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página encontrarás un poema por cada autor mencionado en el índice.
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Índice
Al otro lado de mi voz
Basilio Sánchez
( España, 1958 )
Algún día
Darío Jaramillo ( Colombia 1947 )
Amé su cuerpo entonces
Otto Raúl González ( Guatemala 1923 )
Amor sádico
Julio Herrera y Reissig ( Uruguay 1875-1910 )
Canción marina
Jaime Fontana ( Honduras )
Celos
Pedro Matta ( España 1875 - 1976 )
Como si fuera un rito...
Ariel Canzani ( Argentina )
Como
sombra ignorada
Pablo Abril de Vivero (Perú)
Contemplación
Francisco Argenteo ( Colombia 1962 )
Cuando ella se viste y se va
Luis Jiménez-Clavera
( España, 1948 )
Dame la mano, amor...
María Luisa Mora Alameda ( España, 1959
)
De solo imaginarme...
Alicia Larde ( El Salvador )
Del pecado de amarte...
Rosario Sansores ( México )
Dura el amor
Joaquín Sánchez Valles (
España, 1953 )
El espejo
Eloy Sánchez Rosillo ( España, 1948 )
Ella Eduardo Langagne ( México )
En un cuarto de hotel María Monvel ( Chile 1899 - 1936 )
Erótica
Enrique de Mesa ( España, La posada 1928 )
Es difícil decirlo
Miguel Sánchez Gatell (
España, 1965 )
Escándalo de olvido
Joaquín Benito de Lucas
( España, 1934 )
ExaltaciónJosé Eustasio Rivera ( Colombia 1888 - 1928 )
Éxtasis
María Granata ( Argentina 1920 )
Hombre en la mar
Carlos Barral ( España, 1928 - 1989 )
Hundido a mi silencio
Yanira Soundy ( El Salvador 1964 )
Labios bellos, ámbar suave
Luis Antonio de Villena ( España, 1951 )
La formal
Miguel Méndez( Colombia, 1942 )
La semana sin ti
Tomás Segovia (España-México, 1927 )
Lujuria
Joaquín Dicenta ( España 1863 - 1917 )
Llega tu mano como una
alfombra...Juan
María Calles ( España, 1963 )
Mecánica de los cuerpos
Pedro Shimose ( Bolivia, 1940 )
Mientras dormía
? ? ?
Mi olor a ti Leopoldo Alas ( España 1962-2008)
Mujer de estío
Jorge Correa Andrade ( Ecuador 1937 )
Mujer desnuda
Enrique González Rojo ( México 1899 - 1939 )
No decía palabras
Luis Cernuda( España, 1902 - 1963 )
Ocúltate en mi noche...Juan Rejano( España 1903 - 1976 )
Olvido
Carlos Medellín( Colombia1928 - 1985 )
Para ser más de ti...
Carmina Casala ( España, 1949 )
Pasión de encuentro
José Luis Díaz ( España, 1960 )
Posesión
Efrén Rebolledo ( España 1877 - 1929 )
Pudor
Valentín Arteaga ( España,
1936 )
Recuerdo de una tarde
Luis García Montero( España 1958 )
Sin amor
Nira Etchenique ( Chile )
Tienes ojos de abismo...
Carlos Pezoa Véliz ( Chile 1879 - 1908 )
Todo me gusta en ti, mi alma te
ansía...
Raúl del Real ( México )
Tu aroma me persigue...
Rosa Tenenbaum ( Argentina )
Vivir o naufragar
Ángel Crespo( España, En medio del camino, 1971 )
Y que venga la noche
Carlos Enrique Ungo ( El Salvador 1963 )
Y yo te
amabaLiliam
Jiménez ( El Salvador 1922 )
Al otro lado de mi voz
Sola. Al otro lado
de
mi voz distante.
Por tus labios tus ojos
desazón, mar de espejos
pronto a quebrar
en infinitos vidrios.
Raudas mensajeras
febril anidas. Manos
blandas del aire, albas.
Celaje tu boca, trémula.
Te viertes plena
como en mis brazos.
¡Ah
vastedad
rasgada por un beso!
Enervas las palabras
hasta la
ausencia. Verso
blanco, viento.
Callas
y dices de ti más
que un enjambre de verbos
diluyéndote.
Adagios, cálices.
Contigo al otro lado
de mi voz distante.
De "A este lado del alba"
BASILIO SÁNCHEZ
( España, 1958 )
Algún día
Algún día te escribiré un
poema que no
mencione el aire ni la noche;
un poema que omita los nombres de
las flores,
que no tenga jazmines o magnolias.
Algún día te escribiré un
poema sin pájaros,
sin fuentes, un poema que eluda el mar
y que no
mire a las estrellas.
Algún día te escribiré un
poema que se limite
a pasar los dedos por tu piel
y que convierta en
palabras tu mirada.
Sin comparaciones, sin metáforas;
algún día escribiré un poema que
huela a ti,
un poema con el ritmo de tus pulsaciones,
con la intensidad
estrujada de tu abrazo.
Algún día te escribiré un poema, el canto de mi dicha.
DARÍO JARAMILLO A.
( Colombia 1947 )
Amé su cuerpo entonces
Amé su cuerpo entonces y su
alma.
Su piel fue para mí la
tierra firme;
la soñé como un sexto continente
no registrado en mapas
todavía.
Soñé con la bahía de su
boca.
Su pelo era una selva
virgen
que abría su misterio mineral y oscuro.
Soñé con las ciudades
de sus pechos.
Los ríos de las venas que
afloran en su piel
eran rutas abiertas
a la navegación y al gozo.
Se podía viajar en su
mirada.
En las blancas llanuras de
sus manos
yo cultivé el maíz y buenas relaciones.
Después no pude estar sino
en su cercanía.
OTTO RAÚL GONZÁLEZ
( Guatemala, 1923 )
Amor
sádico
Ya no te amaba, sin dejar
por eso
de amar la sombra de tu amor distante.
Ya no te amaba, sin
embargo el beso
de la repulsa nos unió al instante...
Agrio placer y bárbaro
embeleso
crispó mi faz, me demudó el semblante;
ya no te amaba, y me
turbé no obstante,
como una virgen en un bosque espeso.
Y ya perdida para siempre,
al verte
anochecer en el eterno luto,
mudo el amor, el corazón inerte,
huraño, atroz, inexorable,
hirsuto,
jamás viví como en aquella muerte,
nunca te amé como en aquel
minuto!
JULIO HERRERA Y REISSIG
(Uruguay, 1875-1910
Canción marina en el pinar
Te conocí en el vértice
nervioso de una ola,
en la frontera móvil entre el ave y la sal,
entre
el astro y el pez. Estabas sola,
centrando la ondulante soledad.
Estabas a media agua, a medio día,
a media nube, a medio caracol.
