"...La música se va... Tan sólo queda
un perfume fugaz a carne y seda...
¿Quién tus encantos desnudó a la brisa?..."
"Portrait of an young woman"
Sandro Boticelli
Reseña biografica
Poeta y ensayista
español nacido en Laujar, Almería, en 1877.
A pesar de que inició
estudios de Derecho en la Universidad de Granada, los abandonó para
dedicarse de lleno
a la carrera literaria. En 1897 se radicó en Madrid donde además de
dirigir y colaborar con famosas revistas de la época,
publicó en 1898 su primer libro de poesia, «Intimidades». A partir del
año de 1900 con «La Copa del Rey Thule»,
se consagró como el precursor del Modernismo en España, sin abandonar
nunca su tendencia romantica y bohemia.
De su abundante obra merecen
destacarse «Tristitiae rerum», «Las fuentes de Granada», su obra de
teatro
«El Alcázar de las Perlas» y «La rueca».
Falleció en Madrid en 1936.
©
A la fortuna
Balada
Celos
Convalecencia
El jardín de Lindaraja
El poema de la carne
El reloj
Elegía de la juventud
En la penumbra
Ensueño de opio
Eres como una ola
Junto al mar
La sabia mano a cuyo
tacto ardiente...
La sombra
La sombra de Beatriz
Las lágrimas sonoras de una
copla...
Lo que pasa
Mi vida es el silencio
de una espera
Nocturno de plata
Ofelia
Pureza de jazmines
Rimas
Sara es
viciosa...
Soneto
Tarantela
Vaso virtual
Vorrei morire
Yo sé que la esperanza está
viva...
A la fortuna
Cuatro muros de cal, libros, y una
ventana al campo, y en la lejanía
las montañas o el mar, y la alegría
del sol, y la tristeza de la
luna:
eso a mi eterna laxitud moruna,
para vivir en paz le bastaría...
¡Bien poco es lo que pides, alma mía,
pero menos te ha dado la
Fortuna!
Échate, alma, a recordar... ¡Infancia
sin madre, adolescencia sin
amores,
juventud sin placer!... ¡Así has vivido!...
¡Y ahora, un caduco otoño sin fragancia,
un pálido luar sin
ruiseñores,
y un amor imposible sin olvido!
BaladaLlamaron
quedo, muy quedo,
a las puertas de la casa.
-¿Será algún sueño- le dije-
que viene a alegrar tu alma?-¡Quizás!
-contestó riendo...
Su risa y su voz soñaban.
Volvieron a llamar quedo
a las puertas de la casa...
-¿Será el amor?-grité, pálido,
llenos los ojos de lágrimas...
-Acaso- dijo mirándome...
Su voz de pasión temblaba...
Llamaron quedo, muy quedo,
a las puertas de la casa.
-¿Será la Muerte? -le dije...
Ella no me dijo nada...
Y se quedó inmóvil, rígida,
sobre la blanca almohada,
las manos como la cera
y las mejillas muy pálidas.
Celos
Al saber la verdad de tu perjurio
loco de celos, penetré en tu
cuarto...
Dormías inocente como un Angel,
con los rubios cabellos
destrenzados
enlazadas las manos sobre el pecho
y entreabiertos
los labios...
Me aproximé a tu lecho, y de repente
oprimí tu garganta entre mis
manos...
Despertaste... Miráronme tus ojos...
¡Y quedé
deslumbrado,
igual que un ciego que de pronto viese
brillar del
sol los luminosos rayos!
¡Y en vez de estrangularte, con mis besos
volví a cerrar el oro
de tus párpados!
Convalecencia
¡Qué suavidad, qué suavidad de raso,
qué acariciar de plumas en el
viento;
en terciopelos se apagó mi paso
y en remansos de seda el
pensamientoI
Todo impreciso es como en un cuento,
se desborda en silencio como
un vaso,
y en esta tibia languidez de ocaso
desfallecer hasta
morir me siento.
Como un panal disuélvome en dulzura,
desfallezco de todo: de
ternura,
de claridad, del éxtasis de verte...
Y todo tan lejano, tan lejano...
