"¡No me recuerdes! ¡Siénteme!
Mientras menos me pienses, más me amas"
"Woman with red hair"
Amedeo Modigliani
Reseña biografica
Julia Constancia Burgos
García, nació en Carolina, Puerto Rico, en 1914.
Se inició en la
poesia desde muy temprana edad mientras ejercía como maestra y luego
como periodista.
En sus primeras publicaciones reflejó la influencia de otros poetas como
Alfonsina Storni, Clara Lair y Luis Lloréns.
A esta etapa pertenece su obra «Veinte surcos».
Posteriormente
volcótoda su sensibilidad artística en un canto sensual al amor y a la
naturaleza, mostrando
ciertos rasgos semejantes a Vicente Huidobro y Rafael Alberti. De esta
etapa se destacan «Canción de la verdad sencilla»
y«El mar y tú».
Es considerada como una de las grandes poetas de su
patria.
Vivió sus últimos años auto-desterrada en Cuba y Nueva York,
donde falleció en 1953. ©
Agua, vida y tierra
Alba de mi silencio
Alta mar y gaviota
Amanecida
Amor
Armonía de la palabra y el
instinto
Azul de tierra en ti
Canción amarga
Canción de la verdad sencilla
Canción desnuda
Canción de mi pena dormida
Canción hacia adentro
Casi alba
Coloquio sideral
Dadme mi número
Donde comienzas tú...
El mar y tú
Íntima
Nada
Noche de amor en tres cantos
I - Ocaso
II - Media noche
III - Alba
¡Oh mar, no esperes más!
Para hallarte esta noche...
Poema de la íntima agonía
Poema perdido en pocos versos
Se ha muerto la
tiniebla en mis pupilas...
Si fuera todo mar...
Silencio de angustia
Te llevarán
Te quiero
Te seguiré callada
Transmutación
Víctima de luz
Voces para una nota sin paz
Yo fui la más callada...
Agua, vida y tierra
Yo fui estallido fuerte
de la selva y el río,
y voz entre dos ecos, me levanté en las
cuestas.
De un lado me estiraban las manos de las aguas,
y del otro, prendíanme sus raíces las sierras.
Cuando mi río subía su
caricia silvestre
en aventuras locas con el rocío y la niebla,
con el mismo amor loco que impulsaba mi sueño,
lejos de sorprenderlo, me hospedaba en las sierras.
Pero si alguna sombra
le bajaba a los ojos,
me repetía en sus aguas hasta dar en la arena,
y era mi grito nuevo como un tajo en el monte
que anegaba las calles y golpeaba las puertas.
A veces la montaña se
me vestía de flores
e iniciaba en mi talle curvas de primavera.
Quién sabe en qué
mañana se apretaron mis años
sobre senos y muslos y caderas de
piedra!
Se treparon mis ojos al
rostro de los árboles
y fueron mariposas sus vivas compañeras:
así es como en los prados voy buscando las flores,
y alas pido en las almas que a mi vida se acercan.
Mis dedos arañaron la
fuerza de los riscos,
y juraron ser índices de mis futuras vueltas;
por eso entre los
cuerpos doblados de los hombres,
como puntales puros de orientación
se elevan.
Yo fui estallido fuerte
de la sierra y el río,
y crecí amando el río e imitando la sierra...
Una mañana el aire me
sorprendió en el llano:
ya mi raíz salvaje se soltaba las riendas!
Pálidas ceremonias saludaron mi vida,
y una fila de voces reclamaron la prenda...
Mis labios continuaron
el rumor de las fuentes
donde entrañé mis años y abastecí las venas.
De ahí mi voz de ahora, blanca sobre el lenguaje,
se tiende por el mundo como la dio la tierra!
Alba de mi silencio
En ti me he
silenciado...
El corazón del mundo
está en tus ojos, que se vuelan
mirándome.
No quiero levantarme de tu frente fecunda
en donde acuesto el
sueño de seguirme en tu alma.
Casi me siento niña de amor que llega hasta los pájaros.
Me voy
muriendo en mis años de angustia
para quedar en ti
como corola recién enbrote al sol...
No hay una sola brisa que no sepa mi sombra
ni camino que no alargue mi canciónhasta el cielo.
¡Canción silenciada de plenitud!
En ti me he silenciado...
La hora más sencilla para amarte es ésta
en que voy por la
vida dolida del alba.
Alta mar y gaviota
Por tu vida yo soy...
en tus ojos yo vivo la armonía de lo eterno.
La emoción se me riega,
y se ensancha mi sangre por las venas del mundo.
No doy ecos partidos.
Lo inmutable me sigue
resbalando hasta el fondo de mi propia
conciencia.
En ti yo amo las
últimas huidas virginales
de las manos del alba,
y armando lo
infinito
te quiero entre las puertas humanas que te enlazan.
En ti aquieto las ramas
abiertas del espacio,
y renuevo en mi arteria tu sangre con mi
sangre.
¡Te multiplicas!
¡Creces!
¡Y amenazas quedarte
con mi prado salvaje!
Eres loca carrera donde
avanzan mis pasos,
atentos como albas
al sol germinativo que
llevas en tu impulso.
Por tu vida yo soy
alta mar y gaviota:
en ella vibro
y crezco...