Abril andaba por la sangre. Ardía
a media primavera el corazón.
¡Qué ruda tiranía
ejercitaba el sol
sobre la arena,
sobre tu piel y sobre mi ansiedad!
Contra los bravos músculos del día
"por saborear tu juventud morena"
luchaban los instintos famélicos del
mar.
Tus senos, a media alga, a media brisa,
eran proas gemelas a
medio navegar;
al aire: eran las aves bebiéndose tu risa;
al agua:
eran tus muslos mordidos por la sal.
Como nacen las olas, como los
vendavales,
entre las olas estalló el amor.
¡Urgencias del paisaje
marino! Los rivales
éramos tres: el mar, el sol y yo.
Después... hacia
la tarde y hacia los cocoteros
y hacia tus labios llenos de arena y de
sabor...
¡Ah las caricias anchas y densas como esteros
y la sangre en
función de mar y sol!
¡Ah los besos salobres, los besos minerales,
y
el amor con urgentes costumbres de alcatraz!
¡Ah el amor que se tuesta
sobre los litorales
y los besos piratas, sabrosos como el mal!
Nuestro
amor es marino, y hoy viene hasta la tierra,
hasta la arisca entraña del
pinar;
hoy me hallas en la giba vegetal de mi sierra
( ¡qué de aquel
sol y de aquel mar!)
y los labios se buscan...Más...¡espera!...¡Tu risa
ya no es como el oleaje ni como el vendaval,
ya no sabe enredarse como
alga tu caricia,
ya los besos perdieron su sabor mineral!
Aquí el amor
es arroyuelo y trino,
y clorofila y miel,
y trepa en los peñascos como
el pino
y tiene olor a fruto montañés.
Aquí el amor se nutre de gredas
y resinas
y es hermano del lirio y del panal.
Los besos son como esas
abejas inquilinas
de los robles eternos. Como orquídea y zorzal...
Pero....ese es otro amor. El tuyo es extranjero
en la sierra. No vive sin
ola y caracol,
sin los besos salobres, sin besos marineros,
sin la
sangre en función de mar y sol.
Este sol es muy frío
para un amor que
tiene costumbre de alcatraz.
¡El amor tuyo y mío
no puede aclimatarse
en el pinar!
Le digo adiós. No vive de néctar y resinas
el amor que es
oriundo del alga y de la sal.
¡Cómo quieres que viva si las aves marinas
caen muertas el día que se alejan del mar!
JAIME FONTANA
(Honduras, Color naval y otros poemas 1972)
Celos
Tengo celos de
ti, por qué negarlo,
tengo celos de ti, celos rabiosos,
celos de la
sonrisa de tu boca,
celos de las miradas de tus ojos,
cuando yo no te
oigo... cómo hablas?
Cuando yo no te miro... cómo miras?
Cuando no
estoy delante... cómo suenan
los raudos cascabeles de tu risa?
¿Tú sabes que
en las miradas de los hombres
hay miradas impuras?
Que unas veces
parecen que acarician
y otras parece que desnudan?
Cuando te envuelve
una mirada de esas
y sientes que resbala por tu cuerpo
...Qué es lo
que piensas?... Dí,
qué es lo que piensas?
Cuando tengo
tu mano entre mis manos,
yo sé cómo tu carne se estremece,
cuando es
otra la mano que te oprime,
qué es lo que sientes? Di,
que es lo que
sientes?
Yo puedo adivinar qué pensamientos
laten en ti cuando de mí
te acuerdas.
Cuando es de otro el recuerdo que te asalta,
qué es lo
que sueñas?...Di,
qué es lo que sueñas?
Yo te he visto
mil veces temblorosa
ante el fervor de mis ardientes frases,
con los
divinos ojos entornados
y los húmedos labios anhelantes,
imbuida de
amor desvanecida.
Cuando yo soy
el amor, el que te habla,
si las palabras son las mismas...dime,
cómo
te suenan de otros las palabras?
Tú juras que me has dado
tu corazón,
tu cuerpo y tu cariño,
pero nunca sabré si tras tus ojos
se esconde un
pensamiento que no es mío.
Y qué importa
tu cariño entonces?
Qué vale la escultura de tu cuerpo
si son los
pensamientos de tu alma
como villanos que arrebatara el viento?
PEDRO MATTA
(España, 1875 - 1976)
Como si fuera un rito...
Como si fuera
un rito
dejé por las cubiertas
las ropas que oprimían
mi piel y mis
deseos.
En la quietud
serena,
oscura, de la noche
quedé desnudo y libre
en actitud de
entrega.
Estrellas
infinitas
gimieron en mis brazos
y yo gemí con ellas
sediento,
enamorado.
Estuve como un
dios,
minutos, tal vez horas,
desnudo y voluptuoso
engendrando
galaxias.
Los cúmulos
trajeron
la lluvia hasta mi pecho
que fue corriendo dulce
en
brazos, vientre, sexo...
Desnudo fui
tomando
el mundo que dejara
y fui de nuevo el hombre
de los
cansados ojos
y las cansadas ansias.
ARIEL CANZANI
( Argentina )
Como sombra ignorada
No tener un regazo que nos brinde, piadoso,
tras los rudos cansancios del humano fracaso,
la ilusoria certeza de un sereno reposo.
¡No tener un regazo!
No tener una estrella cuyos níveos fulgores
en el alma nos rimen la sonata más bella,
en la noche enlutada de los torvos dolores,
¡No tener una estrella!
No tener un perfume redentor del cautivo
corazón, que en las redes del pesar se consume,
con la amarga nostalgia del recuerdo más vivo,
¡No tener un perfume!
No tener una amada, melancólica y buena,
que nos cante, muy quedo, la canción ya olvidada
del amor, y que sepa suavizar nuestra pena...
¡No tener una amada!
Y estar lejos, muy lejos del edén florecido;
y seguir siendo triste, soñador, dolorido,
y pasar por la vida como sombra ignorada,
sin tener para el alma que triunfó del olvido,
¡ni regazo, ni estrella, ni perfume, ni amada!...
Pablo Abril de
Vivero ( Perú 1894-1987)
Contemplación
Me hallé mirando
tu
desnudez mojada;
el agua por tu rostro,
el agua por tu pecho
intrépida bajaba.
Como si acaso fueras
por
ella poseída
y un hálito indecible
me arrebatara vida.
Uní junto a la tuya,
mi
desnudez ardiente;
el agua entonces fría,
acarició mi frente,
me acarició la carne
y
el alma ardiente daba
consejos que a mis manos
fogosas ordenaba.
Vagué por tus perfiles,
vagaste por los míos,
sentimos deshacerse
nuestros profundos fríos.
Mientras que escurridiza
y cual testigo muda
el agua nos brindaba
su erotizante ayuda.
