yo no sé
si algún
día.
JUANA CASTRO
( España )
Puente
¡Cómo llegar a tu alma
sin un puente
de aéreas alas para tal altura!
Pájaro que llevara
sabiamente
mis pedazos de fuego a tu alma oscura.
¡Cómo darte mi sangre
incandescente
que es un infierno casi de locura,
si estrecho no
hay, ni paso que alimente
mis pies desnudos sin arquitectura!
No lloraré jamás tal
coyuntura,
aunque la fuerza de mi sangre aliente
tristeza grande
de esa desventura.
Si muriese mi amor tan
fácilmente,
estaría empinado inútilmente
queriéndome alcanzar en
tu estatura.
GUILLERMO GÓMEZ BRENES
( Nicaragua, 1930 )
¿Qué es dolor?
¿Preguntas
qué es dolor?... Un viejo amigo
inspirador de mis profundas quejas,
que se halla ausente cuando estás conmigo,
que está conmigo cuando tú
te alejas.
JOSÉ MARÍA
RIVAS GROOT ( Colombia, 1865 - 1923 )
Regreso al primer verde
He venido hasta acá
porque la vida
con fronteras exactas me asediaba,
he venido de
lejos: pretendía
embriagarme de espacio y libertad,
ver mi pupila
en el azul diluida,
quitar toda la herrumbre de mi espíritu,
bañándolo en las fuentes de mi primera edad;
quería festejar a mis retinas
con orgías de luz lejana,
con
derroches de forma y de color;
he venido hasta aquí porque sentía
sed de paisaje, sed de clorofila,
avidez de montaña, hambre de sol...
Y estoy aquí, tendido en la hojarasca,
las hojas -allá arriba-
recortan el zafir,
pero ¿qué significan las lluvias de azahares
que el follaje desata sobre mí?
¡Ah, -si no me equivoco-
mi naranjal amigo
me está retribuyendo los suspiros que di!
-¿Te acuerdas todavía
de aquel abril dorado, hace unos años?
Allí escribiste los primeros
versos
para el ideal de entonces, que prefirió ser nada,
y en cada
espina de mi fronda oscura
hay siquiera una sílaba clavada..
Guardas aquel amor, mi juventud
quedóse prisionera entre tus ramas,
yo guardo tu dolor y tus suspiros,
tú guardas todo...menos la
esperanza;
esa se fue conmigo, se hizo añicos
contra la ruda arena
de la vida,
surgió de nuevo entre las ruinas grises,
más rebelde,
más fuerte... dejó de ser la misma...
¡Ojalá que sí hubiera
cuajado esa ilusión!
Ojalá - dice mi alma-, volando hasta aquel
día
de ayer, en que el futuro fingía florecer -,
ojalá -dice
ahora- pero no es lo que ansía
porque no puede ansiarse lo que
no puede ser....
Mas el dolor que quiso ser eje de mi vida
ya no
hará de mis sueños sumisa caravana,
ya logré rebelarme, y haré de
cada herida
un surco en que se gesten los trigos del mañana.
Han pasado esos años, y
todo está como antes:
el naranjal, las aves, la eterna lejanía......
¿El? Está como entonces, no ha cambiado, sus ojos
siguen siendo
la noche donde florece el día;
yo sé que al fin ha vuelto, de nuevo
para verme,
mas, aunque él es como antes, el pasado no es hoy;
él
en nada ha cambiado, pero ya no es el mismo,
pero ya no es el mismo
porque he cambiado yo.
Sé que todo concluye
y a los minutos
prófugos no volveré a llamar,
todo concluye -sí-, pero el
paisaje
se esmera en repetirme aquel abril
y en mí siento que un
átomo rebelde
se encapricha en gritar:
¡Eternidad!
JAIME
FONTANA ( Honduras )
Renunciamiento
Si de
nuestro dolor somos los dueños
nadie podrá impedir que yo destruya
mi corazón, para la dicha tuya,
y sacrifique los más caros sueños.
Si de lo nuestro es el
dolor la esencia,
tanto más propio cuanto más profundo,
para que
tú no sufras ni un segundo
yo he de sufrir por toda mi existencia,
Si el dolor que me
hiere es solo mío,
puedo darlo a mi antojo y mi albedrío,
porque
tú logres ser feliz, amada.
Que el verdadero amor es darlo todo
pro el amor en sí... y dar de
modo
tan simple, cual sin no se diera nada.
JUAN
BURGHI ( Uruguay, 1959 )
Soledad
Yo no sé dónde
fue a parar mi acento;
tembló un instante y se perdió en el viento...
Y pasó por tu espíritu, lo mismo
que una estrella sin luz por el
abismo
Yo no sé dónde fue a
expirar tu acento:
flotó como un perfume sobre el viento,
llegó
como una música a mi oído...
¡Pero mi corazón siguió dormido!...
¿Para qué
hablar?...Sigamos el camino,
¡mudos hasta morir!...¡Es el destino!...
Ayer te vi llorar...Por tu mejilla bruna,
las lágrimas caían en
gotas , una a una...
El cielo estaba claro, la tarde era tranquila,
y era como si fuera de noche en tu pupila.
¡Y yo no sabré nunca la causa de tu pena!
Tal vez era tu espíritu
como un ánfora plena
tal vez te dio la muerte su beso largo y frío,
o te envolvió en sus alas viscosas el hastío.