Amanecida
Soy una amanecida del amor…
Raro que no me sigan centenares de pájaros
picoteando canciones
sobre mi sombrilla blanca.
(Será que van cercando, en vigilia de nubes,
la claridad inmensa
donde avanza mi alma).
Raro que no me carguen pálidas margaritas
por la ruta amorosa
que han tomado mis alas.
(Será que están llorando a su hermana más triste,
que en
silencio se ha ido a la hora del alba).
Raro que no me vista de novia la más leve
de aquellas brisas suaves que durmieron mi infancia.
(Será que
entre los árboles va enseñando a mi amado
los surcos
inocentes por donde anduve, casta…)
Raro que
no me tire su emoción el rocío,
en gotas donde asome risueña la
mañana.
(Será que por el surco de angustia del pasado,
con agua generosa mis decepciones baña).
Soy una amanecida del amor…
En mí cuelgan canciones y racimos de pétalos,
y muchos sueños
blancos, y emociones aladas.
Raro que no me entienda el hombre, conturbado
por la mano
sencilla que recogió mi alma.
(Será que en él la noche se deshoja más lenta,
o tal vez no
comprenda la emoción depurada…)
Amor
Amor...
única llama
que me queda de Dios
en el sendero cierto de lo incierto.
Aquí,
desesperada,
me contemplo la vida en un hueco del
tiempo.
Entrecortando pasa el sendero de luz
que esperancé de sueño.
¡Oh mañanas azules que se quedaron muertas,
volando en el
espacio!
¡Oh anudada caricia que amaneces dispersa,
cuando despierta el
cuerpo!
¡Oh querer desterrarme de mis pasos turbados...!
¡Multiplican en
ecos!
Aquí, junto al continuo gravitar de la nada,
¡cómo asaltan mi
espíritu los silencios más yermos!
Mi esperanza es un viaje flotando entre sí misma...
Es una sombra
vaga sin ancla y sin regreso.
Mis espigas no quieren germinar al futuro.
¡Oh el peso del
ambiente!
¡Oh el peso del destierro!
¡Amor...!
Hasta la leve ronda de tu voz perturbada,
me partió
la ola blanca que quedaba en mi pecho.
Armonía de la palabra y el instinto
Todo fue maravilla de armonías
en el gesto inicial que
se nos daba
entre impulsos celestes y telúricos
desde el fondo de
amor de nuestras almas.
Hasta el aire espigóse en levedades
cuando caí rendida en tu
mirada;
y una palabra, aún virgen en mi vida,
me golpeó el
corazón, y se hizo llama
en el río de emoción que recibía,
y en la
flor de ilusión que te entregaba.
Un connubio de nuevas sensaciones
elevaron en luz mi madrugada.
Suaves olas me alzaron la conciencia
hasta la playa azul de tu
mañana,
y la carne fue haciéndose silueta
a la vista de mi alma
libertada.
Como un grito integral, suave y profundo
estalló de mis labios la
palabra;
Nunca tuvo mi boca mas sonrisas,
ni hubo nunca más vuelo
en mi garganta!
En mi suave palabra, enternecida,
me hice toda en tu vida y en tu
alma;
y fui grito impensado atravesando
las paredes del tiempo que
me ataba;
y fui brote espontáneo del instante;
y fui estrella en
tus brazos derramada.
Me di toda, y fundiéndome por siempre
en la armonía sensual que
tu me dabas;
y la rosa emotiva que se abría
en el tallo verbal de
mi palabra,
uno a uno fue dándote sus pétalos,
mientras nuestros
instintos se besaban.
Azul de tierra en ti
Parece mar, el cielo
donde me he recostado a soñarte…
Si vieras mi mirada,
como un ave, cazando horizontes y estrellas.
El universo es mío
desde que tú te hiciste
techo de mariposas para mi corazón.
Es tan azul el aire
cuando mueves tus alas,
que el vuelo nace eterno en
repetida ola sin cansancio.
No sé si en ola o nube abrirme la ternura
para rodarme al sueño
donde duermes.
Es tan callado el
viento,
que he podido lograrte entre los ecos.
Soy toda claridad para
estrecharte…
Te he visto con los ojos vivos
como los ojos abiertos de los
bosques,
figurándome en risas y quebradas nadando hasta el océano.
Te he recogido en
huellas de canciones marinas
donde una vez dejaste corazones de agua
enamorados.
Te he sacado del
tiempo…
¡Cómo te he levantado en un lirio de luz
que floreció mi mano al
recordarte !
¿Por qué me corre el
mar ?
Tú eres vivo universo contestándome…
Canción amarga
Nada turba mi ser, pero estoy triste.
Algo lento de sombra me golpea,
aunque casi detrás de esta agonía,
he tenido en mi mano las
estrellas.
Debe ser la caricia de lo inútil,
la tristeza sin fin de ser
poeta,
de cantar y cantar, sin que se rompa
la tragedia sin par de
la existencia.
Ser y no querer ser…
esa es la divisa,
la batalla que agota toda espera,
encontrarse,
ya el alma moribunda,
que en el mísero cuerpo aún quedan fuerzas.
¡Perdóname, oh amor, si no te nombro!