FRANCISCO ARGENTEO
(Colombia, 1962)
Cuando ella se viste y se va
Cuando ella se viste,
la
lenta transformación de un cuadro veo.
Cuando ella se viste mientras
llueve
y queda presa en el terrible lacrimario,
destilan sangre las
acacias.
Como una criatura carroliana
introduce sus piernas en las medias de
cristal,
y los peces de cera crepitan:
acaba de arrojar un puñado de
diamantes contra el suelo.
Se sigue vistiendo
y lenta
transforma su
cuerpo.
Su cuerpo es una nave de conquista que surca aguas de nadie;
el trauma corrosivo de la gran ciudad.
Se tambalea el cuarto bajo su paso romano,
mientras una brocha
llorosa
pinta de color su indumentaria;
la tristeza del negro para su
jersey,
el alegre fresa para su falda de metal.
Como un áspid el collar se enrolla a su garganta;
son siete vueltas de
dolor.
Luego, las oscuras sombras de los ojos,
dibujadas con una línea
de carbón
que enarca también las cejas del orgullo.
Así queda la
memoria, o el olvido,
en su mirada de ultratumba.
Fuera, en la calle, ha dejado de llover.
Negros son los zapatos de largo tacón
que impulsan su figura.
Y tras la última contemplación ante el espejo
resuena la hoja de la
puerta y se va.
Se va.
Se ha ido.
Por la calle traspasada de un
fuerte olor a tierra y pasto,
camina.
Queda en la estancia,
entremezclado,
el delicado perfume de
rabanne
y reinando en la recia mansedumbre del orden,
el aroma,
inextinguible, de su ausencia.
"De Elegía y noviembre de la luz"
LUIS JIMÉNEZ-CLAVERIA
( España, 1948 )
Dame la mano, amor, que no podemos...
Dame la mano, amor, que no
podemos
descansar todavía.
Tendrás que recorrer conmigo el tiempo;
mira cuánta distancia hasta la nieve,
cuántos copos de tierra
para
olvidar los ojos del pasado
y encontrar el mañana
con un beso en la
boca.
Ya sé que estás herido;
que te fatiga
atravesar la noche
y tienes miedo
de que, al final,
nos aguarde tan sólo la tristeza.
Ya sé que te rendiste
muchas veces al sol que deshidrata
todos los
corazones;
pero yo te he salvado
trayendo un fresco arroyo hasta tus
venas.
Si no puedes con todo
te llevaré en los brazos.
Has visto que soy
fuerte
y que puedo arrasar todo el abismo.
Mataré los jaguares si se atreven
a acercarse a nosotros.
Antes de
que emprendiéramos el viaje
cogí todas las armas
que tú me regalaste
y me mentalicé para la lucha.
Puedo con el desdén de las anémonas,
con la desilusión
de todos
los reptiles,
con la envidia mortal del aguacero.
Apóyate en mi hombro.
A
mí nada me agota,
ni siquiera la lluvia.
"De este largo viaje hacia
la lluvia"
MARÍA LUISA MORA ALAMEDA
( España, 1959 )
De sólo imaginarme...
De sólo imaginarme que tu
boca
pueda juntarse con la mía, siento
que una angustia secreta me
sofoca,
y en ansias de ternura me atormento...
El alma se me vuelve toda
oído;
el cuerpo se me torna todo llama
y se me agita de amores
encendido,
mientras todo mi espíritu te llama.
Y después no comprendo, en
la locura,
de este sueño de amor a que me entrego;
si es que corre en
mis venas sangre pura,
o si en vez de la sangre corre fuego...
ALICIA LARDE DE VENTURINO (
El Salvador )
Del pecado de amarte no estoy
arrepentida...
Del pecado de amarte no
estoy arrepentida,
aunque un oscuro abismo nos separe a los dos,
en
tanto que risueña te doy mi despedida,
mis ojos se iluminan para decirte
adiós.
No nos debemos nada. Tú me
diste tu boca
limpia como el agua fresca del manantial;
y te enlacé en
mis brazos, amorosa y sensual,
y apagué en la cisterna mi sed ardiente y
loca.
Peregrinos errantes,
nuestra ruta seguimos.
Si dos sendas opuestas al azar elegimos,
¿por
qué nos rebelamos con violenta actitud?
ROSARIO SENSORES
( México )
Dura el amor mientras las cosas duran...
Dura el amor mientras las cosas duran,
mientras callan las cosas o
vierten un rumor a nuestra espalda.
mientras el polvo que pobló las cosas
guarda en su olvido el hueco de una mano.
Esta mano de amor que fue penumbra,
tierra oculta que no te conocía,
navega hoy en tu piel como un gesto que tienes,
como un color del día
trae tus pasos aéreos.
Una isla viajera invita tu mejilla
y en tus ojos pasean dos ansias de
la noche.
Cuando llego a mi casa,
que un corazón llenó de cosas mudas,
allí
encuentro esta mano que en tu calor se quema.
"De La invisible memoria del invierno"
JOAQUÍN SÁNCHEZ VALLES
( España, 1953 )
El espejo
Me instalo frente a ti, miro tus ojos
y vigilo el espacio donde tu voz me
busca.
Me estremece el dolor del encuentro imprevisto,
la sed con que
te acercas al borde de mi sombra,
el hueco que descubres en la luz de mi
espejo.
La soledad me arropa. Sólo en la noche existo.
Y nunca me
detengo sobre el mismo minuto
en el que tú te apoyas para seguir
llamándome.
Suéñame de otro modo. Sacude el saco triste
del idioma
heredado. Cuéntale a las palabras
las historias oscuras que sólo tú
conoces;
diles cómo te asusta mi presencia y mi odio,
cuánta muerte te
cuesta acariciar mi huida.
A veces, en el centro mismo de tu pregunta,
me reconozco y corro hacia otra oscuridad:
es amargo encontrar al final
de un abrazo
mi propio grito erguido y mi propio deseo.
Por eso me
divido, me desdoblo y me hundo
en heridas distintas: me da miedo
encontrarte.
Tu sonido es el mío. Tu tristeza, tus ropas
saben a mí, y
me escuece el recuerdo adherido
al tiempo conciliado, al tiempo único
en que la conjunción habitó nuestras sangres.
De "Maneras de estar solo"
ELOY SÁNCHEZ ROSILLO
( España, 1948 )
Ella
Ella está
hecha a semejanza de las cosas que amo.
Se parece a la noche,
o mejor:
a una noche sin ausencias.
Ella es exacta.
Cuando la noche escurre, su
cuerpo se humedece.
Me permite trepar por mis temblores
y agitar su
nombre desde la oscuridad.
Ella es irrepetible.
Nació en las piedras
donde empieza mi desorden.
EDUARDO
LANGAGNE ( México )
En un cuarto de hotel
En cuartito de hotel lindo
y desconocido:
-horizontes azules, focos esmerilados-,
en donde
entramos juntos, absortos y turbados
por el fiero imposible que habíamos
vencido.
