
Apuro sediento tu tierno gemido, tu intimidad que me embriaga y ardiente, la lengua del dulce deseo, pasión cuyo vino no sacia...
Canciones del alma en la íntima comunicación de unión de amor de Dios
Cántico
Cántico espiritual
Coplas del alma que pena por ver a Dios
Coplas hechas sobre un éxtasis
El pastorcico
Glosa a lo divino
Glosa de Él mismo
La fonte que mane y corre
La noche oscura
Llama de amor viva
Super flumina babilonis
Tras de un amoroso lance...
Canciones del alma en la íntima comunicación
de unión de amor de Dios
¡O llama de amor viva
que tiernamente hieres
de mi alma en
el más profundo centro!
Pues ya no eres esquiva
acaba ya si quieres,
¡rompe la tela
de este dulce encuentro!
¡O cauterio
süave!
¡O regalada llaga!
¡O mano blanda! ¡O toque delicado
que a
vida eterna sabe
y toda deuda paga!
Matando, muerte en vida has trocado.
¡O lámparas de
fuego
en cuyos resplandores
las profundas cavernas del sentido,
que estaba oscuro y ciego,
con extraños primores
color y luz
dan junto a su querido!
¡Cuán manso y
amoroso
recuerdas en mi seno
donde secretamente solo moras,
y en tu
aspirar sabroso
de bien y gloria lleno,
cuán delicadamente me enamoras!
Cántico
¿Adónde te escondiste,
Amado, y me dejaste con gemido?
Como el
ciervo huiste
habiéndome herido;
salí tras ti clamando y eras ido.
Pastores, los que fueres
allá por las majadas al otero,
si por
ventura vieres
aquel que yo más quiero,
decídle que adolesco, peno
y muero.
Buscando mis amores
iré por esos montes y riberas;
no
cogeré las flores,
ni temeré a las fieras,
y pasaré los fuertes y
fronteras.
¡Oh bosques y espesuras
plantadas por la mano del
Amado!,
¡oh prado de verduras
de flores esmaltado!,
decid si
por vosotros ha pasado.
Mil gracias derramando
pasó por estos
sotos con presura;
y, yéndolos mirando,
con sola su figura
vestidos los dejó de su hermosura.
¡Ay!, ¿quién podrá sanarme?
Acaba de entregarte ya de veras;
no quieras enviarme
de hoy más
mensajero
que no saben decirme lo que quiero.
Y todos cuantos
vagan
de ti me van mil gracias refiriendo,
y todos más me llagan,
y déjanme muriendo
un no sé qué que quedan balbuciendo.
Mas, ¿cómo
perseveras,
¡oh vida!, no viendo donde vives,
y haciendo por que
mueras
las flechas que recibes
de lo que del Amado en ti concibes?
¿Por qué, pues has llagado
aqueste corazón, no le sanaste?
Y, pues
me le has robado,
¿por qué así le dejaste,
y no tomas el robo que
robaste?
Apaga mis enojos,
pues que ninguno basta a deshacedlos,
y véante mis ojos,
pues eres lumbre de ellos,
y sólo para ti
quiero tenerlos.
Descubre tu presencia,
y máteme tu vista y
hermosura;
mira que la dolencia
de amor, que no se cura
sino
con la presencia y la figura.
¡Oh cristalina fuente,
sí en esos
tus semblantes plateados
formases de repente
los ojos deseados
que tengo en mis entrañas dibujados!
¡Apártalos, Amado,
que voy de
vuelo!
Vuélvete, paloma,
que el ciervo vulnerado
por el otero
asoma
al aire de tu vuelo, y fresco toma.
Mi Amado las montañas,
los valles solitarios nemorosos,
las ínsulas extrañas,
los ríos
sonorosos,
el silbo de los aires amorosos,
la noche sosegada
en
par de los levantes de la aurora,
la música callada,
la soledad
sonora,
la cena que recrea y enamora.
Cogednos las raposas,
que
está ya florecida nuestra viña,
en tanto que de rosas
hacemos una
piña,
y no aparezca nadie en la campiña.
Detente, cierzo muerto;
ven, astro, que recuerdas los amores,
aspira por mi huerto,
y
corran tus olores,
y pacerá el Amado entre las flores.
¡Oh ninfas
de Judea!,
en tanto que en las flores y rosales
el ámbar perfumea,
poblad los arrabales,
y no queráis tocar nuestros umbrales.