Fuera de tu canción soy ala
seca.
La muerte y yo dormimos juntamente…
Cantarte a ti, tan sólo,
me despierta.
Canción de la verdad sencilla
No es él el que me lleva…
Es mi vida que en su vida palpita.
Es la
llamada tibia de mi alma
que se ha ido a cantar entre sus rimas.
Es la inquietud de viaje de mi espíritu
que ha encontrado en su rumbo
eterna vía.
El y yo somos uno.
Uno mismo y por siempre entre las cimas;
manantial abrazando lluvia y tierra;
fundidos en un soplo ola y
brisa;
blanca mano enlazando piedra y oro;
hora cósmica uniendo
noche y día.
El y yo somos uno.
Uno mismo y por siempre en las heridas.
Uno mismo y por siempre en la
conciencia.
Uno mismo y por siempre en la alegría.
Yo saldré de su pecho a
ciertas horas,
cuando él duerma el dolor en sus pupilas,
en cada
eco bebiéndome lo eterno,
y en cada alba cargando una sonrisa.
Y seré claridad para
sus manos
cuando se vuelquen a trepar los días,
en la lucha
sagrada del instinto
por salvarse de ráfagas suicidas.
Si extraviado de senda,
por los locos
enjaulados del mundo, fuese un día,
una luz disparada por mi espíritu
le anunciará el retorno hasta
mi vida.
No es él el que me
lleva…
Es su vida que corre por la mía.
Se recogió la vida para
verme pasar.
Me fui perdiendo átomo por átomo de mi carne
y fui resbalándome
poco a poco al alma.
Peregrina en mí misma,
me anduve un largo instante.
Me prolongué en el rumbo de aquel camino
errante
que se abría en mi interior,
y me llegué hasta mí, íntima.
Conmigo cabalgando
seguí por la sombra del tiempo
y me hice paisaje lejos de mi visión.
Me conocí mensaje lejos
de la palabra.
Me sentí vida al reverso de una superficie de colores
y formas.
Y me vi claridad ahuyentando la sombra vaciada en la tierra
desde el hombre.
<>
* * * *
Ha sonado un reloj la
hora escogida de todos.
¿La hora? Cualquiera. Todas en una misma.
Las cosas circundantes reconquistan color y forma.
Los hombres se
mueven ajenos a sí mismos
para agarrar ese minuto índice
que los conduce por varias direcciones estáticas.
Siempre la misma carne
apretándose muda a lo ya hecho.
Me busco. Estoy aún en el paisaje
lejos de mi visión.
Sigo siendo mensaje lejos de la palabra.
La forma que se aleja y que fue mía un instante
me ha dejado
íntima.
Y me veo claridad ahuyentando la sombra
vaciada en la tierra desde el hombre.
Canción de mi pena dormida
Con los ojos cerrados
amplia de voces íntimas
me detengo en el
siglo de mi pena dormida.
La contemplo en su sueño...
Duerme su noche triste
despegada
del suelo donde arranca mi vida.
Ya no turba la mansa carrera de mi alma
ni me sube hasta el
rostro el dolor de pupilas.
Encerrada en su forma,
ya no proyecta el filo sensible de sus
dedos
tumbándome alegrías,
en la armonía perfecta de mi canción
erguida.
Ya no me parte el tiempo...
Duerme su noche triste
desde
que tú te anclaste en la luz de mis rimas.
Recuerdo que las horas se
rodaban en blanco
sobre mi pena viva,
cuando corría tu sombra por entre extrañas
sombras,
adueñado de risas.
Mi emoción esperaba....
Pero tuve
momentos de locura suicida.
Un agitado viento de esperanza
parece que me anuncia tu regreso.
Entre el fuego de luna que me invade
alejando crepúsculos te
siento.
Estás aquí. Conmigo.
Por mi sueño.
¡A dormir se van ahora mis lágrimas
por donde tú cruzaste
entre mi verso!
Canción desnuda
Despierta de caricias,
aún siento por mi cuerpo corriéndome tu abrazo.
Estremecido y
tenue sigo andando en tu imagen.
¡Fue tan hondo de instintos mi
sencillo reclamo...
!De mí se huyeron horas
de voluntad robusta,
y humilde de razones, mi sensación dejaron.
Yo no supe de edades ni reflexiones yertas.
¡Yo fui la Vida, amado !
La vida que pasaba por el canto del ave
y la arteria del árbol.
Otras notas más suaves
pude haber descorrido,
pero mi anhelo fértil no conocía de atajos:
me agarré a la hora loca,
y mis hojas silvestres sobre ti se
doblaron.
Me solté a la pureza de
un amor sin ropajes
que cargaba mi vida de lo irreal a lo humano,
y hube de verme toda en un grito de lágrimas,
¡en recuerdo de
pájaros!
Yo no supe guardarme de
invencibles corrientes
¡Yo fui la Vida, amado !
La vida que en ti mismo descarriaba su rumbo
para darse a mis brazos.
Canción hacia adentro
¡No me recuerdes! ¡Siénteme!
Hay un sólo trino entre tu
amor y mi alma.
Mis dos ojos navegan
el mismo azul sin fin donde tú danzas.