En este atardecer tu frágil mano
pudiera con un lirio darme muerte...
El jardín de Lindaraja
De la tarde de octubre bajo la luz gloriosa,
en la fuente de mármol
que el arrayán orilla,
diluyen los cipreses su esmeralda herrumbrosa
y la arcada del fondo su tristeza amarilla.
Rosales y naranjos. ..Mustio el jardín reposa
en un verdor que el
oro del otoño apolilla...
¡Sólo, a veces, se enciende la llama de una
rosa,
o el oro polvoriento de una naranja brillaI
Mas, dentro de este otoño, hay tanta primavera
en gérmenes; y es
todo tan dulce y apacible,
que antes de abandonarlo, mi corazón
quisiera,
oyendo el melodioso suspirar de la fuente
y soñando con
una Lindaraja imposible,
sobre este viejo banco dormir eternamente...
El poema de la carne
Cuando me dices:
Soy tuya,
tu voz es miel y es aroma,
es igual que una
paloma
torcaz que a su macho arrulla.
Sobre mi mano dormida
de tu nuca siento el peso,
mientras te
sorbo en un beso
todo el fuego de la vida.
Cuando ciega y suspirante
tu cuerpo recorre una
convulsión
agonizante,
adquiere tu faz inerte
bajo el blancor de la luna
la palidez
de la Muerte.
El reloj
Tardes de Paz... Monotonía
de lluvia en las vidrieras...
Se
extingue el humo gris del día...
¿En dónde están mis primaveras?
La lluvia es una fantasía,
de misteriosas encajeras...
Tú, que
tejiste mi alegría,
¿tras qué cristal mi vuelta esperas...?
Lentas deslízanse en la alfombra
las tocas negras de la sombra;
viuda que no falta a la cita...
Igual que un pecho adormecido
el reloj tímido palpita...
¡Oh
juventud! ¿Dónde te has ido...?
Elegía de la juventudSacar en
hombros por mi puerta
miré ayer un ataúd,
donde entre flores iba muerta
mi Juventud.
Perdida toda fuerza física
la vi en mis brazos expirar.
como una pobre novia tísica
¡de tanto amar!
Sobre su cuerpo, las postreras
rosas de otoño deshojé.
y entre recuerdos y quimeras
la amortajé.
Para no ver su rostro amado
tendí un pañuelo por su faz.
y exclamé en lágrimas bañado:
-¡descansa en paz!
Lenta la lluvia descendía...
La golondrina iba a partir...
Y hasta la brisa parecía
entre los árboles gemir.
Cármenes viejos de Granada,
en un crepúsculo otoñal,
vieron perderse en la enramada
su funeral.
Almas sedientas de ideales
que tanto amó mi juventud...
¡Deshojar rosas otoñales
en su ataúd!
Y tú, incansable peregrino.
que el mundo cruzas sin cesar,
¡si ves su entierro en tu camino,
ponte a rezar!Sacar en
hombros por mi puerta
miré ayer tarde un ataúd,
donde entre flores iba muerta
mi Juventud.
En la penumbra¡La hora
confidencial!... Entre banales
palabras, toda entera, te respiro
como un perfume, y en tus ojos miro
desnudarse tu espíritu. ..Hay
fatales
silencios... Se oscurecen los cristales;
y se esfuma la luz en un
suspiro,
temblando sobre el pálido zafiro
que azula entre tus
manos imperiales.
Las tinieblas palpitan... Andan miedos
descalzos por las sedas
de la alfombra,
mientras que, presintiendo tus hechizos,
naufraga la blancura de mis dedos
en la profunda y ondulante
sombra
del mar tempestuoso de tus rizos.
Ensueño de opioEs otra
señorita de Maupin. Es viciosa
y frágil como aquella imagen del
placer,
que en la elegancia rítmica de su sonora prosa
nos dibujó
la pluma de Theófilo Gautier.
Sus rojos labios sáficos, sensitivos y ambiguos,
a la par piden
besos de hombre y de mujer,
sintiendo las nostalgias de los faunos
antiguos
cuyos labios sabían alargar el placer.