El me besó en la boca, y le
entregué rendido
mi cuerpo frágil, dulce, deseoso y extenuado....
¡Oh
reposo indecible después de lo pasado!
¡Oh delicia inefable después de lo
sufrido!
Yo no sentí rubor de mi
carne desnuda.
La dicha me ahogaba como una mano ruda
y el cristal de
mis ojos se enturbiaba de llanto,
mientras él de rodillas,
con sus besos furtivos,
abrazaba el marfil de mis pies sensitivos
con
la fiebre ardorosa de su boca de santo.
MARIA MONVEL
(Chile, 1899 - 1936)
Erótica
Cayó sobre tu espalda
la llama de tu pelo,
y quemó la blancura
su ondulación de fuego.
Entre los áureos rizos,
por el amor deshechos,
yo vi calientes, húmedos,
brillar tus ojos
negros.
Sin desmayar, erguidos,
redondos, duros, tersos,
temblaron los montones
de nieve de tus
pechos.
Y de amor encendida,
estremecido el cuerpo,
con amorosa savia
sus rosas florecieron.
El clavel de tus labios
brindaba miel de besos,
y fue mi boca ardiente
abeja de sus pétalos.
De la crujiente seda,
que resbalara al suelo,
emergió su blancura
tu contorno supremo.
Y al impulso movido
de
ardoroso deseo,
se cimbró entre mis brazos
y quedó prisionero.
Me abrasaban tus ojos.
Me quemaba tu aliento.
Y apagó las palabras
el rumor de tus besos.
ENRIQUE DE MESA
( España, La posada 1928)
Es difícil decirlo
A Magdalena
Es difícil decirlo,
lo
sé con la certeza de un puño que se rompe,
del gesto torrencial que une
ciertas estrellas.
Quiero saber por qué a pesar de todo
hay ritmos que se agotan,
en
qué consiste el agua,
la delgadez del mundo y el peso del plomo,
o por
qué las palabras se han quedado colgando
sonámbulas, inútiles, aisladas y
perfectas.
Es difícil decirlo sin morderse por dentro la sonrisa,
sin
necesitar la absoluta densidad del cielo.
Sin pedir a gritos un horizonte
de agua que nos transmita dulcemente.
A veces extenderse es tan sólo tocar un mundo que no arde,
o un
conjunto de dioses que interpretan su música de vidrio
sonando
eternamente a girasol ya piedra.
Tu explosión necesaria, tu pulso
original
es un acantilado de ternura,
un punto de partida donde volver
a hundirse
hacia tu brevedad de mujer de gato.
Porque es inevitable
referirte una vez más al agua,
a la perfecta serenidad de tus manos
abiertas,
al geométrico crepúsculo de tus dedos transparentes.
Mujer de arcilla yagua, planeta desnudísimo.
Lo demás sólo es cielo.
Déjame hablar,
hundir las lanzas largas de la noche,
ser una
arquitectura de ceniza.
Lo demás sólo es cielo, es inútil el mar contra
las cosas,
la sal contra las cosas. En las tardes,
inevitablemente nos
perdemos de tanto perseguir las longitudes,
de tanto juntar barro con el
barro. No te rompas.
Defiende tus espacios, despedaza tu sangre por la
tierra.
No hay más que cielo detrás de las batallas.
También la luz a
veces se parte como un hueso.
MIGUEL SÁNCHEZ GATELL
( España, 1965 )
Escándalo de olvido
Te llevaré como la caracola
lleva el rumor del mar entre sus dedos,
laberinto de viento y de sonaja,
ruido de selva, escándalo de olvido.
Te llevaré como la estela
de los barcos, perfume de eucalipto,
incienso de jardín, brasa de espuma
que purifica el fuego, escapulario
contra las rocas de los malos sueños.
Porque tu cuerpo suena por mi cuerpo,
tu lengua por mi boca, tu
mirada
por el bosque abrasado de mis ojos.
Y no te olvidaré. No.
Nunca. Nunca.
Aunque la mar desate sus delfines,
aunque la noche
cambie en mediodía,
aunque mi corazón se haga ceniza.
De "Campo de espuma"
JOAQUÍN BENITO DE LUCAS
(España, 1934 )
Exaltación
Coróname esta noche con tus
brazos morenos;
quiero otra vez el filtro de tu caricia infiel;
aún
percibo en mis manos el olor de tus senos
y en mis labios el gusto
salobre de tu piel.
Tu cuerpo es el resumen de
los goces terrenos;
mi ardor, como una llama, vibrará sobre él;
dame
tu boca -estuche de cálidos venenos-,
dame tu lengua -pétalo de
enervadora miel-.
Tiéndeme como rútilo manto
tu cabellera
y déjame en tus flancos degollar la quimera;
verás que
este espasmo de pura exaltación
perpetrará en tu vientre mi
inquietud y mi hastío;
como guerrero exangüe sobre el escudo, ansío
yacer descoyuntado sobre tu corazón.
JOSE EUSTASIO RIVERA
(Colombia, 1888 - 1928 )
Éxtasis
Lienzo embebido en ti
es
ahora mi cuerpo,
del todo desasido
y sin otra envoltura que tu imagen.
En mí te llevo como si cargara
sobrecogida sangre.
Sales de ti
hacia el encuentro, génesis reciente,
y yo bebo y respiro
tu
exhalación, la rama de tu gozo.
Allí donde se forma
el color de tus
brazos enlazados
gira el anillo impar que me contiene.
Nadie me
busque, nadie.
Soy tu vigilia,
me disuelvo, pequeña,
en la dulzura
que tu pecho emana.
Soy tu sombra y la mía,
soy un desprendimiento de
ti mismo.
Allí donde comienza
esa felicidad sufriente y bella,
voy
a tu encuentro.
Me despojo de mí
con un sacudimiento
de aterrados
manzanos.
Puedo en amor morir que seguiría
recorriendo la tierra con
tus pasos,
en tus manos ahogada.
MARÍA GRANATA
( Argentina, 1920 )
Hombre en la mar
Y tú amor mío, ¿agradeces
conmigo
las generosas ocasiones que la mar
nos deparaba de estar
juntos? ¿Tú te acuerdas,
casi en el tacto, como yo,
de la caricia
intranquila entre dos maniobras,
del temblor de tus pechos
en la
camisa abierta cara al viento?
Y de las tardes sosegadas,
cuando la vela débil como un moribundo
nos devolvía a casa muy
despacio...
Éramos como huéspedes de la libertad,
tal vez demasiado
hermosa.
El azul de la tarde,
las
húmedas violetas que oscurecían el aire
se abrían
y volvían a cerrarse
tras nosotros
como la puerta de una habitación
por la que no nos
hubiéramos
atrevido a preguntar.