Tu arco-iris de sueños
en mí tiene
siempre pradera abierta entre montañas.
Una vez se perdieron mis sollozos,
y los hallé,
abrigados, en tus lágrimas.
¡No me recuerdes! ¡Siénteme!
Un ruiseñor nos tiene en su
garganta.
Los ríos que me traje de mis riscos,
desembocan tan sólo por tus
playas.
Hay confusión de vuelos en el aire…
¡El viento que nos lleva en
sus sandalias !
¡No me recuerdes! ¡Siénteme!
Mientras menos me
pienses, más me amas.
Casi
alba
Casi alba,
como
decir arroyo entre la fuente,
como decir estrella,
como decir
paloma en cielo de alas.
Esta noche se ha ido casi aurora,
casi ronda de luna entre
montañas,
como una sensación de golondrina
al picar su ilusión en
una rama.
Amanecer, sin alas para huirse,
regreso de emoción hasta su alma,
palomitas de amor entre mis manos
que al asalto de amor subieron
castas.
Noche rasgada al tiempo repetido,
detenida ciudad de esencias
altas,
como una claridad rompes mi espíritu,
circundas mi emoción
como una jaula.
Amor callado y lejos...
tímida vocecita de una dalia,
así te
quiero, íntimo,
sin saberte las puertas al mañana,
casi sonrisa
abierta entre las risas,
entre juego de luces, casi alba...
Coloquio sideral
¡Te adoré
tanto anoche!
-Me adoraste en ausencia.
-¡Te besé tanto anoche!
-Me besaste en ausencia.
-¡Te miré
tanto anoche !
-Me miraste en ausencia.
-¡Te adoré
sin pensarte en la forma.
Te besé
sin sentirme
en tu rostro.
Te miré
sin mirada y sin sol.
-¿Y eso es posible, amada?
-Pregúntalo a la nube
que cruzó por mi sueño y se posó en tu alma.
-¿Qué se posó en mi alma?
-Cargada por la brisa, con la última
nota
de mi vida en canción...
-Y la brisa ¿qué hizo
al sentirte en sus prados?
-Con los ojos
turbados
presenció mi invasión...
-¿Y no quiso besarte?
-Sus labios no alcanzaron
mi corazón en
flor.
Hubo de ver mi rostro
en sonrisa de agua,
contigo en la
emoción...
-¿Y así llegaste, amada?
-Así miré tu alma,
te besé en la
sonrisa,
y adoré tu ilusión...
Dadme mi número
¿Qué es lo que esperan? ¿No me llaman?
¿Me han olvidado entre las
yerbas,
mis camaradas más sencillos,
todos los muertos de la
tierra?
¿Por qué no suenan sus campanas?
Ya para el salto estoy
dispuesta.
¿Acaso quieren más cadáveres
de sueños muertos de
inocencia?
¿Acaso quieren más escombros
de más goteadas primaveras,
más
ojos secos en las nubes,
más rostro herido en las tormentas?
¿Quieren el féretro del viento
agazapado entre mis greñas?
¿Quieren el ansia del arroyo,
muerta en mi muerte de poeta?
¿Quieren el sol desmantelado,
ya consumido en mis arterias?
¿Quieren la sombra de mi sombra,
donde no quede ni una estrella?
Casi no puedo con el mundo
que azota entero mi conciencia…
¡Dádme mi número! No quiero
que hasta el amor se me desprenda…
(Unido sueño que me sigue
como a mis pasos va la huella.)
¡Dádme mi número, porque si no,
me moriré después de muerta!
Donde comienzas tú...
Soy ola de abandono,
derribada, tendida,
sobre un inmenso azul de sueños y de alas.
Tú
danzas por el agua redonda de mis ojos
con la canción más fresca
colgando de tus labios.
¡No la sueltes, que el viento todavía azota
fuerte
por mis brazos mojados,
y no quiero perderte ni en la
sílaba !
Yo fui un día la
gaviota más ave de tu vida.
Mis pasos fueron siempre enigma de los
pájaros.
Yo fui un día la más honda de tus edades íntimas.
El
universo entero cruzaba por mis manos.
¡Oh día de sueño y ola;
Nuestras dos juventudes hacia el viento
estallaron.
Y pasó la mañana,
y pasó la agonía de la tarde
muriéndose en el fondo de un lirio
y pasó la alba noche resbalando en
los astros,
exhibiéndose en pétalos
y pasó mi letargo...
Recuerdo que al mirarme
con la voz derrotada,
las dos manos del cielo me cerraron los
párpados.
Fue tan sólo una ráfaga,
una ráfaga húmeda que cortó mi
sonrisa
y me izó en los crepúsculos entre caras de espanto.
Tú
nadabas mis olas retardadas e inútiles,
y por poco me parto de dolor
esperando.
Pero llegaste, fértil,
más intacto y más blanco.
Y me llevaste, épico,
venciéndote en ti
mismo los caminos cerrados.
Hoy anda mi caricia
derribada, tendida,
sobre un inmenso azul de sueños con mañana.
Soy ola de abandono,
y tus playas ya saltan certeras, por mis
lágrimas.
¡Amante, la ternura
desgaja mis sentidos...
Yo misma soy un sueño remando por tus aguas !
