"Woman with
umbrella"
Claude Monet
Reseña biografica
Poeta
argentina, nacida en Ramos Mejía, provincia de Buenos Aires, en 1930.
En 1945 publicó sus primeros versos en diversas revistas y periódicos de
su país. A los diecisiete años,
antes de finalizar sus estudios en la Escuela Nacional de Bellas Artes,
escribió «Otoño imperdonable»,
libro de poemas con el que obtuvo el Premio Municipal de poesia.
En 1948 viajó a Nueva York invitada por Juan Ramón Jiménez y
posteriormente se radicó en Paris.
Desde entonces escribe además de poesia, obras de teatro y canciones
para niños.
Muchos de sus títulos y versos, se constituyen en
metáforas de distintos momentos políticos de su país.
Entre sus obras
se cuentan, «El País Jardín de Infantes», «El Reino del Revés», «El País
de Nomeacuerdo»
y «Novios de Antaño».
Falleció en Buenos Aires en enero de 2010.
©
Ahora
Balada de la alondra
persuasiva
Balada del tiempo perdido
Balada triste
Canción
El 45
El viaje
Entonces
Esencia
Eva
La forma
La víspera
Oración a la justicia
Paisaje de elegía
Serenata para la tierra de uno
Vana historia
AhoraAhora como
un Angel apareces
y me rodeas sin decirme nada.
Angel que yo
cuidara tantas veces
sin saberlo, callada.En todo lo
que miro permaneces
como el aire feliz de la mirada.
Me parezco a
tu ausencia y te pareces
a mí resucitada.Porque
viniste cuando me moría
a devolverme a vivas caridades;
porque mi
noche muda se hizo díapor gracia
de tu voz iluminada,
en esta eternidad con que me invades
yo que
no era, soy tu enamorada.
Balada de la alondra persuasiva
En otra madrugada,
por vientos de ceniza,
obedecí al latido de
la alondra.
El cielo no era cielo todavía.
La zona del hornero,
el tiempo de la encina
se inquietaban en
lento aprendizaje
y el cielo no era cielo todavía.
Hubo un encantamiento
de flor y hierba fina,
un cauteloso
antaño de rocío,
y el cielo no era cielo todavía.
Septiembre constelado
de dos campanas frías
rodaba por lugares
de silencio
y el cielo no era cielo todavía.
En clima de obediencia
mi pulso recorría
todo un advenimiento de corolas
y el cielo no
era cielo todavía.
No regresó conmigo
la alondra persuasiva
porque me desterró de su latido
cuando el
cielo fue luz de mediodía.
Balada del tiempo perdido
"Yo dormía pero mi corazón velaba..."
Cantares
Como a sus vanas hojas
el tiempo me perdía.
Clavada a la madera de otro sueño
volaban sobre mí noches y días.Poblándome
de una
nostalgia distraída,
la tierra, el mar, me entraban en los
ojos
y por ociosas lágrimas salían.Cuántos
papeles ciegos
en la tarde vacía.
Qué multitud de imágenes miradas
como a través de una mortal llovizna.
Entorpecidas sombras
en vez de manos mías,
de tanto enajenarse en
los espejos,
todo lo que tocaba se moría.Memorias y
esperanzas
callaban su agonía:
un porfiado presente demoraba
siempre las mismas ramas amarillas.Qué tiempo
sin sentido
el que mi amor perdía.
Qué lamentable primavera inútil
haciendo en vano flores que se olvidan.Pero mi
corazón
velaba y no sabía.
Recuperada su pasión secreta
ahora
enamorado resucita.Y el
tiempo que hoy me guarda
entre sus hojas vivas
es un tiempo feliz
desde hace tantos
sueños que nacerán en la vigilia.
Balada triste
Era el otoño y era la llovizna,
la inicial certidumbre del poniente.
Mis pasos desandaban su tristeza
mientras sobre la tierra conmovida
era el otoño y era la llovizna.
En el transcurso de las avenidas
todos los pájaros habían muerto,
y las hojas llovían cautamente
sobre la hierba, cerca de mi sangre,
en el transcurso de las avenidas.
¿Qué llanto conocí, qué desconsuelo
bajo los árboles
deshabitados?