Escóndete, Carillo,
y mira con tu faz a las montañas,
y no quieras
decidlo;
mas mira las compañas
de la que va por ínsulas extrañas.
A las aves ligeras,
leones, ciervos, gamos saltadores,
montes,
valles, riberas,
aguas, aires, ardores,
y miedos de las noches
veladores:
Por las amenas liras
y canto de sirenas os conjuro
que cesen vuestras iras
y no toquéis al muro,
porque la esposa
duerma más seguro.
Entrado se ha la esposa
en el ameno huerto
deseado,
y a su sabor reposa,
el cuello reclinado
sobre los
dulces brazos del Amado.
Debajo del manzano,
allí conmigo fuiste
desposada;
allí te di la mano,
y fuiste reparada
donde tu madre
fuera violada.
Nuestro lecho florido,
de cueva de leones enlazado,
en púrpura teñido,
de paz edificado,
de mil escudos de oro
coronado.
A zaga de tu huella
las jóvenes recorren el camino,
al toque de centella,
al adobado vino,
emisiones de bálsamo
divino.
En la interior bodega
de mi Amado bebí, y, cuando salía
por toda aquesta vega,
ya cosa no sabía,
y el ganado perdí que
antes seguía.
Allí me dio su pecho,
allí me enseñó ciencia muy
sabrosa,
y yo le di de hecho
a mí, sin dejar cosa;
allí le
prometí de ser su esposa.
Mi alma se ha empleado,
y todo mi
caudal, en su servicio
no guardo ganado,
ni ya tengo otro oficio,
que ya sólo en amar es mi ejercicio.
Pues ya si en el ejido
de hoy
más no fuere vista ni hallada,
diréis que me he perdido,
que,
andando enamorada,
me hice perdediza y fui ganada.
De flores y
esmeraldas,
en las frescas mañanas escogidas,
haremos las
guirnaldas,
en tu amor florecidas
y en un cabello mío
entretejidas.
En sólo aquel cabello
que en mi cuello volar
consideraste,
mirástele en mi cuello
y en él preso quedaste,
y
en uno de mis ojos te llagaste.
Cuando tú me mirabas,
su gracia en
mí tus ojos imprimían;
por eso me adamabas,
y en eso merecían
los míos adorar lo que veían.
No quieras despreciarme,
que si
color moreno en mí hallaste,
ya bien puedes mirarme,
después que
me miraste,
que gracia y hermosura en mí dejaste.
La blanca
palomica
al arca con el ramo se ha tornado,
y ya la tortolica
al socio deseado
en las verdes riberas ha hallado.
En soledad
vivía,
y en soledad ha puesto ya su nido,
y en soledad la guía
a solas su querido,
también en soledad de amor herido.
Gocémonos,
Amado,
y vámonos a ver en tu hermosura
al monte y al collado,
donde mana el agua pura;
entremos más adentro en la espesura.
Y
luego a las subidas
cavernas de la piedra nos iremos
que están
bien escondidas,
y allí nos entraremos,
y el mosto de granadas
gustaremos.
Allí me mostrarías
aquello que mi alma pretendía,
y
luego me darías
allí tú, vida mía,
aquello que me diste el otro
día.
El aspirar el aire,
el canto de la dulce filomena,
el soto
y su donaire
en la noche serena,
con llama que consume y no da
pena.
Que nadie lo miraba,
Aminadab tampoco aparecía
y el cerco
sosegaba,
y la caballería
a vista de las aguas descendía.
Cántico espiritual
Esposa
¿Adónde te escondiste,
Amado, y me dejaste con gemido?
Como el ciervo huiste
habiéndome herido;
salí tras ti clamando, y eras ido.
Pastores, los que fuerdes
allá por las majadas al otero,
si por ventura vierdes
aquél
que yo más quiero,
decidle que adolezco, peno y muero.
Buscando mis amores,
iré por esos montes y riberas;
ni cogeré las flores,
ni temeré las fieras,
y pasaré los
fuertes y fronteras.
Pregunta a las criaturas
¡Oh bosques y espesuras,
plantadas por la mano del Amado!
¡Oh prado de verduras,
de flores esmaltado!,
decid si por
vosotros ha pasado.
Respuesta de las criaturas
Mil gracias derramando
pasó
por estos sotos con presura,
y, yéndolos mirando,
con sola su figura
vestidos los dejó de
hermosura.
Esposa
¡Ay!, ¿quién podrá sanarme?