El mar y tú
La carrera del mar
sobre mi puerta
es sensación azul entre mis dedos,
y tu salto
impetuoso por mi espíritu
es no menos azul, me nace eterno.
Todo el color de
aurora despertada
el mar y tú lo nadan a mi encuentro,
y en locura
de amarme hasta el naufragio
van rompiendo los puertos y los remos.
¡Si tuviera yo
un barco de gaviotas,
para sólo un instante detenerlos,
y gritarle
mi voz a que se batan
en un sencillo duelo de misterio!
Que uno en el otro
encuentren su voz propia,
que entrelacen sus sueños en el viento,
que se ciñan estrellas en los ojos
para que den, unidos, sus
destellos.
Que sea un duelo de
música en el aire
las magnolias abiertas de sus besos,
que las
olas se vistan de pasiones
y la pasión se vista de veleros.
Todo el color de aurora
despertada
el mar y tú lo estiren en un sueño
que se lleve mi
barco de gaviotas
y me deje en el agua de dos cielos.
Íntima
1
Se recogió la vida para verme pasar.
Me fui perdiendo átomo por
átomo de mi carne
y fui resbalándome poco a poco al alma.
Peregrina en mí misma, me anduve un largo instante.
Me prolongué
en el rumbo de aquel camino errante
que se abría en mi interior,
y
me llegué hasta mí, íntima.
Conmigo cabalgando seguí por la sombra del tiempo
y me hice
paisaje lejos de mi visión.
Me conocí mensaje lejos de la palabra.
Me sentí vida al reverso
de una superficie de colores y formas.
Y me vi claridad ahuyentando
la sombra vaciada en la tierra desde el
hombre.
2
Ha sonado un reloj la hora escogida de todos.
¿La hora? Cualquiera. Todas en una misma.
Las cosas circundantes
reconquistan color y forma.
Los hombres se mueven ajenos a sí mismos
para agarrar ese minuto índice
que los conduce por varias direcciones estáticas.
Siempre la
misma carne apretándose muda a lo ya hecho.
Me busco. Estoy aún en el
paisaje lejos de mi visión.
Sigo siendo mensaje lejos de la palabra.
La forma que se aleja y que fue mía un instante
me ha dejado
íntima.
Y me veo claridad ahuyentando la sombra
vaciada en la tierra desde el hombre.
Nada
Como la
vida es nada en tu filosofía,
brindemos por el cierto no ser de
nuestros cuerpos.
Brindemos por la nada
de tus sensuales labios
que son ceros sensuales en tus azules besos;
como todo azul, quimérica mentira
de los blandos océanos y de los
blancos cielos.
Brindemos por la nada
del material reclamo
que se hunde y se levanta en tu carnal deseo;
como todo lo carne, relámpago, chispazo,
en la verdad mentira sin fin
del Universo.
Brindemos por la nada, bien nada de tu alma,
que corre
su mentira en un potro sin freno;
como todo lo nada, buen nada, ni
siquiera
se asoma de repente en un breve destello.
Brindemos por nosotros,
por ellos, por ninguno;
por esta siempre nada de nuestros nunca
cuerpos;
por todos, por los menos; por tantos y tan nada;
por esas
sombras huecas de vivos que son muertos.
Si del no ser venimos y
hacia el no ser marchamos,
nada entre nada y nada, cero entre cero y
cero,
y si entre nada y nada no puede existir nada,
brindemos por
el bello no ser de nuestros cuerpos.
Noche de amor en tres cantos
I - Ocaso
¡Cómo suena en mi alma
la idea
de una noche completa en tus brazos
diluyéndome toda en
caricias
mientras tú te me das extasiado!
¡Qué infinito el
temblor de miradas
que vendrá en la emoción del abrazo,
y qué
tierno el coloquio de besos
que tendré estremecida en tus labios!
¡Cómo
sueño las horas azules
que me esperan tendida a tu lado,
sin más
luz que la luz de tus ojos,
sin más lecho que aquel de tu brazo!
¡Cómo
siento mi amor floreciendo
en la mística voz de tu canto:
notas
tristes y alegres y hondas
que unirán tu emoción a tu rapto!
¡Oh la
noche regada de estrellas
que enviará desde todos sus astros
la
más pura armonía de reflejos
como ofrenda nupcial a mi tálamo!
II - Media noche
Se ha
callado la idea turbadora
y me siento en el sí de tu abrazo,
convertida en un sordo murmullo
que se interna en mi alma cantando.
Es la
noche una cinta de estrellas
que una a una a mi lecho han rodado;
y es mi vida algo así como un soplo
ensartado de impulsos paganos.
Mis pequeñas palomas se salen
de su nido de anhelos extraños
y caminan su forma tangible
hacia el cielo ideal de tus manos.
Un temblor
indeciso de trópico
nos penetra la alcoba. ¡Entre tanto,
se han
besado tu vida y mi vida...
y las almas se van acercando!
¡Cómo
siento que estoy en tu carne
cual espiga a la sombra del astro!
¡Cómo siento que llego a tu alma
y que allá tú me estás esperando!
Se han
unido, mi amor, se han unido
nuestras risas más blancas que el
blanco,
y ¡oh milagro! en la luz de una lágrima
se han besado tu
llanto y mi llanto...