Cuando en la fuente se reconocía
un cielo de palomas
lejanísimas
qué llanto conocí, qué desconsuelo.
Oh muros de mi sed, aquellos muros
que no sé si existieron a mi
lado;
bebí en ellos soledad de siglos,
luz funeraria, fríos
alusivos.
Oh muros de mi sed, aquellos muros.
Triste ejercicio el de
invadir la niebla
por ámbitos inciertos, declinando.
Atravesé
desconocidos puentes
en el amanecer de los faroles.
Triste
ejercicio el de invadir la niebla.
Todos los pájaros
habían muerto
en el transcurso de las avenidas.
Qué llanto conocí,
qué desconsuelo:
era el otoño y era la llovizna,
todos los pájaros
habían muerto.
CanciónAlma sin
el amor, ave dejada
en los terrenos de la maravilla:
cuando no
haya más hojas
y se acaben los días
yo seguiré buscando
tu luz
recién nacida
-alma sobre rebaños levantada-
para hacer las
mañanas de mi vida.El
enlutado mundo que habitaba
ahora es el cielo que la frente pisa.
(Si se apagaran todas
las uvas de la viña
o se muriera el pan
en las espigas,
este incendio frutal de mi esperanza
en otra
tierra se levantaría.)Tu mano
era mi mano desde siempre,
tu voz mi voz, y yo no lo sabía.
Anduve
con tu sombra
al lado de la mía
por mortales caminos
y celestes
orillas.
Eras un sueño en busca de mi frente
para nacer, y yo no
lo sabía.Ya mis
ojos usaron la belleza
y fueron en sedienta cacería
-con su
lastimadura
de límites y aristas-
al pámpano desnudo
y a la
rosa vestida,
buscándote desde los miradores
con el
Amor-Que-Todo-Lo-Imagina.Cuando tú
fuiste la increíble imagen
yo era la sed y el vaso y la bebida.
Las puertas y los frascos,
cubiertos de ceniza,
guardaban el
perfume
de la melancolía,
mientras los palomares te esperaban
con el Amor-Que-Nada-Te-Imagina.Aunque la
providencia me negara
el alimento para la alegría,
aunque me
entristecieras
la intemperie divina
con pájaros callados
y
sombras pensativas,
aunque olvidaras, aunque no existieras,
mi
corazón igual te cantaría.
El 45
Te acordás hermana qué
tiempos aquellos,
la vida nos daba la misma lección.
En la
primavera del cuarenta y cinco
tenias quince años lo mismo que yo.
Te acordás hermana de
aquellos cadetes,
del primer bolero y el té en El Galeón
cuando los domingos la
lluvia traía
la voz de Bing Crosby y un verso de amor.
Te acordás de la Plaza
de Mayo
cuando «el que te dije» salía al balcón.
Tanto cambió todo que
el sol de la infancia
de golpe y porrazo se nos alunó.
Te acordás hermana qué
tiempos de seca
cuando un pobre peso daba un estirón
y al pagarnos toda una edad
de rabonas
valía más vida que un millón de hoy.
Te acordás hermana que
desde muy lejos
un olor a espanto nos enloqueció:
era de Hiroshima donde tantas
chicas
tenían quince años como vos y yo.
Te acordás que más
tarde la vida
vino en tacos altos y nos separó.
Ya no compartimos el mismo
tranvía,
sólo nos reúne la buena de Dios.
El viajeSólo
quiero tu casa de ternura,
vivir en su calor.
Eres el mar y la
orilla segura
porque el único viaje es el amor.Reconocer
tu alma, qué aventura
de mágico sabor.
Allí tendré profundidad y
altura
porque el único viaje es el amor.Besos
desconocidos como puertos
esperan bajo un cielo de mirada.
-Lo
demás es dolor.Hoy vuelvo
de países que están muertos,
después de un mar que no me dijo nada,
porque el único viaje es el amor.
EntoncesCuando yo
no te amaba todavía
-oh verdad del amor, quien lo creyera-
para mi
sed no había
ninguna preferencia verdadera.Ya no
recuerdo el tiempo de la espera
con esa niebla en la memoria mía:
¿El mundo cómo era
cuando yo no te amaba todavía?Total
belleza que el amor inventa
ahora que es tan pura
su navidad, para
que yo la sienta.Y sé que
no era cierta la dulzura,
que nunca amanecía
cuando yo no te amaba
todavía.