Ama los goces sádicos. Se inyecta de morfina;
pincha a su gata
blanca. El éter la fascina,
y el opio le produce un ensueño oriental.
De súbito su cuerpo de amor vibra y se inflama
al ver, entre los
juncos, temblar como una llama
la lengua roja y móvil de algún tigre
real.
Eres como una ola...
Eres como una ola
de sombra que me envuelve,
y espumeando de
amargura pasa,
y entre otras negras olas va a perderse...
¿Adónde vas?...
¿De dónde vienes?
¡Sólo sé que soy tuyo, que
me arrastras!...
¡Y cuando tú me dejes,
vendrá acaso otra ola,
como tú ignota y como tú inconsciente,
y sin querer me arrastrará de
nuevo
gin saber dónde va ni dónde viene!...
Junto al mar
Todo en silencio está. Bajo la parra
yace el lebrel por el calor
rendido.
Torna a la flor la abeja, el ave al nido,
y a dormir nos
invita la cigarra.
La madreselva que al balcón se agarra,
vierte como un suave olor
a olvido;
y a lo lejos escúchase el quejido
de una pena andaluza,
en la guitarra.
Del mar de espigas en las áureas olas
fingen las encendidas
amapolas
corazones de llamas rodeados...
¡Y el sudor, con sus gotas crepitantes,
ciñe a tus bucles, como
el sol dorados,
una regia corona de diamantes!
La sabia mano a cuyo tacto ardiente...La sabia
mano a cuyo tacto ardiente
vibra la carne como un instrumento,
prolongó la agonía del momento
en una languidez intermitente...
¡Oh, el cálido contacto de tu frente!
¡Oh, tu dorso desnudo y
opulento
echado sobre mí, como un sediento
sobre la superficie de
una fuente!
Mis besos perfumaron el vacío
de un húmedo y mortal escalofrío...
¡Y bajo tu melena estremecida
en un áureo manojo de serpientes,
sentí sangrar y sucumbir mi
vida,
entre el canibalismo de tus dientes!
La sombra
¡Remansos del crepúsculo! Lejanos
amores de una copla campesina...
De los cielos desciende una divina
paz, sobre el sueño de los verdes
llanos.
Vuelven a perfumar los sueños vanos,
y yo no sé qué angustia nos
domina,
que se cierran los ojos, y se inclina
la frente,
pensativa, entre las manos.
Por el azul magnífico del cielo,
sobre la frente que el dolor
abrasa
y en las manos se apoya dolorida,
tiembla la sombra rápida de un vuelo...
-¡Esa sombra, mortal, que
rauda pasa,
es la fugaz imagen de tu vida!
La sombra de Beatriz
El crepúsculo está lleno de aromas,
de campanas de plata y de
cantares...
Zumban abejas en los azahares.
Baja un temblor de
esquilas por las lomas.
El aire sabe a miel de abiertas pomas,
y al tornar a sus blancos
palomares
proyectan en los verdes olivares
sus sombras fugitivas
las palomas.
Yo sueño con tu amor... Una infinita
dulzura sube del florido
huerto...
¿Por qué el ensueño de una margarita,
hoja tras hoja mi saudade arranca,
si en la penumbra del balcón
abierto
falta esta tarde tu silueta blanca?
Las lágrimas sonoras de una copla...Las
lágrimas sonoras de una copla
con el perfume de la noche entran
por mi balcón, y todo cuanto duerme
en mi callado corazón despierta.
«¡Amor, amor, amor! Sangre de celos»,
gime la triste copla
callejera:
blanca paloma herida que sangrando
a refugiarse a mis
recuerdos llega.
¿Ya no recuerdas aquel rostro pálido,
las pupilas tan grandes y
tan negras
que te hicieron odiar al amor mismo
y maldecir la vida
y la belleza,
y amar el crimen y gustar la sangre
que tibia mana
de la herida fresca?
Duerme ya, corazón... Se va la música
aullando de pasión por la
calleja.
Y en la paz de la noche sólo late
el tiempo en el reloj que,
lento, cuenta
las venturas perdidas para siempre
y los dolores que
sufrir te quedan.
«¡Amor, amor, amor'. ¡Que nadie bese
lo que ni en sueños mi
esperanza besa!