¡Cómo
muero las últimas millas
que me ataban al tren del pasado!
¡Qué
frescura me mueve a quedarme
en el alba que tú me has brindado!
III
- Alba
¡Oh la
noche regada de estrellas
que envió desde todos sus astros
la más
pura armonía de reflejos
como ofrenda nupcial a mi tálamo!
¡Cómo
suena en mi alma la clara
vibración pasional de mi amado,
que se
abrió todo en surcos inmensos
donde anduve mi amor, de su brazo!
La ternura
de todos los surcos
se ha quedado enredando en mis pasos,
y los
dulces instantes vividos
siguen, tenues, en mi alma soñando...
La emoción
que brotó de su vida
-que fue en mí manantial desbordado-,
ha
tomado la ruta del alba
y ahora vuela por todos los prados.
Ya la
noche se fue; queda el velo
que al recuerdo se enlaza, apretado,
y
nos mira en estrellas dormidas
desde el cielo en nosotros rondando...
Ya la
noche se fue; y a las nuevas
emociones del alba se ha atado.
Todo
sabe a canciones y a frutos,
y hay un niño de amor en mi mano.
Se ha
quedado tu vida en mi vida
como el alba se queda en los campos;
y
hay mil pájaros vivos en mi alma
de esta noche de amor en tres
cantos.
¡Oh mar, no esperes más!
Tengo caído el sueño,
y la voz suspendida de mariposas muertas.
El corazón me sube
amontonado y solo
a derrotar auroras en mis párpados.
Perdida va mi risa
por la ciudad del viento más triste
y devastada.
Mi sed camina en ríos agotados y turbios,
rota y
despedazándose.
Amapolas de luz, mis manos fueron fértiles
tentaciones de incendio.
Hoy, cenizas me tumban para el nido
distante.
¡Oh mar, no esperes más!
Casi voy por la vida como gruta de escombros.
Ya ni el mismo silencio
se detiene en mi nombre.
Inútilmente estiro mi camino sin luces.
Como muertos sin sitio se sublevan mis voces.
¡Oh mar, no esperes más!
Déjame amar tus brazos con la
misma agonía
con que un día nací. Dame tu pecho azul,
y seremos
por siempre el corazón del llanto…
Para hallarte esta noche las pupilas distantes...
Para hallarte esta
noche las pupilas distantes,
he dominado cielos, altamares, y prados.
He deshecho el sollozo de los ecos perdidos...
tengo el hondo
infinito jugando entre mis manos.
Siénteme la sonrisa. Es el último sueño
de una espiga del alba
que se unió a mi reclamo...
Yo quiero que adelantes en espíritu y
alas
mi canción enredada de trinos y de pájaros.
Te esperaré la vida. Levántame el ensueño.
Mírame toda en ascuas.
Recuéstate en mis labios.
¡Tan simple, que en mitades iguales de
armonía,
se rompieran a un tiempo tus lazos y mis lazos!
Vuélvete la caricia. No quiero que limites
tus ojos en mi cuerpo.
Mi senda es el espacio.
Recorrerme es huirse de todos los senderos...
Soy el desequilibrio danzante de los astros.
Poema de la íntima agonía
Este corazón mío, tan abierto y tan simple,
es ya casi una fuente debajo de mi llanto.
Es un dolor sentado más allá de la muerte.
Un dolor esperando... esperando... esperando...
Todas las horas pasan con la muerte en los hombros.
Yo sola sigo quieta con mi sombra en los brazos.
No me cesa en los ojos de golpear el crepúsculo,
ni me tumba la vida como un árbol cansado.
Este corazón mío, que ni él mismo se oye,
que ni él mismo se siente de tan mudo y tan largo.
¡Cuántas veces lo he visto por las sendas inútiles
recogiendo espejismos, como un lago estrellado!
Es un dolor sentado más allá de la muerte,
dolor hecho de espigas y sueños desbandados.
Creyéndome gaviota, verme partido el vuelo,
dándome a las estrellas, encontrarme en los charcos.
¡Yo que siempre creí desnudarme la angustia
con sólo echar mi alma a girar con los astros!
¡Oh mi dolor, sentado más allá de la muerte!
¡Este corazón mío, tan abierto y tan largo!
Poema perdido en pocos versos
¡Y si
dijeran que soy como devastado crepúsculo
donde ya las tristezas se
durmieron!
Sencillo espejo donde recojo el mundo.
Donde enternezco soledades con mi mano feliz.
Han llegado mis puertos idos tras de los barcos
como
queriendo huir de su nostalgia.
Han vuelto a mi destello las lunas apagadas
que dejé con mi
nombre vociferando duelos
hasta que fueran mías todas las sombras mudas.
Han vuelto mis pupilas amarradas al sol de su amor alba.
¡Oh amor entretenido en astros y palomas,
cómo el rocío feliz
cruzas mi alma!
¡Feliz! ¡Feliz! ¡Feliz!
Agigantada en
cósmicas gravitaciones ágiles,
sin reflexión ni nada...
Se ha muerto la
tiniebla en mis pupilas...
Se ha muerto la
tiniebla en mis pupilas,
desde que hallé tu corazón
en la ventana
de mi rostro enfermo.