Esencia
Nunca nombrarla, nunca.
Ni callarla siquiera.
Solamente crecer de sus raíces
con asombrado
llanto.
Ser y morir tan solo
para justificarla
como naturaleza
y sumisa costumbre.
Madurará con pausa
y
exactitud de necesaria estrella
y solo incertidumbres
me probarán
su órbita,
su doloroso amor, su cumplimiento.
Será un
desgarramiento
elemental, constante.
Desesperada espera
-lo sé-
desesperada.
Y sin embargo, nada
persistirá más cierto
que su sabiduría,
que sus sencillas fiestas.
Como el rosal seguro de la rosa.
Y yo seré la sombra
de su florecimiento,
yo viviré acatando
su voz y su silencio,
en indefensa tierra,
irrenunciablemente.
Eva
Calle Florida, túnel de flores podridas.
Y el pobrerío se quedo sin madre
llorando entre faroles sin crespones.
Llorando en cueros, para siempre, solos.
Sombríos machos de corbata negra
sufrían rencorosos por decreto
y el órgano por Radio del Estado
hizo durar a Dios un mes o dos.
Buenos Aires de niebla y de silencio.
El Barrio Norte tras las celosías
encargaba a Paris rayos de sol.
La cola interminable para verla
y los que maldecían por si acaso
no vayan esos cabecitas negras
a bienaventurar a una cualquiera.
Flores podridas para Cleopatra.
Y los grasitas con el corazón rajado,
rajado en serio. Huérfanos. Silencio.
Calles de invierno donde nadie pregona
El Líder, Democracia, La Razón.
Y Antonio Tormo calla "amémonos".
Un vendaval de luto obligatorio.
Escarapelas con coágulos negros.
El siglo nunca vio muerte mas muerte.
Pobrecitos rubíes, esmeraldas,
visones ofrendados por el pueblo,
sandalias de oro, sedas virreinales,
vacías, arrumbadas en la noche.
Y el odio entre paréntesis, rumiando
venganza en sótanos y con picana.
Y el amor y el dolor que eran de veras
gimiendo en el cordón de la vereda.
Lágrimas enjuagadas con harapos,
Madrecita de los Desamparados.
Silencio, que hasta el tango se murió.
Orden de arriba y lagrimas de abajo.
En plena juventud. No somos nada.
No somos nada mas que un gran castigo.
Se pintó la República de negro
mientras te maquillaban y enlodaban.
En los altares populares, santa.
Hiena de hielo para los gorilas
pero eso sí, solísima en la muerte.
Y el pueblo que lloraba para siempre
sin prever tu atroz peregrinaje.
Con mis ojos la vi, no me vendieron
esta leyenda, ni me la robaron.
Días de julio del 52
¿Qué importa donde estaba yo?
II
No descanses en paz, alza los brazos
no para el día del renunciamiento
sino para juntarte a las mujeres
con tu bandera redentora
lavada en pólvora, resucitando.
No sé quién fuiste, pero te jugaste.
Torciste el Riachuelo a Plaza de Mayo,
metiste a las mujeres en la historia
de prepo, arrebatando los micrófonos,
repartiendo venganzas y limosnas.
Bruta como un diamante en un chiquero
¿Quién va a tirarte la última piedra?
Quizás un día nos juntemos
para invocar tu insólito coraje.
Todas, las contreras, las idólatras,
las madres incesantes, las rameras,
las que te amaron, las que te maldijeron,
las que obedientes tiran hijos
a la basura de la guerra, todas
las que ahora en el mundo fraternizan
sublevándose contra la aniquilación.
Cuando los buitres te dejen tranquila
y huyas de las estampas y el ultraje
empezaremos a saber quién fuiste.
Con látigo y sumisa, pasiva y compasiva,
única reina que tuvimos, loca
que arrebató el poder a los soldados.
Cuando juntas las reas y las monjas
y las violadas en los teleteatros
y las que callan pero no consienten
arrebatemos la liberación
para no naufragar en espejitos
ni bañarnos para los ejecutivos.