¡Antes que en brazos de otro amor, prefiero
entre
mis brazos contemplarte muerta!
Lo
que pasa
¡Felicidad!... ¡Felicidad!... Dulzura
del labio y paz del alma... Te
he buscado
sin tregua, eternamente, en la hermosura,
en el amor y
el arte... ¡Y no te he halladoI
En vano, el alma, sin cesar te nombra...
¡Oh luz lejana, y por
lejana, bellaI...
¡Jamás la mano alcanzará la estrellaI...
¿Pasaste sobre mí, como una sombra?
¿En brazos de qué amor has sido mía?..
¿No he besado tus labios
todavía?...
¿Los besaré, Señor?... Sobre mi oído
murmura alguna voz, remota y triste :
-Pasó por tu jardín... y no
la viste...
¡y ya, sin conocerla, la has perdidoI
Mi vida es el silencio de una espera...
Mi vida es el silencio de una espera...
Se escapa de mis ojos la
mirada,
ansiando contemplar la sombra amada
que en otros tiempos a
mi lado viera.
La mano palpa, cual si presintiera
negrear en la atmósfera
callada
la seda tibia de su destrenzada,
profusa y olorosa
cabellera.
Mi oído de impaciencia se estremece,
un olor a algo suyo el
viento exhala...
-¿Estás ya aquí? -le digo, y me parece
que «Aquí estoy», dulcemente, me contesta
aquella voz que pasa
como un ala
rozando fugitiva la floresta.
Nocturno de plata
Cruzas por mis recuerdos como un rayo de luna
que lo ilumina todo de
una blanca poesia...
El ruiseñor cantaba su amor. Colgaba una
fina
escala de seda desde tu celosía.
Era la noche un río cristalino y sonoro,
que arrastraba en sus
ondas, hacia la Eternidad,
nuestro amor como una carabela de oro,
palpitantes las velas bajo la tempestad.
Entre un deshojamiento de romanticas rosas
de luz, juntos
surcamos Venecias fabulosas,
en un olvido eterno de todo... Tu laúd
desgranaba en la noche su inmortal serenata...
¡Y al pie de la
marmórea y altiva escalinata
nos esperaba el paje de nuestra
Juventud!
OfeliaTurbia de
sombra, el agua del remanso
reflejó nuestras trémulas imágenes,
extáticas de amor, bajo el crepúsculo,
en la enferma esmeralda del
paisaje...Era el
frágil olvido de las flores
en el azul silencio de la tarde,
un
desfile de inquietas golondrinas
sobre pálidos cielos otoñales...En un beso
muy largo y muy profundo
nos bebimos las lágrimas del aire,
y
fueron nuestras vidas como un sueño
y los minutos como eternidades...Al
despertar del éxtasis, había
una paz funeraria en el paisaje,
estertores de fiebre en nuestras manos
y en nuestras bocas un sabor
de sangre...Y en el
remanso turbio de tristeza
flotaba la dulzura de la tarde,
enredada y sangrante entre los juncos,
con la inconsciencia inmóvil
de un cadáver.
Pureza de jazmines
¡Jazminero, tan frágil y tan leve
que bastara con un soplo de aliento
para que disipases en el viento
tu intacta castidad de plata y
nieve!...Tu pureza
me evoca aquella breve
mano de espumas y de encantamiento,
que ni
siquiera con el pensamiento
mi corazón a acariciar se atreve.Con su
blancura a tu blancura iguala;
con tus piedades sus piedades
glosas...
Como tú, tiene el corazón florido;y, también
como tú, también exhala
sobre el eterno ensueño de las cosas
un
perfume de amor, luna y olvido.
Rimas
La
noche me envolvió como un perfume;
y en el silencio tus pisadas eran
un lento resbalar de terciopelos
sobre una frágil ilusión de seda.
Tembló tu corazón bajo mi mano
con timideces de paloma presa,
y aspiré en el aliento de tu boca
todo el perfume de la primavera.
Tus rizos me envolvieron. Y entre el vago
olor a musgo de tu
cabellera,
suspirante absorbí como un veneno
el acre aroma de tu
carne enferma.