¡Oh pájaro de amor,
que trinas hondo, como un clarín total y
solitario,
en la voz de mi pecho!
No hay abandono...
ni habrá
miedo jamás en mi sonrisa.
¡Oh pájaro de amor,
que vas nadando cielo en mi tristeza...!
Más allá de tus ojos
mis crepúsculos sueñan con bañarse en tus
luces...
¿Es azul el misterio?
Asomada en mí misma contemplando mi
rescate,
que me vuelve a la vida en tu destello..
Si fuera todo mar...
¡Si fuera todo mar,
para nunca salirme de tu senda!
¡Si Dios me hiciera viento,
para siempre encontrarme por tus
velas!
¡Si el universo acelerara el paso,
para romper los ecos de esta
ausencia!
Cuando regreses, rodará en mi rostro
la enternecida claridad que
sueñas.
Para mirarte, amado,
en mis ojos hay público de estrellas.
Cuando me tomes, trémulo,
habrá lirios naciendo por mi tierra,
y algún niño dormido de caricia
en cada nido azul que te detenga.
Nuestras almas, como ávidas gaviotas,
se tenderán al viento de la
entrega,
y yo, fuente de olas, te haré cósmico...
¡Hay tanto mar
nadando en mis estrellas!
Recogeremos albas infinitas,
las que duermen al astro en la
palmera,
las que prenden el trino en las alondras
y levantan el
sueño de las selvas.
En cada alba desharemos juntos
este poema exaltado de la espera,
y detendremos de emoción al mundo
al regalo nupcial de auroras
nuestras.
Silencio de angustia
Tengo el
desesperante silencio de la angustia
y el trino verde herido...
¿Por qué persiste el aire en no darme el sepulcro?
¿Por qué todas las músicas no se rompen
a un tiempo a recibir mi
nombre?
-¡Ah, sí, mi nombre, que me vistió de niña
y que sabe el sollozo
que me enamora el alma!
Te llevarán
Para ese día de sombra que llegará, amor mío,
no risco volcado dentro
de un manantial,
ese día de espanto y pañuelos al viento
catemos
desde ahora, que la vida se va.
Cantemos, sí, cantemos, que al cantarle al silencio,
a la sorda
derrota y a la impar soledad,
venceremos la muerte, venceremos la
nada,
y a la cumbre del tiempo nuestras almas irán.
Cantemos, si, cantemos, que hay un solo minuto
uno sólo
aguardando nuestro mundo cruzar:
ese minuto trágico que hace tiempo
nos ronda
su oferta de lágrimas y mañanas sin paz.
¡Te llevarán! Los ecos del viento me lo dicen,
los labios del mar
lloran que sí. ¡Te llevarán!
Partirás, y mis ojos que tanto te
nutrieron,
bajarán quedamente a nutrir a la mar.
Podrás amarme en sueños, pero mi voz, mi risa,
ojos con
riachuelos, de ti se ocultarán.
Puede estrecharte el eco que ha
estrechado mi nombre
desde mis labios, ¡nunca mis labios besarás!
Y cuando se alce el ruido marino, entre las noches
apagadas y
crueles de tu pena inmortal,
mi fiel camino de olas llevará hasta tu
sueño
la ternura que mi alma te ha salvado del mar.
Amado, mis verdugos ya me han medido el paso,
el color de mis
huellas conocen, y mi ajuar:
el pudor duerme nupcias eternas con la
forma;
hacia el alma es muy largo el camino que andar.
¡Te llevarán! Para esa eternidad de llanto
cantemos desde ahora
que la vida se va.
Para ese día de espanto y pañuelos al viento
la
canción de la muerte nos llegara del mar.
Te quiero
Te
quiero...
y me mueves el tiempo de mi vida sin horas.
Te quiero
en los arroyos pálidos que viajan en la noche,
y no termina
nunca de conducir estrellas a la mar.
Te quiero
en aquella mañana desprendida del vuelo de los siglos
que huyó su nave blanca hasta el agua sin ondas
donde nadaban
tristes, tu voz y mi canción.
Te quiero
en el dolor sin llanto que tanta noche ha recogido
el sueño
en le cieloinvertido en mis pupilas para mirarte cósmica,
en la
voz socavada de mi ruido de siglos derrumbándose.
Te quiero
(grito de noche blanca...)
en el insomnio
reflexivo
de donde ha vuelto en pájaros mi espíritu.
Te quiero...
Mi amor se escapa leve de expresiones y rutas,
y
va rompiendo sombras y alcanzando tu imagen
desde el punto inocente donde soy yerba y trino.
Te seguiré callada
Te seguiré por siempre,
callada y fugitiva,
por entre oscuras calles molidas de nostalgia,
o sobre las estrellas sonreídas de ritmos
donde mecen su historia tus
más hondas miradas.
Mis pasos desatados de rumbos y fronteras
no encuentran las
orillas que a tu vida se enlazan.
Busca lo ilimitado mi amor, y mis
canciones
de espalda a los estático, irrumpen en tu alma.
Apacible de anhelos, cuando el mundo te lleve,
me doblaré el
instinto y amaré tus pisadas;
y serán hojas simples las que iré
deshilando
entre quietos recuerdos, con tu forma lejana.