Y casi
nos bastaba un
ligero contacto,
un distraído cogerte por los hombros
y sentir tu
cabeza abandonada,
mientras alrededor se hacía triste
y allá en
tierra, en la penumbra
parpadeaban las primeras luces.
CARLOS BARRAL
( España, 1928 - 1989 )
Hundido a mi silencio
Me vestiré sin prisa,
mientras tu luz anida
en el gemido de mi pecho,
encadenada a tus surcos,
tus barrancos
y tus selvas.
Me vestiré sin prisa con la piel solitaria,
hecha colina virgen y volcán en llamas.
Tendré la sangre en celo
encadenada a tu batalla,
y tú serás vertiente y filo
en el temblor de la mañana.
Mecido en
el aroma de una paz frondosa,
beberás hasta el fondo mi conciencia.
Me vestiré sin prisa, absorta
frente al agua,
al viento y a las rosas,
en el suspiro invisible que vela mi
silencio,
con la alegría en los ojos
y un olor a ritmo y tierra.
Recorreré
la ruta de tu cuerpo ya sin miedo,
y tú, ceñido a mí,
te fundirás tormentoso a mi silencio.
Y de
nuevo sí...
encadenada a tu campo,
tu estanque y tu redil celeste,
improvisaré frutales y nidos de espumas.
Después, cuajado de tristeza...
me acosarás,
y al pie de mi ventana dolerás entre mis dudas.
Me
obligarás a quererte y te querré ,
lejos del río y de la entrega.
Yanira Soundy ( El
Salvador 1964 )
Labios bellos, ámbar suave
Con sólo verte una vez te
otorgué un nombre,
para ti levanté una bella historia humana.
Una casa
entre árboles y amor a media noche,
un deseo y un libro, las rosas del
placer
y la desidia. Imaginé tu cuerpo
tan dulce en el estío, bañado
entre las
viñas, un beso fugitivo y aquel -"Espera,
no te
vayas aún, aún es temprano".
Te llegué a ver totalmente a mi lado.
El
aire oreaba tu cabello, y fue sólo
pasar, apenas un minuto y ya dejarte.
Todo un amor, jazmín de un solo instante.
Mas es grato saber que nos
tuvo un deseo,
y que no hubo futuro ni presente ni pasado.
LUIS ANTONIO DE VILLENA
( España, 1951 )
La formal
Ponte el pudor.
Está
allí, debajo del lecho
junto a las ropas caídas.
Dilúyelo sobre tus
mejillas
como si fuese un maquillaje.
Alisa tu piel
y ese tablero
de ajedrez borracho
de tu falda de cuadros.
Abróchate la blusa
y
adopta otra vez
esa actitud ingenua de muchacha formal.
Ordena tus
cabellos y tus prejuicios.
Camina con esa dignidad desvencijada
que
usas los domingos
para asistir a misa.
Tan pronto atravieses el
umbral
serás nuevamente tú
la pequeña burguesa incomprendida
con
tus veinte años de lugares comunes
y tu boca repleta de palabras usadas.
Serás la rutinaria.
La formal.
La limitada.
Creerás otra vez en Dios
así como antes creías en tu cuerpo,
y estarás llena de moral
así como
antes estabas llena de mí.
(...) Aquí en mi habitación
quedó tu lujuria hipócrita
y tu doble moral.
Mañana volverás
y
entonces te diré las palabras de siempre:
Ponte tu cuerpo
quítate el
pudor y las ropas
y ven así, desnuda
a engañarnos pensando
que no
hemos empezado a envejecer.
MIGUEL MÉNDEZ
( Colombia, 1942 )
La semana sin ti
Quisiera haber nacido de tu
vientre,
haber vivido alguna vez dentro de ti,
desde que te conozco
soy más huérfano.
¡Oh! gruta tierna,
rojo
edén caluroso.
Qué alegría haber sido esa ceguera!
Quisiera que tu carne se
acordara
de haberme aprisionado,
que cuando me miraras
algo se te
encogiese en las entrañas,
que sintieras orgullo al recordar
la
generosidad sin par con que tu carne
desanudaste para hacerme libre.
Por ti he empezado a
descifrar
los signos de la vida,
de ti quisiera haberla recibido.
TOMÁS SEGOVIA ( España-México,
1927 )
Lujuria
Cuando murmuras con
nervioso acento
tu cuerpo hermoso que a mi cuerpo toca
y recojo en los
besos de tu boca
las abrasadas ondas de tu aliento.
Cuando más que ceñir,
romper intento
una frase de amor que amor provoca
y a mí te estrechas
delirante y loca,
todo mi ser estremecido siento.
Ni gloria, ni poder, ni
oro, ni fama,
quiero entonces mujer. Tú eres mi vida,
ésta y la otra
,si hay otra; y sólo ansío
gozar tu cuerpo, que a
gozar me llama,
ver tu carne a mi carne confundida
y oír tu beso
respondiendo al mío.
JOAQUÍN DICENTA
España 1863 - 1917
Llega tu mano como una
alfombra de agua...
Llega tu mano como una
alfombra de agua
Ceremonias de bruma en los lagares
Hay mastines que
ladran a lo lejos
un silencio más hondo que el lenguaje
Ceremonias de
nieve en los altares
Mientras vibra la guitarra de tu cuerpo
nombro el
mundo primero allá en su origen
Siempre hay nieve entre los bosques de
sus labios
Siempre hay bruma hacia los páramos del alba
Baten palmas
los aqueros de la noche
Qué barquero lejano de horizontes
nos traerá
blancos pañuelos de la infancia
Va su mano como una alfombra de agua
JUAN MARÍA CALLES
( España, 1963 )
Mecánica de los cuerpos
Acaricio tus formas
suaves
como dunas
que no hay;
beso tus pezones
enhiestos y rosados
como un amanecer.
Tu cuerpo, emblema
crepitante.
Mi alma
tiembla
al puro estado de belleza.
Tus ojos,
reposa en ti el impulso
de una corriente azul.
Desciende a mí
tu voz.
La armonía
conquista los espacios
del tiempo
inasequible.
PEDRO SHIMOSE
( Bolivia, 1940 )
Mientras dormía
Anoche, mientras dormía,
sentí tu aliento en mi almohada,
me despertó el suave roce
de tus
labios en mi oreja,
más fingí seguir durmiendo
para probar el deleite
de tus amores secretos.
Disfruté del jugueteo
de
tu lengua por mi cuello,
y de tus dedos expertos
recorriendo
sabiamente
mi desnuda anatomía;
uno a uno penetraron
la gruta de
mis deseos,
y tu piel más y más cerca
cubrió del todo mi cuerpo.
Tuve que hacer un esfuerzo
para fingir que dormía,
mientras arabas mis
carnes,
para fecundar mis sueños.