Sara es viciosa. Su pupila oscura...
Sara es viciosa. Su pupila oscura
de incitantes promesas es
venero...
Bebe como un tudesco, y fuma y jura
con el canalla argot
de un marinero.
Su placer es violento. Besa, muerde
y grita, y al final de la
batalla,
muere su voz y hasta la vista pierde
y en nerviosos
ataques se desmaya.
¡Oh, jilguero embriagado de alegría,
nadie te vio llorar!... ¡Tan
sólo un día
furtivo llanto se asomó a tus ojos
y tu mirada se perdió en el cielo,
viendo dos hilos de tu sangre
rojos
temblando en la blancura de un pañuelo!...
Soneto
Quedó en mis manos un
jirón de encaje;
te escapaste de mí como una sombra,
mas al huir,
se te enredó el ropaje
y rodaste de espaldas por la alfombra.
Te curvé bajo el yugo
de mis brazos,
y de mis dientes la caricia ruda
rasgó cendales y
deshizo lazos,
hasta dejar tu castidad desnuda.
Y allí, sobre la
alfombra, entrelazados,
las sombras como hiedras agitadas,
nuestras bocas rampantes y lascivas.
confundidos en un
bárbaro grito,
resucitamos el antiguo mito
del amor, en las selvas
primitivas.
Tarantela
Nocturno azul y plata... Sobre el clave
se esfuma el oro de la
tarantela;
y el alma, en nuestra voz, se aterciopela
para hacer su
caricia más suave.
El aire a besos y a ternura sabe,
y en el luar que en el jardín
riela,
las pupilas del Angel que nos vela
de luz enjoyan el
silencio grave.
La música se va... Tan sólo queda
un perfume fugaz a carne y
seda...
¿Quién tus encantos desnudó a la brisa?...
Ante tu albor ni a respirar me atrevo,
y gota a gota, hasta
embriagarme, bebo
todo el amor del mundo en tu sonrisa!
Vaso espiritual
Por no sé qué refinamiento oscuro
que goza al prometer lo que nos
veda,
en ti, es el cuerpo lo único que queda
perversamente
inmarcesible y puro.
Pones freno al ardor y al ansia muro,
para que nunca Amor devorar
pueda
la áurea pulpa que esconde, bajo seda,
todas las mieles de
un pomar maduro.
Me miras en las pausas de un suspiro;
y en el ligero y
transparente halago
del húmedo mirar en que te pierdes,
toda tu alma desnudarse miro,
como una ninfa ante el cristal de
un lago,
en el remanso de tus ojos verdes.
Vorrei morire
Sentir intensamente la
vida. Haber amado
y haber sufrido mucho, tener el alma ciega
esperando en la sombra una luz que no llega
o empeñada en dar vida a
un sueño ya pasado.
Amar lo fugitivo. Enamorarse de una
sonrisa, de una sombra...
Sentir la poesia
de alguna melancólica y lejana armonía
que, de un
balcón abierto, vuela bajo la luna.
Despreciar lo mezquino. Hacer con loco empeño
del ensueño la vida
y de la vida ensueño...
Extenuarse en una larga caricia loca;
y al final de una tarde magnífica y florida,
esfumarse en el
cielo, abandonar la vida
con un sonoro verso de amores en la boca.
Yo sé que la esperanza está
viva...
Yo sé que la esperanza está viva, y que dentro
del corazón su
lámpara dulcemente ilumina;
¡mas ya sin entusiasmos y sin fuerzas me
encuentro
para arrancarle nuevos tesoros a la mina!...
En el jardín, a veces, de mis recuerdos entro
y encanezco de
angustia mirando tanta ruina...
¡Cipreses y naranjos marchitos, y en
el centro
una fuente que nunca de Sollozar termina!...
Yo sé que Lindaraja con sus besos pudiera
dar a mi otoño un nuevo
frescor de primavera...
Pero está tan remota, ¡y es tan largo el
sendero!...
¡Y me encuentro tan pobre, tan triste y tan rendido,
que a
buscarla de nuevo por la vida, prefiero
soñar eternamente que jamás
ha existido!...