Acaba de entregarte ya
de vero;
no quieras emviarme
de hoy más ya mensajero
que no saben
decirme lo que quiero.
Y todos cuantos vagan
de ti me van mil gracias refiriendo,
y todos más me llagan,
y déjame muriendo
un no sé qué que
quedan balbuciendo.
Mas, ¿cómo perseveras,
¡oh, vida!, no viviendo donde vives,
y haciendo porque mueras
las flechas que recibes
de lo que
del Amado en ti concibes?
¿Por qué, pues has llagado
aqueste corazón, no le sanaste?
Y pues me le has robado,
¿por qué así le dejaste,
y no tomas
el robo que robaste?
Apaga mis enojos,
pues que ninguno basta a deshacellos,
y véante mis ojos,
pues eres lumbre dellos,
y sólo para ti quiero tenellos.
Descubre tu presencia,
y máteme tu vista y hermosura;
mira
que la dolencia
de amor, que no se cura
sino con la presencia y la figura.
¡Oh cristalina fuente,
si en esos tus semblantes plateados
formases de repente
los ojos deseados
que tengo en mis entrañas dibujados!
¡Apártalos, Amado,
que voy de vuelo!
Esposo
Vuélvete, paloma,
que el ciervo vulnerado
por el otero asoma
al aire de tu
vuelo, y fresco toma.
Esposa
Mi Amado, las montañas,
los valles solitarios
nemorosos,
las ínsulas extrañas,
los ríos sonorosos,
el silbo de los
aires amorosos,
la noche sosegada
en par de los levantes de la aurora,
la música callada,
la soledad sonora,
la cena que recrea y enamora.
Nuestro
lecho florido,
de cuevas de leones enlazado,
en púrpura tendido,
de paz edificado,
de mil escudos de oro coronado.
A zaga de tu
huella,
las jóvenes discurren el camino,
al toque de centella,
al adobado vino,
emisiones de bálsamo divino.
En la interior
bodega
de mi Amado bebí y, cuando salía
por toda aquesta vega,
ya cosa no sabía,
y el ganado perdí que antes seguía.
Allí me dio su
pecho,
allí me enseñó ciencia muy sabrosa,
y yo le di de hecho
a mí, sin dejar cosa;
allí le prometí de ser su esposa.
Mi alma se ha
empleado,
y todo mi caudal, en su servicio;
ya no guardo ganado,
ni ya tengo otro oficio,
que ya solo en amar es mi ejercicio.
Pues ya sin el
ejido
de hoy más no fuere vista ni hallada,
diréis que me he
perdido
que andando enamorada,
me hice perdidiza, y fui ganada.
De flores y
esmeraldas,
en las frescas mañanas escogidas,
haremos las
guirnaldas,
en tu amor florecidas,
y en un cabello mío
entretejidas.
En solo aquel
cabello
que en mi cuello volar consideraste,
mirástele en mi
cuello
y en él preso quedaste,
y en uno de mis ojos te llagaste.
Cuando tú me
mirabas,
tu gracia en mí tus ojos imprimían;
por eso me adamabas,
y en eso merecían
los míos adorar lo que en ti vían.
No quieras
despreciarme,
que si color moreno en mí hallaste,
ya bien puedes
mirarme,
después que me miraste,
que gracia y hermosura en mí
dejaste.
Cogednos las raposas,
questá ya florecida nuestra viña,
en
tanto que de rosas
hacemos una piña,
y no parezca nadie en la montiña.
Detente, cierzo muerto;
ven, austro, que recuerdas los amores,
aspira por mi huerto,
y corran sus olores,
y pacerá el Amado entre las flores.
Esposo
Entrado se ha
la esposa
en el ameno huerto deseado,
y a su sabor reposa,
el
cuello reclinado
sobre los dulces brazos del Amado.
Debajo del
manzano,
allí conmigo fuiste desposada,
allí te di la mano,
y
fuiste reparada
donde tu madre fuera vïolada.
A las aves
ligeras,
leones, ciervos, gamos saltadores,
montes, valles,
riberas,
aguas, aires, ardores
y miedos de las noches veladores:
Por las amenas
liras,
y canto de serenas os conjuro
que cesen vuestras iras
y
no toquéis al muro,
porque la esposa duerma más seguro.
Esposa
¡Oh
ninfas de Judea!
en tanto que en las flores y rosales
el ámbar perfumea,
morá en los arrabales,
y no queráis tocar
nuestros umbrales.