? ? ?
Mi olor a ti
Toda mi ropa huele a cuando
estabas.
Sería al abrazarte -no lo entiendo-
o que estuviste cerca y
se quedó prendido.
Si arrimo mi nariz al hombro o a la manga,
te respiro.
Al ponerme la chaqueta, en la solapa,
y en el cuello
de un jersey que no abriga.
Aroma de placer, de feromonas,
de
recostarme en ti mientras dormías.
Por mucho que la lave, mi ropa lo
conserva:
es un perfume dulce que me alivia
como vestir mi carne con
tu piel.
Y está durando más que mi recuerdo.
Tu rostro en mi memoria
se disipa,
casi puedo decir que he olvidado tu cuerpo
y sigo
respirándote en las prendas
que, al tiempo que me visten, te desnudan.
Pero la ropa es mía.
De tanto olerte en mí, tu olor es mío.
Tu olor era mi olor desde
el principio,
fue siempre de mi cuerpo, no del tuyo,
de un cuerpo que
lo tengo a todas horas
para quererlo entero como jamás te quise
y
olerlo de los pies a la cabeza.
Es el olor de todas mis edades,
del
niño absorto y puro,
del claro adolescente eléctrico y espeso,
de un
joven con insomnio que soñaba
fantasmas del amor, y es también el olor
que al transpirar mis sueños
dejaron en las sábanas.
Quién sabe tú a qué aspiras
sin este efluvio mío,
sin mi esencial fragancia.
Estando en compañía,
serás siempre la ausente
igual que si te fueras o no hubieras llegado.
Pues no olerás a nada, no dejarás recuerdo
ni podrás despertar auténtico deseo
ni embalsamar las yemas de los
dedos
que un día te acaricien
con un perfume físico y concreto.
Serás para el olfato de los otros
como un espejo para los vampiros.
Y
yo atesoraré con más fe que codicia
este perfume dulce de mi cuerpo
que descubrí contigo.
Si quieres existir, respíralo de nuevo.
LEOPOLDO ALAS
(España, La posesión del miedo,1996)
Mujer de estío
Tu cuerpo está hecho de
frutas,
exprimes en la noche un olor a duraznos.
Tu beso va por mi garganta
hasta mi corazón, como el agua de un caño.
Tiembla toda mi piel con tu
caricia
como al soplo de Dios las alfalfas del campo.
Eres una bandeja de frutas
puesta todos los días a orillas de mis labios.
JORGE CARRERA ANDRADE
( Ecuador, 1937 )
Mujer desnuda
Nevó toda la noche
sobre
el jardín de tu cuerpo;
mas todavía hay rosas
y botones abiertos.
Las dóciles hebras sutiles
de la última rama del árbol
caen como lluvias de oro
sobre la firme
blancura de los tallos.
Violetas,
que se ocultan
en la hierba de tus pestañas;
apasionadas y profundas.
Hay dos rosas dormidas
con turbador ensueño
en las magnolias impasibles
de tus senos.
Y más oro
en los
muslos,
porque pinta el sol la seda
de los musgos.
Y tus pies y tus manos,
menudas y largas raíces,
ahondan la tierra
temblorosa de amor de los
jardines.
ENRIQUE GONZÁLEZ ROJO
( México )
No decía palabras...
No decía palabras,
acercaba tan sólo un cuerpo interrogante,
porque ignoraba que el deseo es
una pregunta
cuya respuesta no existe,
una hoja cuya rama no existe,
un mundo cuyo cielo no existe.
La angustia se abre paso
entre los huesos,
remonta por las venas
hasta abrirse en la piel,
surtidores de sueño
hechos carne en interrogación vuelta a las nubes.
Un roce al paso,
una
mirada fugaz entre las sombras,
bastan para que el cuerpo se abra en dos,
ávido de recibir en sí mismo
otro cuerpo que sueñe;
mitad y mitad,
sueño y sueño, carne y carne;
iguales en figura, iguales en amor, iguales
en deseo.
Aunque sólo sea una esperanza,
porque el deseo es pregunta
cuya respuesta
nadie sabe.
LUIS CERNUDA
( España, 1902 - 1963 )
Ocúltate en mi noche: tengo miedo...
Ocúltate en mi noche: tengo
miedo
de que la luz devore tu cintura
y de que en su fragante
arquitectura
sus verdes brazos hunda el viento acedo.
No puedo ver tu
destrucción, no puedo
verte asediada por la crueldad pura,
mientras se
apaga, ingrávida criatura,
la forma que al temblar de amor te cedo.
Sólo esparcida en mi
cercado ahondas
tu humana plenitud, como las ondas
que turban y
propagan la corriente.
Ocúltate en mi noche, amor,
descansa:
déjame ser la sombra y la esperanza
que guarden tu relámpago
inocente.
JUAN REJANO
( España, 1903 - 1976 )
Olvido
Se me olvidó tu nombre,
no recuerdo
si te llamabas luz o enredadera,
pero sé que eras agua
porque mis manos tiemblan cuando llueve.
Se me olvidó tu rostro y tu
pestaña
y tu piel por mi boca transitada
cuando caímos bajo los
cipreces
vencidos por el viento,
pero sé que eras luna
porque
cuando la noche se aproxima
se me rompen los ojos
de tanto querer
verte en la ventana.
Se me olvidó tu voz, y tu
palabra,
pero sé que eres música
porque cuando las horas se disuelven
entre los manantiales de la sangre
mi corazón te canta.
CARLOS MEDELLÍN
( Colombia, 1928 - 1985 )
Para ser más de ti...
Para ser más de ti
he querido estrenarme por la fiebre,
sofocar los
aleros de tu risa,
reventar como un trueno.
Encenderme o morir
anónima en tu vértigo,
para ser más de ti.
Para ser menos mía y de las cosas
he querido velarme por tu anchura,
deshabitarme entera
por dentro de tu piel y de tu sangre
y anclarme
donde el Mar
derrota sus fronteras.
He querido, escalando hasta tu vértice,
recorrer el oleaje de tu
boca,
trazarme geometría
más allá del abismo y de la esfera,
circular por tu puño, exactamente,
hasta hacerme destino de tu mano.
Ceñido, como un tacto por la piedra,
me alcanza el alambique de tus
ojos,
súbito y necesario como un rezo.
Desertora de venas transitivas
he querido vivirte, amor, para vivirte,
para ser más de ti,
para
oficiarte, amor, sobre la Vida.
"De Lava de labios"
CARMINA CASALA
( España, 1949 )
Pasión de encuentro
Espero tu cuerpo y tus dientes
con la vehemencia de las palomas,
espero tu sueño y tu reloj parado
justo en la palma de la risa,
espero
tu boca, tus muslos, tu cabellera
lisa e infinita cuando no ríes o cuando
no lloras,
espero tus procelosas manos y tu vientre ágil
como las
golondrinas,
espero tus pies de luz, descalzos de ciudad,
espero tu
silencio y el sonoro vaivén de tus labios.