Tu frente está sellada,
cerrada como un huerto.
Mi grito es el estéril clamor en el desierto.
las almas están lejos, perdidas y calladas.
Estamos solos...
¡Solos!... Jamás sabremos nada.
CARLOS MONCADA
( Chile )
Soneto imperfecto
Para la frente de Pepilla Vidaurreta
Aquella frente tuya,
rumorosa,
hecha de luna y caracol marino
fue la dueña absoluta de
la rosa
cuando emprendimos, juntos, el camino;
aquel erguido vaso
peregrino
que encendió su presencia numerosa
ante cada dolor, y a
toda cosa
impuso la pasión de su destino,
es esta misma frente
conmovida
y quieta en su clamor, lumbre nacida
de las sombras
mortales de la hora,
que vuelve en tiempo y
luz y en la alborada
toda flecha enemiga disparada
sobre su fiel
planicie vencedora.
JUAN MARINELLO (
Cuba, 1898 - 1977 )
Tu amor es como la
piel de las manzanas
Tu amor es como el roce
tímido
de la mejilla de un niño,
como la piel de las manzanas
o la cesta de nueces de la pascua,
como los pasos graves
en la alcoba donde ha muerto la madre,
como una casa en el bosque
o más bien como un llanto vigilante en
la noche.
JORGE CARRERA ANDRADE
( Ecuador, 1902 - 19?? )
Un buen día escapaste con los mares
Tu beso fue espuma de
ola
huella en las arenas de mi cuerpo
tu voz como perla
se
guardó en la ostra
y ya no quisiste
naufragar en la pupila.
ANA CECILIA BLUM
( Ecuador, 1972 )
Un golpe de recuerdos te modela
Un golpe
de recuerdos te modela
como a la nube el soplo imprevisible.
¡La
música y la enamorada tela
que cruza por tus ojos! Suprimible
y oscuro
lo demás, aquí te espera,
frente a mi vida absorta o despiadada,
un país al que vuelves, pasajera
del eterno sabor de tu mirada.
-¿Será tú
lo que miro? ¿Y a qué sombra
de tu soñar inmóvil pertenece
la
antigua calidad en que me abismo?
Pero de
pronto en mí tu voz me nombra
como un golpe de rara luz que acrece.
¡Oh música y milagro de lo mismo!
CINTIO
VITIER ( Cuba, EE.UU. 1921 )
Víspera de quedarse
Todo está preparado: la maleta,
las camisas, los mapas, la inútil
esperanza.
Me estoy quitando el polvo de los párpados.
Me he puesto en
la solapa
la rosa de los vientos.
Todo está a punto: el mar, el aire,
el atlas.
Sólo me falta el cuándo,
el adónde, un cuaderno de bitácora,
cartas de marear, coraje, brújula
y alguien que ponga en mí la
confianza
que yo he perdido. Todo está dispuesto.
(que yo he dispuesto.
Todo está perdido.)
El barco que no existe, la mirada,
los peligros, las manos
del asombro,
el hilo umbilical del horizonte
que subraya estos versos
suspensivos...
Todo está preparado: en serio, en vano.
JUAN VICENTE PIQUERAS
( España, 1960 )
Ya después
¿Por qué lloramos dos veces
por dolor, rocío y agua?
¡Agua y rocío
de auroras
que nunca se terminaban!
Las nubes son de la virgen
y de las frescas mañanas,
como el halcón de tus besos
es de la
noche callada.
Se ahoga mi voz de nardo
entre lagos de palabras,
mientras la
tuya, en la cera
de blancos cirios resbala.
En el pastizal hoy
duermen
ángeles de blancas alas,
el tiempo sueña que nace
borracho de amor y canta.
Estoy cansado, ¡lo sabes!
no eres la fresca mañana
que
despuntó en el ayer
sobre mis ratos de calma.
Eres fruta malherida
por los aires en borrasca,
y por fantasmas y luces
que tiemblan de
amor y pasan.
El ave con sencillez
bate sus frágiles alas
y se remonta a los
cielos
donde libremente vaga.
Mi corazón, en la bruma
que brota
de tus palabras,
se queda inmovilizado
temblando de amor, y calla.
Como niño pordiosero
tiritando en la mañana,
busco tu cálido
abrigo
y aquella paz que me dabas.
Tendida sobre la arena
miro
tu imagen de plata,
y al percibirte distante
mi voz en dolor se inflama.
No me busques esta noche,
porque tú, estás emplazada,
los faunos de caras tristes
tienen
contratada tu alma.
Ellos no quieren que vengas
a ver mi noche estrellada,
y tú no
quieres venir
a mis mares de palabras.
Volverás fortuitamente
como vuelve en la baraja;
ansiada reina
de sotas
cuando ya no da ventaja.
Y te diré que no pases,
pero
al cerrar la ventana,
tu cara muerta de frío
temblará dentro de mi
alma.
¡Te perdonaré de nuevo
como antes te perdonaba!
porque amo tu
voz tranquila
de inocencias y de dramas.
Porque tú y yo somos
notas
en escalas separadas
ya que tu vida comienza
donde la mía
se apaga.
Cuando esté por fin tranquilo
en la calidez más santa,
en la
calidez que sólo
el sepulcro nos depara.
En mi rima transparente
el embrujo de tu magia
como un barco de papel
flotará con risa
amarga.
Humberto Garza (México)