Escóndete, Carillo,
y mira con tu haz a las montañas,
y
no quieras decillo;
mas mira las compañas
de la que va por ínsulas extrañas.
Esposo
La blanca palomica
al arca con el ramo se ha tornado,
y ya la tortolica
al
socio deseado
en las riberas verdes ha hallado.
En soledad vivía,
y en
soledad a puesto ya su nido,
y en soledad la guía
a solas su querido,
también en soledad
de amor herido.
Esposa
Gocémonos, Amado,
y vámonos a ver en tu hermosura
al monte y al collado,
do mana el agua pura;
entremos más
adentro en la espesura.
Y luego a las subidas
cabernas de la piedra nos iremos
que están bien escondidas,
y allí nos entraremos,
y el mosto de granadas gustaremos.
Allí me mostrarías
aquello que mi alma pretendía,
y luego me
darías
allí tú, vida mía,
aquello que me diste el otro día.
El
aspirar de el aire,
el canto de la dulce filomena,
el soto y su donaire
en la
noche serena,
con llama que consume y no da pena.
Que nadie lo miraba,
Aminadab tampoco parecía,
y el cerco sosegaba,
y la caballería
a vista de las aguas
descendía.
Coplas del alma que pena por ver a
Dios
Vivo
sin vivir en mí
y de tal manera espero
que muero porque no muero.
I
En mí yo no vivo ya
y sin Dios vivir no puedo
pues sin él y sin mí quedo
éste vivir ¿qué será?
Mil muertes se me hará
pues mi misma
vida espero
muriendo porque no muero.
II
Esta vida que yo
vivo
es privación de vivir
y así es continuo morir
hasta que viva contigo.
Oye, mi
Dios, lo que digo:
que esta vida no la quiero
que muero porque no muero.
III
Estando ausente de ti
¿qué vida puedo tener
sino muerte
padecer
la mayor que nunca vi?
Lástima tengo de mí
pues de suerte
persevero
que muero porque no muero.
IV
El pez que del agua
sale
aun de alivio no carece
que en la muerte que padece
al fin
la muerte le vale.
¿Qué muerte habrá que se iguale
a mi vivir lastimero
pues
si más vivo más muero?
V
Cuando me pienso aliviar
de verte en el Sacramento
háceme más sentimiento
el no te poder gozar
todo es para más penar
por no verte
como quiero
y muero porque no muero.
VI
Y si me gozo, Señor,
con esperanza de verte
en ver que puedo perderte
se me dobla mi dolor;
viviendo en
tanto pavor
y esperando como espero,
muérome porque no muero.
VII
Sácame de aquesta muerte
mi Dios, y dame la vida;
no me
tengas impedida
en este lazo tan fuerte;
mira que peno por verte,
y mi mal
es tan entero
que muero porque no muero.
VIII
Lloraré mi muerte
ya
y lamentaré mi vida
en tanto que detenida
por mis pecados está.
¡Oh mi Dios!,
¿cuándo será
cuando yo diga de vero
vivo ya porque no muero?
Coplas hechas sobre un éxtasis
Entréme donde
no supe,
y quedéme no sabiendo,
toda ciencia trascendiendo.
Yo no supe
dónde entraba,
porque, cuando allí me vi,
sin saber dónde me
estaba,
grandes cosas entendí
no diré lo que sentí,
que me
quedé no sabiendo,
toda ciencia trascendiendo.
De paz y de
piedad
era la ciencia perfeta,
en profunda soledad,
entendida
vía reta;
era cosa tan secreta,
que me quedé balbuciendo,
toda
ciencia trascendiendo.
Estaba tan
embebido,
tan absorto y ajenado,
que se quedó mi sentido
de
todo sentir privado;
y el espíritu dotado
de un entender no
entendiendo
toda ciencia trascendiendo.
Cuanto más alto
se sube,
tanto menos entendía
que es la tenebrosa nube
que a la
noche esclarecía;
por eso quien la sabía
queda siempre no sabiendo
toda ciencia trascendiendo.
El que allí
llega de vero,
de sí mismo desfallece;
cuanto sabía primero
mucho bajo le parece;
y su ciencia tanto crece,
que se queda no
sabiendo
toda ciencia trascendiendo.
Este no saber
sabiendo
es de tal alto poder,
que los sabios arguyendo
jamás
le pueden vencer;
que no llega su saber
a no entender entendiendo,
toda ciencia trascendiendo.