Mar , déjame recordarte como
entonces,
como siempre,
con la ceniza en mis ojos
y mirarte ahora
que la tierra toda me rodea
y se me sube hasta los hombros,
como
siempre, sábado y rocas grises,
espero volver a tus olas
y que me
devuelvas como un tren mi abrazo
y que me dejes ver tus estrellas más
profundas.
Tú llegabas, risa de las aguas...
De "Los pasos de la ceniza"
JOSÉ LUIS DÍAZ
( España, 1960 )
Posesión
Se nublaron los cielos de
tus ojos,
y como una paloma agonizante,
abriste en mi pecho tu
semblante
que tiñó el rosicler de los sonrojos.
Jardín de nardos y de
mirtos rojos
era tu seno mórbido y fragante,
y al sucumbir, abriste,
palpitante,
las puertas de marfil de tus hinojos.
Me diste generosa tus
ardientes
labios, tu aguda lengua que cual fino
dardo vibra en medio
de tus dientes.
Y dócil, mustia, como débil
hoja
que gime cuando pasa el torbellino,
gemiste de delicia y de
congoja.
EFRÉN REBOLLEDO
( España, 1877 - 1929 )
Pudor
Un pudor casi en cueros va envolviéndote
todo el cuerpo en el rostro
en este instante
de música o de río. Son tus ojos
una playa en el sol;
desvistense
a contraluz los dientes, el flequillo
resonando en las
cejas. Y sonríes
qué pensamientos, árboles, tal como
un relámpago en
sombra junto al mar
de la memoria ahora desnortara
las barcas de la
tarde. Está desnudo
el cosmos en tu rostro. Por las olas
de tus
mejillas, aire detenido,
respira la emoción, fruta el ambiente
un
perfume de albatros, un mareo
o un imán de qué lluvia. Te he encontrado
perforando el poniente. El cuello es
dulcísimo arrecife, un archipiélago
de ternura el mirarte, bienvenida
tu existencia a esta orilla del
silencio
mojado entre tus labios. Ah, tu boca...
Ah, quédese por
siempre dibujada
en mitad del paisaje -sed en línea-,
del horizonte
lleno de deseos
desvistiendo tu estío. No te muevas.
Tu rostro es
esencial. Tienes la magia
del perfil del ensalmo, todo el cuerpo
hasta
tu cara irrumpe como un río
del que yo fuera afluente interminable.
"De Un rostro va en su música"
VALENTÍN ARTEAGA
( España, 1936 )
Recuerdo de una tarde
Aquel temblor del muslo
y el diminuto encaje
rozado por la yema de los dedos,
son el mejor
recuerdo de unos días
conocidos sin prisa, sin hacerse notar,
igual
que amigos tímidos.
Fue la tarde anterior a la
tormenta,
con truenos en el cielo.
Tú apareciste en el jardín,
secreta,
vestida de otro tiempo,
con una extravagante manera de
quererme,
jugando a ser el viento de un armario,
la luz en seda negra
y medias de cristal,
tan abrazadas
a tus muslos con fuerza,
con esa oscura fuerza que tuvieron
sus
dueños en la vida.
Bajo el color confuso de
las flores salvajes,
inesperadamente me ofrecías
tu memoria de labios
entreabiertos,
unas ropas difíciles, y el rayo
apenas vislumbrado de
la carne,
como fuego lunático,
como llama de almendro donde puse
la
mano sin dudarlo.
Por el jardín, el ruido de los últimos pájaros,
de
las primeras gotas en los árboles.
Aquel temblor del muslo
y el diminuto encaje, de vello traspasado,
su resistencia elástica
vencida con el paso de los años,
vuelven a ser verdad, oleaje en el
tacto,
arena humedecida entre las manos,
cuando otra vez, aquí, de
pensamiento,
me abandono en la dura solución de tus ingles
y dejo de
escribir
para llamarte.
LUIS GARCÍA MONTERO
( España, 1958 )
Sin amor
Si por lo menos
no
hubieras dicho que me amabas,
si sólo hubieras dibujado con tu mano cabal
la mansedumbre de mi
cuerpo,
si me hubieras asaltado en silencio,
como el agua,
si
hubieras venido a mí como un sonámbulo,
todo pulso, y calor, y piel, y
lengua.
Si por lo menos
no hubieras dicho que me amabas,
esta
noche,
esta noche tan amarga
me sería más fácil caminarla.
Caminarla sin ti que estás mordido
como pan de vagabundo en la ventana,
caminarla sin ti, que te has herido
como pájaro de vientre prolongado.
Si por lo menos
no hubieras dicho que me amabas,
si sólo hubieras
llegado con tu hoy
simple y rotundo como un cero
y nada más, y nada de
tu ayer y tu castigo,
y tu culpa y tu viejo carro uncido.
Si me
hubieras penetrado sin palabras
solo y único, en silencio, acorazado.
Si me hubieras medido con tu carne
con la boca afirmada a la moneda,
si me hubieras logrado sin hablarme....
Si por lo menos
no hubieras
dicho que me amabas,
si solo hubieras descendido oscuro
y anónimo y
feroz y enmudecido,
qué fácil caminar por esta noche
de ciudad
dilatada en bocacalles.
Qué fácil detenerte en las esquinas
y en las
manos que juegan a ser rosas
sobre el límpido cristal de las vidrieras.
¡Qué fácil el otoño y el olvido!
NIRA ETCHENIQUE
( Chile )
Tienes ojos de abismo, cabellera...
Tienes ojos de abismo,
cabellera
llena de luz y sombra, como el río
que deslizando su caudal bravío,
al beso de la luna reverbera.
Nada más cimbrador que tu
cadera,
rebelde a la presión del atavío...
Hay en tu sangre perdurable estío
y en tus labios eterna primavera.
Bello fuera fundir en tu
regazo
el beso de la muerte con tu brazo...
Espirar como un dios,
lánguidamente,
teniendo tus cabellos por
guirnalda,
para que al roce de una carne ardiente
se estremezca el cadáver en
tu falda...
CARLOS PEZOA VELIZ
( Chile, 1879 - 1908 )
Todo me gusta en ti, mi alma te ansía...
Todo me gusta en ti, mi
alma te ansía:
porque eres más divina que una santa.
Me gusta el alocar de tus
cabellos,
la eterna rebeldía que hay en ellos;
me gusta la locura de
tu risa,
de esa risa más franca que la brisa;
me gusta el terciopelo
de tus ojos
y la lujuria de tus labios rojos...
Todo me gusta en ti, todo
me encanta;
la tersura sin par de tu garganta,
el bello naciente de
tus senos
ánforas que el placer mantiene plenos.