Cuando hagamos escándalo y justicia
el tiempo habrá pasado en limpio
tu prepotencia y tu martirio, hermana.
Tener agallas, como vos tuviste,
fanática, leal, desenfrenada
en el candor de la beneficencia
pero la única que se dio el lujo
de coronarse por los sumergidos.
Agallas para hacer de nuevo el mundo.
Tener agallas para gritar basta
aunque nos amordacen con cañones.
La forma
Dios sigue haciendo piedras y animales
con las antiguas formas
de la vida.
Sigue poniendo pájaros iguales
sobre la misma tierra repetida.
Pero para la voz recién
nacida
todas las cosas son originales,
y al cantar las descubre
sorprendida,
desde su cárcel, desde sus umbrales.
Si estoy en medio de la
noche y siento
que otra vez vuelven con la primavera
la renovada antigüedad del
viento
y la luna que vi por vez primera,
muero, pero renazco al otro
día,
húmeda de reciente alfarería.
La víspera
Ya preguntaba por el mundo mío,
por la calle sin voz, por el pausado
retorno de la noche en el rocío
y por el aldabón desmemoriado.
Sorprendían los pájaros del frío
la soledad del parque
ensimismado
y regresaba el nombre del estío
puntual como la sangre
a mi costado.
¡Oh voluntad de estrella en la bujía!
¡Oh cortejo de llantos
vegetales
que en el perfil del viento renacía,
cuando al temblar la savia en su retoño,
bajo un aire aturdido de
panales
amaneció la infancia del otoño!
Oración a la justicia
Señora de ojos vendados
que estás en los tribunales
sin ver a los abogados,
baja de tus pedestales.
Quítate la venda y mira
cuánta mentira.
Actualiza la balanza
y arremete con la espada,
que sin tus buenos oficios
no somos nada.
Lávanos de sangre y tinta,
resucita al inocente
y haz que los muertos entierren
el expediente.
Espanta a las aves negras,
aniquila a los gusanos
y que a tus plantas los hombres
se den la mano.
Ilumina al juez dormido,
apacigua toda guerra
y hazte reina para siempre
de nuestra tierra.
Señora de ojos vendados,
con la espada y la balanza
a los justos humillados
no les robes la esperanza.
Dales la razón y llora
porque ya es hora.
Paisaje de elegíaNo
escuches mi dolor, tú que me heriste.
No te reclama ya ningún acento.
Sólo en mi corazón la sangre es triste.
( ¡Oh lentas calles del otoño
lento! )No te
requiero un sólo mandamiento.
-Tú que me niegas, tú que no me diste-.
No sientas esta muerte que yo siento.
( ¡Oh tristes voces del otoño
triste!)Que sólo a
mis entrañas se refiera
este clamor, este importante frío.
Quiero
que no te alcance este lamento.Pero si
alguna vez te desespera
un gran silencio, es el silencio mío.
(¡Oh
lentas sombras del otoño lento! )
Serenata para la tierra de uno
Porque me duele si me
quedo
pero me muero si me voy,
por todo y a pesar de todo, mi amor,
yo quiero vivir en vos.
Por tu decencia de
vidala
y por tu escándalo de sol,
por tu verano con jazmines, mi amor,
yo quiero vivir en vos.
Porque el idioma de
infancia
es un secreto entre los dos,
porque le diste reparo
al
desarraigo de mi corazón.
Por tus antiguas
rebeldías
y por la edad de tu dolor,
por tu esperanza interminable, mi
amor,
yo quiero vivir en vos.
Para sembrarte de
guitarra,
para cuidarte en cada flor
y odiar a los que te castigan, mi
amor,
yo quiero vivir en vos.
Vana historia
Si no recuerdo mal,
todo cabía
entre los horizontes de un pañuelo.
Entonces figuraba
el mediodía
un sol con ojos en mitad del cielo.
Y gracias a una tierna hechicería
la noche prodigaba su consuelo
con tanta caridad que uno veía
las estrellas tiradas en el suelo.
Pero hoy el agua no lo dice. Es cierto:
ya no se pone un corazón
dorado
ni roba añiles a la golondrina.
Porque el mundo hechizado está desierto.
Qué dolor, sobre él se
ha desatado
el Miedo con sus trapos de neblina.