Y es de tan
alta excelencia
aqueste sumo saber,
que no hay facultad ni ciencia
que le puedan comprender;
quien se supiere vencer
con un no saber
sabiendo,
irá siempre trascendiendo.
Y si lo queréis
oír,
consiste esta suma ciencia
en un subido sentir
de la
divinal Esencia.
Es obra de su clemencia
hacer quedar no
entendiendo,
toda ciencia trascendiendo.
El pastorcico
Un pastorcico solo está penado
ajeno de placer y de contento
y en su pastora puesto el
pensamiento
y el pecho de amor muy lastimado.
No llora por haberle amor
llagado,
que no le pena verse así afligido,
aunque en el corazón está
herido;
mas llora por pensar que está olvidado.
Que sólo de pensar
que está olvidado
de su bella pastora, con gran pena
se deja maltratar en tierra
ajena,
el pecho del amor muy lastimado.
Y dice el pastorcico: ¡Ay,
desdichado
de aquel que de mi amor ha hecho ausencia
y no quiere gozar la
mi presencia
y el pecho por su amor muy lastimado!
Y a cabo de un gran
rato se ha encumbrado
sobre un árbol, do abrió sus brazos bellos,
y muerto se ha
quedado, asido de ellos,
el pecho del amor muy lastimado.
Glosa a lo divino
Por toda la hermosura
nunca yo me perderé,
sino por un no sé qué
que se alcança
por ventura.
1
Sabor de bien que es finito
lo más que puede llegar
es cansar el apetito
y estragar el paladar
y assí por toda dulçura
nunca yo me
perderé
sino por un no sé qué
que se halla por ventura.
2
El
coraçón generoso
nunca cura de parar
donde se puede passar
sino en más
dificultoso
nada le causa hartura
y sube tanto su fee
que gusta de un no
sé qué
que se halla por ventura.
3
El que de amor adolesce
de el divino ser tocado
tiene el gusto tan trocado
que a los gustos desfallece
como
el que con calentura
fastidia el manjar que ve
y apetece un no sé qué
que se
halla por ventura.
4
No os maravilléis de aquesto
que el gusto se quede tal
porque es la causa del mal
ajena de todo el resto
y así toda
criatura
enajenada se vee
y gusta de un no sé qué
que se halla por
ventura.
5
Que estando la voluntad
de divinidad tocada
no
puede quedar pagada
sino con divinidad
mas, por ser tal su hermosura
que sólo se
vee por fee,
gústala en un no sé qué
que se halla por ventura.
6
Pues, de tal enamorado
dezidme si abréis dolor
pues que no tiene sabor
entre todo
lo criado
solo sin forma y figura
sin hallar arrimo y pie
gustando
allá un no sé qué
que se halla por ventura.
7
No penséis que el interior
que es de mucha más valía
halla gozo y alegría
en lo que acá
da sabor
mas sobre toda hermosura
y lo que es y será y fue
gusta de
allá un no sé qué
que se halla por ventura.
8
Más emplea su cuydado
quien se quiere aventajar
en lo que está por ganar
que en lo que tiene ganado
y assí,
para más altura
yo siempre me inclinaré
sobre todo a un no sé qué
que se
halla por ventura.
9
Por lo que por el sentido
puede acá comprehenderse
y todo lo que entenderse
aunque sea muy subido
ni por gracia y hermosura
yo nunca me
perderé
sino por un no sé qué
que se halla por ventura.
Glosa de Él mismo
Sin arrimo y con arrimo,
sin luz y ascuras viviendo
todo me voy consumiendo.
1
Mi alma está desassida
de
toda cosa criada
y sobre sí levantada
y en una sabrosa vida
sólo en su Dios
arrimada.
2
Por esso ya se dirá
la cosa que más estimo
que mi
alma se vee ya
sin arrimo y con arrimo.
3
Y aunque tinieblas padezco
en esta vida mortal
no es tan crecido mi mal
porque si de luz carezco
tengo vida
celestial
porque el amor da tal vida
quando más ciego va siendo
que
tiene al alma rendida
sin luz y ascuras viviendo.
4
Haze tal obra el amor
después que le conocí
que si ay bien o mal en mí
todo lo haze de un sabor
y al
alma transforma en sí
y assí en su llama sabrosa
la qual en mí estoy sintiendo
apriessa sin quedar cosa,
todo me voy consumiendo.