Y aquellos dos botones
excitantes
que besaron mis labios lujuriantes
cuando abatí, rendido,
mi cabeza
rezando ante el altar de tu belleza.
Todo me gusta en ti, mi
alma te ansía;
pero... una cosa tuya me quebranta;
tu excesivo flirteo
en Galathea,
tu morbosa ansiedad de hacer que crea
todo aquel que te
ve y que te admira,
que es tu amor hacia mí, pura mentira;
un amor que
resurge en el ocaso
de otro amor que finó con el fracaso.
Todo me gusta en ti, pero
es en vano
que ponga sobre ti un cariño humano...
Nos separa un abismo: el de
tu vida,
una vida de orgía indefinida
y un amor: el amor al que diste
lo que, acaso, tú nunca presentiste.
Todo me gusta en ti; mi
alma te ansía:
si algún día pudiera hacerte mía
¡cuánto yo te amaría!
RAÚL DEL REAL (
México )
Tu aroma me persigue...
Tu aroma me persigue.
¿Qué le explico al alma
cuando la sangre
se nos va en urgencias?
Cómo le digo
que no está bien
ni es
bueno,
a esta altura,
permitirse sentir.
¡Como si fuera fácil
poner bridas al fuego,
frenar el mar
o acallar los truenos!
En este
punto, pues,
alma querida
que moviste todos los resortes,
calla.
Calla.
No pongas en mi boca
palabras de locura.
La pluma,
silenciosa,
trasuntará la angustia.
Tu y yo, alma, sabremos el
secreto.
Ni siquiera él compartirá la bruma,
ni conocerá nunca
la
medida justa
del dolor de querer, con toda el alma.
Sin respuesta, sin
luz,
sin esperanza.
ROSA TENEBAUM (
Argentina )
Vivir o naufragar
Déjame que me acerque a ti
a mojarme en tu piel,
en el olor
de tu voz, pues ya quiero
vivir o
naufragar de muerte tuya.
Déjame
decir para que no
me entiendas las palabras,
igual que el mar no sabe
de vientos.
Déjame
dejarme junto a
ti:
que yo me ahogue
en la luz de tus hombros,
haga pies
por donde tu cintura.
Déjame
beberme el mar,
amar el mar,
al abra de tus ojos.
Déjame
dejarme estar,
bien hondo,
allá donde solemos,
donde no
se oye la brisa siempre.
Es cuando veo
caer un
arco iris, levantarse
un pozo de tus manos.
O, como suele ser,
cierras el mundo
y sólo hay mar.
Un río
somos los dos,
andamos
para que yo me hunda
en tus innumerables
olas,
pasamos
juntos
por el solo paisaje
que se nos vive.
Déjame
cortar todos los
árboles.
ÁNGEL CRESPO
( España, En medio del camino 1971 )
Y que venga la noche
Regálame la
risa de tus ojos,
la tenue luz de tu sonrisa,
y el
milagro de tu nombre
en mi boca.
Regálame
la humedad de tus besos,
el tibio manto de tu abrazo,
y el
mar embravecido de tu cuerpo
junto al mío.
Regálame
el amanecer de tus pasiones,
el espejo frágil de tus lluvias,
y tu inocencia hecha mujer
con mis caricias.
Regálame
tu amor
amor
y que venga la noche…
CARLOS
ENRIQUE UNGO ( El Salvador, 1963 )
Y yo te amaba
Y yo te amaba
antes
que el rocío
cayera como lágrima en la tierra,
antes de que los
campos
se inundaran de luz en la mañana,
antes que la materia
sacudiera el silencio
al revelar su signo.
Y yo te amaba desde
siempre
y te buscaba en la espiral del tiempo:
en cada Edad y en
cada círculo
del porvenir incierto,
a través de la lluvia y de los
mares,
a través de la sombra y del abismo,
a través de mi grito y
de mi sueño.
En las calladas noches
esperaba tu barco
para que anclara un
día
sobre mi corazón de fuego.
Y vencedor llegaste, desatado,
a
mi sedienta isla
con esa magia que te ha dado el tacto.
¡Oh
sitiador violento
de todos mis caminos!
Y vencedor llegaste
perforante,
a turbar el silencio
de mi febril espera.
Y a mí
viniste,
vertiginoso río,
sobre mis valles y montañas
a
destrenzar los vientos
y a despertar los pájaros del sueño.
Y a mí
viniste
con resplandor de estrella
hombre de musgo y de metal
oscuro,
una pirámide, un templo
alzose con tu imagen.
Fundiste
entre mis aguas
tu rostro de granito.
Ahora la esperanza
como sedosa hiedra
ha subido segura por mis
huesos.
Hay un incendio
de amor sobre mi pecho:
crecen las
llamas de mi propia brasa.
Agitaste las pasiones
sobre el tendido
valle de mi cuerpo:
vivió el calor la luz;
el vino de mi sangre
derramose
en ondulante río,
crecieron las rosas del silencio
y
un vendaval de ruiseñores
cantó la Primavera...
Por tu cuerpo de miel
sonríe un mundo musical,
de extraña
aurora:
entretejidos sueños para el hombre
que vuelca su esperanza
en colectivos rostros.
Acaso en uno de tus puertos
quedóse un
jeroglífico
quizás indescifrable...
Hay un cristal azul sobre tu
pecho
que refleja otra patria y otro siglo,
un vuelo de palomas
por tus manos
y un olor a limón en tus colinas.
Eres la tierra
el rumor intacto
el agua transparente y la poesia.
Quisiera estar contigo
temblante cada noche
-gacela herida a
tu costado-
donde siempre el silencio
tendiera ya sus alas.
En
la callada pieza,
y se duermen los ecos y los ruidos;
cuando el gemir yacente no te
puebla
y se quedan tus labios apagados
-amortajadas rosas del
silencio-
tus poros brotan un sudor tranquilo
que va cayendo de tu
piel oscura
como rocío de la noche inmensa:
quedando florecido
el trébol soledoso de mi cuerpo.
Hoy pudiste conducir
tu deseo hacia mis muros,
sumergirte
gozoso
en los ocultos mares de mi gracia,
hombre de sed, de húmedo
tacto,
descubridor de mis sentidos,
buceador en las aguas
de
mis ríos lentos.
Tuyo es mi barro
con su antigua leyenda
de
palpitantes sueños
y tuyo mi destino
de sinuosos cauces.
No me dejes a solas
con el roto silencio
y con la inocencia
perdida.
No me dejes a solas
como temblante estatua
en luminoso
fuego.
No me dejes en sonoroso
marea amurallada
en este
laberinto de la vida.
Deja que mis ojos se sequen
de mirarte
siempre
y mis palabras giren
llenas de júbilo
para buscar el
viento.
LILIAM JIMÉNEZ
( El Salvador, 1922 )