Atenta a lo infinito que en mi vida ya asoma,
con la emoción en
alto y la ambición sellada,
te seguiré por siempre, callada y
fugitiva,
por entre oscuras calles, o sobre estrellas blancas.
Transmutación
Estoy sencilla como la
claridad...
Nada me dice tanto como tu nombre
repetido de montañaa montaña
por un eco sin tiempo que comienza
en mi amor
y rueda hasta el infinito...
¡Tú...!
Casi paloma
erguida
sobre un mundo de alas
que has creado en mi espíritu.
Tú lo dominas todo para
mi claridad.
Y soy simple destello en albas fijas
amándote...
Ningún viento agitado
seduce mi reposo
de ternuras naciendo y apretándose
entre tu mano
y mi sollozo.
Una afluencia de ríos
por nacer, y golondrinas mudas,
se estrecha contra mí
allí donde
tu alma me dice al corazón
la palabra más leve.
Mis pies van despegados
de rastros amarillos
y escalan techos infatigados de mariposas
donde el sol, sin saberlo, se ha visto una mañana,
deslumbrante...
Para amarte
me he
desgarrado el mundo de los hombros,
y he quedado desierta en mar y
estrella,
sencilla
como la claridad.
Aquí no hay geografía
para manos ni espíritu.
Estoy sobre el silencio y en el silencio
mismo
de una transmutación
donde nada es orilla...
Víctima de luz
Aquí estoy,
desenfrenada estrella, desatada,
buscando entre los hombres mi
víctima de luz.
A ti he llegado.
Hay algo de universo en tu mirada,
algo de
mar sin playa desembocando cauces infinitos,
algo de amanecida
nostalgia entretenida en imitar palomas...
Mirarte es verme entera de luz
rodando en un azul sin barcos y
sin puertos.
Es inútil la sombra en tus pupilas...
Algún soplo inocente debe
haberse dormido en tus entrañas.
Eres, entre las frondas, mi víctima de luz.
Eso se llama amor,
desde mis labios.
Tienes que olvidar sendas,
y disponerte a manejar el viento.
¡A mis brazos, iniciado de luz,
víctima mía!
Pareces una
espiga debajo de mi alma,
y yo, pleamar tendida bajo tu corazón.
Voces para una nota sin paz
Para Julia de Burgos por Julia de Burgos
Será presente en ti tu
manantial.
Estarás en las ramas del universo entero.
Déjame que te cante
como cuando eras mía
en la llovizna fresca del primer aguacero.
Tu mano en semi-luna, en semi-sol y en todo
se refugiaba
núbil, sobre la mano mía.
Porque yo te cuidaba, hermanita silvestre
y sabes que lloraba en tus claras mejillas.
Será presente en ti tu manantial sin sombras.
Estarás en las
ramas del universo entero.
Pero ¿dónde dejaste tu paz? « En
cada herida»
me contestan tus ojos anegados por dentro.
Déjame que te
cante como cuando eras mía,
hermanita silvestre, como cuando trepamos
el astro que salía a dormir soledades
entre nuestras pupilas
destiladas de amor.
Déjame que te cante como cuando eras mía,
y era paz el
silencio de mi profunda ola,
y era paz la distancia de tu nombre y mi
nombre
y era paz el sollozo de la muerte que espera.
Será presente en ti tu manantial sin sombras...
Estarás en las
ramas del universo mío
y todas las estrellas se bajarán cantando
la canción del espacio refugiada en un río.
Yo fui la más callada...
Yo fui la más callada
de todas las que hicieron el viaje hasta tu puerto.
No me anunciaron
lúbricas ceremonias sociales,
ni las sordas campanas de ancestrales
reflejos;
mi ruta era la música salvaje de los pájaros
que soltaba
a los aires mi bondad en revuelo...
No me cargaron buques
pesados de opulencia,
ni alfombras orientales apoyaron mi cuerpo;
encima de los buques mi rostro aparecía
silbando en la redonda
sencillez de los vientos.
No pesé la armonía de ambiciones triviales
que prometía tu mano
colmada de destellos:
sólo pesé en el suelo de mi espíritu ágil
el
trágico abandono que ocultaba tu gesto.
Tu dualidad perenne la
marcó mi sed ávida.
Te parecías al mar, resonante y discreto.
Sobre ti fui pasando mis horarios perdidos.
Sobre mí te seguiste como
el sol en los pétalos.
Y caminé en la brisa de
tu dolor caído
con la tristeza ingenua de saberme en lo cierto:
tu
vida era un profundo batir de inquietas fuentes
en inmenso río blando
corriendo hacia el desierto.
Un día, por las playas
amarillas de histeria,
muchas caras ocultas de ambición te
siguieron;
por tu oleaje de lágrimas arrancadas al cosmos
se
colaron las voces sin cruzar tu misterio...
Yo fui la más callada.
La voz casi sin eco.
La conciencia tendida en sílaba de angustia,
desparramada y tierna, por todos los silencios.
Yo fui la más callada.
La que saltó la tierra sin más arma que un verso.
¡Y aquí me veis,
estrellas,
desparramada y tierna, con su amor en mi pecho!