La fonte que mane y corre
Aquella eterna fonte está escondida,
que bien sé yo do tiene su manida,
aunque es de noche.
Su origen no lo sé, pues no le tiene,
mas sé que todo origen de ella tiene,
aunque es de noche.
Sé que no puede ser cosa tan bella,
y que cielos y tierra beben de ella,
aunque es de noche.
Bien sé que suelo en ella no se halla,
y que ninguno puede vadealla,
aunque es de noche.
Su claridad nunca es oscurecida,
y sé que toda luz de ella es venida,
aunque es de noche.
Sé ser tan caudalosos sus corrientes.
que infiernos, cielos riegan y las gentes,
aunque es de noche.
El corriente que nace de esta fuente
bien sé que es tan capaz y omnipotente,
aunque es de noche.
El corriente que de estas dos procede
sé que ninguna de ellas le precede,
aunque es de noche.
Aquesta eterna fonte está escondida
en este vivo pan por darnos vida,
aunque es de noche.
Aquí se está llamando a las criaturas,
y de esta agua se hartan, aunque a oscuras
porque es de noche.
Aquesta viva fuente que deseo,
en este pan de vida yo la veo,
aunque es de noche.
La noche oscura
Canciones del alma que se goza de haber llegado al
alto estado de la perfección, que es la unión con Dios,
por el camino de la negación espiritual.
En una noche oscura,
con ansias en amores inflamada,
(¡oh
dichosa ventura!)
salí sin ser notada,
estando ya mi casa
sosegada.
A oscuras y segura,
por la secreta escala disfrazada,
(¡oh
dichosa ventura!)
a oscuras y en celada,
estando ya mi casa
sosegada.
En la noche dichosa,
en secreto, que nadie me veía,
ni yo
miraba cosa,
sin otra luz ni guía
sino la que en el corazón ardía.
Aquésta me guïaba
más
cierta que la luz del mediodía,
adonde me esperaba
quien yo bien
me sabía,
en parte donde nadie parecía.
¡Oh noche que me guiaste!,
¡oh noche amable más que el
alborada!,
¡oh noche que juntaste
amado con amada,
amada en el
amado transformada!
En mi pecho florido,
que entero para él solo se guardaba,
allí quedó dormido,
y yo le regalaba,
y el ventalle de cedros aire
daba.
El aire de la almena,
cuando yo sus cabellos esparcía,
con
su mano serena
en mi cuello hería,
y todos mis sentidos suspendía.
Quedéme y olvidéme,
el rostro recliné sobre el amado,
cesó
todo, y dejéme,
dejando mi cuidado
entre las azucenas olvidado.
Super Flumina Babilonis
Encima de las corrientes
que en Babilonia hallaba,
allí me senté
llorando
allí la tierra regaba,
acordándome de ti
¡o Sión!, a
quien amaba.
Era dulce tu memoria
y con ella más lloraba.
Dejé
los trajes de fiesta
los de trabajo tomaba,
y colgué en los verdes
sauces
la música que llevaba
poniéndola en esperanza
de aquello
que en ti esperaba.
Allí me hirió el amor
y el corazón me sacaba.
Dícele que me matase
Tras de un amoroso lance
Tras de un
amoroso lance
y no de esperanza falto
volé tan alto tan alto
que le di a
la caza alcance.
Para que yo alcance diese
a aqueste lance divino
tanto
volar me convino
que de vista me perdiese
y con todo en este trance
en el
vuelo quedé falto
mas el amor fue tan alto
que le di a la caza alcance.
Cuanto más alto
subía
deslumbróseme la vista
y la más fuerte conquista
en escuro
se hacía
mas, por ser de amor el lance
di un ciego y oscuro salto
y
fui tan alto tan alto
que le di a la caza alcance.
Cuanto más alto
llegaba
de este lance tan subido
tanto más bajo y rendido
y abatido
me hallaba
dije: No habrá quien alcance.
Abatíme tanto tanto
que fui
tan alto tan alto
que le di a la caza alcance.
Por una
extraña manera
mil vuelos pasé de un vuelo
porque esperanza de cielo
tanto
alcanza cuanto espera
esperé solo este lance
y en esperar no fui falto
pues fui
tan alto tan alto,
que le di a la caza alcance.
Apuro sediento tu tierno gemido, tu intimidad que me embriaga y ardiente, la lengua del dulce deseo, pasión cuyo vino no sacia...